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Crónica de un niño solo

Drama Este clásico del cine argentino nos describe la infancia marginal, a través de un niño solitario, y su vida a medio camino entre su barrio pobre y el reformatorio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
24 de marzo de 2010
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el 2000, el Museo Nacional de Cine Argentino realizó una encuesta entre críticos profesionales e historiadores del cine donde por amplia mayoría, “Crónica de un niño solo” fue considerada la película nacional más importante de la historia. Leonardo Favio es para Argentina lo que Víctor Erice para España: director de enorme calidad esquivo al gran público.

La ópera prima del director argentino está plagada de momentos auto-bibliográficos y es tangente, a la también, ópera prima de Truffaut “Los 400 golpes”. Las similitudes son tantas que si no estás atento puedes pensar que es una versión de la francesa. Pero tenemos a Favio para demostrarnos que, a parte de que el mundo no es lo suficientemente grande para hacernos ver que dos infancias de lugares tan distintos pueden ser iguales (ambas infancias basadas en las penurias de los directores citados), se puede contar lo mismo de diferente forma.

Leonardo Favio es un amante de la cámara. Para el director casi no existe el plano-contraplano. El movimiento es el máximo protagonista cuando la claqueta choca. La cámara casi siempre va en busca del objeto. “Crónica de un niño sólo” no tiene discurso moralista porque el espectador debe ser el único que resuelva todos los enigmas que plantea el director. En el patio del reformatorio, los niños juegan (mal que les pese) a ser niños: lanzan la pelota, tiran las canicas, etc... Las sombras, los barrotes, Polín (Diego Puente) corre castigado alrededor de un patio que se hace minúsculo y por ende asfixiante. Queda representado con sólo unos movimientos de cámara la estrechez de unas vidas. Luego en la calle, Favio abre el campo, la luz inunda todo, los animales se muestran serenos, la libertad es enorme. Y entre medias, la escapada de quince minutos en tiempo real. Los movimientos nada sutiles de cámara y los eternos travellings convierten cada minuto en un momento asfixiante.

La escena del río es un claro ejemplo de un cine alegórico que nada tiene que envidiar al cine de Tarkosky. Entre los planos naturistas (a lo Renoir) de Favio y el montaje paralelo que consigue con Polín tomando el sol y, en la orilla de enfrente, el maltrato que está sufriendo su amigo, crea una escena bellísima y llena de lecturas: la fisicidad de la libertad, la simbiosis con la naturaleza y al mismo tiempo la naturaleza violenta del humano.

Parquedad en el diálogo, de ritmo reposado y sinceridad en una propuesta áspera. Estas son las bases del cine de Favio, cine que en sus primeros pasos fotografió los temas sociales de manera muy cercana al neorrealismo liberando sus propias propuestas, de la moralidad que guardaba el movimiento italiano.
Chagolate con churros
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16 de septiembre de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante la ópera prima de Leonardo Favio, y ante el primer título de la primera trilogía realizada por este director, actor y cantante, conformada luego por "Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más..." (1966), y "El dependiente" (1969). Esta película, rodada en 1963 y estrenada en 1965, nació de una idea de Favio, que el posterior apoyo de Leopoldo Torre Nilsson -cineasta al que Favio dedica el film, y que previamente había empleado a Favio como actor- hizo posible hacer realidad.

Con dos escenarios principales consecutivos -primero, un reformatorio, y luego, una villa miseria de las afueras de Buenos Aires- es, lógicamente, y a partir de ahí y del protagonismo de un niño con una vida muy dura, Polín (Diego Puente), un film duro, áspero, cruel a veces, que se mueve -parece obligado hablar de referencias extranjeras, concretamente europeas, cuando se trata de cine argentino de arte y ensayo de los años 60- entre Robert Bresson y Andrei Tarkovski.

Y, sin embargo, es un film muy personal, que contiene, según dijo el propio Favio, alguna nota autobiográfica, y en el que la aspereza de los ambientes no impide, es curioso, una poderosa fuerza poética, una fuerza poética cuya fuente habría que buscar en primer lugar en el cine argentino, en el cine de Torre Nilsson, del cual es bastante deudora la primera trilogía de Favio. La larga secuencia en el río, el contraste entre la placidez y el horror, es un buen ejemplo al respecto de la enorme fuerza poética del film, instalada entre el naturalismo y lo trascendental.

Polín deambula, camina, observa; mira, como un testigo privilegiado que nos concede su privilegio, el mundo de los adultos, y de los niños. La cámara de Favio, en "travellings", y hasta en planos cenitales, explora, con toda libertad, este deambular, y este descubrimiento del mundo.
Pedro Triguero_Lizana
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23 de mayo de 2015
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película "Los olvidados" de Buñuel tuvo un impacto muy fuerte en latinoamérica, retratar la pobreza y delincuencia infantil con maestría era muy atractivo, muchos copiaron la formula y no está mal, pero se olvidaron que Buñuel jamás utilizo en demasía el dialecto mexicano, es más sus personajes decían cosas concretas y nunca utilizaron las jergas insoportables de Mexico; todos los que copiaron (repito no esta mal) a Los Olvidados sí abusaron del dialecto local, con la idea de darle más credibilidad, una idiotez porque convierten la película en ininteligible y provinciana, necesito subtítulos para entender el dialecto de ésta película.

Favio está más empeñado en los planos espectaculares, en demostrar que es un director para tomar en serio; el guión es flojo y forzado, la escena del niño enviado a prisión es forzadísimo, la escena del niño en el río es pobre, la escena final es predecible, un regalo para esgrimir un discurso contra la policía; hay escenas cortadas abruptamente de forma amateur.

Yo leí maravillas de ésta película, pero parece que como Favio fue peronista eso le valió muchas simpatías, porque se sabe que los argentinos tienen dos grandes fanatismos: el fútbol y Perón.
Cero por la boca
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21 de noviembre de 2008
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de un primerizo Leonardo Favio, rodada en blanco y negro resulta medianamente aceptable. Algo sórdida -quizá en alguna medida esto es inevitable dada su temática- hurga en la vida de unos chicos recluidos en un internado. No niego que el film tiene algunas buenas tomas, con un cierto sesgo artístico, que caracterizarán luego al director, pero la película melancólica en examen, resulta un tanto tediosa, le falta algo de sal como para atrapar más al espectador. Creo que puede verse como una especie de ensayo cinematográfico, pero no resulta a mi criterio especialmente interesante.
elneon
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21 de noviembre de 2008
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me parecío genial! El tema es duro y está tratado crudamente también. Sin embargo la fotografía y los planos utilizados generan una obra poética y muy bella. Lo único malo fue el sonido.
Mecha
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