Nomadland
6.7
25,827
Drama
Una mujer, después de perderlo todo durante la recesión, se embarca en un viaje hacia el Oeste americano viviendo como una nómada en una caravana. Tras el colapso económico que afectó también a su ciudad en la zona rural de Nevada, Fern toma su camioneta y se pone en camino para explorar una vida fuera de la sociedad convencional, como nómada moderna. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2021
12 de abril de 2021
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Albert Camus escribió “La única manera de lidiar con este mundo sin libertad, es volverte tan absolutamente libre, que tu mera existencia sea un acto de rebeldía”. La nueva película de Zhao es una alegoría esta frase, un filme lleno de simplicidad que desarrolla un viaje íntimo sustentada en una armoniosa actuación de Frances. Esa mujer actúa con los ojos. Fuera de ese viaje, Nomadland también es un tratado empático que habla del duelo, y como cada persona lidia con él. Un gran trabajo de fotografía, una banda sonora aceptable más no destacable y un par de diálogos realmente memorables. Lo único con lo que no conecto en la propuesta de Zhoe es con su linealidad argumental, no es un filme plano, pero si carece de énfasis en unos sus conflictos propuestos, por ahí eso lastra un poco con las expectativas.
7.5/10
Opinión Final
La vida como un viaje mismo, lleno de despedidas y bienvenidas, llena de sueños y realidades, llena de caminos, de decisiones. Nomadland es un conectar con lo más simple, con la autenticidad, con la naturaleza y la vida misma. Cosas que ya habían hecho mejor, películas como Wild o Capitán Fantástico, o la maravillosa Camino hacía rutas salvajes. Nomadland es de esa familia, de esa reflexión, ¿Qué somos y que hacemos con el tiempo que nos queda? Siempre ha sido la pregunta más difícil de responder.
7.5/10
Opinión Final
La vida como un viaje mismo, lleno de despedidas y bienvenidas, llena de sueños y realidades, llena de caminos, de decisiones. Nomadland es un conectar con lo más simple, con la autenticidad, con la naturaleza y la vida misma. Cosas que ya habían hecho mejor, películas como Wild o Capitán Fantástico, o la maravillosa Camino hacía rutas salvajes. Nomadland es de esa familia, de esa reflexión, ¿Qué somos y que hacemos con el tiempo que nos queda? Siempre ha sido la pregunta más difícil de responder.
25 de enero de 2021
25 de enero de 2021
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me gustó fue que no bajaran línea, o muy poca, unas frases ahí en una sola escena, por suerte no fue una historia maniquea de nómadas buenos versus sedentarios malos o conformistas, etc. La película no juzga, nos muestra a estas personas con mucho respeto y cariño, su vida, sus aficiones, el por qué deciden hacer ese camino, algunos por mucho tiempo, otros por poco hasta que encuentra su lugar en el mundo.
Hay mucha belleza en la forma que muestra tanto el paisaje como las relaciones entre los personajes, acá prácticamente no hay un conflicto central, ni tampoco secundarios, solo como Fern se cruza con diferentes, el tiempo que pasa junto con cada uno, el vinculo emocional que forma, etc.
No es para todos, a muchos puede aburrirles una historia así, parecerles un bodrio insoportable.
Para mí lo único malo es que se extiende mucho en la parte del desierto, con 10 minutos menos ahí hubiera sido redonda, igual tampoco le baja mucho, solo 1 punto.
Francis McDormnd hace un trabajo excelente.
Hay mucha belleza en la forma que muestra tanto el paisaje como las relaciones entre los personajes, acá prácticamente no hay un conflicto central, ni tampoco secundarios, solo como Fern se cruza con diferentes, el tiempo que pasa junto con cada uno, el vinculo emocional que forma, etc.
No es para todos, a muchos puede aburrirles una historia así, parecerles un bodrio insoportable.
Para mí lo único malo es que se extiende mucho en la parte del desierto, con 10 minutos menos ahí hubiera sido redonda, igual tampoco le baja mucho, solo 1 punto.
Francis McDormnd hace un trabajo excelente.
22 de marzo de 2021
22 de marzo de 2021
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son multitud las ROAD MOVIE englobadas dentro del cine independiente estadounidense que hemos visionado a estas alturas. Al enfrentarme a NOMADLAND me surgía la duda de si aportaría algo nuevo a dicho género. Pues bien, que agradable sorpresa el observar que en el film se nos describe la vida de los WORKAMPERS, algo desconocido para mí.
