El correo
5.5
3,001
Thriller. Drama
Año 2002. Iván es un ambicioso chaval de Vallecas al que su barrio le queda pequeño. Desde su puesto de aparcacoches en un lujoso club de golf de la capital, pronto dará su primer gran paso: convertirse en correo belga para una organización internacional dedicada al blanqueo de dinero. Iván empezará a transportar maletines rumbo a Bruselas y Ginebra. Pero Iván no puede dejar de mirar hacia lo más alto. El dinero negro de verdad fluye en ... [+]
12 de mayo de 2024
12 de mayo de 2024
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menudo fiasco; efectista y manida historia de gangsters emergentes, glamurosos, y con despilfarro a tutiplén. Más visto que el sol de cada mañana. En lo que a mí respecta estas representaciones en plan "denuncia" pero con formato video clip son una oda a la pernicia narrativa y una apología a lo que se supone quiere criticar. Todo es postizo y repintado para el deleite de un espectador abotagado de insubstancialidad. Definitivamente el cine es hoy por hoy una experiencia cada vez más infantilizada y ya no hay poso de dónde beber cuando las imágenes solo destilan puerilidad.
5 de junio de 2024
5 de junio de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película absolutamente decepcionante cuando desde el principio ves al actor principal el tal Aroon Piper que me recuerda por momentos al limitadísimo Mario Casas. Cuando comparte alguna escena (breve para su suerte) con Tosar o Luis Zahera te das cuenta de cual es el original y cual viene del outlet de Aliexpress. María Pedraza también completamente prescindible en un papel de hija florero que no sabes qué hace exactamente en la peli porque su única función es poner morritos y posar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Respecto a la historia es totalmente increíble desde el principio. No se entiende que un gordo borracho se deje manipular por un aparca que aparece de la nada, le robe el dinero conduciendo de Madrid a Bruselas (en plan Madrid-Pozuelo, aquí al lado) y no tenga consecuencias y en seguida una entidad super mafiosa y super mala confíe ciegamente en él. Por no hablar del repetido discursito de sexo-drogas-dinero fácil que hemos visto muchas veces mucho mejor narrado en muchas otras películas.
Sin embargo siendo justos el resultado no sería tan malo si no fuera por el individuo que han colocado de protagonista (lo siento, no puedo llamarlo actor) y el final moralina sonrojante y vomitivo.
Sin embargo siendo justos el resultado no sería tan malo si no fuera por el individuo que han colocado de protagonista (lo siento, no puedo llamarlo actor) y el final moralina sonrojante y vomitivo.
19 de enero de 2024
19 de enero de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos transporta al año 2002, presentándonos a Iván, un joven ambicioso de Vallecas. Desde su modesto puesto de aparcacoches, da el salto al mundo del crimen al convertirse en correo para una organización internacional de blanqueo de dinero. La trama se desenvuelve en una maraña de intrigas y ambiciones mientras Iván se sumerge en el oscuro universo del dinero negro que fluye desde la Costa del Sol.
La película sigue la firma del director, ofreciendo dosis de acción y tensión que caracterizan su estilo. La trama, aunque clásica en su estructura, mantiene al espectador enganchado a medida que Iván se enfrenta a desafíos cada vez mayores. El guion, centrado en el mundo del crimen organizado, ofrece giros predecibles pero efectivos que mantienen la atención.
La historia explora un abanico de personajes corruptos: empresarios, políticos, banqueros, y la mafia china, todos inmersos en un juego peligroso de intereses y poder. Iván, interpretado con solidez por Arón Piper, busca su parte del botín, lo que añade capas de complejidad al personaje y a la trama.
En cuanto a los aspectos técnicos, sigue una fórmula clásica para el género de thriller de acción. La cinematografía se adapta al tono oscuro de la trama, y la banda sonora refuerza los momentos de tensión. Sin embargo, no hay grandes innovaciones en este aspecto.
Se presenta como un thriller de acción convencional que lleva la firma del director Daniel Calparsoro. Ofrece dosis adecuadas de intriga y tensión, aunque no se destaca por su originalidad. Para los amantes del género y del estilo característico de Calparsoro, la película cumple con las expectativas, brindando una experiencia de crimen y ambición en un contexto donde la línea entre el bien y el mal se desvanece.
