Durante la tormenta

Su problema no es ni mucho menos la cualidad de la dirección y la fotografía, cuyos avatares están bien codificados en el sistema fílmico que proponen y que crean un contexto denso y una narrativa que se desarrolla a través de la paciencia y el desconcierto. El problema de “Durante la Tormenta” es su trama, que, aunque parezca aparentemente inteligente tiene menos profundidad que “Jacuzzi al pasado” hecho que provoca incongruencias de guion insalvables que no son de recibo para un largometraje que se toma a si mismo muy en serio. Pero no es todo, aunque hay buenas actuaciones también nos encontramos múltiples sobreactuaciones esporádicas, y la fatalidad de que el drama que vertebra la historia se come al thriller posiblemente inteligente que degluta su ficción. Además de eso, hay el típico error de desenvolver la trama con el concienzudo afán de que el círculo efectivo del clímax final quede cerrado a la perfección, menospreciando por el camino la credibilidad del relato y el desarrollo emocional de algunos de sus protagonistas. Supongo que es una película interesante y entretenida para espectadores que gocen de thrillers efectistas, dentro de este género no está nada mal.

83/13(21/05/19) Entretenida tercera realización del barcelonés Oriol Paulo (tras “El cuerpo” y “Contratiempo”), que termina por alargarse en demasía con lo que sus muchos agujeros se hacen más patentes, así como hace acto de presencia un bajón de ritmo alarmante. Hay que agradecer al cineasta su gusto por relatos enrevesados, arriesgando en sus temas, jugando con el espectador y su percepción, haciéndolo partícipe e involucrándolo en sus thrillers. En este caso juega con el efecto mariposa sumándolo a los gusanos de tiempo que comunican épocas con otras, derivando que al alterar un hecho del pasado hace que el efecto caos modifique sustancialmente el presente. Este es un tema tratado en muchas ocasiones en cine, desde “Regreso al futuro” (a la que se homenajea con la imagen del reloj grande atacado por un rayo), “Terminator”, “El efecto mariposa”, o la hispana “Los cronocrímenes”, aunque de la que más bebe descaradamente es de “Frequency”, en la que un padre y un hijo se comunicaban a través de una radio, lo hacían a través de décadas de diferencia, aquí se ha cambiado el medio de comunicarse a una vieja televisión. En este caso el relato atrae en su inicio pero va perdiendo fuelle a pasos agigantados, desinflándose en su heterogénea mezcla, con recursos artificiosos, con personajes clichés, con diálogos planos, personajes superficiales, esto produce que al final el modo de querer manipularme sentimentalmente me resulta fatuo, y es que llegado su tramo final me importa un bledo lo que les pase a los protagonistas, a lo que tampoco ayuda su conclusión anticlimática. Oriol se nota muy embebido del cine americano, habiendo trazas en la cinta de las anteriormente mencionadas, y además de “La ventana indiscreta” o “Poltergeist” (por lo de la residencia suburbana), construyendo un film de suspenso con elementos hábiles, con saltos en el tiempo, asesinatos, paradojas temporales, supuestos giros inesperados, pero le pierde el azúcar al realizador, parece gustarse mucho a sí mismo, y excede el metraje más allá de lo que las posibilidades del guión (escrito por él junto a Laura Sendim), ello que por ejemplo hace que sus supuestas sorpresas queden en fuegos de artificio que un espectador medio ha desvelado hace mucho con lo que estas llegan apolilladas. Destacable es su recreación de la época del pasado con las casetes, o el grupo británico Transvision Vamp (se ve una camiseta de este grupo), o a Cindy Lauper (Time After Time canta el Nico Lasarte de niño frente a la cámara).

La protagonista Vera Roy (como bien he leído) se erige en una especie de alter ego de la mítica Cassandra, que fue castigada por el Dios Apolo con el Don de la profecía, pero que esto se convertiría para ella en una maldición. El director posee dotes para componer rompecabezas intrigantes, con elementos sugerentes que hacen nos atrape, dota de ritmo sus obras, crea un halo de misterio en sus metrajes, con estética notable, pero aquí los valores se van diluyendo en un minutaje que al querer atraparte lo que hace es mostrarte sus costuras conforme se deshilachan a cada minuto.

Las actuaciones resultan en conjunto pasables, el único que destaca es Javier Gutiérrez, que cada vez tiene más tablas, capaz sin apenas hablar de dejar constancia de su mundo interior; Adriana Ugarte me resulta sobreactuada; Chino Darín parece desubicado, como deseando acabar para cobrar el talón; Álvaro Morte cumple con su rol de simpático esposo con algún secretillo.

La puesta en escena como es habitual en Paulo resulta atractiva visual y auditivamente, rodando en Gran Canaria, Barcelona, Parc audiovisual de Catalunya-Terrassa y L'Ametlla del Vallés-Barcelona, donde la cinematografía de Xavi Giménez (“El maquinista” o “Ágora”) crea imágenes bonitas, jugando con la escasa iluminación, componiendo bellas postales de la tormenta; se suma la música del compositor Fernando Velázquez (“Lo imposible” o “La cumbre escarlata”), potenciando con sus melodías la tensión de este thriller de ciencia ficción.