La directora CHLOÉ ZHAO es una joven promesa india de origen chino-estadounidense que se dio a conocer en el festival de SUNDANCE con SONGS MY BROTHERS TAUGHT ME. En esta ocasión, es también la encarga de adaptar el guion de un libro de la estadounidense JESSICA BRUDER. La escritora nos dio a conocer la vida de los WORKAMPERS, viviendo un tiempo como ellos. Su vida consiste en ser nómadas con trabajos esporádicos y viviendo en sus coches o furgonetas. Dicho movimiento surgió a partir de la dura crisis estadounidense del 2008. En la película, CHLOÉ nos describe dicha forma de vivir tan peculiar, con personajes solitarios, basada en el trueque, ganándose la vida poco a poco y con divertidas reuniones nocturnas en las que todos intercambian las historias de sus duras vidas. Magnifica la descripción de estas vidas, relatada con sobriedad, sabiendo que no va a pasar nada (no esperamos giros de guion), expresando lo interesante de las monótonas vidas.
Con una excelente fotografía y un piano de fondo, pasamos de los azules paisajes nevados para terminar en los rojos de los desiertos estadounidenses.
La protagonista es FRANCES MCDORMAND, una de las pocas actrices con la triple corona de la actuación (2 oscars, 1 Tony de una obra teatral y un Emmy por una serie). Su trabajo es impecable, es increíble cómo se puede expresar tanto de una manera tan pausada y templada.
En NOMADLAND se disfruta de la descripción de una forma de vida, en la que todos los días son parecidos, donde no se intenta llamar la atención, con magníficos planos que están realizados para sumar a lo que se nos cuenta para disfrute del espectador y que en ningún caso están hechos para llenar el ego de la directora (cosa que sí que hacen algunos de los destacados directores actuales).
Como curiosidad, mencionar el caso de SWANKIE, una de las WORKAMPERS y uno de los papeles más emotivos. Pues bien, al que le interese que dé una vuelta por su curiosa vida, ya que no es actriz si no una de las activistas más representativas de dicho movimiento.
La directora CHLOÉ ZHAO es una joven promesa india de origen chino-estadounidense que se dio a conocer en el festival de SUNDANCE con SONGS MY BROTHERS TAUGHT ME. En esta ocasión, es también la encarga de adaptar el guion de un libro de la estadounidense JESSICA BRUDER. La escritora nos dio a conocer la vida de los WORKAMPERS, viviendo un tiempo como ellos. Su vida consiste en ser nómadas con trabajos esporádicos y viviendo en sus coches o furgonetas. Dicho movimiento surgió a partir de la dura crisis estadounidense del 2008. En la película, CHLOÉ nos describe dicha forma de vivir tan peculiar, con personajes solitarios, basada en el trueque, ganándose la vida poco a poco y con divertidas reuniones nocturnas en las que todos intercambian las historias de sus duras vidas. Magnifica la descripción de estas vidas, relatada con sobriedad, sabiendo que no va a pasar nada (no esperamos giros de guion), expresando lo interesante de las monótonas vidas.
Con una excelente fotografía y un piano de fondo, pasamos de los azules paisajes nevados para terminar en los rojos de los desiertos estadounidenses.
La protagonista es FRANCES MCDORMAND, una de las pocas actrices con la triple corona de la actuación (2 oscars, 1 Tony de una obra teatral y un Emmy por una serie). Su trabajo es impecable, es increíble cómo se puede expresar tanto de una manera tan pausada y templada.
En NOMADLAND se disfruta de la descripción de una forma de vida, en la que todos los días son parecidos, donde no se intenta llamar la atención, con magníficos planos que están realizados para sumar a lo que se nos cuenta para disfrute del espectador y que en ningún caso están hechos para llenar el ego de la directora (cosa que sí que hacen algunos de los destacados directores actuales).
Como curiosidad, mencionar el caso de SWANKIE, una de las WORKAMPERS y uno de los papeles más emotivos. Pues bien, al que le interese que dé una vuelta por su curiosa vida, ya que no es actriz si no una de las activistas más representativas de dicho movimiento.
