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El mundo de Suzie Wong

Drama. Romance Robert Lomax, un maduro pintor norteamericano que se encuentra en Hong Kong, conoce a una joven prostituta china. Lo que parecía un encuentro ocasional se va convirtiendo poco a poco en una historia de amor. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2014
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ser estudioso del cine y sus técnicas, soy espectador; del mismo modo en que, antes de ser escritor de novelas, soy lector. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: NOTABLE.
Un Richard Quine en su mejor etapa, abonó el suelo que pisaba en aquella época con esta auténtica delicia. El exotismo de la película envuelve a la historia de este hombre, aspirante a pintor, que en su viaje iniciático a la libertad, descubrirá un lado inesperado de su humanidad. El baile de Nancy Kwan: simplemente fascinante. Todo en ella lo es, a pesar de que no fue bien utilizada en un Hollywood racista. No es de extrañar que hiciera tan buenas migas con el mítico Bruce Lee, llorando lo suyo en su entierro. Pero a veces, con llegar una sola vez basta, quedando para siempre en nuestras retinas; en la memoria histórica de los cinéfilos. Los secundarios regalan con sus sólidas actuaciones, y la música de George Duning arropa las vivencias de los dos protagonistas en Hong Kong. Un clásico inolvidable que no deben perderse.
Jose Ramon Sales
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16 de octubre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El traje de William Holden llama mucho la atención; siempre va impecable, incluso en los peores tugurios. Está claro que, en los años cincuenta, un pintor no tenía por qué ser greñudo y de aspecto atigrado. Ese traje es un poco como la película, viste por fuera pero no garantiza un gran personaje. Y, efectivamente, no hay en "El mundo de Suzie Wong" grandes alardes de caracterización de personajes. Él está impávido casi todo el tiempo, lo de ella no se lo cree nadie, (ni siquiera metiendo esa forzada catarsis final, que aquí no puedo revelar). Como tantas veces, los secundarios son más precisos: la chica occidental y, sobre todo, la chinita de las gafas.
Tampoco es un alarde si nos tomáramos la película como cine denuncia, la situación de la mujer en China, etc, etc, aunque no me parezca despreciable enfocarlo por ahí si tenemos en cuenta la época.
La puesta en escena revela un aire teatral, por más que sea elegante y alterne, para disimular, con grandes escenas callejeras de multitudes o visitas a restaurantes flotantes.
Y..., sin embargo....sin embargo.... hay algo inexplicable, un aroma, una destilación de ciertos perfumes cinematográficos perdidos hace tiempo, sujetos aquí y allá en unas miradas, una fiesta de alta sociedad, bares ruidosos, algunas lágrimas o unas lluvias torrenciales maravillosas...Hay algo en la película que huele a añejo, a cine excelente, a momentos de química sabrosísima entre los dos protagonistas. Yo no sé muy bien por qué la película deja un regusto nostálgico, agradable, de clásico; incluso ciertas ganas de volverla a ver. Porque, aunque todo sea imposible y casi totalmente falso, está claro que algo se les escabulló entre los dedos a director y guionista, algo mágico. Y no sólo puede ser la maravillosa banda sonora de Dunning, inexplicablemente poco conocida entre los forofos de las bandas sonoras.
¿Será por Nancy Kwan?
berenice
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14 de julio de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la suerte de película hollywoodense que puede verse de dos maneras. La primera, es encantadora: Una joven china, Suzie Wong, tras haber padecido una difícil infancia criada por un tío, ahora que es una preciosa muchacha, y convertida en la preferida por los marines que visitan el bar del Hotel Nam Kok, sueña con ser una mujer digna y amada por un hombre de verdad… hasta que llega el día en que conoce al americano, Robert Lomax, un arquitecto y hombre de negocios que, a su mediana edad, ha decidido dedicarse a la pintura. La suerte de relación que va a darse entre ellos, dejará abierta una amplia puerta para conocer a todo un caballero como manda la vida, y a una chica con una personalidad, tan dulce y fascinante, que va a enamorar, no solo a él, sino a muchos de los que la vemos en la pantalla.

La valoración que da, el director Richard Quine, a la mujer china en general, es digna de encomio, pues, explica claramente por qué tantos hombres vivimos encantados con las orientales... y lo que se nos ofrece por este lado, es una historia de amor excelso e inmortal, donde, Nancy Kwan, se lleva todas las palmas con un debut cinematográfico digno de cualquier antología. Su, Suzie Wong es, definitivamente, uno de los personajes femeninos más bellos de toda la historia del cine, pues, la Kwan lo borda con una mezcla de ternura y sensualidad que, acuñada con esa fragilidad que va develándose a medida que la conocemos, no conduce a otro sentimiento posible que al ansia de protegerla eternamente. La escena de la tragedia que causa la lluvia, llevará a la cumbre éste sentimiento.

