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La tentación vive arriba

Comedia Como miles de neoyorkinos, Richard Sherman (Tom Ewell) se ha quedado trabajando en agosto mientras su mujer e hijos disfrutan de unas gratas vacaciones en la playa. Siguiendo las recomendaciones de su esposa, está dispuesto a dejar de fumar, de beber, a acostarse pronto y sobre todo a no echar una cana al aire. Pero la tentación aparece cuando conoce a una despampanante vecina (Marilyn Monroe), tan sexy como ingenua. (FILMAFFINITY)
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
17 de febrero de 2011
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé claramente como empezar mi comentario de la película. Puede ser por no saber bien por donde coger el toro, es decir, Marilyn o la película; y es que verdaderamente son dos en una. El motivo del tema es "un hombre solo ante un pivón semejante" ya sea en vacaciones o durante el trabajo. El éxito de la Monroe tuvo que ser por fuerza fulgurante y así lo hizo la crítica catapultando a esta "ingenia chiquita" a la fama de un solo plumazo. Y es que supieron quitar el árbol de delante para ver el bosque. Sí. Porque detrás de esas esculturales curvas de la bella Marilyn, de esa cara fascinante y nítida de la venus de Wilder, del trabajo impoluto de maquillaje, había que encontrar a una actriz como la copa de un pino, que siendo guapa como ella sola, se hiciera pasar por ingenua , o sea, tonta; La gran Marilyn lo hizo magistralmente. Desgraciadamente en la mente de muchas personas quedó como tonta, pero está muy lejos de la realidad. Su trabajo no fue nada fácil, como tampoco el del sr. Willy. Oh, genio del cine. Ver hoy, en la distancia, a esta artista es pensar lo pronto que perdimos a esta dama del 7º arte.
Victorino Rafael
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2 de agosto de 2010
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay mucho talento, mucho oficio, sí... y, por supuesto esas imágenes que ya pertenecen a nuestro cerebro: Marilin con la falda levantada encima de uno de los respiraderos del metro de Nueva York, en mitad de un verano caluroso y excitante.

Además de eso, como no podía ser de otra manera tratándose de Billy Wilder, hay inteligencia e ironía a raudales. ¡Ay, los remordimientos de un típico “Rodríguez”!... El solo se lo guisa y se lo come: antes de sucumbir a la tentación y pecar, ya se siente dominado por la culpa... Antes de acostarse con la tentadora vecina de arriba, da por hecho que su esposa está haciendo lo mismo con su amigo... La mente como autocensura. Y mientras él se tortura inútilmente, a la joven vecina solo parece preocuparle de verdad el calor asfixiante y la imposibilidad de dormir en Nueva York.

Mejor todavía que la escena de las faldas al aire, aunque lógicamente desprovista de su sensualidad, es la que nuestro don Juan de pacotilla le explica a la tentadora vecina los porqués de las cosas, mientras ella calcula los inconvenientes del calor. Pura ironía, afilado estilete para mostrarnos las heridas de la moral tradicional, incluyendo el plato fuerte de la culpa judeocristiana, siempre omnipresente y pelmaza como ella sola.

Marilyn está genial. Qué bien hacía lo que sabía hacer... Qué bien construido tenía ese personaje, hecho a partir de sí misma, de su propia explosiva belleza y de esa arrebatadora ausencia de intelectualidad. Su compañero Tom Ewell creo que no le llega a la suela del zapato. En los duelos con los hombres, Marilyn siempre gana, y si no que se lo digan a Laurence Olivier que llegó a odiarla durante el rodaje de “El príncipe y la corista, y seguramente a maldecirla cuando vio el resultado. Ewell, compañero de la actriz en las clases de Lee Strasberg en el Actor´s Studio, y actor en la obra de teatro original de la que procede el guión, hace lo que puede para no desaparecer de la pantalla cuando le acompaña esa enigmática y hermosa mujer que en ese momento estaba a punto de cumplir los treinta y toda la vida por delante...

No es una obra mayor, pero sigue siendo imprescindible.
Paco Ortega
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30 de agosto de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La esencia del mito.
"La tentanción vive arriba" es el sinónimo de marilyn, la forma más rápida y divertida de conocer al mito.

En mi humilde opinión la mejor película para ver a "el mito", Marilyn, Marilyn, Marilyn...
...y al final te quedas con ganas de más.

Esta genial actriz consigue lo imposible, vulgariza cualquier fondo con el resplandor de las formas e incluso diría todavía más ya que logra transformar la aperiencia en esencia, el resultado es poco menos que increíble, es único y con toda seguridad irrepetible.

