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Las cosas del querer

Musical Cuando acaba la Guerra Civil, un cantante homosexual, un pianista y su novia Pepita se unen para formar un grupo que se hará famoso y triunfará en toda España. Cuando regresan a Madrid, empiezan para ellos los peores momentos de su carrera; la aristocracia de la capital, aburrida y en busca de fuertes emociones, arremete contra Mario por su condición de homosexual. Mientras, la madre de Pepita conspira para separarla de su novio. (FILMAFFINITY)  [+]
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
26 de mayo de 2012
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film emblemático de finales de los ochenta. Fresco de una época revuelta donde se cuenta, con sutileza enmascarada, la vida de Miguel Ligero.
Curiosamente gustó a casi todos, y las críticas¡, así como la taquilla, funcionaron como el motor de un Rolls Royce. Y no es para menos, Ángela Molina se enfrento a ella en le momento justo para interpretarla, Manuel Bandera nunca superó un papel que terminó destruyendo su carrera, Amparo Baró, Angel de Andrés... Cada uno añade el elemento preciso para construir la mejor película de Jaime Chávarri, y desde luego una de las más interesantes de esa década en el cine español. Si no la has visto, y te apetece, estoy convencido que te seducirá.
LEUGIM
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8 de septiembre de 2006
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Jaime Chávarri, inspirado en la vida de Miguel de Molina. Se rodó en exteriores de Madrid, Alcalá de Henares, Aranjuez, Úbeda y Almería y en plató. Fue nominado a 7 Goya. Se estrenó el 3-X-1989.

La acción principal tiene lugar en Madrid entre el 27-III-1939 y finales de 1945. Narra la historia de Mario Ruiz (Manuel Bandera), cantante y bailarín homosexual, que triunfa en los escenarios de un país arruinado por la guerra, sometido al racionamiento de alimentos, testigo atónito del estraperlo, dominado por conductas autoritarias e intransigentes, sensible al capricho de los personajes influyentes y víctima de la efervescencia de prejuicios homófobos. Al salir de prisión, Mario conoce a Juan (Ángel de Andrés López) y Pepita (Ángela Molina) y deciden formar un grupo en el que Mario y Pepita se encargan de cantar y bailar y Juan de acompañarlos al piano.

La película es, ante todo, un musical que recoge una bonita selección de las canciones de moda en la España de Posguerra. Hay canciones melódicas ("Las cosas del querer"), castizas ("Ay carbé y Hurí"), cómicas ("Chewing gum"), sarcásticas ("La bien pagá"), costumbristas ("El olé"), provocativas ("El tracatrá"), trágicas ("Compuesta y sin novio"), solemnes ("Te lo juro yo") y populares ("El cochecito leré", "Mi casita de papel"). Traza un esbozo cariñoso y entrañable de unos años en los que la pobreza se aliaba con la prostitución y ésta con las ambiciones de prosperar en la escena, el cine y la canción. El apoyo de personas influyentes era decisivo para encontrar trabajo, conseguir plaza de funcionario, obtener contratos. De igual modo, el resentimiento de una persona influyente podía ser causa de desgracia, prisión o exilio. Los influyentes gozaban de privilegios tan incívicos como el que permite a la Sra. Marquesa saltar la cola de los que esperan ser recibidos por don Benito Campoverde (Rafael Alonso). Las conductas homófobas se ven reforzadas y apoyadas desde el poder, que invita a reprimirlas y castigarlas con impunidad. Miguel de Molina se vio obligado a huir a Argentina, donde vivió 50 años hasta su muerte en 1993.

La música ofrece una emotiva selección de canciones que endulzaron unos años dramáticos. En ocasiones el uso del playback se hace muy evidente. La fotografía se sirve de fondos oscuros o negros, escenarios sórdidos, ambientes opresivos y símbolos inquietantes (locomotora humeante), que combina con bonitas canciones. Se beneficia de una coreografía imaginativa. El guión, con diálogos de Colomo y Chávarri, elabora un melodrama de dos amores imposibles, el de Mario por Juan y el de Pepita por Mario. Las interpretaciones son correctas, en especial la de Ángela Molina, que se vuelca en el personaje. La dirección crea un musical a la española, de interés para nostálgicos y aficionados a explorar la España de Posguerra.

