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Leo es pardo (C)

Drama Iván Zulueta rodó "Leo es pardo" para experimentar con texturas, sonidos y formatos, y cuestionar los cánones cinematográficos del cine comercial en boga. La película introduce el tema de la dualidad y el desdoblamiento de personalidad (Jekyll y Hyde), recurrente en su obra. Fue presentada en el Festival de Berlín. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
19 de mayo de 2013
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues nada, parece que voy a ser el primero (y a lo mejor el único) en escribir una crítica de este famoso corto de Iván Zulueta.

Mucho antes de que David Lynch nos asombrara con "Twin Peaks" y algo más tarde con las magníficas "Mullholland Drive" y "Inland Empire", Iván Zulueta ya se dedicaba a esto de sugerir con imágenes en lugar de narrar, anteponer una atmósfera sobrecogedora a la historia propiamente dicha.

De hecho, no busqueis un significado a lo que aparece en pantalla, porque no lo vais a encontrar. Aquí, lo importante es la creación de una atmósfera de desasosiego, y eso, creo, lo logra bastante bien.

La piel del animal que da nombre al corto aparece hacia el final, aunque eso da igual. De la misma manera lo podria haber titulado "Regurgitando una ciruela" o "Puertas que se abren y se cierran"...
cherburgo
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21 de enero de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iván Zulueta es uno los genios malditos como lo fuera el poeta Leopoldo María Panero, ambos son el reflejo de una generación marcada por las drogas, artistas que experimentaron con el lenguaje buscando nuevas formas de comunicar sus sentimientos, enfrentándose a las barreras de una sociedad que impone la monotonía. Tres años antes de ‘Arrebato’ (1979)- su largometraje más ambicioso donde su experiencia más surrealista y abstracta se integran con naturalidad en la narración – realiza ‘Leo es pardo’, cortometraje de 10 minutos de duración rodado en 16mm donde realizamos un viaje onírico por el interior del cineasta donostiarra.

Una obra con una atmósfera única donde el espectador es trasladado al interior del personaje interpretado por Maribel Ferrero. Los sentimientos de terror y desconcierto sufridos por la protagonista al despertar del sueño inundan la habitación. No hay lugar para las palabras, son las imágenes las que comunican sus emociones ante la rutina que secuestra al mundo bajo un estricto orden. Zulueta rompe con la armonía y juega con el formato para generar texturas que refuercen la experiencia onírica, distorsionando la imagen y reforzando su poder comunicativo.

Con influencias del expresionismo alemán consigue mostrar aquello que no es visible -los sentimientos- escondido bajo la capa de carne y hueso, pero sobre todo nos encontramos ante una obra surrealista que nos recuerda a ‘Un perro andaluz’ (Luis Buñuel, 1929) o ‘Meshes of the Afternoon‘ (Maya Deren, 1943), un ritmo frenético que juega con la velocidad, la luz, el sonido y el formato para sumergir al espectador en un universo psicodelico, es decir, un “chute visual” que no dejara indiferente a nadie…

Un atrevido ejercicio de experimentación que muestra la obsesión del autor por la dualidad -la personalidad oculta- del protagonista y sus esfuerzos por dominar su cuerpo. Una lucha interna entre el “yo” de la que hace cómplice al espectador; parte de su ser busca ordenar el desorden que la domina, mientras que la otra se enfrenta a la rutina y la monotonía que oprime su esencia . Una lucha continua en el interior de Leo por tomar el control de su cuerpo y mente.

Dejando a un lado todas las posibles interpretaciones ‘Leo es pardo’ es una obra para sentir más que pensar, no habla a nuestra razón sino a nuestras emociones. Un viaje sensorial de diez minutos de duración con una gran carga emocional porque eso es lo importante en el cine, generar sentimientos en el espectador, sumergirle en en una atmósfera que puede ser divertida o angustiosa pero consigue despertar algo que lo convierta en un momento único.

Alejandro García - http://lacintablanca.com/leo-es-pardo-1976/ - @NoTodoEsUSA
NoTodoEsUSA
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13 de agosto de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Leo es pardo" es posiblemente el cortometraje más famoso de Zulueta y es un corto sin diálogos, en color y rodado en formato Super 8. Con Maribel Ferrero como protagonista, este corto ofrece un cuestionamiento del lenguaje cinematográfico convencional (el del cine comercial, para entendernos) desde el surrealismo, de manera que, al moverse las persianas y las puertas de la casa, escuchamos un ruido de ráfaga de ametralladora. Otras imágenes impactantes son la Maribel Ferrero que aparece y desaparece delante del espejo, el váter que de repente se llena de papeles...Se diría que el apartamento descrito es el mismo piso situado junto a la Plaza de España de Madrid que aparece en el corto "Aquarium" (1975), incluso Maribel Ferrero recuerda un poco a Will More, protagonista de "Aquarium".

