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El chef, la receta de la felicidad

Comedia El joven Jacky Bonnot sueña con triunfar en un gran restaurante. Pero su precaria situación económica le obliga a aceptar trabajos como cocinero que ni siquiera consigue conservar. Un día se cruza en su camino Alexandre Lagarde, un célebre chef, cuya acomodada posición se ve amenazada por el grupo financiero propietario de sus restaurantes. (FILMAFFINITY)
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
5 de diciembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito de la buena cocina no debería medirse únicamente a través del gozo que sus platos dejaran en el paladar del comensal. Tampoco exclusivamente a partir de la calidad de los ingredientes, sin duda esencial para llegar al punto ahora citado. Lo que también debería tenerse en cuenta es el ''después''; el lapso de tiempo comprendido entre la comilona, propiamente dicha y las cinco horas posteriores. Aquellas en las que el receptor del plato va a toparse, y lo que es peor, a quedarse a solas con la cruda realidad. Solo ante el peligro. Sólo así puede definirse la dura y costosísima digestión sufrida por aquel que, en lo más profundo de su consciencia, sabe que le ha dado al cuerpo mucho más placer del que realmente necesitaba.

El verdadero éxito en la cocina, ya sea tradicional, ya sea moderna, debería ser fruto de la combinación entre el momento de la ingesta y el posterior pacto de no-agresión que ésta permita al siempre atormentable sistema digestivo. Del mismo modo, el que una comedia llegue al final de su relación con el espectador con el status de ''misión cumplida'' puede depender precisamente de que la línea de meta se alcance cuanto antes mejor. Hablamos de aquellas cintas sin más pretensiones más allá de conseguir que la audiencia aparque sus preocupaciones durante la proyección. Que al espectador se le dé ese infravalorado lujazo que es el desconectar el cerebro. Si durante el proceso se deja ver alguna que otra sonrisa, por prácticamente imperceptible que sea ésta, mejor que mejor.

'El chef, la receta de la felicidad' se nos presenta como un filme que hace gala precisamente de esta virtud ahora comentada. Además se suma a la causa el rejuvenecimiento (si es que alguna vez se hizo vieja) de la comedia francesa, con exitazos en taquilla lo suficientemente recientes como para que el gran público deposite ciegamente su confianza en cualquier producto de género presentado bajo la misma bandera. Por si la combinación todavía sabía a poco, se le añade un toque ligeramente picante (por aquello del morbo, que tanto vende) siempre implícito en la participación de una presunta gran estrella -ahora, Jean Reno- viéndose forzada a rebajarse al nivel de bufón de la corte real, perdiendo así su dignidad... si es que a estas alturas le quedaba algo de ella.

Este último punto es el que marca la tónica de la nueva película escrita y dirigida por Daniel Cohen. A su entender, ''la receta de la felicidad'' nace de la unión precisa entre la risa fácil y ciertas pizcas de vergüenza ajena, que como se ha dicho, añaden al producto final la dosis justa de morbo. En escenas como la del restaurante japonés (con el número de travestismo imprescindible) o la de la aparición estelar -y totalmente prescindible- de Santiago Segura (con reiterativos y por eso algo cansinos, pero también bienvenidos dardos envenenados lanzados a esa gran farsa llamada cocina molecular) es cuando brillan con luz propia las principales armas de una comedia cuya mayor virtud se encuentra en su absoluta falta de pretensiones.

Solamente así puede lograrse la tan deseada digestión perfecta: aquella que ni se nota. Sale uno de ver 'El chef, la receta de la felicidad' olvidándose, desde el mismísimo momento en que pone los pies fuera de la sala, de casi todos los gags -y no son pocos- que le han caído encima a lo largo de hora y media -ideal- de metraje. Queda en la memoria, eso sí, la buena vis cómica de Michaël Youn, en el papel de súper chef anónimo dispuesto a salvar la carrera venida a menos de un veterano rey de los fogones encarnado por un Jean Reno con una predisposición al ridículo por lo menos encomiable. El argumento y el contexto son tentadores, pero la comparación con 'Ratatatouille' sería insultante (para Brad Bird y su equipo, se entiende)... lo suyo sería tener en mente aquel título bizarro en el que un tal Jackie -importante-, maestro de las artes marciales, se hacía pasar por cocinero para soltar mamporros a diestro y siniestro. Era una soberana tontería, sí, pero divertida a su manera, cumplidora respecto a las bajísimas expectativas que la rodeaban y... ya no recuerdo.
reporter
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9 de diciembre de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El chef, la receta de la felicidad, es una película entretenida pero sin más, perfecta para una tarde sin nada que hacer y con ganas de ir al cine pero le falta condimento. Su principal problema radica en la falta de novedad en el guión utilizando elementos ya vistos en otras películas sobre cocina; a pesar de eso tiene algún momento divertido.
clara
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10 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cocina tradicional frente a cocina molecular, ¿hay ganador?. Cohen intenta dar con una solución en su nueva película "El chef, la receta..." que nos ayudará a tomar una decisión mientras saboreamos un guión simple y conciso, que cumple con los cánones del género de principio a fin.

Y es que la película es tan blanca como el color de la vestimenta que portan en la cocina, tan ligera como una de sus salsas y tan liviana como uno de los entrantes estrella de la carta. A veces se agradece que una película deje a un lado los giros de guión y se preocupe por presentar algo que no va más allá del puro divertimento con calidad y buena presentación.

Reno, actor que cada vez más a menudo evita papeles que exploren la faceta oscura del ser humano (tal y como él mismo reconoce) para aceptar roles sencillos y triviales, hace perfectamente el ridículo sin caer en el absurdo. Sus caras y poses son comparables a las de Youn, que es el alma de la película, y juntos forman un sincronizado tandem. Si además lo aderezamos con una breve, pero graciosa y aprovechada aparición de Segura, el resultado tiene al menos un par de tenedores.

Con un permanente recuerdo de la estupenda "Ratatouille" durante todo el metraje no solo en la trama sino también en el físico del protagonista, es una gran opción para pasar un rato agradable y disfrutar de una película con buena factura y que deja un buen sabor de boca.
Moody
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11 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una comedia agradable, facilonga y sin demasiadas pretensiones. Eso sí si pretendes que esto sea la octava maravilla de la Tierra, es mejor que tomes otras opciones y no te engañes a ti mismo. Más que nada para que luego no vengas a poner aquí que te pareció espantosa.

Ideal para esos días o momentos en los que no te apetece quebrarte mucho la cabeza, o nada, si puede ser. Te hace sonreir o reir incluso en alguna ocasión, dejando de lado algunos pequeños grandes defectos como contemplar el parir casi como un trámite sin importancia.

Segura, que últimamente presume de ubicuidad, es la guinda del pastel.
Francie
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25 de abril de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia francesa que critica las frivolidades de la alta cocina y que caricaturiza el movimiento culinario de estos tiempos; pero excedida en cuanto a gags más televisivos que de cine francés, con algunas risas aisladas y demasiadas escenas repetidas. A Jean Reno no puedo hacerle ningún reproche ya que es un actor camaleónico que lo mismo te hace una de acción que una comedia; en cuanto al segundo de a bordo, Michaël Youn, es inaguantable e irritante, acapara demasiado la acción y eso perjudica claramente el resultado final. Luego, para rematar, la aparición de un Santiago Segura de chiste y de parodia, más cercano a la representación televisiva que al cine, un actor malo al que, sin embargo, nunca le falta trabajo. No, no vi nada para aprobar esta película, ni para mantener la tercera estrella Michelin, ni para reírme desaforadamente durante hora y media.
Yo mismo (o no)
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