Película bien construida, de gran éxito, gratificante e interesante, que contiene algunos trazos dramáticos notables.
Miquel
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23 de junio de 2013
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Hollywood filma musicales con las composiciones de Cole Porter, Irving Berling, o Rodgers & Hart y tantos otros, porqué nuestra industria no iba a hacer lo mismo teniendo a mano autores tan magistrales como los archifamosos Quintero, León y Quiroga, o al maestro Solano o a Juan Mostazo. La prueba de que se puede hacer un genero tan poco visitado por el cine español como el musical, y hacerlo bien, es “Las cosas del querer.” Trasunto de la vida del cantante republicano, Miguel de Molina, pese al letrero final que excluye esta posibilidad por la ruin razón de no pagar derechos de autor, hecho del que se queja en su autobiografía “Botín de guerra.” Si bien es una versión libre, el personaje de Ángela Molina (Pepìta/Dora) no existe, en lo esencial están recogidas las andanzas del gran cantante en los breves años que pasó en España durante la dictadura de Franco.
Pero para eso nos narra la historia de tres personajes: Pepita, una emigrante andaluza que se quiere abrir camino en el mundo de la copla; Mario (Manuel Bandera), un cantante homosexual que inicia su carrera como pareja artística de “Dora,” y Juan (Ángel de Andrés) un pianista y director que pasa a formar parte del grupo. Los destinos de estos tres personajes se cruzan a finales de la Guerra Civil, en el bombardeado Madrid de aquellos años y entran en la lucha por la vida y sus sueños en la famélica posguerra.
Chávarri mostrará este ascenso musical sobre el fondo de un Madrid derruido por las bombas. Es magistral cómo muestra a los vencedores, como desnuda sus rencores, sus privilegios vividos como derechos, y sus abusos mostrados como una cara más de “su justicia;” Pero aún así es más revelador como dentro de esos apuntes, la mirada del director madrileño va a más mostrando lo que no se quiere ver: el miedo, la falta absoluta de libertad. La “paz” sin justicia que se vivía (magistral el momento en que el gran Rafael Alonso, aquí un Gobernador Civil bastante cabroncete, imita la voz aflautada de Franco y dándose cuenta de su audacia, cambia rápidamente el tono; o cuando Ángela Molina canta en su debut cinematográfico la doble versión del “El morongo”, totalmente folclórica para el sufriente país, y extremadamente erótica para la doble versión). Pero al lado de estas sombras, Chávarri también nos muestra la luz del amor, de muchos amores pues en el terceto protagonista este sentimiento toma todas las direcciones, aunque no todas son correspondidas.
Pero vamos a lo realmente magistral de esta película. Primero, Chávarri la dota de un aspecto visual único. Pese a lo sombrío de la época (magníficamente retratado por los personajes y los exteriores), es una película colorista, con esos colores que tiene el cine musical. A esto contribuye la fotografía del veterano Hans Bürmann, pero también un vestuario muy, pero muy cuidado de Mª García Montes y Mª Luisa Zabala (estuvieron nominados a los Goya, pero incomprensiblemente no ganaron pese a diseñar un vestuario muy medido y elegante, que caracteriza perfectamente al personaje y al momento), y sobre todo integra de una manera muy natural los abundantes y sabrosos números musicales.
Esto me lleva a hablar de las joyas de la corona: Ángela Molina & Manuel Bandera (Ángel de Andrés está inconmensurable, pero su papel no tiene tanto alcance como el que magistralmente interpreta esta pareja de actorazos). Oírlos cantar es un placer colmado de alegría. Dotan a las versiones que interpretan de un color y calidez que las hace más cercanas; además, las interpretan maravillosamente. Ver a Manuel Bandera cantando “Te lo juro yo...” y si resistes pasar la canción sin estremecerte, entonces pellízcate, quizás estés muerto; sin embargo, una interpretación tan vivida como la suya ni siquiera tuvo el reconocimiento de la Academia de Cine, que lo ignoró a la hora de las nominaciones (si designo a Ángela Molina, aunque finalmente se lo llevó magnífica, Rafaela Aparicio por “El mar y el tiempo,” de Fernán Gómez); pero no solo ellos brillan en las canciones, María Barranco está que se sale, o la misma Eva León, de breve pero sabroso paso en este festín que es “Las cosas del querer.” Un convite en el que la copla es la principal agasajada: “Las cosas del querer,” “La bien paga,” o “Herencia gitana” son alguno de esos platos sabrosos que conquistan tu gusto. Pero los aciertos continúan con la elección del reparto. Señalar a la mezzosoprano, Mary Carmen Ramírez, interpretando a una “mamá de la artista” a medio camino de la alcahuetería, o a la gran Amparo Baró o Diana Peñalver que, como grandes que son, bordan sus papeles. Pero aunque todas las actuaciones están maravillosas, como la de Santiago Ramos, inmortalizando a un Cesareo González tan gallego como la muñeira, la química que se establece entre el terceto protagonista es deslumbrante. Hay una intimidad entre ellos que traspasa la pantalla, tanto en los momentos de pura complicidad como en aquellos en los que el amor se expresa en silencio, con el hambre de los ojos.
En resumen, una buena muestra del exiguo cine musical español, que sigue tan fresco como el día de su estreno (por cierto, fue un éxito de taquilla, lo que llevo a producir una segunda parte que hincaba el diente en la etapa argentina, aunque sin lograr la redondez de esta película), o tan añejo como ese sabor que tiene ciertas películas en su singladura hacia el puerto que los consagra como clásicos. El tiempo, que es el que imparte la justicia final, dirá... Mientras, escúchales cantar. Merece la pena.
Strhoeimniano
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22 de febrero de 2014
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran película, la mejor de Jaime Chávari sin duda. Narra ciertos pasajes un tanto sombrios de la vida de Miguel Ligero. Actuaciones precisas donde todo se conjuga aportando una visión precisa de una época oscura y bastante denostada. Las canciones magnifican el espectáculo y son un elemento más que conduce hasta engrandecer uno de los mejores trabajos del cine español.
ANHELL
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29 de junio de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no tiene "na" que ver que no se trate de la mejor película de su director, galardón que debería ocupar "El desencanto" o "Las bicicletas son para el verano", aunque seguramente es una de las más entrañables. Jaime Chávarri filmó en "Las cosas del querer" un nostálgico melodrama musical en el que conviven de forma simultánea la dureza de la posguerra y la injusticia del franquismo con el arte y la pasión por la vida. Un gran homenaje a la copla, a las canciones de Ramón Perelló y los hermanos Álvarez Quintero, al baile, a lo costumbrista y a lo popular. Y todo con un excelente trabajo de ambientación y vestuario, pero sobre todo con mucha gracia y “tronío”.
Durante el fin de la guerra civil española se cruzan los caminos de Pepa (Ángela Molina), una morenaza que canta, baila y a la que su madre prostituye para poder comer; Mario (Manuel bandera), un joven y guapo cantaor homosexual; y Juan (Ángel de Andrés López), un rudo pero tierno pianista. Los tres se unirán formando un trío artístico que calará aún más en lo sentimental.

