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Moby Dick

Aventuras. Drama Nueva adaptación de la novela homónima de Herman Melville. Ahab (Gregory Peck), el capitán del Pequod, un barco ballenero, vive obsesionado por dar caza a Moby Dick, la gran ballena blanca que le arrancó una pierna y lo llenó de odio y sed de venganza. Por esta razón, consagra su vida a navegar incansablemente por los siete mares con el fin de capturar a su presa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
5 de enero de 2010
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalmente nunca me cansa el filme de John Huston. Siempre parece nuevo el frío de noviembre que se le mete en el alma al marinero que sigue el curso de los ríos y habla sobre el mar de forma poética. El premonitorio discurso (brillante a pesar de su carga religiosa) de Orson Welles que se camufla de breve secundario y por el que muchos aficionados pasaron por alto su presencia. La forma en que el protagonista y narrador presenta a los oficiales y marinería hace una introducción general para conocer a los personajes, cuyo carácter y valentía marcara las distintas situaciones en la travesía. Es el orgullo del que hablaba el pastor Welles el que pierde al famoso capitán del Pequod; el odio ciego, la total obsesión de un caracterizado y amputado Gregory Peck cuya única misión en la vida es dar caza y muerte a una enorme ballena blanca con justificada fama de asesina.
Son las escenas de caza real, la continua presencia del agua en oleaje o inmensa, la referencia a rutas y océanos, la dura vida en los buques de entonces y algún que otro término náutico los que hacen las delicias de los aficionados a los barcos y al mundo de la mar.
La tripulación admira y teme al capitán, sólo Starbuck, el primer oficial, intenta para la locura, aún viéndose finalmente metido de lleno y por orgullo en la idea de ver a la ballena flotando panza arriba, misma visión con la que soñaba el líder del navío, enfrascado en un viaje sin retorno en el que ni los hombres ni el barco importan, si con su sacrificio se consigue la recompensa en su corazón, marcado a fuego por las heridas de su anterior viaje, en el que se podría decir que le dejó como un muerto en vida, y tan sólo quedan los restos de aquel hombre, condenados a vagar por todos los mares en una desesperada persecución.
Moby Dick es la historia de unos hombres contra su destino, el trágico desenlace de perseguir lo inevitable, de marinos contra algo que les supera en tamaño y rabia, guiados por el deseo de venganza de su implacable líder. Achab es casi un mito para mi persona, la primera vez que vi a Gregory Peck en la pantalla, un chiflado obsesionado pero con una importante carga de carisma, y cuando desde su tumba marina, atado a perpetuidad a los lomos de su enemiga, invita a sus hombres a no retirarse de la persecución, siento que algo se estremece dentro de mí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Roberto Granda
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19 de febrero de 2009
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Huston rodó una estupenda película de aventuras con todo el aroma que rebosaban los clásicos del género de antaño. No es ni el trabajo más conseguido del gran realizador ni la mayor aventura jamás rodada, aún así, tiene grandes rasgos que hacen si visión muy recomendada para todo aquel amante del cine de aventuras.

Para empezar, la trama ya es un punto muy a favor, donde un desgastado capitán únicamente vive y respira para cazar a una poderosa, gigante y mortal ballena llamada Moby Dick, convertida en la maldición de los marineros.

Gregory Peck consigue gracias a un elaborado maquillaje y a una muy buena interpretación, crear a un personaje de lo más pintoresco y carismático, obsesionado por la caza dela ballena blanca. El resto del reparto cumple muy bien, con personajes nutridos de una gran y diversa personalidad.

La película no creo que tuviera un presupuesto precisamente modesto, y eso se nota sobre todo en los primeros minutos gracias al nivel de elaboración de los decorados, que consiguen dotar de un encanto especial a la ambientación de la película consiguiendo la inmersión inmediata del espectador a ese mundo.

Quizá en otros aspectos se haya quedado algo más desfasada, pero sigue siendo un film muy disfrutable que además tiene unas escenas de acción muy agradables de ver. Gracias al talento de todos los integrantes y de sus recursos hacen que estemos ante una muy buena película del género, que sin ser brillante, es totalmente disfrutable.
directorscut
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29 de febrero de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso film de aventuras marinas. Esta película de 1956 está dentro de las mejores películas que he visto y es que no la es por casualidad ya que lo tiene todo.
De la dirección del gran John Huston que decir más que rendirme a la sabiduría de uno de los grandes maestros del cine. El reparto es magnífico destacando a un (discutido en su rol pero bajo mi nopinión) poderoso y impresionante Gregory Peck que actúa como el ya universal Capitán Ahab, el gran ramillete de secundarios donde se encuentran: Leo Genn, Richard Basehart ... sin olvidar a una breve pero intensísima y prodigiosa intervención de Orson Welles.
El guión de Ray Bradbury y John Huston está muy bien elaborado siendo cuidadísimo con el film, la música a cargo de Philip Sainton es muy bonita con muy buenos acordes en las secuencias del film y sin olvidarnos a la gran fotografía a cargo del especialista Oswald Morris.
El presupuesto en este film rodado en Madeira y Islas Canarias entre otros lugares se ha notado para bien dejando entrever la gran obra de Herman Melville de una manera sutil y magistral con una ambientación cuidadísima hasta el mínimo detalle y con unas escenas de caza de las ballenas maravillosas sin olvidarnos de las increíbles escenas final de la tripulación del Pequod comandados por el obsesionado capitán Ahab contra Moby Dick la gran ballena blanca.

