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Juventud en marcha

Drama Ventura es un obrero jubilado procedente de Cabo Verde que vive en las afueras de Lisboa. Su esposa lo acaba de abandonar, y él se pasa los días deambulando entre el ruinoso alojamiento en el que pasó los últimos 34 años y su nueva residencia, un piso de protección oficial recién construido. Ni él mismo sabe cuántos hijos tiene, ya que todas las pobres almas con las que se encuentra le tratan como padre, aunque no tenga reconocido a ninguno. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
3 de marzo de 2008
43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocido por pocos. Criticado por la mitad de los que "no le quieren conocer". Pedro Costa es quizás la visagra real entre el cine clásico y el cine moderno, el cine futuro (que no futurista). Denominado como cine experimental, su cine, y en especial "juventude em marcha" es de esos que se cuela en tu corazón a través de tu cabeza, y no de tu estómago, como pudiera hacerlo una película de David Lynch. No trateis de buscar donde no existe. No busquéis dobles isgnificado. Todo tiene un único significado. Pero esta película has de mirarla, que no verla; captar cada segundo en el que parece que la cámara se ha perdido en un "sin mundo". Los largos planos cansaron a la mitad de los pseudocríticos del festival de Cannes. pero a los críticos de verdad les llevó a aplaudir más de 1,30 minutos.

No es una película comercial. Es CINE con mayúsculas. No es un documental aunque pueda parecerlos. Todo está controlado; tanto es así que hay filmadas cerca de 300 horas de película, y algunas tomas han sido repetidas hasta 80 veces. Pero es que todo es verdad, aunque sea ficción.

En el cine de Pedro Costa no hay que esperar a que pase algo, pues lo que pasa, ocurre con cada plano, con cada mirada.

Espero que os guste.
zonzamas
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20 de septiembre de 2008
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cámara helada de Pedro Costa se ve reflejada en el rostro de Ventura, pobre alma que deambula entre casas pobres y paredes lisas; va encontrando hijos a los que preguntar sobre la mujer que acaba de abandonarle, que ha tirado por la ventana todos los objetos que significaban la convivencia pasada. Ciegos que no se conocen, fantasmas de una vida serena que aparecen y desaparecen sin dejar rastro alguno.
Entrar en la mirada de Pedro Costa no es fácil pero deja un poso de melancolía, de tristeza y soledad que se recuerda. Su cine es el de la mirada serena, de un mundo de ciegos que no ven pasar los cuerpos de aquellos que viven del abandono.
Pedro Costa no mueve su cámara, ¿para qué si dice todo aquello que quiere sin abrir los ojos?.
enyel
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18 de enero de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi primera película del año y todo un desafío como espectador. Pedro Costa vuelve al barrio lisboeta de Fontainhas para seguir las andanzas, sueños y recuerdos de Ventura, un inmigrante de Cabo Verde que deambula por las casi tres horas de metraje seguido por una cámara que poeticamente le explora.

Vanda, la musa del director, vuelve a aparecer, y aunque la película a veces me cansa, por su andar hacia ninguna parte, también me engancha con sus imágenes, diálogos y esa carta repetida hasta la saciedad, hasta la perfección y que se convierte en leit motiv.

"Nha cretche, meu amor.

Estar juntos de nuevo hará que nuestra vida sea más bonita por lo menos treinta años más. Por mi parte, volveré a ti más joven y lleno de fuerza. Ojalá pudiera ofrecerte cien mil cigarrillos, una docena de vestidos modernos, un autómovil, la casita de lava que siempre soñaste, y un ramo de flores de cuatro cuartos. Pero sobre todo, bébete una botella de buen vino y piensa en mí. Aquí el trabajo no cesa. Ahora somos más de cien.

Anteayer, en mi cumpleaños, pensé en ti durante mucho tiempo. ¿Llegó bien mi carta? No he recibido tu respuesta. Sigo esperando. Todos los días, todos los minutos, aprendo palabras nuevas, bonitas, sólo para nosotros dos, hechas a nuestra medida como un pijama de seda fina. ¿No te gustaría? Sólo te puedo enviar una carta al mes. Sigo sin saber nada de ti. Quizá en otra ocasión.

A veces tengo miedo de construir estas paredes, yo, con un pico y cemento; tú, con tu silencio. Una zanja tan profunda que te empuja hacia un largo olvido. Duele ver estas cosas terribles que no quiero ver. Tu cabello se desliza entre mis dedos como hierba seca. A veces pierdo las fuerzas y pienso que voy a olvidar."
xalons
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21 de abril de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de vilipendiar a Costa, convendría entender lo que propone.

'Juventude em marcha' es, por entero, un humor gris. El mundo de Ventura es estático, y se entra en él a través de una acompasada fascinación. O se bosteza, ante su feroz nada. Lo carcelario y asfixiante de su ambiente chocaría con el orden estudiado de los desenlaces, desarrollos o giros dramáticos. No hay lugar a una narración clásica; la dispersión de los acontecimientos sólo deja retazos.

Se entra en ella como se entra en el mundo de siniestro y traicionero color del pintor y aduanero Henri Émilien Rousseau; con disposición a permanecer.

...

Yo diría que lo de Costa es una suerte de "realismo fantasmal"; hablar de la realidad (la pobreza, el anonimato, la indignidad...), pero abordándola a través del artificio.

. Los corredores, pasillos, escaleras, pasajes por donde pulula Ventura tienen estructura laberíntica, similar a las películas de Antonioni. Sus límites parecen férreos; dan una medida de cuán aprisionado está el pobre en su pobreza. En algún momento, Ventura visita un florido parque, o un níveo piso a estrenar, y la fotografía se ilumina, la cámara se atreve a moverse; pero este edén no perdura.

. El argumento, de querer explicitar lo intuitivo, es el siguiente: un padre de todos, preocupado por una juventud paupérrima en medios y errante en voluntad.

. La lentitud es evidente, exasperante a veces, pero resulta casi irónico buscar que sea placentero y cómodo un paseo por la miseria.

. Actores en la estela de lo bressoniano; apenas más que un gesto taciturno, o una mirada fatua al vacío, o un monólogo viciado de tanto repetirse.

...

'Juventude em marcha' no se entiende sin su naturaleza parca. La asfixia de los escenarios, que parecen bloques de cemento con personas cinceladas en él, ha de sentirse; y recuerdan a 'Une histoire simple', de Hanoun. El malvivir remite a las novelas de Pedro Juan Gutiérrez, aunque el propio Costa, con su manera de rodar y revelarse a los espectadores, da a entender un apego por los clásicos franceses, en especial Bresson; aunque, a mi modo de ver, no alcance la concreción de su genio.

Gracias.
Nuño
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14 de enero de 2010
9 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Pero de verdad alguien ha conseguido ver esta película o lo que quiera que sea hasta el final? Yo sí, a la media hora me lo impuse como una penitencia, como un reto. Y es por ello por lo que me permito escribir este comentario.
No merece la pena analizar el argumento (inexistente), la lentitud (exasperante), la dirección (?) ni a los actores (siempre cabizbajos y como fumados).
Solo le doy dos alternativas al director: o se está cachondeando de los espectadores o alguna disfunción perturba su cerebro. Yo me inclino por la primera opción y la prueba de ello está en el título.
Max
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