Que no tiene "na" que ver... que Manuel Bandera sea un actor de talento limitado, porque aquí derrocha arte y encanto encarnando a un personaje basado en la figura de Miguel de Molina, uno de los reyes de la copla. Ángel de Andrés también está notable como Juan, pero si hay un auténtico terremoto en esta cinta ésa es Ángela Molina, cuya Pepa es toda belleza, ternura, nervio y salero, y que en cada uno de los números musicales demuestra que el duende lo lleva en la sangre.
También los secundarios están espléndidos, especialmente un hipócrita y libertino Rafael Alonso, una tronchante María Barranco como segundona de la compañía (que le disputará a Pepa el amor de Juan), un divertido Santiago Ramos como un productor de cine de marcado acento gallego que quiere lanzar la carrera internacional de Pepa, y unas tiernas Amparo Baró y Diana Peñalver como la tata de la protagonista y su hija.
Que no tiene "na" que ver... que sea una obra imperfecta, y que el fallo principal de esta película sea que el guión contiene ciertas elípsis muy marcadas en la historia que si bien no estropean el conjunto de la obra, impiden tal vez una mayor trascendencia en el conjunto de la historia, , convirtiendo la película en un agradable fresco costumbrista no exento de kistch pero tampoco de verdad ni pasión.
En fin, que no tiene na que ver... el color ni la estatura con la cosas del querer. ¡Olé!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
catpeople
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