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La bella Maggie

Comedia Maggie es un carguero cuyo viejo capitán se empeña en mantener a flote, a pesar de que se encuentra en un estado ruinoso. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
17 de marzo de 2009
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa comedia escocesa con toques fordianos. Curiosamente Ford calcó, no sé si queriendo, en "The Seachers" el último plano de Mackendrick en "Mandy". Y parece que este último se inspire en "El hombre tranquilo" en cierta medida para "Maggie".

En cierta medida digo, porque además tiene ciertos tintes autobiográficos de Mackendrick, e incluso la historia inusualmente la escribió él. Aunque de ascendecia escocesa, nació en los States, pero pronto se quedó huérfano y fue a la tierra de sus progenitores. Y esta película es un homenaje a la Escocia profunda, a sus hombres de mar, a sus absurdas y felices tradiciones.

Por un malentendido, un naviero americano se las ha de ver con un viejo lobo de mar escocés dueño de un paquebote llamado "Maggie". La tripulación, aparte del borrachuzo y pasota capitán, está compuesta por un piloto, un mecánico y un grumete. Todos son unos pícaros de aúpa, y en teoría para el nervioso americano, unos ignorantes. Naturalmente aprenderá lo que es bueno, y sobre todo lo que es la verdadera sabiduría.

Quizás no sea de las mejores pelis de Mackendrick, pero es un simpático cuento de hadas realista. A destacar el diálogo del americano con una joven lugareña de un puertecito de esos pueblos escoceses impronunciables.

Recomendable y bastante disfrutable película.
Gilbert
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3 de noviembre de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que estos tiempos de acelerados adelantos tecnológicos están haciendo cambiar al mundo. Sin embargo si dejamos de mirarnos el propio ombligo nos daremos cuenta de que el mundo nunca ha dejado de cambiar. Es probable que últimamente los cambios se produzcan a mayor velocidad, pero en todo tiempo y en todo lugar ha existido lo viejo y lo nuevo como prueba evidente de un mundo en transformación.

Alexander Mackendrick en “The Maggie” es testigo y narrador del cambio (año 1954) en lo que al comercio naval se refiere, exponiendo ante los espectadores tanto los transportes artesanales tradicionales en viejas barcazas dirigidas por independientes marineros-lobos de mar, un tanto a lo Popeye, como la modernización del sector a través de navieras que dirigen las operaciones comerciales y que cuentan con su propia flota. El propio capitán MacTaggart, en la cantina, ante las burlas de sus colegas, defiende su independencia ante la subordinación de los demás. Sin embargo, nos damos cuenta de que MacTaggart y su tripulación así como “The Maggie” nadan a contracorriente de los tiempos y que pronto serán engullidos por un futuro que no tiene piedad de quienes no toman su tren.

“The Maggie” es un cuento. Con cosas de esas que solo pasan en los cuentos. Un cuento que se viste con la falda escocesa y a cuadros de los mares de Glasgow y de otros lugares donde los marineros cazan faisanes, cumplen cien años y se casan por amor. Un cuento con ribetes de comedia social, esa comedia que tan bien se les da a los ingleses, probablemente porque saben investirla con su propio y característico humor. De cualquier modo, aquí el humor es un tanto más amargo de lo acostumbrado. Como en Whisky Galore o en El quinteto de la muerte, sigue siendo inteligente, pero aquí a la sonrisa se le añade un rictus de tragedia, debido al destino inflexible de mundo que se desmorona empujado por otro que se levanta.

Los viejos marinos, a diferencia de los roqueros, sí mueren. Y esta es la crónica.

Y mientras tanto el grumete se pregunta ¿Por qué?
FATHER CAPRIO
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29 de diciembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí otra gloriosa comedia de los estudios Ealing, un nuevo tesoro de Alexander MacKendrick que de nuevo nos traslada a la vieja escocia a bordo de una antigualla flotante (Maggie), en compañía del entrañable capitán MacTaggart y su peculiar tripulación.

