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Padre patrón (Padre padrone)

Drama Narra la historia de un niño campesino con un padre tan tiránico y autoritario que le impide ir a la escuela o tener amigos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
7 de diciembre de 2009
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es un vehículo cultural capaz de poner de manifiesto todo tipo de sentimientos, pensamientos o sensaciones, que pueden ser representados con una rica variedad de matices, donde puede reinar la mayor belleza, y la mayor crudeza. Ésta última característica es de la que se sirven los Taviani para exponer su visión acerca del aprendizaje y de la alfabetización con unos resultados brutales, piden a gritos ser analizados y no de forma banal, pues su mensaje queda no únicamente implícito, sino que lo hace con una fuerza y perspicacia simplemente arrolladora, con una contundencia que alcanza unos niveles insospechados que jamás nos haya ofrecido el séptimo arte. Paradójicamente, los Taviani no nos enseñan arte, sino todo lo contrario, desengranan el lado más oscuro y primitivo de una sociedad condenada a ser analfabeta, ellos mismos son víctimas de un precario sistema e involuntariamente transmiten su alarmante estupidez a las generaciones venideras.

La historia se desglosa en tres épocas o etapas, la vida de un niño, víctima de su padre, también victima de su miserable condición de la que es imposible escapar. Una vez dentro, desgraciadamente no hay salida. Des de pequeño, somos testigos de los numerosos pero inútiles intentos del chico para salir y escapar de las garras del analfabetismo tan latente, tratando de asistir a la escuela. Lo penoso de todo ello viene con su inquisidor padre, que le obliga a su retirada de su única vía de escape para trabajar en el campo, que es ahí donde se encuentra su futuro. Involuntariamente, y reflejo de la podredumbre existente, el padre actúa como instigador sometiendo a su hijo a un futuro escaso de posibilidades. Sus directores tratan de relatarnos la batalla más grande que se haya visto en pantalla, pero dicha guerra se libra en el interior de nuestro pobre protagonista, para tratar de salir de su miserable existencia. Se resalta aquella trágica situación que debido a ese fatal contexto, el niño se ve obligado a crecer y a madurar en un edad demasiado temprana.

Finalmente, la lucha del chico obtiene sus frutos, y abandona a su padre por el estamento militar, situación no mucho más atractiva de la que tenía en el campo. Pero este será el comienzo de su extraordinaria evasión y su vía de escape para poder llegar a la universidad y terminar siendo alguien. Finalmente, el joven alcanza su formación y aprendizaje deseados. Su desarrollo termina con su regreso en el campo, donde los Taviani resaltan el mastodóntico contraste entre su padre y dicha sociedad con los conocimientos del un joven ya adulto. Él termina siendo la clave esencial para la evolución del mundo que él mismo aborrece y del que consiguió escapar. Él es el único capaz de traer la alfabetización y conocimientos. Sus directores muestran esta cruda realidad de forma enormemente cruel y perturbadora. Es un viaje necesario, pero es a la vez mezquino y desagradable. Es fuerte, dura, contundente y extremadamente real.
directorscut
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12 de diciembre de 2006
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Padre Padrone aun conserva el aroma de los años 60, de libertades, sin ira ó con ira, de Mayos franceses, de los Beatles, de minifaldas y juventudes al poder...

Bueno, quien lea estas líneas probablemente piense que en absoluto he visto la película. Pero, por favor, les explico:

Si hay una manera de cambiar las cosas, no es precisamente ocultándolas sinó muy al contrario cantando y contando su realidad , virtudes y defectos.

Y esto es lo que hacen los Taviani, contarnos la realidad milenaria de esa Italia, lejana a la península. Esa verdad ancestral e intocable. Heredada de padres a hijos.

La finalidad de contarnos esto, de mostrarnos la cruda realidad de esas gentes ancladas en miserias y a las que azota el mismo viento y quema el mismo sol desde la prehistoria, es precisamente la misma finalidad que perseguían los Beatles ó mejor, los Rollings (más duros y revolucionarios si cabe), cambiar la sociedad, abrirle las puertas a la modernidad.

