Sin ley (Lawless)

Debería ser ilegal tener un reparto como el aquí presente y desaprovecharlo con una película cuyas líneas maestras transitan por senderos tan sobados, consiguiendo que lo que parecía un homenaje a un género o al cine de cierta época termine por funcionar más como una obra de varios chavales de instituto. El contexto es la América de la Ley Seca, los años 30, centrando la mirada en una familia (los Bondurant) para adaptar un hecho real sobre tres hermanos que sobrevivieron a numerosos encontronazos al decidir vender por su cuenta alcohol a pesar de la prohibición. El problema viene ya desde el casting: Shia Labeouf. Decir algo a su favor es complicado, pero voy a intentarlo, porque durante la primera hora de película está realmente notable, recibiendo palizas de casi todo el resto del elenco. Llegamos a verle con la boca ensangrentada, siendo collejeado y pisoteado... por ahí, bien. Pero cuando intenta interpretar, fatal.

Más pecado tiene lo de actores como Gary Oldman, cuyo personaje no se sabe muy bien que hace por ahí (sólo funciona como llave para abrir ciertas puertas argumentales que luego no se cierran), o lo de Guy Pearce, actor fetiche del director que aquí tiene un personaje de villano que parece sacado de un cómic, una especie de metrosexual sin cejas que da mucha grima y que se presupone letal. Lo mejor en este apartado, Tom Hardy al margen (que no es que pueda lucirse demasiado, tampoco) es una bellísima Jessica Chastain que consigue que Lawless pueda recomendarse sin reparos, aunque sólo sea por su entrega. Y digámoslo claro: porque su secuencia de desnudo es maravillosa.

Por lo demás "Lawless" es la historia de siempre, con la etiqueta de "basada en hechos reales" sin que éstos puedan creerse, con un final que roza lo chanante y de una blandenguería espantosa. Y en relación a esto último, mejor no hablo de la subtrama romántica entre Labeouf y Mia Wasikoska, una actriz que empezó muy bien y rara vez está mal en las películas... pero que corre el (serio) riesgo de encasillarse en su papel y llegar a aburrir al respetable.

Basada en el libro escrito por Matt Bondurant, uno de los nietos del pequeño de esos 3 hermanos fabricantes de licor clandestino que durante la Ley seca plantaron cara a corruptos servidores de la ley tratando de vencer la ultima resistencia de los destiladores rurales que preferían pagar mordida a tener problemas, estamos ante una de esas historias con tipos curtidos, contundentes y fieles a unos principios que todo aquel que no sea consciente de aquello de “la realidad supera en muchos casos a la mas delirante de las ficciones”, podrá tachar de inverosímil y chapucera.

Pues bien, no seré yo el que afirme que todo ocurrió tal y como aquí se nos cuenta, ya que supongo que dado la ascendencia de sus protagonistas con respecto al anteriormente mencionado Matt Bondurant, puede contener alguna que otra licencia, pero el poderío visual en el que viene envuelta la hace digna de poder ser calificada como algo muy a tener en cuenta.

Narrada de esa forma seca y contundente made in John Hillcoat, con un excelente Tom Hardy cada vez mas instalado como uno de esos actores comepantallas, Guy Pearce desarrollando con divertida solvencia un malvado cuasi cartoonesco, Shia LaBeouf cumpliendo con el papel de ese hermano pequeño que siendo a priori el eslabón mas débil de la familia acaba haciendo honor a su apellido, y una buena nomina de actores (gran Gary Oldman) arropando la función, estamos ante una buena película tanto en su vertiente dramática salpicada de áspera, seca y contundente violencia, como en todos y cada uno de los apartados técnicos (excelente banda sonora y buena fotografía y edición), que quizá dado lo reciente de la visión de esa buen western en forma de miniserie para televisión llamado, “Hatfields & McCoys 2012” - también adaptando una historia real con 2 familias de parecida idiosincrasia - me ha hecho dar palmas con las orejas.

Estamos ante la típica película que llega todos los años con un reparto cuanto menos notable, vini, vidi, pero que no vici, hecha con el piloto automático puesto “Sin ley” es un hibrido que se mueve a caballo entre el cine de gánsters y el western con todos los (malos) clichés del genero juntos, familia numerosa que no cede a las presiones de los poderosos de turno, amenazas que dan paso a represalias y represalias que acaban con venganza, tiroteo final incluido. Puede cambiar el contexto histórico pero la estructura siempre es la misma.

Las debilidades de la película son claras, un Shia Benzema LeBeouf que no gesticula ni cuando le rompen la cara y unas Jessica Chastain y Mía Wasikowska estereotipadas al máximo como chicas florero. El principal problema no es que sea mediocre, es que simplemente que no destaca en nada, el guion correcto pero simple, el resto de actuaciones son correctas pero simples, los vestuarios y decorados son correctos pero simples, todo tan correcto y siguiendo claros patrones marcados que solo puede llegar a emocionar a adolescentes, pues si uno mira bien no hallará nada de excitante en esta “Sin ley”.

