Vivir es fácil con los ojos cerrados

Todo lo que se ha dicho sobre ella es cierto. El trabajo de Javier Cámara es muy notable y la historia está bien contada. Pero tiene en su contra el que todos los ambientes y sus diálogos son tremendamente limpios, inmaculados, está todo sobrexpuesto a una sucesión matemática de hechos que la hace tremendamente predecible. Es una película bonita, pero parece que la hemos visto muchas veces. Y hay personajes tan impostados que sobran (el malo del pueblo que corta el pelo al niño) y no aportan nada a la historia, es más, la incomodan. Todos los coches que aparecen no tienen una mancha, los escenarios igual, las paredes, los trajes...es una película tan pulcra que tira para atrás. Menos mal que Javier Cámara levanta la película; el resto se queda en una road movie con muchas mejores intenciones que resultados.

Esta película tiene claramente dos caras.
Podemos verla como un simple drama con forma de historia de carretera. Como en todo este tipo de relatos, unos personajes que no tienen nada que ver unos con otros se conocen en un viaje y terminan haciéndose grandes amigos. La excusa es conocer a John Lennon en un rodaje que hizo en Almería. Esto lo quiere conseguir el personaje de Javier Cámara, un entrañable profesor que nos caerá bien prácticamente desde el primer segundo. Le acompañan dos jóvenes que han huido de su casa. Drama y amistad con buenos diálogos y una buena dirección de actores. Claro que teniendo a Javier Cámara y a Trueba como director, no es extraño que solo por eso ya esté bien la película.
Luego hay un segundo plano que está implícito. Se trata de una crítica social a la España franquista, donde se educaba a base de palos, las mujeres eran un cero a la izquierda y un muchacho podría recibir una paliza simplemente por llevar el pelo un poco largo. Aunque el argumento va por otros derroteros, la sociedad de esa época está perfectamente mostrada y nos hace ver muy bien cómo se vivía en aquel momento. Todo esto ya lo llevamos viendo en muchas películas y series, pero nunca está de más ver cómo eran las cosas hace tan solo una generación y el cambio tan radical que han supuesto los últimos cuarenta o cincuenta años.
En esta ocasión, los premios sí los veo justificados pues me ha parecido un buen trabajo, no como otros títulos laureados con el Goya y que realmente no valen ni un duro.

Vivir es fácil con los ojos cerrados de David Trueba es una comedia dramática basada en hechos reales en la década de los 60. Dirigida con un ritmo plácido y con un estilo muy personal e íntimo, es una obra de gran belleza y calidad humana al plasmar auténticamente una historia sencilla pero maravillosa que llega sinceramente al corazón en un magistral trabajo que además, se queda en la memoria del público. Realizada de modo espléndido tiene un resultado grandioso que merece la pena ser visto por todos los cinéfilos sentimentales, ya que está llevada a cabo con mucha naturalidad.
La fotografía es lumínica y evocadora al mostrar imágenes hermosas e idóneas que están estéticamente repleta de detalles que te transportan in situ en un trabajo encantador. La música es bella y emotiva al tener unos sonidos tranquilizadores que agradan en su acompañamiento del film, dando sensación de nostalgia. Los planos y movimientos de cámara completan una adecuada labor mediante el uso de los subjetivos, primeros planos, generales, panorámicos y reconocimientos que te ayudan a transportarte a la época y lugar en cuestión.
Las actuaciones son inherentes y remarcables. Como protagonistas Javier Cámara está muy convincente en una labor carismática, Natalia de Molina trabaja con sensibilidad y encanto y Francesc Colomer hila una interpretación creíble y correcta, siendo aceptables los acompañamientos de Ramón Fontseré, Jorge Sanz, Ariadna Gil y Rogelio Fernández. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones muy trabajados y sugerentes al momento y el personaje según su edad o profesión, que junto con unos estupendos decorados evocan a la década de los 60.
El guion, escrito por el director, es entrañable y cercano al narrar una historia muy humana que está basada en hechos reales, agradando a todos los públicos sin necesidad de atraparlo con una trama sustanciosa, sino más bien, con algo tan sencillo y profundo que cala en el espectador de modo inspirador. Esto se lleva a cabo con una narrativa alusiva con tono afable que, mediante el modo acogedor de expresarse, hace confortante y afectivo su visionado.
Para finalizar, la considero una obra imprescindible en el cine español, por su valor humano y su aportación al cine con un drama sencillo que cala sinceramente en el corazón de los buscadores de cintas hermosas con tintes sentimentales. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, música, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que hacen de Vivir es fácil con los ojos cerrados, un film enternecedor que cautivará a todos aquellos que se dejen llevar por las historias hermosas sin añadiduras artificiales.

1966, John Lennon llega a Almería (España) para filmar una película, al darse cuenta de esto, Antonio (Javier Cámara) un profesor de inglés, decide viajar en carro hasta ese lugar para conocerle, en el camino conoce a Juanjo (Francesc Colomer) un chico de 16 años y a Belén (Natalia de Molina) una chica de 21 años, ambos están escapando, por motivos muy diferentes, pero huyendo.

Largometraje que arrasó en los premios Goya y en términos generales alabada por la crítica, tras sus 108 minutos de metraje que deja al espectador impávido, nunca hay una seducción por parte de los protagonistas y menos de los secundarios, para una historia que no atrae, ni comedia, ni drama, no da gracia, o da poca.

Trueba filma este trabajo buscando un resultado alegre y 100% positivo, enmarca claramente la situación de sus personajes y las dificultades que afrontan, pero no ahonda en eso, por lo que no son nada interesantes, con todo y que el elenco lo hace bien, aunque nada destacable, mejores trabajos le he visto a Cámara.

Hay que destacar la ambientación que logra el equipo de Trueba, sin grandes alardes está claro, porque hay una escenografía sencilla, como lo que presenta la película en sí. Sencillez que obviamente no sería un punto negativo por sí solo, sino que se extiende a un contenido prácticamente neutro, y ahí es donde hay una afectación mayor.

Vivir es fácil con los ojos cerrados queda como una obra bien realizada, pero que carece de momentos de emoción, una historia bastante plana y que destaca poco o nada, olvidable.

David Trueba (La Buena Vida; Soldados de Salamina) firma ésta mezcla de “road movie”, comedia y drama ambientada en la España de los años sesenta, en plena fase de desarrollismo, moda yeyé y bajo la sombra del noticiero gris controlado por las autoridades franquistas. Pero un brillo del luz y rebeldía asoma incesantemente en la persona de Antonio (Javier Cámara) un profesor de mediana edad cuyo objetivo es aprovechar unos días para escaparse al rodaje que hace John Lennon en Almería para intentar mantener una conversación con él relacionado con el porqué de la ausencia de letras en sus discos. En su cometido, un largo viaje que le llevará de Madrid a Almería se cruzará con Belén (Natalia de Molina) una joven que se ha escapado de un hospicio y Juanjo (Francesc Colomer), un adolescente hijo de un severo policía (Jorge Sanz) que se ha escapado de casa. La costa almeriense será el marco principal en que ellos se conocerán un poco mejor, con la complicidad del propietario de un chiringuito (interpretado por Ramón Fontserè).

El hermano amable de Fernando firma así un film sin sorpresas aunque agradable y entretenido aprovechando (echándole algo de ficción) en un hecho real acontecido en los años sesenta: la aventura emprendida por Juan Carrión, un profesor de inglés que consiguió encontrarse con John Lennon, en plena crisis artística, durante el rodaje del film de Richard Lester “Como Gané la Guerra” (How I Won the War, 1967) que se hizo en tierras almerienses.