La película sigue la firma del director, ofreciendo dosis de acción y tensión que caracterizan su estilo. La trama, aunque clásica en su estructura, mantiene al espectador enganchado a medida que Iván se enfrenta a desafíos cada vez mayores. El guion, centrado en el mundo del crimen organizado, ofrece giros predecibles pero efectivos que mantienen la atención.
La historia explora un abanico de personajes corruptos: empresarios, políticos, banqueros, y la mafia china, todos inmersos en un juego peligroso de intereses y poder. Iván, interpretado con solidez por Arón Piper, busca su parte del botín, lo que añade capas de complejidad al personaje y a la trama.
En cuanto a los aspectos técnicos, sigue una fórmula clásica para el género de thriller de acción. La cinematografía se adapta al tono oscuro de la trama, y la banda sonora refuerza los momentos de tensión. Sin embargo, no hay grandes innovaciones en este aspecto.
Se presenta como un thriller de acción convencional que lleva la firma del director Daniel Calparsoro. Ofrece dosis adecuadas de intriga y tensión, aunque no se destaca por su originalidad. Para los amantes del género y del estilo característico de Calparsoro, la película cumple con las expectativas, brindando una experiencia de crimen y ambición en un contexto donde la línea entre el bien y el mal se desvanece.
19 de enero de 2024
19 de enero de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco después del estreno de Todos los nombres de Dios, Daniel Calparsoro vuelve con El correo, un thriller donde el lujo, los excesos y la ley del dinero son los ingredientes esenciales. Como hiciera con Hasta el cielo, esta es la historia de un joven ambicioso que solo piensa en salir del barrio y llegar a lo más alto. Esta vez, eso sí, el ritmo frenético de la trama y el trasfondo social consiguen un mejor producto que su antecesora.
La historia de Iván Márquez (Arón Piper) ya la hemos visto cientos de veces en el celuloide. Un joven con ambición y astucia a partes iguales que busca ascender de clase social a cualquier precio. Un viaje que le despojará de humanismo y que viene con una carga moralizadora, porque después del ascenso siempre sigue la caída. El correo no pretende traer nada nuevo a esta vieja historia. Tampoco hace falta. Calparsoro acierta de entrada al centrarse en las formas y al otorgar una identidad propia a su historia mezclándola con la realidad.
En El correo todo va rápido: los coches y el dinero, pero también la narración y las imágenes, que apenas aprietan el freno en un par de secuencias. Todo acompañado idóneamente de la música eléctrica de Carlos Jean, que consigue que lo que ocurre en El correo parezca una fiesta que no acaba nunca. Una expresión que sintetiza perfectamente cómo viven los delincuentes de traje y corbata que protagonizan la película.
La otra cara de la moneda es que el ágil ritmo de El correo deja el apartado dramático cojo de un pie, ya que el conflicto personal que pueda tener Iván con lo que hace es pequeño y poco trabajado. En definitiva, es un protagonista con el que nos dan pocas posibilidades para poder empatizar. Llegado cierto punto, más bien vamos a ansiar el momento en el que se le corta el grifo y le veamos caer.
Viéndola, lo más probable es que nos importe muy poco el destino de Iván y sus líos sentimentales, si bien querremos seguir mirando para ver qué ocurre a continuación. Lo que realmente interesa en El correo es ver hasta dónde llegan los excesos de Iván y compañía. En definitiva, si abordamos El correo apreciando más la forma que el fondo, sin duda pasaremos un buen rato.
Es fácil remitirnos con algunas de sus secuencias a la característica puesta en escena de Scorsese en películas de la talla de Goodfellas. Hablamos de esas secuencias en las que se nos presentan a los socios del protagonista o se nos detalla cómo funciona exactamente el negocio ilegal que vemos en pantalla. Todo conducido por la voz en off del protagonista, algo que El correo copia al pie de la letra.
Por supuesto, el máximo referente con el que El correo quiere verse reflejado no es Goodfellas y sus gángsters, sino El lobo de Wall street y sus brokers desalmados. Más claro, agua: dos jóvenes deseando hacerse de oro y sin ningún reparo en perder su humanidad ni en perjudicar con sus actos al ciudadano medio.
