El cuaderno de Sara

Potente apuesta del cine español por salir de su zona de confort y ofrecer un drama con fuertes componentes de intriga y aventura en un sitio tan inhóspito como es el África ecuatorial. Concretamente, la acción se desarrolla en uno de los sitios más peligrosos del mundo como es la selva del Congo, donde una señora busca a su hermana, cooperante internacional, que ha desaparecido en una zona donde a las habituales tenisones militares de índole político-racial se unen conflictos paramilitares entre mafias y bandas locales por dominar el comercio de valiosas materias primas.

El gran punto fuerte de la película es su ambientación. Rodada en el sitio seguro más cercano al inestable Congo, el director y su equipo técnico sumergen al espectador en el incómodo entorno en el que se desarrolla, tanto en las corrompidas ciudades como en las miserables minas como en la axfisiante jungla. Por ese lado, nada que objetar. Hace tiempo que el cine español es capaz de lograr, cuando se lo propone, películas con puestas en escena de una calidad similar a la de grandes producciones extranjeras. También dispone de un guionista de cierto renombre, competente, que plantea una historia interesante en su naturaleza (la búsqueda de un familiar perdido en el culo del mundo) aunque pobremente desarrollada, como si el visto bueno a la película hubiese llegado demasiado pronto y ciertos detalles se hubiesen ido concretando sobre la marcha. O como si la complicada realidad de un rodaje demasiado exigente hubiese requerido recortar ambiciones y visitar lugares comunes (qué malos son los señores de la guerra, qué despiadado es el capitalismo, qué hipócrita es Occidente) para salir de ciertos jardines en los que se mete alegremente sin un plan de salida.

Así, asistimos a continuos alegatos populistas donde las soluciones utópicas parecen siempre a punto de concretarse en la siguiente línea de guion pero al final, por una cosa u otra, quedan permanentemente en el aire. Por ejemplo, la película parece dejar claro que el colonialismo (que aseguraba cierta prosperidad a una parte del país mientras la metrópolis se enriquece e impone su poder militar) es inmoral. También deja claro que el modelo de una dictadura local respaldada por potencias occidentales (donde hay cierta estabilidad social y hasta cierta clase media, mientras se enriquecen las élites que suelen mantenerse usando el terror) no es mucho mejor. Pero no termina de posicionarse a la hora de valorar si esos dos modelos son mejores que un sistema democrático en la forma, pero anárquico en el fondo y corrompido hasta la médula donde la vida no vale nada y el poder de facto recae en el más violento. Bueno, miento, “El cuaderno de Sara” deja caer que lo ideal sería un sistema justo y pacífico, sin pobreza, en el que todo el mundo tenga oportunidades y derechos. Tampoco le gusta eso de que haya niños soldado. No lo ve bien. Considera que los niños tendrían que estar jugando o en la escuela. Y así todo el rato.

Ante este panorama, con una película vistosa en la forma y vacía en el fondo, lo que decanta la película hacia el suspenso es su falsedad. Lo complicado que resulta empatizar con ella. Ponerse en la piel de Belén Rueda o de su hermana. Una está disposición de dejarlo todo en España para irse en persona a buscar a su hermana, la típica cooperante con pocas luces y muchos pájaros en la cabeza incapaz de valorar riesgos y peligros, lo que nos lleva a pensar en personajes que deben provenir de familias adineradas, de las que han vivido en una burbuja y se piensan que el resto del mundo se rige por sus mismos parámetros de estabilidad. De los que se piensan que se pueden plantar en el Tercer Mundo y reclamar en la ventanilla de parientes desaparecidos que les organicen una excursión de rescate que les permita ver los sitios típicos (jungla, barro, chozas) y la fauna local (alimañas, guerrilleros) mientras ponen caras deeply concerned cuando les cuentan tragedias en la cena alrededor de una fogata. Realmente, “El cuaderno de Sara” termina siendo eso: un safari con música de tensión donde la Belen Rueda exploradora interacciona con figurantes que encarnan los estereotipos de la zona.

