El desfiladero del cobre

¡No la señora Modesta! Una modesta peli del oeste a pesar del buen hacer de un joven Ray Milland. Una peli del oeste de escasa acción y mucho diálogo requeriría de un mejor guión que permita un visionado entretenido. Una peli del oeste con escasos exteriores y mucho decorado, sin indios, sin ejércitos (solo un pobre teniente azul), sin praderas, sin galopadas emocionantes, (salvo la del corcel blanco de Millan). Los exteriores -bonitos y verdes- se limitan a unas breves escenas para el traslado del cobre en el centro de la película y en las del desenlace final. ¿10 minutos? Ya he dicho que me gustó Ray Millan y me gusto mucho Hedy Lamar en su creíble evolución de "chica mala" a "buena". Poca música y no relevante pues se limita a la propia del "saloon", el country del baile y la épica de las escenas finales.La labor del director se constriñe a la dirección de actores al no tener que hacerlo sobre las típicas escenas de estrategias militares ni de manejo de caravanas etc. Un color primitivo como corresponde a su edad, nada destacable. Como en todas las del género, se complementa con un par de paralelas historias de amor de protagonistas y secundarios.

Se me hace difícil ver una película del western y que no exista una venganza o un ajuste de cuentas de por medio, me imagino que será el motivo principal para liarse a tiros, sino no existiría tal oportunidad. En fin, a lo mío que es hablar de la película.

El desfiladero del cobre trata sobre un pequeño pueblo donde un malvado personaje que ha colocado a ojo a unos malhechores como agentes de la ley en el lugar, posee el monopolio de la compra de cobre y así puede comprar a su precio y manejar todo el cotarro.

Y es aquí donde aparece el personaje de Ray Milland, ex-soldado en alto rango llega a la ciudad bajo la cortina de un hombre espectáculo, hasta que es reconocido por algunos hombres que estuvieron a su cargo y lo hacen tomar cartas en el asunto, creando así un grupo para enfrentarse con los villanos disfrazados de la ley.

Lamento no poder decir que sea una gran película, porque tiene unas virtudes que para muchos seguidores del género probablemente serán suficientes para garantizar un buen entretenimiento. No, no he visto una gran película pese a que soy capaz de confirmar la dignidad de sus propuestas. La historia y los caminos por los que nos lleva merece todo mi respeto, es una realización coherente con una buena cantidad de personajes que en principio han de enriquecer el largometraje como para que sea más que suficiente.

Pero no, no he podido tragármelo todo y se me ha escurrido de las manos, puede que en realidad su posición en un semiolvido sea consecuencia de sus defectos, de los que también hay que decir algunas cosas: es reiterativa, es lenta y le falta incrustar buena acción de tanto en tanto para que con tanto diálogo el espectador no acabe frito. En lugar de tirar de acción, que para eso es un western, nos tenemos que tragar alguna que otra actuación musical. Así que mantiene la dignidad, pero a mí me ha aburrido demasiado. Porque hablan demasiado, no sé si lo había apuntado...

La guerra civil ha terminado pero las heridas están muy lejos de cerrarse. En Coppertown, por ejemplo, un grupo de sureños trata de ganarse la vida explotando minas de cobre, pero son sistemáticamente estafados, acosados y asesinados por un grupo de mafiosos que dirige Henderson (Wolfe) con la connivencia del malvado ayudante del sheriff Lane Travis (Carey), de la intrigante Lisa Roselle (Lamarr) y del dueño de la fundición Balfour (Pierlot), un nordista vengativo que ha perdido parte de su familia en la guerra.
Pero esta es solo una parte del planteamiento. Hay otra paralela dedicada al mundo del teatro y del espectáculo, con actuaciones de magos que tiran al blanco, compañías de vodevil, bailes, canciones y máquinas ópticas con imágenes en movimiento. Vamos una especie de curioso Moulin Rouge dentro del western.
El artista principal es el enigmático y atildado Johnny Carter (Milland), en el que los pobres mineros creen reconocer al coronel Desmond del 9º de Virginia y al que acuden en busca de ayuda. Carter los desengaña pues la Unión a través del teniente Ord (Carey Jr.) anda detrás de los 20.000 dólares que se llevó este mismo coronel. A lo largo de la cinta se mantendrá el equívoco sobre esta personalidad, en lo que es uno de sus logros.
En la parte cómica destaca la presencia de Scamper Joad (Helton) y de su inseparable asno.
Guion bastante original, excelente dirección de actores con personajes de caracteres bien definidos, especialmente entre los antiguos confederados, "Un hombre debe hacer lo que cree que debe hacer", frase que oiremos unos años después en boca de un John Wayne ya en la II Guerra mundial.
Efectivamente, nos encontramos con personajes muy interesantes como el propio Carter que experimenta una evolución en su personalidad que se aprecia claramente en su vestimenta, que pasa poco a poco del atildado traje que usa en el escenario o en sus conquistas, "Buenas armas, buenos caballos y buenas mujeres. Tres cosas por las que vale la pena vivir", al normal que usa en las cabalgadas, pasando por la chaqueta y el lazo informal. También se aprecian cambios en la forma de ver las cosas cuando Lisa, el teniente Ord o el industrial fundidor, son conscientes de la responsabilidad que tienen en el atropello que sufren los pobres mineros, es entonces cuando serán capaces de superar las diferencias que ha dejado la guerra.
Notable presencia de mujeres de rompe y rasga. Además de Lisa, a la que vemos jugarse las pestañas al póker, y de la modosita Caroline Desmond (Freeman), tenemos a la temperamental madame Ma Tarbet (Emerson) y a algunas de sus pupilas que desafían las convenciones fumando y bebiendo en el saloon junto a los demás parroquianos. Por cierto, que en su momento se brindan con gallardía a testificar en los asesinatos que se producen.
Excelente el vestuario de las damas, buena ambientación de interiores, saloon, bailes, callejas, etc. Lástima los escasos paisajes que podemos contemplar porque son de gran belleza. Banda sonora bien adaptada al momento dramático.
A destacar las escenas teatrales, los juegos ópticos de sombras y reflejos de espejos, la llegada de las artistas al pueblo o las persecuciones a caballo por el río y las rocas.
Western para nosotros muy bueno, original, "Diferente como el whisky y el champán". Creemos que bien merece una oportunidad para salir del anonimato.

Me gusta Farrow, es un cine sencillo, sin pretensiones, bonito y fácil. Cuenta una historia con detalle pero sin abrumar en datos o cifras. Te deja que seas tu, viendo la cinta, el que construyas la historia. Te da retazos de lo que ha ocurrido, de lo que quiere contar, de lo que cuenta siendo tu el que disfrute imaginando que ha ocurrido en los lapsos que deja. Un cine muy clásico en este sentido.
El reparto no parece muy propio del Oeste: Ray Milland, Hedy Lamarr en los papeles principales no parecen muy propios. Especialmente Lamarr, mujer sofisticada más propia en papeles de mujer fatal o cintas de época o error gótico. No la veo. No la veo en absoluto.
Milland tampoco está en su mejor papel, no parece otorgar credibilidad al papel. Es algo hierático y estirado. Desde luego siempre que le veo me acuerdo de su papel en días sin huella, verdadero papel de mérito.
La cinta tiene un propósito bien definido, pero le cuesta arrancar y no parece que se engarce bien con los acontecimientos que suceden posteriormente.
Es algo cadenciosa, le falta 'punch', pegada, le falta la motivación que suele ser habitual en las cintas del Oeste. Se hace larga, a pesar de no serla.