Drácula
6.2
2,212
Terror. Fantástico
A través de la historia, Drácula ha llenado de terror los corazones de los hombres… y de deseo los de las mujeres. En esta formidable adaptación del clásico de Bram Stoker, Frank Langella ofrece una actuación impresionante como el sanguinario Conde Drácula en busca de su amada definitiva. Mientras, el conocido e incansable cazador de vampiros Van Helsing (Laurence Olivier), quiere terminar con el reinado de terror que el Príncipe de las ... [+]
3 de mayo de 2025
3 de mayo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un tiempo donde el horror se vestía de sangre espesa y efectos ruidosos, Drácula de 1979 se atrevió a regresar al romanticismo gótico de la novela de Bram Stoker, no para calcarla, sino para reinterpretarla con una elegancia casi anacrónica. John Badham, en la silla del director, abandona el rojo chillón por las sombras densas y una atmósfera cargada de erotismo contenido. La película, visualmente sombría, se vale de una fotografía de tono sepia que le otorga un aire de perpetua penumbra, como si el mismo celuloide estuviera infectado por el vampiro.
Frank Langella, lejos de los colmillos ensangrentados y la animalidad de otros intérpretes del Conde, ofrece un Drácula refinado, seductor, casi trágico. Su presencia en pantalla es hipnótica, más propio de un amante maldito que de un monstruo nocturno. Este enfoque divide a los espectadores: unos lo acusan de tibio, otros lo aclaman como revolucionario. Sea cual sea el bando, es innegable que su magnetismo redibuja al vampiro no como depredador, sino como figura romántica, premisa que el cine retomaría con avidez en décadas siguientes.
Laurence Olivier, en el papel de Van Helsing, aporta una gravedad teatral que contrasta con la juventud de sus compañeros de reparto. Su duelo con el conde no es sólo físico, sino moral, como una última cruzada de la razón frente al deseo.
El film se toma su tiempo, y eso puede jugar en su contra para los amantes del ritmo vertiginoso. Pero es precisamente en esa cadencia pausada donde se filtra su hechizo. La música de John Williams, tan dramática como envolvente, subraya cada aparición del vampiro como si de una ópera maldita se tratara.
Drácula (1979) no busca asustar, sino embrujar. Es una elegía vestida de horror, una película que mira más al pasado que al futuro, y por ello —como su protagonista— parece condenada a la inmortalidad.
Si buscas un Drácula distinto al monstruo desatado de otros filmes, el de 1979 ofrece una experiencia gótica, sensual y melancólica. Frank Langella reinventa al vampiro como un seductor trágico más que como un villano, en una película que privilegia la atmósfera sobre el susto. No es para quien espera sangre a raudales, pero sí para quien aprecia el horror elegante y con alma romántica. Una versión con más suspiros que colmillos, y eso no es necesariamente malo.
Frank Langella, lejos de los colmillos ensangrentados y la animalidad de otros intérpretes del Conde, ofrece un Drácula refinado, seductor, casi trágico. Su presencia en pantalla es hipnótica, más propio de un amante maldito que de un monstruo nocturno. Este enfoque divide a los espectadores: unos lo acusan de tibio, otros lo aclaman como revolucionario. Sea cual sea el bando, es innegable que su magnetismo redibuja al vampiro no como depredador, sino como figura romántica, premisa que el cine retomaría con avidez en décadas siguientes.
Laurence Olivier, en el papel de Van Helsing, aporta una gravedad teatral que contrasta con la juventud de sus compañeros de reparto. Su duelo con el conde no es sólo físico, sino moral, como una última cruzada de la razón frente al deseo.
El film se toma su tiempo, y eso puede jugar en su contra para los amantes del ritmo vertiginoso. Pero es precisamente en esa cadencia pausada donde se filtra su hechizo. La música de John Williams, tan dramática como envolvente, subraya cada aparición del vampiro como si de una ópera maldita se tratara.
Drácula (1979) no busca asustar, sino embrujar. Es una elegía vestida de horror, una película que mira más al pasado que al futuro, y por ello —como su protagonista— parece condenada a la inmortalidad.
Si buscas un Drácula distinto al monstruo desatado de otros filmes, el de 1979 ofrece una experiencia gótica, sensual y melancólica. Frank Langella reinventa al vampiro como un seductor trágico más que como un villano, en una película que privilegia la atmósfera sobre el susto. No es para quien espera sangre a raudales, pero sí para quien aprecia el horror elegante y con alma romántica. Una versión con más suspiros que colmillos, y eso no es necesariamente malo.
