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If....

Drama Polémica película en la que el pionero del Free Cinema inglés arremete contra la enseñanza superior y hace una sátira violenta y sin matices de los colegios superiores y del establishment británico. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
27 de junio de 2005
41 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
'If...' trata un tema de cierta actualidad, el de las raíces de la violencia espontánea y aparentemente irracional. Trata, por ejemplo, de lo mismo que trata 'Elephant' de Gus Van Sant: de ese tema, por lo tanto, pero dentro del ámbito juvenil. Sin embargo, su forma de enfrentarse al mismo es radicalmente diferente. En la película de Van Sant hay una asepsia tan exagerada que al final el espectador se queda como estaba, sin saber por qué cree el director que los chavales asesinan a tanta gente. Obviamente, la no explicación es también una explicación.
En 'If...', sin embargo, todo está más claro. Y eso se debe al correspondiente contexto histórico-social. En la actualidad, la verdad es que pocas cosas de las que ocurren parecen estar claras. Por el contrario, en 1968, y el año es bien significativo, todo el movimiento cultural, social, político, etc. que recorría el mundo occidental parecía tener muy claro el porqué ocurrían ciertos hechos. Básicamente, lo que la película ofreces es un análisis cuasi anarquista de la realidad, según el cual existen unos opresores perfectamente identificados, los que ostentan el poder (en la película, los que llevan un internado), y unos oprimidos también bien identificados (en nuestro caso, los jóvenes internos) que solo pueden desembarazarse de esa opresión y alcanzar su libertad a través de la violencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
charles
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27 de agosto de 2011
37 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anderson trata de hacer una antítesis a la obra Kipling, de ahí el nombre de la película. Si bien comparto con Anderson el motor de los sueños y lo intangible, me rehusó a compartir que los sueños y anhelos que nos hacen revelarnos son parte de un inconsciente carente de sentido. Como si la rebelión fuese una razón en si misma, anarquica y sin fin. Quizás, esa razón hace que la película se me haga pesada, difícil de tragar e intrascendente. e aburrí viéndola, debo decirlo.

Lo que destaco es el tratamiento al hoy llamado fenómeno del Bulling.
Jinx_888
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11 de julio de 2013
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la perspectiva que da el paso del tiempo, podría decirse que esta película es un verdadero precedente de La naranja mecánica que Kubrick filmó tres años después (no parece casualidad la elección de McDowell para protagonizar el filme del americano).
Firme representante del Free Cinema británico surgido en la década prodigiosa de los sesenta, Anderson presenta la rebelión estudiantil como una metáfora de la lucha contra un sistema conservador y anquilosado en rancias tradiciones. Ya, el espíritu revolucionario de los jóvenes estudiantes protagonistas está representado en las paredes que adornan con posters de Lenin, el Che Guevara, el indio Jerónimo y fotos de soldados en Vietnam, en cuyas habitaciones van germinando la postrera secesión contra la rígida y dictatorial disciplina del centro estudiantil.
El director construye esta fábula anárquica con un tono surreal, intercalando escenas en B/N (los momentos de misa, secuencias nocturnas,...) con el grueso de la narración de tonalidades opacas que reflejan el hermetismo de la institución.
He querido ver en la inclusión de la joven muchacha el símbolo exterior que representa la libertad y el estímulo inductor a rebelarse. Siempre que aparece en escena es indicativo de momentos oníricos, surreales. Se muestran elementos que sugieren libertad sexual, homosexualidad o pedofilia.
La dirección es elegante y sobria, mostrando la amplitud de los espacios en que se mueven los personajes y la narración está dividida en varios capítulos en los que se va forjando paulatinamente la catarsis final. Meritoria la secuencia del castigo a que son sometidos los tres díscolos liderados por Malcolm McDowell.
La revolucionaria premisa de esta película es extrapolable a la situación actual en que vivimos, aunque en el año de su estreno, 1968, su vigencia fuese de tal contundencia social, que la Palma de Oro en Cannes está más que justificada.
Wellesford
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28 de octubre de 2012
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al calor de un incipiente movimiento de protesta como el que agitó a las sociedades occidentales a finales de los sesenta (y concretamente en el 68), esta película de Anderson, uno de los nombres destacados del "Free Cinema" británico, ejemplifica ese malestar airado que caracterizó las actitudes y opiniones de una parte importante de la sociedad, especialmente la juventud.