Comienzo muy explosivo, presentación de personajes y pistas que nos ayudarán a entender la trama. Esa cena en la que nos preguntaremos que demonios le sucede a esa madre, una caja de cerillas, una foto de de una ex y la tormenta.
En líneas generales me gusta la película y como están encajadas las piezas para darle sustento a la historia, mi respeto para el guionista al que se le ocurre como encajar todo eso.
La trama del asesinato bien usada, en un principio es algo sencillo usar un asesinato como trama principal, aquí esta usada para que las piezas encajen y no tiene un peso suficiente para distraer del resto, bien jugado.

Aspectos negativos para mi:

Javier Gutiérrez y Belén Rueda, no es un problema de actuación ni mucho menos, pero que en toda producción española tengan que estar estos dos (por separado o juntos como aquí) ya cansa.
Previsibilidad acentuada en la parte final, me gustaría ver alguien que arriesgase en lugar de ir al clásico final establecido o feliz.
Duración excesiva, un pecado no solo de esta cinta sino del cine en general; amigos a veces menos es más.

De Oriol Paulo he visto todas sus películas sin proponermelo, cierto. Y la verdad es que su cine me recordaba mucho a esos thrillers noventeraros de final sorprendente que nunca lo es tanto. Es cine palomitero de codazo de "ese, ese es el malo" , o "ya está, ya se por donde va". Ya me entendéis.
Pero mira tú por donde que está "Durante la Tormenta" me parece una obra de lo más cuidada y de lo más... no sé si original es la palabra, aunque si juntas aquí el fondo y las formas sí se puede decir que es una obra que merece perdurar más allá de un par de meses. Espero no equivocarme cuando digo que de aquí unos años miraremos atrás y hablaremos de una peli mítica. Con dos cojones, sí eso he escrito.
Está más que probado que si juntas viajes en el tiempo, un misterio de esos que enganchan y lo bates con asesinatos pasionales falla porque es muy mala la historia. Pero es que aquí se han juntado los astros para conseguir una película en la que no miras ni la hora en el móvil.
Desde "Premonición" que no gozaba tanto con los viajes en el tiempo señores.
Hasta Le perdono el batiburrillo melodramático con el que resuelve el entuerto.
Chapó por usted señor Paulo.

Imagino que muchos hijos o parientes de actor han tenido que luchar contra sospechas hacia su talento («ha conseguido el papel por enchufe») y comparaciones con sus progenitores («el chico es bueno, pero aún le falta para igualar a su...»). Por el momento, visto lo visto con su desempeño en “Durante la tormenta”, Chino Darín sólo tiene que preocuparse de lo primero. Le queda mucho, pero mucho, mucho, para que empecemos a plantearnos si realmente ha heredado algo de su padre más allá de cierto parecido físico. Tampoco es cosa de cebarse con su interpretación y decir que hunde la película, pero es indudable que su horrible trabajo es uno de los lastres, quizá el más pesado, con los que carga la película y no le deja remontar el vuelo.

Quizá lo mejor que tiene “Durante la tormenta” es su ambición por hacer una película española de ciencia ficción en el peligroso mundo de los viajes en el tiempo y las líneas temporales paralelas. Y, particularmente, no sé si de forma consciente o no, ofrece una propuesta interesante al gran problema que suele aquejar a las películas con esta temática: el de las paradojas temporales y el encontrarse con el yo del pasado en el futuro o viceversa. Así, “Durante la tormenta” es de los pocos viajes en el tiempo en el que, aceptando su premisa con mente abierta, podemos considerar que tiene un desarrollo bastante consistente.

Las interpretaciones son desiguales. Muy desiguales, Javier Gutiérrez y varios secundarios cumplen con solvencia, Chino Darín y Julio Bohigas (el crío) están muy mal y Adriana Ugarte se mueve en la frontera entre intensidad y sobreactuación con su habitual registro de desquiciada. Su energía descontrolada termina de llevarse por delante al pobre Chino que, por momentos desaparece de escena mimetizado con el entorno y por momentos parece sufrir alguna clase de lentitud mental.

Entrando con los defectos, el más evidente era también el más evitable: plagiar “Frecuency” (aquella mediocre película de finales de los noventa con Dennis Quais y Jim Caveziel) y su planteamiento de comunicaciones interdimensionales como punto de partida para desarrollar un thriller curioso. ¿Creían que por “inspirarse” en una película de hace veinte no nos íbamos a dar cuenta?. Pues no. Y queda fatal, porque se me ocurren, a bote pronto, setenta u ochenta formas de cohesionar las tramas sin caer tan bajo. Por otro lado, Tampoco están bien trabajadas ni cerradas muchas de las líneas argumentales. A algunas les falta profundidad, a otras les sobra detalle, muchas no aportan nada y otras no encajan por mucha generosidad de mente que podamos o queramos considerar. Su gran giro de guion no está mal pensado, pero se ve venir desde la mitad de la película y, para los afortunados a los que pille de sorpresa, no tiene la inteligencia de cerrar ahí la película, en todo el clímax, sino que riza el rizo con un segundo giro que, este sí, sorprende para mal por lo infantil de la propuesta y te deja caritrini de la decepción.

Mirándola en retrospectiva, dejando a un lado los defectos más evidentes, “Durante la tormenta” se me antoja como un conjunto de buenas ideas pero mal ejecutadas y, sobre todo, mal organizadas. Sin duda, con el mismo material, Christopher Nolan habría podido darle la coherencia que necesita. De hecho, hay partes de la trama y de la banda sonora que también parecen “inspiradas” en “Origen”. Al menos en eso sí han acertado con la fuente de inspiración.