Un film de aventuras´en el mar impresionante, tan maravillosa como fascinante, un film que refleja la irracional lucha de un hombre con sus infames ansias de venganza, una experiencia inolvidable en un film tan impresionante como imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mario 92
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28 de febrero de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si abordamos a Moby Dick, sólo como una película de aventuras, el espectador podría resultar decepcionado, porque el film, basado en la novela homónima de Herman Meville, obra cumbre de la novela decimonónica, es infinitamente más que una historia de marineros cazando ballenas. Narrada en primera persona: “Mi nombre es Ismael…”, así comienza la aventura de un joven marinero que se embarca en el Pequod. La cámara reproduce la experiencia contada por un testigo privilegiado. Así pues, el ballenero surca los mares en un periplo cuya finalidad es la caza de una ballena. Nada más simple y a la vez lleno de un trasfondo moral.

Huston no nos cuenta un film de aventuras convencional, en todo caso sería una aventura interior, un viaje hacia la locura que es, cuando el hombre se rebela contra Dios. Moby Dick es una revisitación del mito de Prometeo. Como el propio cineasta manifestó: “Moby Dick es una gran blasfemia, es la base de la novela y no puede obviarse de ninguna manera”. El capitán Ahab (Gregory Peck), es un ser corroído por el rencor que odia a Dios, y que ve en la ballena blanca la máscara pérfida del pretendido creador.

Ha comprendido la impostura de Dios al que considera un asesino, esa blasfemia nos sitúa en el plano moral existencialista que entronca con el espíritu de la novela. La historia está lastrada por la ira y el odio. Las cicatrices en el rostro y la pierna devorada de Ahad son las marcas exteriores de la deuda con Moby Dick, representa pues, la conciencia de los hombres enfrentados a la injusticia divina, los agraviados que pretenden asaltar los cielos movidos por la sed de venganza. No hay duda que Moby Dick es la historia de una obsesión. La prestancia de Orson Welles, su atronadora presencia como predicador en un sermón sobre Jonás, además de significar una de las secuencias más logradas del film, advierten de los riesgos que corren aquellos que osen desafiar al Señor.

Hay una clara alusión a lo blanco, asociado a la inmortalidad, a la pureza, a lo sublime. Es la locura de un hombre que se enfrenta a un monstruo sagrado, que atenta contra las leyes divinas. Una película con una fuerza sacrílega enorme, con esa escena en que el capitán invita a la tripulación del Pequod a beber ese ron, todos ellos se conjuran para matar a Moby Dick en una especie de comunión obscena. Esa locura feroz y desatada que navega por las aguas procelosas del alma. Huston y su guionista, el gran escritor Ray Bradbury lograron captar algo insólito, una aventura interior, una introspección en el mal y la soberbia del ser humano que se rebela contra Dios. El fatalismo está servido.
Antonio Morales
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29 de noviembre de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
367/24(25/11/09) John Huston nos regala un Clásico universal de aventuras. Un film donde las aventuras marinas son el decorado y la obsesión el motor, obsesión que es el infierno de la venganza del capitán Ahab, yo entiendo la historia como el relato Bíblico del Génesis, en el que el Paraíso es el Mar que Dios ha entregado a los hombres, del que obtendrán lo que necesiten, pero en el Paraíso está el Árbol Prohibido al que no deben tocar, este Árbol es blanco marfil y tiene forma de ballena, y el Adán de este narración es Ahab que ha convertido su obcecación en su demonio por el que Dios le castigará, todo esto viene encabezado por el glorioso sermón del Padre Mapple (colosal Orson Welles) que ya nos sitúa en un entorno cuasimístico en el que la línea entre el bien y el mal se difumina. La cinta engancha desde el minuto uno con una presentación de los personajes brillante, en el que se nos muestra un pueblo pesquero, en el que la camaradería imperante lo inunda todo, para a continuación asistir a la maravillosa escena del sermón que versa sobre Jonás y la ballena que se lo tragó, este sermón marca la atmósfera, después nos embarcamos en el ballenero Pequod, donde nos topamos con la enfermiza personalidad del capitán Ahab (Gregory Peck), obcecado en combatir sus fantasmas interiores, personificados en la Ballena Blanca, en esta odisea arrastrará a toda su intrépida tripulación. Posee la película escenas de acción portentosas, en los que el zenit es la lucha final con Moby Dick, toda una lección magistral de cine en el que el drama se funde con la épica más majestuosa. El elenco actoral no es lo más destacable, cumplen el trámite a excepción de un discutido Gregory Peck que para mí borda su papel de persona atormentada física (tiene una pierna cortada y en su lugar tiene una pata de hueso de ballena) y espiritualmente. Recomendable a los que gusten de Clásicos de aventuras intemporales. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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