Continúo en spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mikinervio
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12 de enero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta se trata sin lugar a dudas, de entre todas las películas dirigidas por Alexander Mackendrick; la menos conocida, la menos apreciada por la crítica, pero aun así la más personal. Aquí el director de origen escocés vuelve a la comedia de sus primeras películas, pero de una forma mucho más agridulce que en aquéllas. Aprovechando la historia que aquí se cuenta para abordar temas que ya trató en Whisky a go-go (trabajo con la que esta obra se mira cara a cara en muchos momentos) para darles un giro de tuerca.

La historia nos narra las peripecias de una pequeña y vieja embarcación que ha perdido la licencia para transportar mercancías; al menos que se repare, cosa que su tripulación no puede permitirse. Pero, debido a una serie de malentendidos, terminan transportando los muebles de un importante empresario americano. Los marineros, harán todo lo posible por terminar la misión, con la esperanza que con el dinero conseguido podrán salvar a la barca “Maggie”. Pero cuando el empresario se entera de las condiciones del barco, hace todo lo posible para recuperar su mercancía.

Como pasaba en su debut, aquí nos cuenta el enfrentamiento de dos mundos muy distintos: el nuevo mundo, el de la civilización, se encuentra representado por el empresario norteamericano Marshall (que como sucede en la más famosa obra de Berlanga, su nombre es una clara alusión al Plan Marshall), en un papel muy similar al que tuvo el capitán Wagger en su primera película. Frente al empresario se encuentran un grupo de viejos marineros escoceses de la vieja escuela, que comparten todos los aspectos negativos de los aldeanos de “Whisky a go-go”, pero ninguna de sus virtudes, siendo retratados aquí con mucha menos amabilidad. Y como sucedió en Many, el personaje que sobresale por encima del resto es un niño; se trata del joven grumete de la barcaza, siendo éste el más inteligente de toda la tripulación; pero aun así es el único que no se da cuenta de la ineptitud del capitán, hacia el que siente una exagerada admiración.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Time Bandit
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12 de octubre de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vayamos por partes. Alexander Mackendrick es hacedor de una producción cinematográfica tal vez escasa pero de excelsa calidad, abundando las obras maestras tanto en su etapa inglesa –“Mandy” (1951)- como en la americana – “Sweeet smell of success” (1957, Chantaje en Broadway), “Sammy going south” (1963, Sammy, huida hacia el sur) o “High wind in Jamaica” (1965, Viento en las velas)-, verdaderas maravillas que uno no se cansa de ver una y otra vez. Vaya por delante esta indicación previa para señalar que, pese a ser un gran amante del cine de Mackendrick, no comparto las alabanzas a esta irritante comedia de la productora Ealing con una serie de personajes, los miembros de la tripulación y, sobre todo, el capitán de la vieja barcaza Maggie, verdaderamente asesinables, unos verdaderos e insoportables caraduras, con los que es imposible sentir ninguna empatía. Vale que sea un canto a un tiempo pasado donde la vida supuestamente era más tranquila o sencilla -esto es falso, todo tiempo tiene sus dificultades- pero otra cosa es ir acumulando razones para acabar odiando a unos personajes -el viejo mecánico que no calla, el segundo de a bordo medio memo, el niño violento o el capitán- que hacen lo que les viene en gana y provocan una sucesión de anécdotas ridículas y situaciones sin gracia, estilo "rompetechos", en la ordenada vida del pobre Paul Douglas. Hay, qué duda cabe, buenos momentos, sobre todo cuando la comedia da paso a la amargura y conseguimos disfrutar del gran cine que esperamos de un director de la sensibilidad e inteligencia únicas de Mackendrick, como las escenas del cumpleaños del anciano centenario o la charla con la muchacha casadera que no sabe a quién elegir como marido, momentos en los que Mackendrick demuestra su verdadera valía como cineasta pequeñas y breves pinceladas que no consiguen reconciliarnos con esta película que abusa de la pincelada gruesa y del humor zafio y sin matices, una de las pocas excepciones en la obra de este cineasta único, dotado y genial. Muy decepcionante
Gould
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