Ambiciones que matan
1951 

7.6
8,160
Romance. Drama
George Eastman (Montgomery Clift), un joven sin recursos, consigue un trabajo gracias a un pariente lejano, el rico industrial Charles Eastman (Herbert Heyes). El empleo es un puesto en su fábrica, pero tan modesto que le impide la entrada en su círculo social. A pesar de ello, el joven conoce a Ángela Vickens (Elizabeth Taylor), una bellísima aristócrata de la que se enamora. Pero George tiene novia, una humilde empleada de la fábrica, ... [+]
19 de marzo de 2010
19 de marzo de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Remake de una versión de 1931 dirigida por Josef Von Sternberg. Aunque este film no critica la forma de vida americana con tanta dureza, plasma con gran eficacia la historia de un hombre de clase media que está obsesionado por su estrato social.
El protagonista (Montgomery Clift) interpreta el papel de un joven carente de posición social y con poca educación que inicia un viaje hacia una población del medio oeste americano, con la intención de mejorar su vida. Mientras va escalando posiciones, se le presenta el grave obstáculo en su escalera de una bella trabajadora (Elizabeth Taylor)... y ya se sabe, todo termina en un drama.
Muy buena película que en el palmarés de 1951 igualó el número de Oscar de Un americano en parís, consiguiendo los premios que se detallan más abajo. ¡Casi nada!
Como anécdota quiero recordar que ese fue el año de Un tranvía llamado deseo, La reina de África y Aquí viene el novio.
El protagonista (Montgomery Clift) interpreta el papel de un joven carente de posición social y con poca educación que inicia un viaje hacia una población del medio oeste americano, con la intención de mejorar su vida. Mientras va escalando posiciones, se le presenta el grave obstáculo en su escalera de una bella trabajadora (Elizabeth Taylor)... y ya se sabe, todo termina en un drama.
Muy buena película que en el palmarés de 1951 igualó el número de Oscar de Un americano en parís, consiguiendo los premios que se detallan más abajo. ¡Casi nada!
Como anécdota quiero recordar que ese fue el año de Un tranvía llamado deseo, La reina de África y Aquí viene el novio.
4 de abril de 2010
4 de abril de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
George Eastman, un joven pariente pobre, es contratado por su tío para la sección de empaquetado, y se hace novio de una compañera. Más adelante se enamora de una hermosa chica de la alta sociedad.
Drama romántico, con algo de suspense y de drama judicial. Trata del despecho, la traición, la cobardía, el paso a la vida adulta, la importancia de pensar en las consecuencias de nuestros actos, y por supuesto del amor.
Mi momento preferido es la cara de pánico de Shelley Winters al ver el letrero de "cerrado". El suyo es el papel de la persona encantadora que se vuelve agobiante cuando la ponen de espaldas contra la pared.
Drama romántico, con algo de suspense y de drama judicial. Trata del despecho, la traición, la cobardía, el paso a la vida adulta, la importancia de pensar en las consecuencias de nuestros actos, y por supuesto del amor.
Mi momento preferido es la cara de pánico de Shelley Winters al ver el letrero de "cerrado". El suyo es el papel de la persona encantadora que se vuelve agobiante cuando la ponen de espaldas contra la pared.
18 de octubre de 2010
18 de octubre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Indiscutiblemente una de las parejas mas memorables del cine, la química entre ambas estrellas no se pone en tela de juicio y el inicio de una gran amistad. También la apertura de varios proyectos cinematográficos juntos que unirían a un mas a ambos actores.
Después de los éxitos de taquilla de la película “el padre de la novia” y su secuela. La Taylor es prestada a la Paramount para protagonizar A Place In The Sun (Un Lugar En El Sol), basada en la novela de Theodore Dreisser, Liz representaba a una joven y rica heredera enamorada de un muchacho pobre, ambicioso y con problemas, encarnado por su intimo amigo Montgomery Clift, como lo dijo el director George Stevens, “su papel tenía menos que ver con una autentica chica que con la belleza montada en un Cadillac amarillo con la que todos los americanos sueñan”. Para Monty esta película fue uno de los celebrados hitos en su carrera actoral, con justa razón Charles Chaplin la consideraba la mejor de todas las películas que habían salido de Hollywood. Para Monty fue uno de los personajes más genuinos; encarnando a un muchacho sensible y abstraído que empezaba a abrirse camino y del que se encaprichaba la vez una millonaria y una humilde compañera de trabajo que, al quedar embarazada, le coloca en un penoso dilema, la Paramount desplego una campaña publicitaria fingiendo un romance entra la pareja. Ambos actores se prestaron a esto a pesar de la diferencia de edad (Liz contaba con diecisiete años y Monty con treinta), la relación fue materno filial, única vinculación aceptable para el actor con respecto a las mujeres.
La interpretación de Monty es soberbia, majestuosa, sin caer en penosos cliché, es memorable en la primera toma cuando a parecen los créditos iníciales la toma de espaldas y luego se pasa a ese plano medio y finalizando en un close up, sencillamente inolvidable.
