Imagino que muchos hijos o parientes de actor han tenido que luchar contra sospechas hacia su talento («ha conseguido el papel por enchufe») y comparaciones con sus progenitores («el chico es bueno, pero aún le falta para igualar a su...»). Por el momento, visto lo visto con su desempeño en “Durante la tormenta”, Chino Darín sólo tiene que preocuparse de lo primero. Le queda mucho, pero mucho, mucho, para que empecemos a plantearnos si realmente ha heredado algo de su padre más allá de cierto parecido físico. Tampoco es cosa de cebarse con su interpretación y decir que hunde la película, pero es indudable que su horrible trabajo es uno de los lastres, quizá el más pesado, con los que carga la película y no le deja remontar el vuelo.

Quizá lo mejor que tiene “Durante la tormenta” es su ambición por hacer una película española de ciencia ficción en el peligroso mundo de los viajes en el tiempo y las líneas temporales paralelas. Y, particularmente, no sé si de forma consciente o no, ofrece una propuesta interesante al gran problema que suele aquejar a las películas con esta temática: el de las paradojas temporales y el encontrarse con el yo del pasado en el futuro o viceversa. Así, “Durante la tormenta” es de los pocos viajes en el tiempo en el que, aceptando su premisa con mente abierta, podemos considerar que tiene un desarrollo bastante consistente.

Las interpretaciones son desiguales. Muy desiguales, Javier Gutiérrez y varios secundarios cumplen con solvencia, Chino Darín y Julio Bohigas (el crío) están muy mal y Adriana Ugarte se mueve en la frontera entre intensidad y sobreactuación con su habitual registro de desquiciada. Su energía descontrolada termina de llevarse por delante al pobre Chino que, por momentos desaparece de escena mimetizado con el entorno y por momentos parece sufrir alguna clase de lentitud mental.

Entrando con los defectos, el más evidente era también el más evitable: plagiar “Frecuency” (aquella mediocre película de finales de los noventa con Dennis Quais y Jim Caveziel) y su planteamiento de comunicaciones interdimensionales como punto de partida para desarrollar un thriller curioso. ¿Creían que por “inspirarse” en una película de hace veinte no nos íbamos a dar cuenta?. Pues no. Y queda fatal, porque se me ocurren, a bote pronto, setenta u ochenta formas de cohesionar las tramas sin caer tan bajo. Por otro lado, Tampoco están bien trabajadas ni cerradas muchas de las líneas argumentales. A algunas les falta profundidad, a otras les sobra detalle, muchas no aportan nada y otras no encajan por mucha generosidad de mente que podamos o queramos considerar. Su gran giro de guion no está mal pensado, pero se ve venir desde la mitad de la película y, para los afortunados a los que pille de sorpresa, no tiene la inteligencia de cerrar ahí la película, en todo el clímax, sino que riza el rizo con un segundo giro que, este sí, sorprende para mal por lo infantil de la propuesta y te deja caritrini de la decepción.

Mirándola en retrospectiva, dejando a un lado los defectos más evidentes, “Durante la tormenta” se me antoja como un conjunto de buenas ideas pero mal ejecutadas y, sobre todo, mal organizadas. Sin duda, con el mismo material, Christopher Nolan habría podido darle la coherencia que necesita. De hecho, hay partes de la trama y de la banda sonora que también parecen “inspiradas” en “Origen”. Al menos en eso sí han acertado con la fuente de inspiración.