29 de septiembre de 2019
29 de septiembre de 2019
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Denomino en el título de la crítica como "La versión del director" porque realmente es así.
Hablemos un poco de la historia de la película:
John Badham quería rodar una nueva versión del Drácula de la Universal y la quería hacer, como aquella, en blanco y negro, la productora se negó y se rodó en vivos colores. La película fue un fracaso de taquilla. Esto supuso que, años después, al estrenarla en laserdisc, se le ofreciese al director la posibilidad de hacerlo a su manera, este optó por realizar un apagado de colores sobre el master original, así obtenemos la versión que ha visto la mayor parte del público actual, pues todas las copias posteriores, incluso las emitidas por televisión, se basan en dicho master.
Hace unos meses un fan realizó una restauración de color lo más aproximada posible a los colores originales de esta. He podido ver dicha versión así que haré una pequeña comparación.
Si hay algo que siempre me llamó la atención de esta versión de Drácula han sido sus colores apagados, estos refuerzan su carácter gótico, se apartan de la versión colorista de la Hammer sin llegar al blanco y negro de la Universal. Pero he decir que una vez vista la película con colores esta gana, la fotografía es magnífica y se nota que ha sido pensada para realizarla en colores vivos, realmente se ve mucho mejor, pese al goticismo que ofrecen los colores apagados, por lo que es una pena que no se pueda ver dicha versión, al menos por el momento.
Pero hablemos de la calidad de la película que es lo que realmente importa:
Esta versión de Drácula sigue muy de cerca al Drácula de Todd Browning, basándose como aquella en la obra teatral de Deane y Balderstone, o más bien inspirándose, pues cambia mucho el tono de la película y de los personajes.
Nos encontramos ante una muy inteligente versión con un gran guión, prescinde del prólogo en Transilvania, lo que pudiera parecer un error, pero resulta todo un acierto. Así no nos encontramos con un gran cambio de ritmo, como sucede en otras versiones, el terror ya se encuentra presente con el viaje del Demeter, que sirve de presentación y el castillo no se echa de menos pues se usa como a tal a la abadía de Carfax.
Novela y cine son lenguajes distintos, es por ello que a menudo se da una concentración de espacios y personajes como la que aquí sucede, aunque tales cambios sobre la novela pueden traicionar la letra, aquí consigue reforzar el espíritu. En ambas obras Drácula actúa como elemento de provocación y desestabilizador de un mundo basado en valores que se consideraban incuestionables, la forma de ver al personaje difiere porque el mundo ha cambiado. Ya no nos encontramos en 1897 ni en 1931, esta obra data de 1979 y, muy inteligentemente, sitúa la acción en 1913, el mundo ha cambiado, es por ello que el personaje de Lucy, estupenda interpretación de Kate Nelligan dotando de gran fortaleza a su personaje, comienza a cuestionarse los valores de su época, la película prefiere al personaje social y sexualmente agresivo (Lucy) mientras que la novela prefiere al personaje conservador (Mina). Así este Drácula ofrece una nueva mirada, un monstruo que sirve como catalizador de profundos cambios en la sociedad y estos puede que, después de todo, no sean tan indeseables.
Los actores son magníficos, un reparto de lujo, el mayor defecto el aspecto demasiado clásico, demasiado bellugosiano, del Drácula de Langella, lo que le resta cierta credibilidad, pese a la buena actuación de este.
De la estupenda fotografía ya he hablado, la puesta en escena también es fantástica, con unos soberbios decorados de un goticismo que va poco a poco llenando la película. Y por no hablar de la música John Williams firma una de sus grandes obras, lo que es mucho decir. La dirección de Badham puede tener algún altibajo pero mucho menos de lo que se suele criticar.
Es en definitiva una de las grandes películas del personaje, con uno de los guiones más inteligentes que se han hecho sobre este, incluso hoy día su guión sigue plenamente vigente sin haber envejecido lo más mínimo. Desgraciadamente se estrenó en una época en la que tuvo que competir con muchos y numerosos monstruos modernos. Drácula se veía una figura del pasado, así esta película pasó desapercibida y esto supuso que a día de hoy siga siendo considerada como una película menor, cuando en realidad es una película a redescubrir.
Hablemos un poco de la historia de la película:
John Badham quería rodar una nueva versión del Drácula de la Universal y la quería hacer, como aquella, en blanco y negro, la productora se negó y se rodó en vivos colores. La película fue un fracaso de taquilla. Esto supuso que, años después, al estrenarla en laserdisc, se le ofreciese al director la posibilidad de hacerlo a su manera, este optó por realizar un apagado de colores sobre el master original, así obtenemos la versión que ha visto la mayor parte del público actual, pues todas las copias posteriores, incluso las emitidas por televisión, se basan en dicho master.