Lo mejor de El correo es, precisamente, que es nuestro Lobo de Wall Street ibérico. Salvando las distancias con el maestro italoamericano, claro. Y es que El correo tiene mucho de producto patrio, porque los negocios fraudulentos de Iván se enmarcan dentro de grandes tramas de corrupción que llenaron titulares en España durante la década de los 2000. Especialmente ese Olimpo de la prevaricación que se llamaba Marbella. Al mezclar a lo grande la ficción con la realidad reciente de nuestro país, El correo consigue el trasfondo dramático y social que no se logra con su historia particular, la que se centra en la relación de Iván con sus padres, en Vallecas.
El correo es una película hermana de Hasta el cielo, si bien con unas cuantas diferencias remarcables. Al centrarse menos en las relaciones sentimentales del apuesto protagonista y más en su afán de hacer dinero, El correo resulta mucho más interesante. Sumemos también que su metraje más ajustado logra una propuesta más concisa que consigue evitar que el flujo continuo de imágenes nos sobrecargue.
Como en Hasta el cielo, se apuesta por poner en el foco a actores jóvenes y con gancho comercial (muchos de ellos cantera de Élite). Aunque los jóvenes (además de Piper, María Pedraza y Nourdin Batán) no hacen un mal trabajo, la película coge impulso cuando los secundarios roban las escenas. Hablamos de Luis Tosar (en un rol muy similar al de Hasta el cielo pero mucho más limitado), y, sobre todo, de José Manuel Poga -de lo más disfrutable las escenas con él en Marbella- y de Luis Zahera.
El correo es un continuo de bacanales, corruptelas y de dinero más negro que el carbón. Presenta muchos estímulos y pocas sensaciones reales. Pero, al fin y al cabo, así es el ciclo ostentoso y vacío de la adicción al dinero. Aunque la parte dramática es floja y como thriller no se arriesga nada, El correo acierta en su ágil narración y al elevar su historia a la de la propia España en las últimas décadas.
Puntuación: 6 sobre 10.
La historia de Iván Márquez (Arón Piper) ya la hemos visto cientos de veces en el celuloide. Un joven con ambición y astucia a partes iguales que busca ascender de clase social a cualquier precio. Un viaje que le despojará de humanismo y que viene con una carga moralizadora, porque después del ascenso siempre sigue la caída. El correo no pretende traer nada nuevo a esta vieja historia. Tampoco hace falta. Calparsoro acierta de entrada al centrarse en las formas y al otorgar una identidad propia a su historia mezclándola con la realidad.
En El correo todo va rápido: los coches y el dinero, pero también la narración y las imágenes, que apenas aprietan el freno en un par de secuencias. Todo acompañado idóneamente de la música eléctrica de Carlos Jean, que consigue que lo que ocurre en El correo parezca una fiesta que no acaba nunca. Una expresión que sintetiza perfectamente cómo viven los delincuentes de traje y corbata que protagonizan la película.
La otra cara de la moneda es que el ágil ritmo de El correo deja el apartado dramático cojo de un pie, ya que el conflicto personal que pueda tener Iván con lo que hace es pequeño y poco trabajado. En definitiva, es un protagonista con el que nos dan pocas posibilidades para poder empatizar. Llegado cierto punto, más bien vamos a ansiar el momento en el que se le corta el grifo y le veamos caer.
Viéndola, lo más probable es que nos importe muy poco el destino de Iván y sus líos sentimentales, si bien querremos seguir mirando para ver qué ocurre a continuación. Lo que realmente interesa en El correo es ver hasta dónde llegan los excesos de Iván y compañía. En definitiva, si abordamos El correo apreciando más la forma que el fondo, sin duda pasaremos un buen rato.
Es fácil remitirnos con algunas de sus secuencias a la característica puesta en escena de Scorsese en películas de la talla de Goodfellas. Hablamos de esas secuencias en las que se nos presentan a los socios del protagonista o se nos detalla cómo funciona exactamente el negocio ilegal que vemos en pantalla. Todo conducido por la voz en off del protagonista, algo que El correo copia al pie de la letra.
Por supuesto, el máximo referente con el que El correo quiere verse reflejado no es Goodfellas y sus gángsters, sino El lobo de Wall street y sus brokers desalmados. Más claro, agua: dos jóvenes deseando hacerse de oro y sin ningún reparo en perder su humanidad ni en perjudicar con sus actos al ciudadano medio.