31 de marzo de 2021
31 de marzo de 2021
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más metafórico y simbólico de lo que ha sido 2020 y está siendo 2021 para el cine que el hecho de que la gran favorita de la temporada de premios ponga cara y dé voz a los mayores desheredados de un sistema que, en época de vacas flacas (mucho más crónicas y permanentes de lo que sus altavoces oficiales se dignan en admitir), los expulsa sin piedad hacia sus fondos más bajos. Sí, cada vez resultan menos creíbles esos relatos sobre el "American dream", la impostada cultura del esfuerzo y el falaz discurso de la meritocracia que no hace tanto solían copar los grandes premios de una industria ensimismada, autocomplaciente y autoindulgente, a la que no absuelven sus cosméticos y superficiales ejercicios de compromiso social y político.
Mientras veía Nomadland no podía evitar acordarme de The Florida Project, brillante relato sobre la precariedad extrema en la periferia inmediata de una fábrica de sueños irreales como Disneyworld. Frente a esa propuesta "estática", Chloé Zhao nos plantea una road movie, que por momentos se viste de una suerte de western de lo precario. Pero la cineasta china, en esta adaptación del libro homónimo de no ficción de Jessica Bruder, va más allá de una respuesta contemporánea a Las Uvas de la Ira, pues opta por poner delante de la cámara a nómadas reales (la práctica totalidad del reparto, a excepción de Frances McDormand y David Strathairn) como vehículo para hacer esta historia creíble y eliminar cualquier fantasma de impostura.
La sinceridad y cercanía narrativa, emocional y tonal de Zhao encuentra sus imprescindibles compañeros de viaje en los grandes angulares de Joshua James Richards, que reivindican, en clave casi fordiana, los grandes descampados de la América profunda como último refugio de un sistema que hace tiempo que está caduco; así como en las melodías minimalistas de Ludovico Einaudi, que imprimen a las imágenes la connotación necesaria para dotarlas del significado deseado.
El único talón de Aquiles que se le puede encontrar a esta película es quizás su excesiva linealidad narrativa, la cual, a la vez, puede no ser más que la consecuencia, natural e inevitable, de querer despojar el relato de cualquier atisbo de épica. Pese a todos los momentos emotivos y los finísimos halos de esperanza que nos brindan, Nomadland nos deja claro que la supervivencia diaria es algo demasiado crudo como para vestirla de epopeya. Precisamente en esto mismo radica también la honestidad del relato, que no nos pinta la vida nómada como un camino de libertad elegido en un ejercicio de romanticismo, como un triunfo de quien rechaza las condiciones cada vez más asfixiantes del sistema económico que tenemos, sino como una resignación de aquellos que ya son conscientes de que las crisis y las grandes flaquezas de ese sistema son un hecho estructural y no coyuntural.
Mientras veía Nomadland no podía evitar acordarme de The Florida Project, brillante relato sobre la precariedad extrema en la periferia inmediata de una fábrica de sueños irreales como Disneyworld. Frente a esa propuesta "estática", Chloé Zhao nos plantea una road movie, que por momentos se viste de una suerte de western de lo precario. Pero la cineasta china, en esta adaptación del libro homónimo de no ficción de Jessica Bruder, va más allá de una respuesta contemporánea a Las Uvas de la Ira, pues opta por poner delante de la cámara a nómadas reales (la práctica totalidad del reparto, a excepción de Frances McDormand y David Strathairn) como vehículo para hacer esta historia creíble y eliminar cualquier fantasma de impostura.
La sinceridad y cercanía narrativa, emocional y tonal de Zhao encuentra sus imprescindibles compañeros de viaje en los grandes angulares de Joshua James Richards, que reivindican, en clave casi fordiana, los grandes descampados de la América profunda como último refugio de un sistema que hace tiempo que está caduco; así como en las melodías minimalistas de Ludovico Einaudi, que imprimen a las imágenes la connotación necesaria para dotarlas del significado deseado.