Hace unos meses un fan realizó una restauración de color lo más aproximada posible a los colores originales de esta. He podido ver dicha versión así que haré una pequeña comparación.
Si hay algo que siempre me llamó la atención de esta versión de Drácula han sido sus colores apagados, estos refuerzan su carácter gótico, se apartan de la versión colorista de la Hammer sin llegar al blanco y negro de la Universal. Pero he decir que una vez vista la película con colores esta gana, la fotografía es magnífica y se nota que ha sido pensada para realizarla en colores vivos, realmente se ve mucho mejor, pese al goticismo que ofrecen los colores apagados, por lo que es una pena que no se pueda ver dicha versión, al menos por el momento.
Pero hablemos de la calidad de la película que es lo que realmente importa:
Esta versión de Drácula sigue muy de cerca al Drácula de Todd Browning, basándose como aquella en la obra teatral de Deane y Balderstone, o más bien inspirándose, pues cambia mucho el tono de la película y de los personajes.
Nos encontramos ante una muy inteligente versión con un gran guión, prescinde del prólogo en Transilvania, lo que pudiera parecer un error, pero resulta todo un acierto. Así no nos encontramos con un gran cambio de ritmo, como sucede en otras versiones, el terror ya se encuentra presente con el viaje del Demeter, que sirve de presentación y el castillo no se echa de menos pues se usa como a tal a la abadía de Carfax.
Novela y cine son lenguajes distintos, es por ello que a menudo se da una concentración de espacios y personajes como la que aquí sucede, aunque tales cambios sobre la novela pueden traicionar la letra, aquí consigue reforzar el espíritu. En ambas obras Drácula actúa como elemento de provocación y desestabilizador de un mundo basado en valores que se consideraban incuestionables, la forma de ver al personaje difiere porque el mundo ha cambiado. Ya no nos encontramos en 1897 ni en 1931, esta obra data de 1979 y, muy inteligentemente, sitúa la acción en 1913, el mundo ha cambiado, es por ello que el personaje de Lucy, estupenda interpretación de Kate Nelligan dotando de gran fortaleza a su personaje, comienza a cuestionarse los valores de su época, la película prefiere al personaje social y sexualmente agresivo (Lucy) mientras que la novela prefiere al personaje conservador (Mina). Así este Drácula ofrece una nueva mirada, un monstruo que sirve como catalizador de profundos cambios en la sociedad y estos puede que, después de todo, no sean tan indeseables.
Los actores son magníficos, un reparto de lujo, el mayor defecto el aspecto demasiado clásico, demasiado bellugosiano, del Drácula de Langella, lo que le resta cierta credibilidad, pese a la buena actuación de este.
De la estupenda fotografía ya he hablado, la puesta en escena también es fantástica, con unos soberbios decorados de un goticismo que va poco a poco llenando la película. Y por no hablar de la música John Williams firma una de sus grandes obras, lo que es mucho decir. La dirección de Badham puede tener algún altibajo pero mucho menos de lo que se suele criticar.
Es en definitiva una de las grandes películas del personaje, con uno de los guiones más inteligentes que se han hecho sobre este, incluso hoy día su guión sigue plenamente vigente sin haber envejecido lo más mínimo. Desgraciadamente se estrenó en una época en la que tuvo que competir con muchos y numerosos monstruos modernos. Drácula se veía una figura del pasado, así esta película pasó desapercibida y esto supuso que a día de hoy siga siendo considerada como una película menor, cuando en realidad es una película a redescubrir.
17 de diciembre de 2020
17 de diciembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedazo de buena sorpresa que me he llevado con el descubrimiento de esta película, una de las muchísimas versiones que el personaje del vampiro Drácula, rey de los de su especie, ha vivido en el mundo del cine.
No tenía ni idea de que un actor como Frank Langella, que habitualmente me resulta frío y antipático, se hubiera hecho cargo de dar vida a este personaje tan emblemático y misterioso, no sólo aquí sino en la anterior versión teatral para Broadway.
Precisamente, fue el descubrimiento de esta obra y de la actuación de Langella en ella como Drácula la que hipnotizó a los productores de esta película y les convenció de que debían de hacerla con Langella, de nuevo, en la piel del vampiro.