Y lo intentan los Taviani con crudeza. ¿Podría ser de otro modo?. Especialmente cruda la figura del padre, el patrón, pero al que de alguna manera llegamos a entender... El lo heredó de sus padres y este de los suyos y aquel... y así hasta el infinito.

El mundo de el padre (Antonutti) es la tierra, la tierra y sólo la tierra ...Y si acaso no, el ejercito. Pero, el saber, la cultura y la ciencia no existen. Y se siente herido en su intimidad vital más profunda cuando su hijo le confiesa sus planteamientos de vida y ambiciones.

Para mi, la interpretación de Antonutti es magistral. A la película se lo podrán poner reparos y criticarla desfavorablemente pero a Omero Antonutti no. Ciertamente su interpretación no es "lucída" sino durísima y absolutamente cruda. No es una interpretación tipo Cary Grant en comedia americana años 50 sino una interpretación tipo drama rural italiano en los 60-70. Y a mi modo de ver está genial. Hay momentos en que se transparentan las dudas que la modernidad impone en sus costumbres y de alguna manera, sin justificarlo, lo entendemos.

A veces la película nos propone escenas de mal gusto visual un tanto gratuito. A mi modo de ver, son innecesarias. Lo que el film nos muestra ya es suficiente elocuente. Ese punto de desagrado nos aleja un tanto de la película.

Es como si los Beatles hubiesen incorporado a sus canciones gritos a destiempo o desmesurados. Su revolución no fueron los gritos salidos de tono. Fue su propia música.

Pues así... para los Taviani.
FATHER CAPRIO
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14 de diciembre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Padre, patrón. Gavino Ledda es un niño arrancado del colegio, para convertirse en un pastor, por deseo expreso de su autoritario padre, interpretado por el plomizo –para mi gusto- Omero Antonutti.. Para algunos, la película pone sobre la mesa la necesidad de escolarización, como garantía de igualdad y posibilidad de huida de entornos endogámicos y castrantes. Los niños como esclavos de la empresa familiar, que ninguneando la ley, la enseñanza obligatoria, permiten la explotación y vejación del menor.



Gavino Ledda, es actualmente un escritor y lingüista de éxito, pero en el autárquico mundo insular –Cerdeña- consagrado a sus propias reglas, se ve forzado a un exilio interior. El padre es, cabeza de familia, y dueño, padrone, patrón, de la empresa familiar que sigue el modelo de la explotación agrícola medieval. Su condición de primogénito le fuerza a un exilio hacia su propia soledad, en lo alto de las montañas, en compañía de cabras y de pastores, guiados por reglas sociales autodidactas donde se desfogan con los animales, se repiten las palizas, los ajusticiamientos y el embrutecimiento. El propio Ledda dice al final de la película, hablando a cámara, colándose en la ficción nuevamente, "la península es otra cosa".



No me gustan los hermanos Taviani. Quieren ser de culto, transitar deliberadamente por lo no comercial, reivindicarse como autores. Están constantemente postulando su autoría. Ya en el primer plano de esta película vemos al propio Gavino Ledda afilando la vara que le entregará a Antonutti, el actor que interpreta al padre, al patrón, por que recuerda que su padre llevaba una vara similar. 

Lo dicho, una puesta en escena pesada, que acusa el paso del tiempo. Aunque toda la película parece cansina, oscura, desgastada, hay una escena particularmente desagradable. Es aquella en la que los protagonistas interpretan un montaje paralelo coral, practicando un ritual de apareamiento sin poesía, en montaje acelerado con sus compañeras, y que acaba en una panorámica sobre el pueblo que jadea colectivamente, hasta que todo se va desvaneciendo. ¿Qué intentan contar los hermanos Taviani?


Jmpg2012
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1 de mayo de 2010
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cantaba Serrat "..escapad gente tierna que esta tierra está enferma,y no esperéis mañana lo que no te dio ayer". Y continuaba cantando José Feliciano "... pueblo mío que estás en la colina, tendido como un viejo que se muere, Pueblo mío te dejo sin alegría...".

