Pasión
7.6
2,882
Drama. Romance
Andreas, un hombre desconectado del mundo después de su divorcio, se retira a vivir a una pequeña isla del Báltico. Allí conoce a una pareja de artistas que está en plena desintegración, y a una joven e inestable viuda. Unidos por el dolor de la pérdida y la desconexión emocional, ella y Andreas inician una relación. Mientras tanto, alguien recorre la comunidad de la isla cometiendo actos de crueldad con animales. (FILMAFFINITY)
13 de enero de 2021
13 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los 60, Bergman debuta en la imagen de color, con una bella fotografía.
Nos encontramos frente a un crudo, violento y desesperanzado estudio del consumo personal (debido a la desrealización), de las relaciones infructuosas, de la incapacidad de encontrar la verdad y, por consiguiente, de la convivencia con la mentira.
El film dispone de diálogos seductores e inteligentes, bien ejecutados por la totalidad del reparto.
El reconocido director sueco no se basta con utilizar una singular y abierta estructura narrativa y nos sorprende salteando a intervalos fragmentos con forma de entrevista a los actores, los cuales exponen su opinión ante sus respectivos personajes.
Película que no se posiciona en la cúspide de su obra, pero si (considero) alcanza altura en esta.
Que nocivas son las compañías en soledad.
Nos encontramos frente a un crudo, violento y desesperanzado estudio del consumo personal (debido a la desrealización), de las relaciones infructuosas, de la incapacidad de encontrar la verdad y, por consiguiente, de la convivencia con la mentira.
El film dispone de diálogos seductores e inteligentes, bien ejecutados por la totalidad del reparto.
El reconocido director sueco no se basta con utilizar una singular y abierta estructura narrativa y nos sorprende salteando a intervalos fragmentos con forma de entrevista a los actores, los cuales exponen su opinión ante sus respectivos personajes.
Película que no se posiciona en la cúspide de su obra, pero si (considero) alcanza altura en esta.
Que nocivas son las compañías en soledad.
25 de agosto de 2022
25 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es excepcional la imagen de esta película, el color tan natural, tan sostenido, tan real, a veces tan radical... Con Sven Nykvist en el equipo, Bergman logra siempre captar sutilezas, atmósferas, alientos, los suspiros mismos de los personajes, y ello me lleva a preguntarme qué hubiera sido de Bergman sin Nykvist, o cuánto hay de Nykvist en la genialidad y la belleza del cine de Bergman.
Como ya había hecho en películas anteriores, Bergman muestra la soledad como el peor mal del mundo, acaso por su propia experiencia, peor incluso que la mendacidad, un punto de vista muy personal y que pocos directores (o ninguno) plantearon tal como él lo hizo, de un modo tan descorazonador. Para los personajes principales, todas las opciones son malas, todas degradan, todas dan miedo y acechan voraces, mostrándose con verdadera violencia. En este contexto, el arte, la cultura, el conocimiento, son chorradas al lado de los problemas reales que aterrorizan a los personajes. Es posible que solo el amor verdadero y correspondido pueda llevar hacia algo parecido a la felicidad, un concepto casi inalcanzable en el mundo de Bergman. El personaje de Von Sydow lo saborea brevemente y Nykvist lo filma de un rojo intenso. El falso amor, en cambio, no merece ni un plano.
El radicalismo de Bergman sacude al espectador en esta película que empieza como una melodía y va soltando estridencias inesperadas, advertencias, hasta terminar en una música arrítmica, desafinada y ruidosa que aleja a los personajes de cualquier idea de armonía, de amor o de felicidad. Las formas que usa Bergman son hipnóticas, casi hirientes, es esta una película que hace daño, una experiencia intensa y estresante pero que en realidad es pura satisfacción para el espectador, consciente de que el cine, en manos de un cineasta valiente y genial, es capaz de percutir a gran profundidad y mostrar realidades de las que no se habla. Cine sin concesiones, sin tonterías, destinado al intelecto, a las emociones, pero sobre todo a los sentidos. Es una película que se tiene que ver y sentir.
Como ya había hecho en películas anteriores, Bergman muestra la soledad como el peor mal del mundo, acaso por su propia experiencia, peor incluso que la mendacidad, un punto de vista muy personal y que pocos directores (o ninguno) plantearon tal como él lo hizo, de un modo tan descorazonador. Para los personajes principales, todas las opciones son malas, todas degradan, todas dan miedo y acechan voraces, mostrándose con verdadera violencia. En este contexto, el arte, la cultura, el conocimiento, son chorradas al lado de los problemas reales que aterrorizan a los personajes. Es posible que solo el amor verdadero y correspondido pueda llevar hacia algo parecido a la felicidad, un concepto casi inalcanzable en el mundo de Bergman. El personaje de Von Sydow lo saborea brevemente y Nykvist lo filma de un rojo intenso. El falso amor, en cambio, no merece ni un plano.
