La pícara molinera

Por lo menos tengo excusa. La ví mientras hacía la comida.. No ha sido ninguna de esas horribles experiencias donde el mando queda demasiado lejos y las ganas de moverse para cambiar son nulas pero.. es que la parrilla matinal tampoco ofrece mucho a la imaginación, la verdad.

Con diálogos de auténtico pavor, situaciones de una lamentabilidad prácticamente increible, y unas interpretaciones de MDMA para arriba.. pero el MDMA se lo tiene que tomar el espectador, porque sino.. de interpretación aquí poca o escasa, conforman una cinta para salir corriendo espantado ante tal esperpento.
La verdad es que podría seguir largando mucho más sobre esta bazofia, pero con decir que el final es todavía más lamentable que todo lo anteriormente visto (por si a alguien se le pudiera ocurrir que el engendro mejora hacía su conclusión), creo que basta, así que no perderé más tiempo lapidando esta execrable hez.

Lo mejor: Que, como toda tortura, llega a su termínio.
Lo peor: Que Paco Rabal y José Isbert se denigrasen de esta manera.

¿Y ahora quien lapidará esto? ¿Los fans de Carmen Sevilla? juasjuasjuas...

Obviando lo de aburridísima, patética, con malas interpretaciones, y penoso doblaje de las canciones que interpreta la Sevilla, yo me quedo con la pregunta "¿cómo se puede seguir echando esto por la tele?". Enunciados de Paco Rabal tales como "Si estuvieras con otro, te mataría, te mataría, te mataría, te volvería a matar hasta que en el apocalipsis me dijeran que el mundo se acabó y ya puedo dejar en paz a mi mujer", y respuestas de Carmen Sevilla como "con lo agustito que estaría yo muerta por tus manos"; además de, en una reunión de cuatro mujeres escuchar "¿quién llevará la voz cantante?, al ser todas mujeres es difícil, ¡nos turnaremos!", y demás apología del machismo y la violencia "justificada" hacia la mujer, me queda preguntar qué programación estamos destinando a la tercera edad, teniendo en cuenta que ya de por sí es muy difícil cambiar sus creencias machistas tan arraigadas. Echémoles más dinamita al asunto, hasta que explote. Eso sí, ahí está nuestra actual Carmen Sevilla presentando su película en Cine de Barrio más contenta que unas castañuelas de ver lo guapa que era de joven... Menos serrín en las cabezas, por favor

¿Cómo vas a fijarte en cualquier otro?

Si es que aquí hay un pequeño error de partida: que nadie puede competir con Paco Rabal en sus años mozos, que Rabal es el hombre, no hay más. Encima los pretendientes que se le acercan a la pícara molinera Lucía, con una Carmen Sevilla guapa hasta decir basta, son todos feúchos y mayores, así que ¿cómo va a sentir celos el bueno de Cristóbal? ¿Cómo va Lucía a caer en la tentación si no hay tentación posible?

El caso es que, con todo, se formará un lío que pondrá en peligro el matrimonio de los molineros en esta historieta la mar de simpática y amena donde nos aleccionan del peligro de... no ser celoso. Que sí, que ya sabemos que los celos son muy carcas y machistas (¿?) pero la realidad es que en el amor, un mínimo de sangre en las venas es necesario: que uno no puede quedarse impávido si los moscones y las abejas revolotean con insistencia alrededor de nuestro amado, que no es por desconfianza, sino por respeto hacia tu amante, por defenderle de zalamerías y juegos que pueden resultar peligrosos.

Mischa Auer hace un papelón incuestionable y Pepe Isbert es maravilloso. Una bocanada de ingenio, en definitiva.

Seguramente en su día, algo de éxito tuvo y seguramente algo de gracia tuvo.

Quizás se conserva a día de hoy por Carmen Sevilla. Que sale bellísima y con gracia. También está Francisco Rabal, jovencísimo e incluso atractivo.

Tenemos al abuelo "made in Spain" José Isbert, en un papel menor, y desgraciablemente no llega a ser entrañable, un poco sí quizás.

La película en color, tiene un color muy disipado, yo creo que la técnica propia que querían tener, no les acaba de funcionar, y no quieren comprar de otros países que sí funcionan. Y ya es la segunda que la veo así. Curiosamente hay escenas que sale un color magistral que apenas dura unos segundos. El resto parece que le falta el rojo, en otros el azul y otros el verde. Un despropósito.

La trama, tiene su qué, y hay un momento que parece que sea un preludio a "Solo en casa".

Sólo para aquellos que gusten de Carmen o Francisco.

Bien, conviene aclarar de dónde sale esta obra. Aunque existe una zarzuela con el mismo nombre de Pablo Luna, "La pícara molinera", estrenada en 1928, en realidad se trata de la adaptación de un romance popular, "El molinero de Arcos", que Pedro Antonio de Alarcón llevaría a la literatura en su novela "El sombrero de tres picos", publicada en 1874. En cualquier caso nos encontramos en Arcos de la Frontera, provincia de Cádiz, en el 1787, bajo el reinado de Carlos III, localidad donde la bella molinera Lucía (una atractiva Carmen Sevilla), trae de cabeza a todas las fuerzas vivas del régimen, que la pretenden amorosamente. Pero nada, ella es muy decente y además está bien casada con un apuesto molinero burgalés, Cristóbal (Francisco Rabal), nada celoso. Pero claro, tanto va el cántaro a la fuente que a ver qué pasa.

Película de enredo con dos o tres cortes musicales, que despunta porque en realidad es muy divertida. Entiendo que a muchos les pueda parecer antigua, entre otras cosas, porque maneja una idea que hoy es muy criticada aunque sea bastante cierta: los celos son un elemento imprescindible del amor. Pero antes que seguir con polémicas sentimentales prefiero hablaros del reparto. Por supuesto, además de los protagonistas principales, Carmen Sevilla y Francisco Rabal, sobresale el siempre gracioso José Isbert pero también dos actores con sendas historias impactantes: Mischa Auer, el Corregidor, ruso exiliado tras la revolución de 1917 en su país. Y Madeleine LeBeau, la Corregidora, la última persona superviviente de "Casablanca" (1942), hasta que falleciera en este 2016. Sí, es la que llora cantando la Marsellesa.