Lástima que algunos se empeñen en desmerecer, en divagar sobre sus actitudes, acaso si tenéis razón y no posee actitudes y es de verdad "una tonta del bote" entonces acaso no es más grandioso aún que en vez de actitudes tenga aptitudes y aún por encima que estas aptitudes sean innatas o acaso si son innatas lo que importa no es el resultado, y el resultado es obvio.GENIAL.
Lástima que algunos se empeñen en continuar hasta nuestros días una vulgar caza de brujas, será por su boda con Arthur Miller, será por la defensa de Ella Fitzgerald y los derechos civiles, será, será, será...

Película de visualización imprescindible para todos aquellos que se acercan a Marilyn en nuestros días, fue un gran éxito comercial, así se reflejaba Norma Jeane Mortenson en los ojos de los mortales de la época.
"En su vida privada contribuyó a la crisis matrimonial entre Norma Jeane Mortenson y Joe DiMaggio, disgustado por la famosa escena del vestido y, en general, por la imagen provocativa que Marilyn proyectaba".

Es Marilyn y tal vez el reflejo de la vida de Norma Jeane... en su dualidad con la propia marilyn que supera a su propio yo.
superficial
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10 de julio de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay filmes que trascienden por lo que son y otros por lo que representan. Esta película de Billy Wilder pertenece al segundo grupo. Era evidente que los Estados Unidos era un país crónicamente reprimido a mediados de los años cincuenta, y para confirmarlo aquí tenemos una muestra del genial Wilder – no de las más grandes, aunque sí de las más populares de su filmografía - , que habla precisamente del espíritu sexual de una sociedad enfrentada a la hipocresía de su decencia victoriana. El sexo opera en la imaginación, el adulterio es un bien deseado pero prohibido, la vecina de arriba que siempre tiene calor es el pastel que todo hombre quiere en su nevera, pero el terror satanizador que inspira el sexo le paraliza en el momento de poner sus manos donde lascivamente ha puesto sus ojos.

Corría el año 1955 y la caja de Pandora se había abierto, las “vergüenzas” del comportamiento sexual norteamericano habían quedado expuestas y Marilyn Monroe, estrella mundial por entonces, era la sublimación carnal de esa conducta en torno al deseo. La película se convirtió automáticamente en un fenómeno social más que cinematográfico. Después de devorar Sunset Bulevard, la actriz se comía la “Gran manzana”. Y es que el éxito de esta película, basada en una obra menor de Axelrod, podía calibrarse por el tamaño del cartel de 16 metros de altura que se colgó en Times Square con la foto de Sam Shaw que convirtió a la actriz en icono, sujetándose las faldas blancas cuando se refresca sobre una reja de ventilación del metro.

Probablemente no existe imagen más simbólica de Hollywood que ésta, en el esplendor de su belleza, piernas perfectas y sonrisa dulce bajo cabellos rubio platino. En esa sesión de fotos en la avenida Lexington con la calle 58, es donde se gestó el divorcio del hiperceloso Joe DiMaggio, quien apagaría la sonrisa de su mujer aquella misma noche a base de golpes. Así que Marilyn debía lograr una interpretación sensualmente cómica (un papel sin nombre, “la chica”), Wilder fue el primero en hablar del “impacto carnal” de la actriz en la pantalla, ese magnetismo que anulaba cualquier presencia a su alrededor cuando había una cámara retratándola.

Por eso y a pesar de los esfuerzos de Tom Ewell (el vecino que está de “rodriguez” su familia está en la playa), sus muecas y artimañas, recurre al Concierto para piano nº 2 de Rachmaninoff, según él, es infalible para seducirlas. La película es el retrato más sincero y respetuoso de Marilyn, la vecina deseada de todo hombr casado, una muñeca demasiado lista para parecerlo, desconcertante a fuerza de ingenuidad, que inspira tanta compasión como deseo, alguien que guarda su ropa interior en la nevera para afrontar el caluroso verano.
Antonio Morales
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21 de enero de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El genio Wilder nos trae una alocada comedia costumbrista. Una especie de monologo de un excepcional Tom Ewell, como el americano medio, que vive anclado en la rutina (incluso en verano que envía a su familia al campo, mientras el se queda aguantando el veraniego calor neoyorquino enfrascado en su trabajo), que sin embargo un torbellino rubio viene a turbar esta rutina, ya que Marilyn entra en su vida.
La famosa actriz, convertida por muchos incluso en un icono de suntuosidad y glamour, realiza un papel de acorde a sus caraterísticas: el de jovencita inocente, pero con un alto contenido de sensualidad, que llevan a los hombres rutinarios como Tom Ewell a perder los estribos de su rutinaria vida y que deje volar su, por otro lado, elocuente imaginación (lo que conlleva excelentes guiños cinematográficos).
En definitiva una buena comedia, con extensos y divertidos dialogos, tocados por la "varita mágica" de un genio como Wilder.
o0_oscar_0o
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