El radicalismo de Bergman sacude al espectador en esta película que empieza como una melodía y va soltando estridencias inesperadas, advertencias, hasta terminar en una música arrítmica, desafinada y ruidosa que aleja a los personajes de cualquier idea de armonía, de amor o de felicidad. Las formas que usa Bergman son hipnóticas, casi hirientes, es esta una película que hace daño, una experiencia intensa y estresante pero que en realidad es pura satisfacción para el espectador, consciente de que el cine, en manos de un cineasta valiente y genial, es capaz de percutir a gran profundidad y mostrar realidades de las que no se habla. Cine sin concesiones, sin tonterías, destinado al intelecto, a las emociones, pero sobre todo a los sentidos. Es una película que se tiene que ver y sentir.
14 de mayo de 2023
14 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Violencia. Es lo que queda en el cuenco de leche arrojado contra el suelo, en el cadáver del vecino apaleado, en la madera cortada, en el fuego del establo, en cada arruga del rostro de los personajes.
Sólo violencia. Pero incluso la violencia encierra su pasión.
Se arrastra por todo lo que impregna, será la última vez que lo haga en Fårö. Después de rodar su pequeña obra cinematográfica de cámara "El Rito" para la televisión sueca, Bergman considera aprovechar parte de los decorados de "La Vergüenza" para extender las terribles experiencias de su pareja protagonista y llevarlas a un nuevo nivel. A este punto ya casi ha pasado una década desde que hizo de la isla su santuario personal y profesional, lo que se halla paralelo a la búsqueda de la perfección en su cine, visual, estética y temáticamente hablando; una década en la que ha descendido a lo más recóndito de su alma y su arte.
Prosigue el desafío con la última mutación de su obra que será "Pasión", creada en el caos, sin un guión, ni programación reales, ni demasiado presupuesto, muy afectado él por la úlcera y ciertos problemas con el equipo, en especial su colaborador Nykvist, con quien mantendrá grandes discusiones debido a la filmación en color, que parece empujar nuestras retinas desde las primeras imágenes, bañadas con los tonos amarillos del sol de la mañana. Un sol que asciende en una tierra congelada e inhóspita, la misma que se abrasó en "La Vergüenza"; la rigurosa narración del propio director nos presenta a Andreas, solitario, apartado de todo, en su pequeña morada en el bosque.
Antes de conocer al álter-ego de Liv Ullmann se nos da un tiempo para que los olores de esta atmósfera se nos alojen en los pulmones: olor a desolación, a desafección, a muerte, a enfermedad. Una carta, usual dispositivo "bergmaniano", desata la tensión; carta de Anna olvidada y devuelta bajo la mirada de un matrimonio compuesto por Elis (Erland Josephson) y Eva (Bibi Andersson), presagio de los Egerman de "Secretos de un Matrimonio" o versión disimulada de los monstruos aristócratas de "La Hora del Lobo", ya que éstos arrastran a Andreas a un mundo nuevo pese a no distanciarse del suyo.
El esquema narrativo sigue las interacciones de este extraño grupo de individuos en lo que es una obra de Bergman en su más estricta concepción. La narración a veces incluso se rompe y habitamos, en un audaz ejercicio de metacine moldeado desde los días de "Prisión", el set de rodaje donde se entrevista a los actores sobre sus papeles, catapultándonos al otro lado de la ficción y subrayándose así la importancia de la mentira y la apariencia. "Pasión" es más una obra de estados anímicos, esferas sugerentes dominadas por las sensaciones de los personajes, que son el verdadero motor de un argumento donde asistimos al intento de establecer un vínculo amoroso entre Andreas y Anna.
No lo conseguirán, por supuesto, ya que dicho vínculo se ve amenazado por un tremendo vacío interior y perseguido por los fantasmas de ambos, tal como les sucedía a sus homólogos predecesores, los Rosenberg y, en especial, los Borg. Antes de su unión y vida juntos, que será mostrada a través de grandes elipsis, la estructura cede la atención en su primera parte a Josephson y Andersson, la pareja en quiebra marcada por el hastío, la infidelidad, la falta de comprensión y una obsesión enfermiza por la violencia, que inevitablemente se "contagia" a la pareja de Von Sydow y Ullmann.