Pero, la segunda lectura que nos ofrece, <<EL MUNDO DE SUZIE WONG>>, está ya sugerida en el título, y por eso no se la llamó “La vida de…”. Los países capitalistas, con Estados Unidos de Norteamérica a la cabeza, venían seriamente preocupados por el ascenso que estaba teniendo el comunismo en el mundo. La URSS en 1917… Corea del Norte en 1948… China en 1949… Cuba en 1959… y por eso, durante la llamada, Guerra Fría (1947-1985), se dedicaron, entre otras cosas, a usar todos los medios de comunicación para difundir una pobre imagen de aquellos países que se habían escapado de las fauces imperialistas, al tiempo que idealizaban al hombre y a la sociedad estadounidense.

Por esta ‘sutil’ razón, es que vamos a ver a una China plagada de pobreza; con empleos informales que apenas sirven para no morir de hambre; con una sobrepoblación hacinada a la vera de los ríos o en tugurios montados en laderas a todo riesgo… y donde las mujeres son maltratadas tan asiduamente por los hombres, que ya extrañan cuando encuentran a alguien que no las apalee (¡!). Lo que no se menciona siquiera es que, esa, fue la penosa herencia imperial, pues, para entonces, la Revolución Cultural apenas llevaba 11 años en el poder, ¡absolutamente insuficientes para transformar largos siglos de opresión!

No obstante, sus calculados y perversos propósitos, el filme cautivó de tal manera, a casi todo el mundo, en su superficie romántica que, hasta a los críticos, se les hizo imperceptible el trasfondo político que permanece palpable en sus intenciones.
Luis Guillermo Cardona
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5 de marzo de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué ganas tenía de ver esta película. Recuerdo que vi hace tiempo los primeros minutos pero tuve que dejarla y me quedé con las ganas; por fin la he visto y como supuse, es un placer disfrutar de ella. A Holden es que lo tengo entre mis preferidos de siempre, fue el viejo Pike y ya con eso como estrella me cautivó; es de esos que con la edad fue superándose. Aquí está para estrecharle la mano por su caballerosidad y su empatía con la gente de bien. Su personaje es el de un artista en vías de desarrollo con pocas perspectivas, buscando temas exóticos. Entonces conoce a una mujer asiática y ahí está el interés y el gran acierto de esta película, pero ojo, teniendo en cuenta que aunque se hable mucho de encuentros de culturas, no va de eso, va de los sueños por cumplir de personas humildes, sueños dorados que parecen de otro mundo.

Holden, el duro Holden, quiere ser artista y la mujer es una soñadora. Ese es el verdadero encuentro, el de dos soñadores. Creo que los sueños por cumplir cuando vienen de una niña son inmensamente más nostálgicos que los de un niño. Las niñas que sueñan con ser princesas son las más vulnerables y eso es algo que, ya de por sí, cala en el espectador porque lo capta a la primera. La ternura de la mujer y sus deseos que siguen prevaleciendo a pesar de lo duro, siniestro y cruel de la vida, no decaerán nunca; siempre será una niña. Por eso se siente uno tan sensible. Ese anhelo es lo que enamora al pintor. La rubia inglesa era la buena opción, el premio, pero los soñadores... son auténticos y su alma va siempre con los perdedores.

Tiene un cuento Emilia Pardo Bazán que habla de una niña soñadora huérfana de madre, sumida en la más absoluta pobreza, que un día muy contenta encuentra unas medias y se las pone. La realidad de la vida es que el padre al vérselas puestas le suelta una paliza que la parte un diente y la deja tuerta; así se acabó la tontería. A partir de ahí, solo quieres ver a la chinita salir adelante con todas sus ilusiones y nada más que eso, pero además con William Holden dando puerta a los demás y en ese marco tan bien retratado de Hong Kong, tan vivo en todas sus secuencias.
floïd blue
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17 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa, divertida y tormentosa historia de amor interracial, con grandes toques de humor, entre un maduro pintor aficionado norteamericano y una prostituta desarrollada en Hong Kong. Tal vez Richard Quine no sepa aprovechar del todo las oportunidades del magnífico guion de John Patrick, basado en una adaptación para el teatro de Paul Osborn que estrenaría el también director Joshua Logan pero el destacado trabajo de los actores y, en especial, el debut de la fascinante Nancy Kwan –nunca repetiría semejante gloria-, el análisis de la creíble, a la par que romántica y cambiante, relación entre los protagonistas, las diversas escenas de celos y equívocos entre ambos, el análisis de los enquistados prejuicios raciales, la magnífica progresión dramática de la película o el humor, a veces algo cínico, que impregna todo el metraje junto al atractivo rodaje en exteriores de Hong Kong, nos permiten disfrutar enormemente de esta buena película. Muy agradable.
Gould
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