De los cuatros largometrajes, incluida esta que llevan la firma del realizador australiano Jonh Hillcoat, “Lawless” es, quizás, la más floja y regular, pero aun así lleva integrado el parche de un realizador que es fácilmente identificable. Recordemos que Jonh Hillcoat dirigió uno de los más duros y realistas film pos apocalíptico que he podido ver “The Road” 2009 y rodo como nadie un western en el habían más psicópatas que indios “The Proposition”2005, con un fascinante guion de Nick Cave, el que vuelve a repetir con Hillcoat. “Lawless” destaca por encima de otros films que han tocado la misma temática tanto por su estilo narrativo como por una cuidadísima fotografía, la que logra encajar perfectamente así como por una banda sonora dinámica con temas de música bluegrass, la que hace todavía que entremos más en esa América de los años 30.
“Lawless” tiene dos puntos que son atrayentes, el primero es la sorprendente historia de estos inmortales Bondurant, recordemos que está basada en la historia del abuelo del autor de “The wettest county in the world”, tres hermanos con una leyenda francamente inverosímil, luchando por sus principios como si de su credo se tratase y que Hillcoat sabe muy bien tratar, la otra es la manera que está hecha, una historia dinámica en acción donde sus pilares se refuerzan en unos secundarios de lujo, que llegan a hacer sombra a los principales en alguna que otra secuencia. Verdaderamente el equipo interpretativo que se gasta es más que codiciado, Hardy, Pearce, Olman, Chastain …
Como decía los verdaderos protagonistas son para mí los secundarios donde tenemos por ejemplo a Guy Pearce, al que pudimos ver también como agente de la ley en la tensa y violenta “Animal Kingdom” 2010, enfundado en el papel del Agente Especial Rakes donde crea a un personaje escrupuloso y arrogante despertado en el publico justamente lo que desea Hillcoat, asco. Después tenemos también a un soberbio Olman interpretando a Floyd un gánster perseguido por la ley, y sin olvidar a esa revelación de actriz que es Jessica Chastain, vista en films donde su calidad artística no es necesaria argumentar, como la casi perfecta “Take Shetler”2011 o la extraña pero magica “The Tree of Life”2011.


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Hay proyectos que quedan en simple papel en el sentido metafórico y literal. La adaptación de la novela de Matt Bondurant sobre unos rednecks beatificados por sus semejantes rurales durante la Ley Seca no va más allá de la tensión que aparentemente puede generar ese rostro pálido, deformado y amanerado de un Guy Pearce mutado sacado directamente de las viñetas de Dick Tracy. El filme de John Hillcoat con libreto de su habitual y polifacético colaborador Nick Cave con sus anacronismos musicales añadidos, no mira más lejos de la intrascendencia. Es simple papel para que lo digiera el espectador: sin gusto ni alimento, simplemente una degustación pasajera. Un trago sin personalidad ni estilística ni narrativa evaporado ya antes de iniciar su recorrido por el gaznate. No sirve de nada contar con un solvente reparto si realmente no hay una historia potente y definida que detallar…

Veamos, tenemos numerosas líneas proclives al interés. El autor de la novela narra la historia de sus propios antepasados y en cierta medida se rodea del misticismo de la frase surgida de uno de ellos: «Nada puede matarnos. No moriremos nunca». Lamentablemente, el filme muere en menos de cuarto de hora… “Sin ley (Lawless)” tampoco va a jugar con mitos y leyendas, ya que deposita su punto de vista en el ‘guaperas’ de la familia pero sin otorgarle una gran historia —y melena Loreal— a lo “Leyendas de pasión”. La fábula de unos destiladores clandestinos en el condado de Franklin tiene puntos de interés en una conversión violenta desde la convulsada inocencia como medida de supervivencia del clan, en el mito del gánster que podría inspirar Floyd Banner (Gary Oldman), en el drama familiar, romántico y personal que parecen vivir los ya desvividos protagonistas. Poco importa, cuando todo es retratado por secuencias de montaje y anacronismos musicales que no añaden interés.

Ni Ley Seca, ni Gran Depresión ni corrupción política y policial en tiempos sin ley que nos devuelven al western como medida de rescate. Simplemente “Sin ley (Lawless)” hace aguas en comparación a un mal capítulo de “Boardwalk Empire”. Su concepción cinematográfica es tan fallida como indiferente y su narración no sabe conjugar las piezas que despliega en un destartalado tablero. Otra cuestión es saber cómo vender la película para atraer a espectadores. Teniendo en cuenta que media humanidad odia a Shia LaBeouf y la otra mitad quedó traumatizada al ver aparecer su pito y torturado rostro en un clip Sigur Ros, lo suyo era anunciar en el póster de la película que el actor nominado a 2 Razzies y 4 MTV Movie Awards será brutalmente apalizado. Millones de personas hubieran pagado y aplaudido por ver como LaBeouf es golpeado y hostiado ferozmente mientras pide con su boca hinchada y sangrando un perdón que nunca llegará. Al menos, para esta fallida película.