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Triple agente

Drama. Thriller En 1936, el Frente Popular y la guerra de España agitan los espíritus. Fiodor, joven general del ejército zarista, refugiado en París, y su esposa Arsinoé, participan del enrarecido ambiente. En tanto que ella simpatiza con los comunistas, él realiza viajes secretos y le gusta inquietar a quienes le rodean. No oculta que es un espía, pero disimula por cuenta de quién: ¿de los anticomunistas blancos, de la Unión Soviética, de los nazis o ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
4 de febrero de 2010
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film de Éric Rohmer (1920-2010) sobre el tema “tragedias de la historia”. El guión, del propio Rohmer, se inspira libremente en hechos históricos. Es nominado al Oso de oro, de Berlin. Producido por Françoise Etchegaray, Philippe Liegois y Jean-Michel Rey para Rézo Productions y Compagnie Éric Rohmer (CER), se proyecta por primera vez en público el 13-II-2004 (Berlin Film Festival).

La acción dramática tiene lugar en París entre la victoria electoral del Frente Popular en las elecciones legislativas francesas de mayo de 1936 y la ocupación nazi del país (mayo 1940). Fiodor Voronin (Renko), general zarista refugiado en París, casado con la pintora griega Arsinoé (Didaskalou), se dedica posiblemente al espionaje, pero nadie sabe para quién trabaja. ¿Sirve a los rusos blancos anticomunistas, a los soviéticos comunistas, a los nazis alemanes o a los tres grupos a la vez?

Fiodor no es un héroe: es un hombre débil, presumido y contradictorio. Es un mentiroso sin mala conciencia y sin remordimientos, que se pierde una y otra vez en el laberinto de sus contradicciones y ambigüedades. Le gusta intrigar a los que le rodean y vive muy a gusto inmerso en un mundo de simulaciones, ocultaciones, medias verdades y mentiras. Practica la ocultación, el disimulo y la mentira con todos y con su propia esposa. Ésta es joven, guapa, atractiva y sensible. Se dedica a la pintura realista, pero mantiene una concepción de la plástica relativamente abierta a las nuevas corrientes: dice que no entiende a Picasso, pero que le gusta.

El film suma drama, thriller y espionaje. La narración está hecha desde el punto de vista de Arsinoé, esposa de Fiodor, sometida a la presión de un mar de dudas y sospechas. Rohmer explora los acontecimientos que marcan los hitos y la evolución de una etapa histórica de Europa, particularmente convulsa, poco conocida y de gran interés. Realiza un interesante estudio psicológico de los dos protagonistas. Enfrenta dos mundos opuestos: el de la política (ambiguo, frío, mendaz y despiadado) y el de la vida personal y de pareja, hecho de amor, lealtad, entrega y sacrificio. Se pregunta sobre la posibilidad de que un ser humano viva en una situación permanente de engaño y mentira. Reflexiona sobre el arte, la política, la pareja, el amor, etc. Pero, por encima de todo le interesa explorar la sospecha, sus orígenes, sus manifestaciones, las frustraciones que conlleva, las tensiones dramáticas que provoca y las consecuencias que le acompañan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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6 de abril de 2007
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil

A partir del caso real conocido como "affaire Skobline", Rohmer recrea libremente la personalidad del misterioso triple agente (Fiodor Voronin en la ficción), y lo hace retratando algunos aspectos de su vida privada.

Fiodor es un joven oficial ruso exiliado en París, que trabaja como espía, aunque nunca se sabe para quién y para cuántos, junto con su esposa Arsinoe, una pintora griega, autora de cuadros figurativos y realistas, de la que sabemos por sus conversaciones con vecinos "que no comprende el arte de Picasso pero que le gusta".

Alrededor de la pareja está el eco de las contradicciones trágicas propias de un período histórico no demasiado conocido ni revisionado críticamente, que va desde el triunfo del Frente Popular francés, cuando en 1938 se inicia la Guerra Civil Española, como escenario previo que devino en la Segunda Guerra Mundial.



Conviene advertir que, a diferencia de otras películas de Rohmer donde la empatía pasaba por lo emocional, la distancia se vuelve insalvable si el espectador no está informado de los entretelones de la historia, de los conflictos internos que se reflejan en el arte del momento, que al igual que la política también se divide en internas entre realistas y vanguardistas, generando paradojas entre comunistas que admiran el cubismo de Kandinsky pero admiten que los artistas rusos más destacados están en el exilio.