Cantan los Taviani en su película a esa Cerdeña rural, ácida y cruel, de mitad de siglo, con un discurso que es a ratos prosa de Delibes y algunos otros poesía desesperanzada de Machado.
Un canto a la infancia perdida y a la dura vida del pastor. Pero también a la esperanza de la emigración o de la alfabetización. ¿Un temario un tanto trasnochado, quizá?

Y lo cuentan de forma cruda, brillante algunas veces, pero con una intensidad desigual y unos agujeros del guión que a ratos nos llevan al aburrimiento. Genial la integración de música y color. Lamentables las interpretaciones.
davidlozoya
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9 de diciembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nacido en una familia de pastores, Gavino Ledda, fue llevado a su primer año escolar cuando apenas cumplía los seis años… pero, transcurridas tan sólo dos semanas, su padre fue a buscarlo a la escuela y lo retiró del estudio porque necesitaba, ¡un hombre!, que le ayudara en sus labores. Desde entonces, el pequeño “enmudeció” y tuvo que soportar toda suerte de vejámenes por parte de su padre hasta que se hizo realmente un hombre. Pero, en Gavino, había una sensibilidad artística que pugnaba por salir: Le atraían los instrumentos musicales, lo emocionaba la música clásica, y sentía un impulso irresistible de culturizarse, aunque fuese de manera autodidáctica.

Lo que ocurrió a lo largo de su compleja existencia, hasta la edad de 37 años, él mismo decidió contarlo en su primera novela, “Padre Padrone” (1975), la cual alcanzó tal éxito que fue traducida a cerca de 40 idiomas y, por su identidad con ella, motivó la adaptación cinematográfica de los hermanos, Paolo y Vittorio Taviani, con la cual se harían merecedores a la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Aunque contada en versión libre -como lo explica el propio, Gavino Ledda, al comienzo de la película- ambas obras tienen como propósito plantar el más firme alegato contra la sociedad patriarcal, la cual sirvió para producir –con apenas excepciones- toda una generación de seres resentidos, sumisos y frustrados, y formados en el más arcaico concepto de lo que es la Autoridad, proceso que se repetía, generación tras de-generación, por no haber logrado nunca entender que, recurrir a la fuerza en el hogar es admitir que se carece por completo de legítima Autoridad, la cual se logra con respeto por el otro, carácter firme y afectuoso, pero sobre todo, con el más sólido ejemplo.

En tales circunstancias, lo logrado por el cerdeño, Gavino Ledda, quien se convertiría en profesor de lingüística, autor de varios libros… y hasta director de cine, es una propuesta progresista digna del mayor encomio. Los Taviani, cuentan su historia en una modesta ambientación que rememora los tiempos del neorrealismo y logran momentos de gran significado con esa narración que impacta por su singular sentido del humor (véase la relación de Gavino con las cabras o la escena del “calentamiento global”) y porque demuestra, por enésima vez, el papel liberador de la educación y la cultura.

Se me vino a la memoria la más reciente película, “The Tree of Life” (Terrence Malick, 2011), y resulta muy particular que, siendo <<PADRE PATRÓN>>, más de tres décadas anterior a ella, resulta un maduro alegato a diferencia del filme de Malick, el cual promueve, de manera deplorable, un regreso al patriarcado que, felizmente, ya se ha venido superando… y extrañamente, ¡también fue premiada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes!… porque, según los principios más actuales y progresistas de la psicología de familia, solo escasas formas de coerción son admisibles en la aplicación de la autoridad, porque la imposición se asemeja harto al autoritarismo.

Bien por, Omero Antonutti, Saverio Marconi y Marcella Michelangeli, tres actores que se acomodan tan bien a sus personajes que parecieran criados en aquella agreste región.

<<PADRE PATRÓN>>, pone muy en alto al cine italiano.
Luis Guillermo Cardona
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