Pero en el dolor de sus interacciones se aprecia dentro el film, por ese paso definitivo al color que da pie a unas poderosas imágenes de paleta impresionista, por la asombrosa libertad narrativa, por su distanciamiento respecto a sí mismo, una belleza elegíaca tal que pareciera sublevarse contra la tentación nihilista que lo habita. A veces la cámara de Bergman sale de la rigidez del encuadre y abre resquicios en la realidad, extrapolando en el mismo escenario los miedos de los protagonistas, o deslizándose por pesadillas en cuyos rincones viscosos emergen los sentimientos de muerte, culpa, soledad perpetua e imposibilidad de hacer las paces con uno mismo.
A veces los personajes tienen oportunidad de plasmar las imágenes de su pasado únicamente por medio de la fuerza de sus confesiones, filmadas en preciosos primeros planos (destaca la de Ullmann, cuya mirada lanzada desde sus hipnóticos ojos azules le atraviesa a uno hasta más allá del cerebelo, sobre su vida anterior con el otro Andreas). Todo agolpado en una tensión humana insoportable por el afán de hipocresía, revelando finalmente ese cáncer de alma que le es anunciado al protagonista con total aspereza. ¿Pero qué protagonista?, ¿el personaje, el actor, el espectador sustituto o aquél que sujeta la cámara, es decir, el director?
La desnudez de Bergman en "Pasión" es absoluta y transversal. De fondo, la historia de un asesino local que acrecienta la sensación de angustia y desconfianza, siendo sospechoso un vecino de Andreas (magistral Erik Hell); subtrama de transfondo confuso pues no se revela la verdad, tan sólo recalca la idea de ver al ser humano como el único animal de maldad pura y arbitraria, sin justificación ni sentido. Asimismo no se llega a una verdad concreta sobre el pasado de los protagonistas y sus desastres matrimoniales; de ese Andreas receloso a desenterrar sus demonios, de esa Anna a la que conocemos primero por las palabras de otros, aumentando el misterio a su alrededor.
La disgregación última y remota del protagonista en la imagen que lo constituye es toda una premonición de que nada podrá reconstruirse en una tierra devastada. "Pasión" queda como el signo de un fin de trayecto, de una preparación elegíaca del adiós.
Quedan también las emociones sentidas con auténtica pasión; la del amor enfermizo, la del odio recalcitrante, la de la mentira y la de la violencia física y psicológica. Queda la tierra solitaria. Se apagan en Fårö los gritos y susurros; a partir de entonces Bergman reduciría su nivel trabajo en el cine...
Sólo violencia. Pero incluso la violencia encierra su pasión.
Se arrastra por todo lo que impregna, será la última vez que lo haga en Fårö. Después de rodar su pequeña obra cinematográfica de cámara "El Rito" para la televisión sueca, Bergman considera aprovechar parte de los decorados de "La Vergüenza" para extender las terribles experiencias de su pareja protagonista y llevarlas a un nuevo nivel. A este punto ya casi ha pasado una década desde que hizo de la isla su santuario personal y profesional, lo que se halla paralelo a la búsqueda de la perfección en su cine, visual, estética y temáticamente hablando; una década en la que ha descendido a lo más recóndito de su alma y su arte.
Prosigue el desafío con la última mutación de su obra que será "Pasión", creada en el caos, sin un guión, ni programación reales, ni demasiado presupuesto, muy afectado él por la úlcera y ciertos problemas con el equipo, en especial su colaborador Nykvist, con quien mantendrá grandes discusiones debido a la filmación en color, que parece empujar nuestras retinas desde las primeras imágenes, bañadas con los tonos amarillos del sol de la mañana. Un sol que asciende en una tierra congelada e inhóspita, la misma que se abrasó en "La Vergüenza"; la rigurosa narración del propio director nos presenta a Andreas, solitario, apartado de todo, en su pequeña morada en el bosque.
Antes de conocer al álter-ego de Liv Ullmann se nos da un tiempo para que los olores de esta atmósfera se nos alojen en los pulmones: olor a desolación, a desafección, a muerte, a enfermedad. Una carta, usual dispositivo "bergmaniano", desata la tensión; carta de Anna olvidada y devuelta bajo la mirada de un matrimonio compuesto por Elis (Erland Josephson) y Eva (Bibi Andersson), presagio de los Egerman de "Secretos de un Matrimonio" o versión disimulada de los monstruos aristócratas de "La Hora del Lobo", ya que éstos arrastran a Andreas a un mundo nuevo pese a no distanciarse del suyo.