Las referencias al pasado aparecen siempre de forma indirecta, a través de lo que dice un personaje, y no de forma directa, un recurso propio de la literatura, ya habitual en Rohmer, pero que aquí se exacerba, haciendo de la palabra una puesta en escena. En vez de sucesos vemos fundamentalmente personajes que hablan: en exteriores e interiores, en una fiesta, en un almuerzo, alrededor de una mesa, en el sofá  y hasta en la cama.

A través de una dialéctica netamente rohmeriana, donde para reflexionar de política se habla de pintura o donde Fiodor Voronin disfraza mediante la retórica, sus dobles o triples intenciones. A lo largo del film se exponen ambiguos -y en algunos casos memorables- discursos, donde se entrecruzan verdad y mentira, afectos, doble moral, traición y muerte.

El énfasis está puesto en la palabra y su poder engañoso, remarcando permanentemente la distancia entre el discurso ideológico y la realidad de los hechos. No en vano se nombra explícitamente a Maquiavelo, una referencia que atraviesa todo el film. La articulación de los aspectos visuales y narrativos genera con inquebrantable coherencia, el sentido esencial de la película con la que Rohmer ha construido posiblemente el más pesimista y escéptico de todos los filmes de su filmografía.


rouse cairos
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9 de septiembre de 2008
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía Schopenhauer que la escala crea el fenómeno. Sin duda, en el caso de Rohmer se cumple esta máxima. En sus películas, la acción es mínima y el signo visual máximo. La acción avanza sin apenas percatarse el espectador. Pues bien, en Triple Agente, a diferencia de otras películas de Rohmer, algo pasa. No se trata de un film de espías al uso con intriga y desenlace inesperado, pero casi. Los diálogos son inteligentes, como siempre en Rohmer, si bien están cargados de alusiones políticas de la primera mitad del siglo XX, con el comunismo, el fascismo y el capitalismo en boca de los protagonistas. Fueron tiempos revueltos, donde la política impregnaba el día a día de las personas. Cabe destacar, además la notabilísima interpretación de Serge Renko, absolutamente creíble en su papel de agente secreto, inteligente, irónico y calculador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
redshoemaker
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8 de octubre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esa sensación me he quedado después de ver la película de Eric Rohmer. El veterano director se pasa casi 2 horas mostrándonos los personajes, el momento histórico y político, la realidad de los rusos blancos en la Francia del Frente Popular (interesante y poco tocado mundo el de los rusos exiliados de la Revolución: sólo Navokov en literatura y, que yo recuerde en este momento, la maravillosa "Ninotchka", o "Anastasia" bordean el asunto) y las relaciones entre el Partido Comunista de la URSS y las distintas opciones políticas francesas incluidas las del propio PCF.
Pero de toda una historia de supuesto espionaje sólo vemos el planteamiento porque a la hora de la verdad, en el momento en que las cosas "ocurren", o bien nos vienen contadas o bien se termina la película. Cuando más sentido tiene contrastar las parrafadas de los personajes, el Sr. Rohmer nos retira los cubiertos y nos deja con la factura sobre la mesa.
Moebius
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7 de octubre de 2006
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en otras películas de Eric Rohmer hay en ésta una amalgama fascinante de belleza visual y conversación. No es exactamente una película de espionaje, es sobre el período histórico y un espía y su relación con su esposa. Las parejas se relacionan amorosamente a través de la palabra. Pero ¿qué pasa cuando esa palabra no es creíble, como la del espía que disimula lo que piensa y lo que hace? Es el caos del discurso que no le permite al protagonista, Fiodor, (Serge Renko), un ruso "blanco" exiliado en París, ver clara su situación en un afiebrado y peligroso tiempo (1936-hasta la ocupación). El guión no es bueno, la primera mitad es una película y la segunda es otra, unidas por los personajes principales, otros se perdieron en el camino. Un epílogo puramente informativo nos dice: "hasta aquí llegó". No importa, hay que ver a la bella Arsinoé (Katerina Didascalu), su esposa griega, adorarla cuando baja simplemente una escalera, cómo se mueve, cómo cae su falda, admirar su sensualidad deliciosa; hay que ver también sus vestidos y el encanto de la mayoría de las imágenes, los colores, siempre armónicos, y la intensidad de la luz que nos abre un bello mundo.
Leonel
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