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Dos mulas y una mujer

Western. Comedia. Aventuras En México ha estallado la guerra entre los seguidores de Juárez y las tropas francesas del emperador Maximiliano de Austria. Hogan (Clint Eastwood), un duro mercenario, salva a una monja (Shirley MacLaine) del ataque de unos malhechores. Juntos emprenden un accidentado viaje en el que, a pesar de sus diferencias, quedará de manifiesto que tienen mucho en común. (FILMAFFINITY)
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7
11 de abril de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Él es uno de los pistoleros más duros, rápidos y caraduras. Ella, una de las monjas más peculiares, tercas y obstinadas.
Dios no los crió, pero ellos se juntarán, formarán pareja y protagonizarán uno de los "westerns" más interesantes y originales del género de la mano del veterano Don Siegel.

El mismo año que Sam Peckinpah nos regalaba la melancólica y muy peculiar "Balada de Cable Hogue", otro conocedor del género (aunque no tanto como el anterior), Don Siegel, se reunía por segunda vez con Clint Eastwood tras "La Jungla Humana" para regresar a los tiempos de los pistoleros, las revoluciones y los caballos. Realmente, la historia fue concebida por el rey del "western" de la serie "B", Budd Boetticher ("El Desertor de El Álamo", "Cimarron Kid", "Wings of the Hawk", "Horizontes del Oeste"...), quien pretendía dirigirla creyendo que sería buena idea contar con Robert Mitchum y Deborah Kerr para los papeles principales (ya habían interpretando a unos personajes similares en "Sólo Dios lo Sabe", de John Huston).
Finalmente el guión acabó llegado a las manos del veterano Albert Maltz (uno de los perseguidos por la Caza de Brujas) quien reescribió la mayor parte de la trama dejando como protagonista al más contemporáneo Clint Eastwood. Cuando éste ya estaba en el proyecto convenció a Elizabeth Taylor para encarnar a la hermana Sara, pero como los caminos del Señor son insondables, Shirley MacLaine terminó acompañándole, lo que no hizo mucha gracia a Eastwood, ni a Siegel, ni a Boetticher (según decían, la srta. MacLaine era de todo menos dulce y fácil de tratar).

Poco después de la Guerra Civil americana, el ejército francés hostiga y masacra continuamente a los revolucionarios mejicanos. En medio de este clima tan turbulento e inseguro, Hogan, un ex-soldado sudista (atentos a la canción que canta borracho) reciclado en mercenario, vive sin acatar leyes de ningún tipo, ni creencias, ni compromisos políticos. Él sólo pelea por su suerte y su dinero; por casualidades de la vida se topa con Sara (no por milagros, como erróneamente ella piensa), una mujer que está siendo acosada por unos bandidos, una mujer guapísima que resulta ser una monja, pero no una cualquiera, sino la más cabezota y pintoresca que existe.
Pues el destino ha querido que se encuentren, ya que mientras la hermana Sara está recolectando dinero para ayudar a las milicias de Juárez, Hogan tiene pensado participar junto a éstas en la toma de un cuartel militar francés, pero no por la causa, sino por el botín que las tropas tienen bien guardado en una caja fuerte. Hogan y Sara vivirán una retahíla de emocionantes aventuras donde estrecharán lazos hasta que llegue el 14 de Julio, día elegido para el gran asalto.

Hay que rendirse ante lo evidente: "Dos Mulas y una Mujer" no es el mejor "western" de la Historia, sin embargo, Don Siegel es un cineasta con mucho talento, intuición y sabe honrarnos con una historia muy interesante a la par que entretenida...y bastante atípica también, porque, ¿quién podría imaginarse a un confederado renegado y a una monja (que poco a poco iremos descubriendo que no es lo que parece) como dúo en un "western"? Así, los muros del viejo cine del Oeste americano son derribados una vez más aunque intente recuperarse, de algún modo, la esencia clásica del género; para esto, Maltz y Siegel se nutren de distintas vertientes.
Encontramos influencias del estilo mediterráneo de Leone, con Eastwood haciendo, para más inri, el mismo tipo de papel que en aquellas correrías por nuestras tierras almerienses (pistolero cínico, oportunista, caradura y sin patria). También se hereda del seco, violento y desencantado toque de Peckinpah (además del gusto de aquél por México, tierra de utópica libertad) y como el cruce de géneros ha sido vital para llevar el cine del Oeste a una etapa de renovación, la aventura y la intriga en la más pura vena de Sturges y Daves también se halla en esta fábula revolucionaria con pedigrí mejicano donde Siegel decide añadir toques de irreverente humor y romance para redondear la cosa.

Uno aprecia la gran desemejanza del film con los clásicos "westerns" reparando en Hogan, a quien no le importa nada excepto él y su oportunidad de ganar dinero y que, además, seduce a una monja. En las antípodas de los aguerridos héroes que poblaban las películas de John Ford. Otra de las razones por las que el "western" tuvo dificultades para adaptarse a los vientos cambiantes de los años '60 fue el papel secundario que tradicionalmente habían ocupado las féminas.
La impagable y atractiva Shirley MacLaine se revela en contra de ello en un papel duro, descarado y con agallas, deseando quedar muchas veces (que no quedando) por encima de Eastwood, quien protagoniza uno de sus mejores cara a cara con una mujer en el cine (alcanzando esta práctica su culminación en "El Seductor"). Siguen a éstos un reparto correcto, mejicano en su gran mayoría, donde destaca el carismático coronel Beltrán, al que da vida Manuel Fábregas.