Hay también un deseo de captar texturas, brillos y tonos de espacios, superficies y materiales, con el detallismo propio de un pintor o un fotógrafo hiperrealistas. El momento en el que la mano de la protagonista recorre diversos tejidos o telas con una música de tamtan africano como fondo es hasta divertido y remite a los paraísos privados y aislados de los dos largometrajes de Zulueta, "Un, dos, tres, al escondite inglés" (1970) y "Arrebato" (1979).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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23 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Destacado dentro del cine vanguardista y poeta incomprendido de la imagen le pese a quien le pese, el vasco Iván Zulueta pasará a la Historia como aquel artista encajonado en un mundo de drogas y cambios sociales y obsesionado con la experimentación que dio a una nuestra industria uno de los títulos fundamentales y más personales de la misma: "Arrebato".

Sin embargo, para los verdaderos amantes del arte visual, su nombre no sólo se hace memorable por ser el artífice de aquella extraña y fascinante obra. Tras la experiencia de "Un, dos, tres...al Escondite Inglés", donde figuró José Luis Borau como director (Zulueta no pertenecía al sindicato de directores), fueron muchos los pequeños trabajos que desempeñó con sus cámaras de Super 8 en la década de los '70, muy prolífica para él, destacando "Mi Ego está en Babia" y "Aquarium", que realizó junto a Will More, al tiempo que proseguía con sus labores de cartelista para otros cineastas.
Por aquellas fechas tuvo la suerte de conocer a Pedro Almodóvar, con el que colaboró activamente, y el guionista y director Augusto Martínez Torres le dio un consejo: el de seguir experimentando a su gusto pero usando un formato de mayor alcance comercial. Así, el mismo año en que David Lynch sacaba a la luz su "Cabeza Borradora", Zulueta se agenciaba una cámara en 16 mm. con la que se dispondría a realizar uno de sus cortometrajes más aplaudidos, trabajando en las posibilidades de la imagen y mostrando fascinación por sus formas, composiciones y múltiples maneras de expresión.

Nos metemos un día como otro cualquiera en el apartamento de Leo, donde la brillante luminosidad de la mañana asalta nuestras retinas. Movimiento acelerado, estridencia musical, elevación de los colores: una asfixiante atmósfera que arrastra a la chica, retraída y silenciosa, a saborear nuevas, atractivas y peligrosas sensaciones. La monótona cotidianidad parece reclamar su álter-ego salvaje: las puertas no quieren estar cerradas, sino abiertas, el agua pura quiere ser una sustancia amarillenta, Leo no quiere llevar ese pulcro camisón blanco, sino ropas coloridas de estampados de leopardo.
Poco a poco, los sonidos (la ambulancia, la animada música), los gérmenes (los ácaros que se aprecian bajo el radiador) y otras obsesiones como el aspecto físico, los periódicos o los horarios, producto de una neurótica sociedad, asaltan a la protagonista, la invaden. Con la intención de mimetizarse, de pasar desapercibida entre los demás animales de ese mundo salvaje exterior recargado de música "pop", ruidos y colores, su personalidad entra en conflicto y así se produce el desdoblamiento, el proceso de transformación, la sustitución de una Leo por otra, la provocativa de espíritu libre y hábitos nocturnos reemplazando a la joven tímida, apocada y asustada de la bulliciosa ciudad.

Zulueta exige de su espectador una doble postulación, como lector de imágenes, intérprete de signos y, al mismo tiempo, receptor privilegiado de los ambientes, atmósferas y otros flujos que la puesta en escena no para de plantear. Evocando, consciente o inconscientemente, al "Perro Andaluz" de Luis Buñuel, a los cortometrajes de Maya Deren o a los primeros trabajos de David Lynch, es decir, a los surrealistas de tomo y lomo, "Leo es Pardo" sorprende por la potencia onírica que acumulan sus surrealistas y sugerentes secuencias.
La creación de ambientes sofisticados y la permanente fluidez de su encadenamiento gobiernan la percepción del espectador, lo que lleva a pensar que durante esos escasos diez minutos todo es misterio, nada es racional o explicable, y que se trata tan sólo de dejarse llevar por la pura sensorialidad. Hay que recalcar el uso de la música de Augusto Martín Torres, la fotografía del propio Zulueta y la notable actuación de Maribel Ferrero.

El corto acabó presentándose en el Festival de Berlín y ganó una cálida acogida, además de abrirle las puertas al vasco para iniciar un proyecto de largometraje, con el cual sería inmortalizado, quizás a su pesar, y que le haría pasar a la Historia del cine español como uno de nuestros realizadores más inclasificables y fascinantes.
Chris Jiménez
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