El único talón de Aquiles que se le puede encontrar a esta película es quizás su excesiva linealidad narrativa, la cual, a la vez, puede no ser más que la consecuencia, natural e inevitable, de querer despojar el relato de cualquier atisbo de épica. Pese a todos los momentos emotivos y los finísimos halos de esperanza que nos brindan, Nomadland nos deja claro que la supervivencia diaria es algo demasiado crudo como para vestirla de epopeya. Precisamente en esto mismo radica también la honestidad del relato, que no nos pinta la vida nómada como un camino de libertad elegido en un ejercicio de romanticismo, como un triunfo de quien rechaza las condiciones cada vez más asfixiantes del sistema económico que tenemos, sino como una resignación de aquellos que ya son conscientes de que las crisis y las grandes flaquezas de ese sistema son un hecho estructural y no coyuntural.
28 de abril de 2021
28 de abril de 2021
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada arruga del rostro de Frances McDormand (Fern, en la película), es un capítulo en el guion de la vida de una mujer que decide, tras quedarse sola, cabalgar con su furgoneta paisajes y empleos de mierda; lo de "trabajo basura" comienza a ser un eufemismo. Esta decisión, que en cortos espacios de sosiego, parece barnizada de romántica libertad, viene obligada por las circunstancias y por la adaptación del superviviente, a una sociedad que está diseñada para que las grandes compañías y entidades bancarias campen por sus respetos, esclavicen a sus trabajadores y acaparen todos los beneficios; con la aquiescencia de los distintos gobiernos que, o bien tienen en nómina a los políticos, o bien son los mayores accionistas de dichas empresas.
En Estados Unidos, según el libro de Jessica Bruder en el que está basado el libreto, Amazon está subsidiado entre un 25 y un 40 por ciento, si emplea a mayores (la autora conoció asalariados temporales de 77 años), en turnos superiores a 10 horas, durante los picos de paquetería (Black Friday, Navidad... etc.). Esto puede dar una idea de la urgencia, las ridículas pensiones y las condiciones laborales de los americanos más vulnerables. Por supuesto, estas necesidades se agravaron de forma exponencial tras la crisis económica del 2008, provocada por quienes vosotros ya sabéis, soportada por quienes podéis imaginar; y pagada con los ahorros, las viviendas (crisis de las hipotecas subprime) y la desaparición de la dignidad de quienes, como aquellos agricultores de "Las uvas de la ira" (depresión del 1930), se ven en la calle y tienen que vagabundear y cobijarse en coches y caravanas. Claro que entre ellos habrá algún aventurero que disfrute de esa obligada libertad, pero la mayoría no han escogido, se les ha impuesto.
Es uno de los peros que yo pondría al buen oficio de Chloé Zhao (The rider-2017), su falta de rotundidad, su tímida denuncia, su escasa clarificación, incluso ese blanqueo de la fatalidad. Como si llamar a las cosas por su nombre estuviera reñido con la poesía de las grandes y desérticas praderas, y con el mundo interior de una mujer que sigue buscándose a sí misma y opta, de momento, por la soledad... ¿Acaso no hay lírica en la injusticia?
En Estados Unidos, según el libro de Jessica Bruder en el que está basado el libreto, Amazon está subsidiado entre un 25 y un 40 por ciento, si emplea a mayores (la autora conoció asalariados temporales de 77 años), en turnos superiores a 10 horas, durante los picos de paquetería (Black Friday, Navidad... etc.). Esto puede dar una idea de la urgencia, las ridículas pensiones y las condiciones laborales de los americanos más vulnerables. Por supuesto, estas necesidades se agravaron de forma exponencial tras la crisis económica del 2008, provocada por quienes vosotros ya sabéis, soportada por quienes podéis imaginar; y pagada con los ahorros, las viviendas (crisis de las hipotecas subprime) y la desaparición de la dignidad de quienes, como aquellos agricultores de "Las uvas de la ira" (depresión del 1930), se ven en la calle y tienen que vagabundear y cobijarse en coches y caravanas. Claro que entre ellos habrá algún aventurero que disfrute de esa obligada libertad, pero la mayoría no han escogido, se les ha impuesto.
Es uno de los peros que yo pondría al buen oficio de Chloé Zhao (The rider-2017), su falta de rotundidad, su tímida denuncia, su escasa clarificación, incluso ese blanqueo de la fatalidad. Como si llamar a las cosas por su nombre estuviera reñido con la poesía de las grandes y desérticas praderas, y con el mundo interior de una mujer que sigue buscándose a sí misma y opta, de momento, por la soledad... ¿Acaso no hay lírica en la injusticia?
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