El esquema narrativo sigue las interacciones de este extraño grupo de individuos en lo que es una obra de Bergman en su más estricta concepción. La narración a veces incluso se rompe y habitamos, en un audaz ejercicio de metacine moldeado desde los días de "Prisión", el set de rodaje donde se entrevista a los actores sobre sus papeles, catapultándonos al otro lado de la ficción y subrayándose así la importancia de la mentira y la apariencia. "Pasión" es más una obra de estados anímicos, esferas sugerentes dominadas por las sensaciones de los personajes, que son el verdadero motor de un argumento donde asistimos al intento de establecer un vínculo amoroso entre Andreas y Anna.
No lo conseguirán, por supuesto, ya que dicho vínculo se ve amenazado por un tremendo vacío interior y perseguido por los fantasmas de ambos, tal como les sucedía a sus homólogos predecesores, los Rosenberg y, en especial, los Borg. Antes de su unión y vida juntos, que será mostrada a través de grandes elipsis, la estructura cede la atención en su primera parte a Josephson y Andersson, la pareja en quiebra marcada por el hastío, la infidelidad, la falta de comprensión y una obsesión enfermiza por la violencia, que inevitablemente se "contagia" a la pareja de Von Sydow y Ullmann.
Pero en el dolor de sus interacciones se aprecia dentro el film, por ese paso definitivo al color que da pie a unas poderosas imágenes de paleta impresionista, por la asombrosa libertad narrativa, por su distanciamiento respecto a sí mismo, una belleza elegíaca tal que pareciera sublevarse contra la tentación nihilista que lo habita. A veces la cámara de Bergman sale de la rigidez del encuadre y abre resquicios en la realidad, extrapolando en el mismo escenario los miedos de los protagonistas, o deslizándose por pesadillas en cuyos rincones viscosos emergen los sentimientos de muerte, culpa, soledad perpetua e imposibilidad de hacer las paces con uno mismo.
A veces los personajes tienen oportunidad de plasmar las imágenes de su pasado únicamente por medio de la fuerza de sus confesiones, filmadas en preciosos primeros planos (destaca la de Ullmann, cuya mirada lanzada desde sus hipnóticos ojos azules le atraviesa a uno hasta más allá del cerebelo, sobre su vida anterior con el otro Andreas). Todo agolpado en una tensión humana insoportable por el afán de hipocresía, revelando finalmente ese cáncer de alma que le es anunciado al protagonista con total aspereza. ¿Pero qué protagonista?, ¿el personaje, el actor, el espectador sustituto o aquél que sujeta la cámara, es decir, el director?
La desnudez de Bergman en "Pasión" es absoluta y transversal. De fondo, la historia de un asesino local que acrecienta la sensación de angustia y desconfianza, siendo sospechoso un vecino de Andreas (magistral Erik Hell); subtrama de transfondo confuso pues no se revela la verdad, tan sólo recalca la idea de ver al ser humano como el único animal de maldad pura y arbitraria, sin justificación ni sentido. Asimismo no se llega a una verdad concreta sobre el pasado de los protagonistas y sus desastres matrimoniales; de ese Andreas receloso a desenterrar sus demonios, de esa Anna a la que conocemos primero por las palabras de otros, aumentando el misterio a su alrededor.
La disgregación última y remota del protagonista en la imagen que lo constituye es toda una premonición de que nada podrá reconstruirse en una tierra devastada. "Pasión" queda como el signo de un fin de trayecto, de una preparación elegíaca del adiós.
Quedan también las emociones sentidas con auténtica pasión; la del amor enfermizo, la del odio recalcitrante, la de la mentira y la de la violencia física y psicológica. Queda la tierra solitaria. Se apagan en Fårö los gritos y susurros; a partir de entonces Bergman reduciría su nivel trabajo en el cine...
1 de septiembre de 2020
1 de septiembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las dos únicas películas de Bergman que he visto por ahora me han demostrado su enorme capacidad para ahondar en la psicología de sus personajes y, en definitiva, en el alma humana. No sabría cómo expresarlo, pero al ver los trabajos del autor te imbuye una sensación de estar observando una obra de teatro que, debido a la forma de rodar del director y a los golpes de efectos que permite el medio cinematográfico, es capaz de afectar de forma más poderosa al espectador contemporáneo –o por lo menos en mi caso-.