Langella hace un trabajo extraordinario, dotando al príncipe de las tinieblas de un halo misterioso, elegante, seductor, que le viene como anillo al dedo, sin necesidad de tener accesorios tan recurridos anteriormente como colmillos ensangrentados.
Junto a él, el gran Laurence Olivier quién, muy enfermo aquí, se puso en la piel del Profesor Van Helsing, trabajo que hizo puramente por dinero en un momento de su vida en el que ya no tenía que demostrar absolutamente nada a nadie sobre su valía como actor. Sus compañeros en esta película temían que el actor no consiguiera terminar su trabajo aquí por la gravedad de su enfermedad, pero lo consiguió y sería la primera y única vez que el gran Sir Laurence Oliver participara en una película de este estilo.
La bellísima Kate Nelligan se haría cargo del personaje de Lucy que aquí, a diferencia de la novela y del resto de versiones de la película, es la prometida de Jonathan Harker y deseo sentimental del conde Drácula, en lugar de Mina.
La fotografía es espectacular y al música del gran John Williams es impresionante, el ambiente gótico y romántico en contraste con la decrepitud del ambiente, de los cadáveres y las ratas es abrumador. Lo único que me ha echado un poco para atrás y no me ha hecho gracia es el tono socarrón y grotesco del personaje interpretado pro el veterano Donald Pleasence como padre de Lucy.
A mí me ha encantado, qué queréis que os diga.
Un saludo,
Tess
No tenía ni idea de que un actor como Frank Langella, que habitualmente me resulta frío y antipático, se hubiera hecho cargo de dar vida a este personaje tan emblemático y misterioso, no sólo aquí sino en la anterior versión teatral para Broadway.
Precisamente, fue el descubrimiento de esta obra y de la actuación de Langella en ella como Drácula la que hipnotizó a los productores de esta película y les convenció de que debían de hacerla con Langella, de nuevo, en la piel del vampiro.
Langella hace un trabajo extraordinario, dotando al príncipe de las tinieblas de un halo misterioso, elegante, seductor, que le viene como anillo al dedo, sin necesidad de tener accesorios tan recurridos anteriormente como colmillos ensangrentados.
Junto a él, el gran Laurence Olivier quién, muy enfermo aquí, se puso en la piel del Profesor Van Helsing, trabajo que hizo puramente por dinero en un momento de su vida en el que ya no tenía que demostrar absolutamente nada a nadie sobre su valía como actor. Sus compañeros en esta película temían que el actor no consiguiera terminar su trabajo aquí por la gravedad de su enfermedad, pero lo consiguió y sería la primera y única vez que el gran Sir Laurence Oliver participara en una película de este estilo.
La bellísima Kate Nelligan se haría cargo del personaje de Lucy que aquí, a diferencia de la novela y del resto de versiones de la película, es la prometida de Jonathan Harker y deseo sentimental del conde Drácula, en lugar de Mina.
La fotografía es espectacular y al música del gran John Williams es impresionante, el ambiente gótico y romántico en contraste con la decrepitud del ambiente, de los cadáveres y las ratas es abrumador. Lo único que me ha echado un poco para atrás y no me ha hecho gracia es el tono socarrón y grotesco del personaje interpretado pro el veterano Donald Pleasence como padre de Lucy.
A mí me ha encantado, qué queréis que os diga.
Un saludo,
Tess
4 de marzo de 2021
4 de marzo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy muy buena, y muy interesante, esta versión de la novela original, pero con todo cambiado de orden.
De primeras puesde parecer extraño, pero engancha muchísimo, y llega un momento que estas espectante de ver cuando va a llegar tal escena del libro que sabes que antes o después saldrá.
Buenos efectos para su época, muy buenos actores y realmente bien ambientada.
De primeras puesde parecer extraño, pero engancha muchísimo, y llega un momento que estas espectante de ver cuando va a llegar tal escena del libro que sabes que antes o después saldrá.
Buenos efectos para su época, muy buenos actores y realmente bien ambientada.
10 de junio de 2023
10 de junio de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una más del mismo tema, muy trillado. No me parece mala, antes al contrario, la veo interesante y medianamente atractiva. Más allá de Frank Langella, que aporta poco, me gusta mucho Kate Nelligan. Ver respirar a Laurence Olivier es, en sí, una escena de cine, aunque me llama la atención la insistencia que tuvo en participar en películas siendo tan sumamente mayor, él, que lo había sido todo en el cine...
Qué decir de Donald Pleasence, uno de los mejores secundario del cine....!!!
Qué decir de Donald Pleasence, uno de los mejores secundario del cine....!!!
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