Ideal para idealistas de salón y aventureros sin muchas nociones de geopolítica. Tediosa cuando se ve sin prestarle mucha atención y tramposa cuando la acumulación de clichés hacen saltar las alarmas. No era para mí.

Digna producción española que puede tratar de tú a tú a otras producciones extranjeras bastante más costosas. Puede pecar de pensar sólo en hacer taquilla y atraer al gran público, renunciando a otras miras de más alcance; pero la verdad es que su objetivo lo consigue de una forma bastante digna, y que entretiene sin grandes peros cinematográficos, salvo alguna licencia excesiva del guión. Una pena porque el salto de categoría de una buena película a una gran película estaba al alcance de la mano.

Lo mejor: Buen ritmo y una producción excelente para una película española de este género.

Lo peor: Haber renunciado a profundizar en temas más complejos que aparecen de forma colateral en la película.


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Belén Rueda se luce con una de las mejores interpretaciones de toda su carrera y lo da todo por sacar adelante esta interesante propuesta con un gran nivel en cuanto a la calidad.

La película tiene una ambientación muy lograda, el realismo audiovisual está muy logrado y hay mucho de la realidad de la zona dentro de una cinta que puede llegar a dar conciencia de las situaciones que se viven en algunas zonas del mundo. Esta experiencia ofrece una visión inmersiva de algunas de esas realidades, pero realmente la película sirve de punto de entrada para que el público se interese en investigar sobre algunos temas que se tratan.
Aún así, lo importante es el viaje buscando a Sara y la conexión que se va produciendo entre las dos hermanas a lo largo del viaje aunque una no se encuentre presente. El personaje de Belén Rueda se encuentra emprendiendo el viaje más cerca que nunca por cómo va conectando con ella y más lejos que nunca por la ausencia de Sara.

El ritmo del metraje está bastante bien llevado, la narrativa se mueve a base de impactos bastante bien logrados, mi única pega es que me parece tal vez demasiado irregular el ritmo mediante el cual progresa la película.
La trama está muy bien escrita y logra calar, es una gran película en todos los sentidos.
Las interpretaciones mantienen un muy buen nivel, aún así destaca Belén Rueda con un personaje que deja huella en los espectadores al imprignarnos con sus emociones.
Los efectos especiales son muy creíbles, se encuentran muy bien logrados. La banda sonora acompaña bastante bien, está al servicio de la trama.

Recomiendo verla, yo pienso que debería llevarse varios premios Goya en la próxima gala de entrega de premios.
No es una película que guste a todo el mundo, pero a quien le guste probablemente le gustará mucho como ha sido mi caso.

Pues a falta de unos 35 minutos de que acabe la película y ya que la estoy viendo sin mucho interés y mi mujer se ha quedado dormida (lo cual no significa nada pues lo extraño sería lo contrario) escribo esta critica porque si no lo hago ahora quedará en el olvido y no la haría.
Hasta ahora nada interesante ni entretenido en la película. Lo cual es un resumen de lo que puedo decir de ella en sí.
Lo que realmente quiero decir de ella es que que he visto que se ha rodado en Uganda, donde se conduce por la izquierda, pero está ambientada en Congo, donde se conduce por la derecha. En las escenas se pueden ver vehículos con el volante a la derecha. Mal, muy mal señor López. Me parece un grave error.
También decir que el francés es idioma oficial en Congo. Pero la protagonista mantiene algunas pequeñas conversaciones con gente autóctona en inglés. Vale que este es un idioma internacional y que personas de lenguas maternas distintas, que no son ninguna el inglés, se entienden hablándolo. Pero el francés no es un idioma tan extraño para una española como para no haberlo usado en esas escenas. De hecho ahora hay una en la que un señor habla con un congoleño en francés.
Gracias por leerme.

Con gran profesionalidad y esfuerzo, Belén Rueda destaca dentro de este drama con tono documental recomendable por su justa denuncia de la cruel situación del África explotada por el coltán (el oro negro de nuestra época).
Una película de nivel aceptable, interesante, pero no mucho más de eso. La historia no acaba de enganchar, no termina de llegar al corazón, resultando algo fría. Una pena a pesar de los loable bríos de Belén la exploradora.