Después de los éxitos de taquilla de la película “el padre de la novia” y su secuela. La Taylor es prestada a la Paramount para protagonizar A Place In The Sun (Un Lugar En El Sol), basada en la novela de Theodore Dreisser, Liz representaba a una joven y rica heredera enamorada de un muchacho pobre, ambicioso y con problemas, encarnado por su intimo amigo Montgomery Clift, como lo dijo el director George Stevens, “su papel tenía menos que ver con una autentica chica que con la belleza montada en un Cadillac amarillo con la que todos los americanos sueñan”. Para Monty esta película fue uno de los celebrados hitos en su carrera actoral, con justa razón Charles Chaplin la consideraba la mejor de todas las películas que habían salido de Hollywood. Para Monty fue uno de los personajes más genuinos; encarnando a un muchacho sensible y abstraído que empezaba a abrirse camino y del que se encaprichaba la vez una millonaria y una humilde compañera de trabajo que, al quedar embarazada, le coloca en un penoso dilema, la Paramount desplego una campaña publicitaria fingiendo un romance entra la pareja. Ambos actores se prestaron a esto a pesar de la diferencia de edad (Liz contaba con diecisiete años y Monty con treinta), la relación fue materno filial, única vinculación aceptable para el actor con respecto a las mujeres.
La interpretación de Monty es soberbia, majestuosa, sin caer en penosos cliché, es memorable en la primera toma cuando a parecen los créditos iníciales la toma de espaldas y luego se pasa a ese plano medio y finalizando en un close up, sencillamente inolvidable.
14 de diciembre de 2009
14 de diciembre de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película que aún no me había echado al coleto, y con la que gocé considerablemente junto a un Garci y compañía que tampoco ocultaron su admiración.
Lo más destacable de la función, para mi gusto, es la muy convincente actuación de Monty, un tipo con el que cada vez tengo menos problemas, y doy fe de que los tuve. Para mi sorpresa, en vuestra tertulia amiga un exaltado, no recuerdo quién, le comparó con Tom Cruise, un parecido que le saqué hace unos años, y que llegué a pensar que quizá fuera fruto de una borrachera de tempranillo del Lidl, porque nadie aplaudió, no nadie aplaudió, si mal no recuerdo, nadie aplaudió.
En fin, gran trabajo conducido por Stevens, un tipo que se mueve bien en estos terrenos de melodramas familiares, como demostró en Gigante. Por ponerle algún pero, una de mis aficiones favoritas, capté cierto olor a naftalina, no han envejecido del todo bien alguna de estas historias de opresiones y determinismos familiares (pienso en Con Él Llegó El Escándalo, Al Este Del Edén y Esplendor En La Hierba, por ejemplo), y aquí hay algo de ese desfasamiento. También noto cierta afectación y énfasis en los momentos más dramáticos, especialmente en la figura de la novia de Tom Cruise.
Pero vamos, por lo demás, bien. Amargura, dolor, cruce de cables, pérdida, this is one called losing all.
Muy bien.
Lo más destacable de la función, para mi gusto, es la muy convincente actuación de Monty, un tipo con el que cada vez tengo menos problemas, y doy fe de que los tuve. Para mi sorpresa, en vuestra tertulia amiga un exaltado, no recuerdo quién, le comparó con Tom Cruise, un parecido que le saqué hace unos años, y que llegué a pensar que quizá fuera fruto de una borrachera de tempranillo del Lidl, porque nadie aplaudió, no nadie aplaudió, si mal no recuerdo, nadie aplaudió.
En fin, gran trabajo conducido por Stevens, un tipo que se mueve bien en estos terrenos de melodramas familiares, como demostró en Gigante. Por ponerle algún pero, una de mis aficiones favoritas, capté cierto olor a naftalina, no han envejecido del todo bien alguna de estas historias de opresiones y determinismos familiares (pienso en Con Él Llegó El Escándalo, Al Este Del Edén y Esplendor En La Hierba, por ejemplo), y aquí hay algo de ese desfasamiento. También noto cierta afectación y énfasis en los momentos más dramáticos, especialmente en la figura de la novia de Tom Cruise.
Pero vamos, por lo demás, bien. Amargura, dolor, cruce de cables, pérdida, this is one called losing all.
Muy bien.
28 de julio de 2016
28 de julio de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso y trágico monumento de la historia del cine. Sin duda alguna, la mejor película de George Stevens en una filmografía un poco despreciada por la crítica pero que merece un buen repaso, por encima de sus famosas producciones –ésta misma, “Shane” (Raíces profundas, 1951) o “Gigante” (1956)-. Rodada con grandísima sensibilidad Stevens, sabe siempre colocar imperceptiblemente la cámara en el lugar exacto, con movimientos muy expresivos y suaves travellings, con planos de gran profundidad de campo, muy intensos, grúas funcionales o fundidos que anuncian y sugieren los acontecimientos posteriores, todo ello para dar la expresividad exacta a esta terrible historia de pobreza y ambición, amor y mala fortuna, trágica en un sentido clásico, honda e inolvidable de Georges Eastman, este Rashkolnikov moderno al que todos los hados le son desfavorables. La actuación de Monty Clift es sobrecogedora, llena de matices, inteligente, intensa, en un personaje digno de la literatura dostoyevskiana mientras que la nunca suficientemente valorada Shelley Winters, en su papel de clase baja sin grandes ambiciones, es imponente -en ese sentido toda la escena de la consulta médica es un prodigio de humanidad y contención-. Por su parte la hipnótica belleza de Elisabeth Taylor ilumina todas las escenas y da el justo contraste a la desgraciada historia protagonista. Igualmente las escenas románticas de Clift y Taylor son de una prodigiosa intimidad, tiernas y amargas a un tiempo y de un magnetismo irrepetible. La magnífica música de Franz Waxman subraya en todo momento los estados de ánimo de los personajes, una pieza más en una película construida toda ella como un perfecto mecanismo de relojería. Obra maestra.
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