Su condición de película "de tesis" hace que el argumento no pueda desligarse del análisis de la época, aquí enfocado desde un punto de vista radical y libertario. La injusticia de una sociedad, sus vicios y abusos, se reflejan naturalmente en las instituciones tradicionales, pues la misión de estas es precisamente perpetuar el estado de las cosas, lograr que nada cambie en lo esencial. Para ilustrar todo esto Anderson sitúa la historia en un High School que reproduce, punto por punto, las características clasistas, rígidas y abusivas que, en su opinión, definen a la sociedad británica. Así, el retrato de esa escuela en la que todo el mundo sabe cuál es su lugar y su papel, en la que los pequeños son meros sirvientes, y en la que algunos alumnos mayores ejercen el liderazgo, abusan y castigan, es un reflejo de la sociedad y sus valores imperantes. Los que mandan -director, sacerdote, profesores- se mantienen por lo general apartados de la plebe (los alumnos), y para asegurarse la obediencia, el orden, escogen a algunos de ellos (los supervisores), y les confieren poder para castigar.

Las recurrentes secuencias en las que Anderson subraya la rigidez y el formalismo que marcan la institución, casan a la perfección con la psicología de los personajes, que sirven también como arquetipos de comportamiento social. De ahí que encontremos, entre los alumnos, a quienes se alían con el poder, convirtiéndose en esbirros; otros, que asumen su condición de siervos, y que o bien acatan ciegamente las órdenes, o bien tratan de volverse "invisibles"; por último, encontramos a los que se rebelan (Travis y sus amigos), a quienes tratan de desmarcarse de la senda trazada, siendo, por ello, molestos, y merecedores de castigo.

Con un agudo guión, que potencia la tesis del filme, las actitudes de los distintos personajes aparecen muy bien trabajadas, a pesar de que en ocasiones los subrayados rocen el exceso, y que algunas soluciones argumentales -el final, como bien han apuntado otros usuarios- parezcan un punto exageradas e innecesarias. La realización alterna el color con el blanco y negro sin que ello perjudique la estética del filme, pero dejando poco clara la motivación de tal alternancia, que a veces parece caprichosa, aunque no lo sea. Buenas interpretaciones, todas ellas marcadas por el exceso que les confiere el guión, que no desdeña en propiciar algunas situaciones de humor absurdo o surrealista, habituales en esta corriente del Free Cinema.

Aunque quizás no fuera ese su objetivo, en mi opinión la película retrata una guerra civil incipiente; no una guerra en el sentido estricto del término, sino, como diría Enzensberger, un conflicto molecular, construido a partir de pequeñas rebeliones y estallidos aislados, aparentemente inconexos, pero que son la manifestación de un descontento y un malestar generalizados. Así, la violencia que esos jóvenes rebeldes ejercen parece ajustarse a la máxima de Nietzsche según la cual "sólo los bárbaros pueden defenderse". Cabe preguntarse entonces si una sociedad más compasiva y justa habría podido evitar tal respuesta, y todos queremos creer que sí, necesitamos pensar que sí; pero también es verdad que toda sociedad es una fórmula para administrar el poder, y que todo poder genera resistencia.
Quatermain80
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18 de junio de 2009
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto en un plazo de pocos días dos películas muy interesantes sobre el tema de la enseñanza. Una ha sido "If..." que ganó la Palma de Oro en Cannes el año 1969; la otra "La clase" que ganó el mismo premio el año 2008.
En "If..." hay una dura crítica contra los métodos disciplinarios, la crueldad y el maltrato de los alumnos por parte de profesores autoritarios y en general de la sociedad inglesa anclada en el conservadurismo.
Por el contrario en "La clase" el problema es de signo inverso. Los alumnos multiétnicos de un instituto situado en una barriada conflictiva de París someten a los profesores a una verdadera tortura en el interior del aula, pese a la buena voluntad que desarrollan para intentar educarlos, más que enseñarlos. Hoy se entiende que esto es progresismo.
Creo que las dos películas se podrían proyectar a los alumnos de los centrso escolares españoles de hoy en día. El péndulo ha dado una oscilación hacia el otro extremo y se ha pasado en ellos de "If..." a "Entre les murs", título bastante significativo de la película francesa. En un extremo del péndulo el autoritarismo despiadado, en el otro el progresismo demagógico. La sociedad no puede soportar esos vaivenes tan acusados de la ensenñanza en un período de sólo cuarenta años. De salir los alumnos llorando de las clases se ha pasado a que salgan los profesores. Pero a la clase política no le interesa solucionarlo, es mejor tener borregos disciplinados o analfabetos que jóvenes preparados.
Mario
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