Ello no quiere decir que la dirección de Bergman no sea novedosa aquí e incluso radical en otras de sus películas. Prueba de ello es la introducción de cuatro cortes en donde los propios actores interpelan al espectador sobre la situación de los personajes, introduciendo alguna información sobre el estado emocional de estos sin innecesarios subrayados en las escenas anteriores. La fotografía, por primera vez en color en la filmografía de Bergman -si no me equivoco-, también es notable incrementando la turbiedad del brumoso paraje en donde se refugia nuestro protagonista.
Andreas (interpretado por un impecable Von Sidow) vive en una aislada comunidad, en donde su amigable conducta con los escasos vecinos contrasta frente a la soledad de su morada. Su situación es consecuencia del fracaso de su proyecto vital, inclusive su anterior matrimonio. En él se refleja la incapacidad y una amplia gama de contradicciones. Y es que Andreas no es un testimonio verdaderamente fiable especialmente en lo relativo a su pasado. Este rasgo está presente también en los personajes de Anna, Eva y la pareja de esta, los cuales se convierten en las amistades más cercanas de Andreas, manteniendo una relación durante dos años con la primera.
Ello no quiere decir que la dirección de Bergman no sea novedosa aquí e incluso radical en otras de sus películas. Prueba de ello es la introducción de cuatro cortes en donde los propios actores interpelan al espectador sobre la situación de los personajes, introduciendo alguna información sobre el estado emocional de estos sin innecesarios subrayados en las escenas anteriores. La fotografía, por primera vez en color en la filmografía de Bergman -si no me equivoco-, también es notable incrementando la turbiedad del brumoso paraje en donde se refugia nuestro protagonista.
Andreas (interpretado por un impecable Von Sidow) vive en una aislada comunidad, en donde su amigable conducta con los escasos vecinos contrasta frente a la soledad de su morada. Su situación es consecuencia del fracaso de su proyecto vital, inclusive su anterior matrimonio. En él se refleja la incapacidad y una amplia gama de contradicciones. Y es que Andreas no es un testimonio verdaderamente fiable especialmente en lo relativo a su pasado. Este rasgo está presente también en los personajes de Anna, Eva y la pareja de esta, los cuales se convierten en las amistades más cercanas de Andreas, manteniendo una relación durante dos años con la primera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El estallido de las últimas escenas hace palpable la interconexión entre sendos fracasos emocionales. Ambos se complementan, reflejando la rica perspectiva de Bergman sobre las veleidades de las relaciones humanas. Por un lado, Anna es incapaz de recibir de su pareja la implicación y magnitud de esfuerzo y amor que ella si da. Como señala en uno de sus diálogos, ella intenta dotar su vida de una significación total, pero obviamente incurriendo en la negación de la realidad. Mientras, el rol de Andreas de forma paradójica congenia con el del exmarido de Anna –al que Bergman asigna también el nombre Andreas-. Este, a diferencia de Anna, no puede volcarse de la misma manera aun anhelándolo en sus relaciones, intuyéndose alguna infidelidad en su anterior matrimonio, pero también en buena medida debido al verse insatisfechos sus aspiraciones vitales y de estatus.
Tanto los abruptos ataques de rabia de uno como las fases depresivas de otro son reflejos de la frustración y del subsiguiente vacío existencial en donde naufragan ambos personajes.
Tanto los abruptos ataques de rabia de uno como las fases depresivas de otro son reflejos de la frustración y del subsiguiente vacío existencial en donde naufragan ambos personajes.
25 de junio de 2018
25 de junio de 2018
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Un año después de "Skammen", en los mismos escenarios, con casi los mismos actores y otros personajes (aunque todos intelectuales) transcurre esta cinta del gran cineasta sueco. Se trata de una tortuosa relación entre cuatro personajes que viven aislados. Max Von Sydow se fue a vivir a la isla porque se divorció y tiene deudas. A Liv Ullman se le murió en un accidente el marido y el hijo. La pareja constituida de Anderson es horrorosa. Mientras tanto, alguien o algo está asesinando a los animales de la isla.
Sumenlé a esto algunos diálogos de hondura existencialista, metaficción, sueños terribles y tendrán una típica película bergmaniana: dolor, tragedia, amor, angustia, oscuridad, lo irreversible, los sueños, la locura.
La nota es un 7.
Sumenlé a esto algunos diálogos de hondura existencialista, metaficción, sueños terribles y tendrán una típica película bergmaniana: dolor, tragedia, amor, angustia, oscuridad, lo irreversible, los sueños, la locura.
La nota es un 7.
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