Todos ellos a las órdenes de un Siegel muy solvente, que nos regala una buena aventura llena de acción, humor, violencia y un asalto final de lo más espectacular, adornada con la genial fotografía de Gabriel Figueroa y la gran banda sonora del mítico Morricone (otro detalle que aparta a la película del "western" americano convencional y la acerca todavía más al "spaghetti western").
6
20 de diciembre de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, dos mentiras, una por mula, y una verdad, una mujer. Lo mismo engaña el título español de la cinta que el original, pues a la "hermana Sara" (MacLaine) únicamente acompañan asnos, entre los que naturalmente no contamos a Hogan (Eastwood) que marcha con un par de cabalgaduras por tierras mejicanas cuando se encuentra en paños menores a la monja. Aunque se comprende que un título como "Dos burros y una mujer" no queda precisamente muy cinematográfico que digamos.
Por lo demás estamos ante un western con tonos de comedia, en el que los dos protagonistas citados mantienen un buen duelo interpretativo del que damos como ganadora a los puntos a MacLaine.
Los aspectos técnicos de guión, dirección, fotografía, paisajes, ambientación y sobre todo música (con sus "Mañanitas" y su "Paloma") son buenos. Hay que reconocerlo. Sin embargo la obra viene lastrada por el tratamiento tan rutinariamente sesgado que, una vez más, se da a la "revolución" juarista en detrimento de una discutible, sí, intromisión francesa y europea en los asuntos mejicanos, sin tener en cuenta que fue reclamada por una buena parte de este mismo pueblo. Como de costumbre se olvida todo el poderoso intervencionismo estadounidense en el conflicto, en línea con el famoso "América para los americanos", que luego pasaría factura levantándoles a los pobres mejicanos casi un tercio de su territorio, asunto este del que nunca se habla. Y luego chirría una y otra vez la manía de presentar a las tropas francesas como soldaditos de plomo crueles, torpes y únicamente preocupados en lucir sus coloridos uniformes.
Lo mismo que otras reseñas, también nos quedamos con la escena de la extracción de la flecha que la hermana Sara ejecuta siguiendo las instrucciones de un beodo Hogan (no había otro anestésico que el whisky). Con habilidad hace sobre la parte de la flecha no clavada un canalillo que rellena de pólvora que inflama para cauterizar la herida, mientras de un golpe seco empuja la saeta para que salga por la espalda y rellena bien con musgo cicatrizante los dos orificios (una pulgada en cada uno de ellos).
De todas formas, pese a los tópicos citados del argumento la película entretiene bastante.
7
19 de mayo de 2022 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se encuadra en la segunda intervención francesa en Mexico que fue un conflicto bélico entre 1862 y 1867 a raíz del impago de la deuda a España, Gran Bretaña y Francia. Francia decidió invadir México por ello.
Esta peli tiene grandes alicientes como Clint Eastwood, quien para 1970 ya había rodado la trilogía con Sergio Leone y también otra con el mismo Don Siegel, La jauría humana, dos años antes, y que al año siguiente (1971) repetiría con Don en la mítica Harry el Sucio y más adelante en La fuga de Alcatraz (1979). Además tenemos a una hermosísima y dinámica Shirley MacLaine con 35 años. No es el típico western porque aquí los villanos no son cowboys sino franceses, pero todo amante del género disfrutará de esta peli. Y con música de Enio Morricone.. qué más se le puede pedir a un western?
9
15 de junio de 2022 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los westerns ya habían pasado su época de esplendor y el duo Siegel y Eastwood nos sorprenden con un Western que hace lo que necesita para ser una buena película, una muy buena película. Y un buen Western. Reinventan el género y hacen algo diferente.
Ojo. En los 70 (y finales de los 60) hay muchos y buenos Westerns, pero sin duda todos apuntan a un fin de ciclo porque el Western como género clásico ya había desaparecido.

Siegel le aporta su propio grano de arena y Eastwood recoge (Morricone incluído) parte de la esencia del Western que venía de Europa.
Si quitamos a cualquiera de los tres factores de la ecuación: la película falla. Cada uno aporta su pequeña parte.
Siegel su visión y el toque y coherencia que necesitaba la película.
Eastwood la presencia que requería la película.
Morricone el alma de la película.

Y luego la labor de un guión y una Shirley MacLaine que acaban de hacer a Dos mulas y una mujer lo que es: un auténtico clásico.
7
20 de julio de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucha en México entre los seguidores de Juárez y las tropas francesas del emperador Maximiliano de Austria.

Pero claro, Maximiliano no contaba con Hogan (Clint Eastwood), un duro del oeste, mercenario y todo eso, que salva a una monja (Shirley MacLaine) del ataque de unos malhechores. Ambos galopan, caballo y mula y luego burra, en un viaje accidentado en el cual queda de manifiesto que tienen gran afinidad.

Don Siegel dirige con excelencia esta cinta escrita por Albert Maltz (argumento del director de western Budd Boetticher), una historia donde hay de todo: forajidos, una indefensa monja, un aguerrido Clint, indios enflechando a nuestro héroe, impulso benefactor hacia los indigentes y la lucha por quitarse de encima las tropas napoleónicas de México y buscar la libertad.

En el reparto sobresalen un sensacional Clint Eastwood, junto a una Shirley McLaine con la cual hay innegable química. Acompaña un grupo de actores de lujo como Manolo Fábregas, Alberto Morin o Armando Silvestre.

La película es bastante divertida, sin perder calidad, una entretenida mezcla de western USA con las ya clásicas obras de Sergio Leone, una cinta exitosa, entre otras, por los estupendos trabajos actorales de Eastwood y McLaine, pero igualmente por un relato que mantiene el interés todo el metraje.

Es igualmente magnífica la fotografía de Gabriel Figueroa, así como la magistral música de Ennio Morricone, con unos paisajes maravillosos y esa emoción de ir de pelea en pelea donde al final… bueno, lo del final no lo cuento que es spoiler.
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