Lo mejor de El correo es, precisamente, que es nuestro Lobo de Wall Street ibérico. Salvando las distancias con el maestro italoamericano, claro. Y es que El correo tiene mucho de producto patrio, porque los negocios fraudulentos de Iván se enmarcan dentro de grandes tramas de corrupción que llenaron titulares en España durante la década de los 2000. Especialmente ese Olimpo de la prevaricación que se llamaba Marbella. Al mezclar a lo grande la ficción con la realidad reciente de nuestro país, El correo consigue el trasfondo dramático y social que no se logra con su historia particular, la que se centra en la relación de Iván con sus padres, en Vallecas.
El correo es una película hermana de Hasta el cielo, si bien con unas cuantas diferencias remarcables. Al centrarse menos en las relaciones sentimentales del apuesto protagonista y más en su afán de hacer dinero, El correo resulta mucho más interesante. Sumemos también que su metraje más ajustado logra una propuesta más concisa que consigue evitar que el flujo continuo de imágenes nos sobrecargue.
Como en Hasta el cielo, se apuesta por poner en el foco a actores jóvenes y con gancho comercial (muchos de ellos cantera de Élite). Aunque los jóvenes (además de Piper, María Pedraza y Nourdin Batán) no hacen un mal trabajo, la película coge impulso cuando los secundarios roban las escenas. Hablamos de Luis Tosar (en un rol muy similar al de Hasta el cielo pero mucho más limitado), y, sobre todo, de José Manuel Poga -de lo más disfrutable las escenas con él en Marbella- y de Luis Zahera.
El correo es un continuo de bacanales, corruptelas y de dinero más negro que el carbón. Presenta muchos estímulos y pocas sensaciones reales. Pero, al fin y al cabo, así es el ciclo ostentoso y vacío de la adicción al dinero. Aunque la parte dramática es floja y como thriller no se arriesga nada, El correo acierta en su ágil narración y al elevar su historia a la de la propia España en las últimas décadas.
Puntuación: 6 sobre 10.
1 de abril de 2024
1 de abril de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Carpalsoro utiliza la figura ficticia de Iván Márquez (Arón Piper) para construir una crónica de la corrupción política y económica que ha asoló a España desde principios de los 90 hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria. Dos décadas frenéticas en las que el ladrillo y el dinero negro se convirtieron en el motor de la economía patria y, por supuesto, permitieron que muchos políticos, banqueros y constructores se hicieran multimillonarios gracias a la institucionalización del mercado especulativo.
Arón Piper (que está bastante bien en la película) interpreta a un joven ambicioso que empieza a trabajar en trapicheos de poca monta pero que, poco a poco, al estilo de ‘Scarface’, va ascendiendo en el escalafón de esas organizaciones criminales de blanqueo, a costa de ir jugándosela a unos y a otros. La película recrea la clásica historia de auge y caída del criminal y Carpalsoro utiliza una narrativa que recuerda, en cierto modo, a varios filmes de Martin Scorsese, con esa voz en off cínica del personaje protagonista que va guiando al espectador en las distintas etapas de la biografía. Es esa voz en off la que mezcla situaciones ficticias con datos e imágenes reales de aquellos años negros de corrupción inmobiliaria en España, con los grandes acontecimientos de saqueo especulativo: las Olimpiadas del 92, los planes de recalificación urbanística de los 90, el caso Malaya en Marbella, el caso de Gao Ping, etc. En todos esos momentos está presente Iván Márquez, como si fuera un Forrest Gump del crimen, acompañado por secundarios de lujo como Luis Tosar o Luis Zahera. Aunque la que está espectacular en la película es la actriz belga Laura Sepul, poco conocida en España, pero a la que, seguramente, este trabajo le abrirá muchas puertas.
El resultado es una película bastante entretenida, con muchos homenajes a otros filmes norteamericanos como he comentado, buenas interpretaciones y una estupenda banda sonora de Carlos Jean, que acompasa perfectamente el ritmo frenético del guion. Eso sí, todo lo que ocurre es bastante previsible y la historia va cubriendo las etapas de la evolución criminal del personaje de una manera algo apresurada, lo que no permite que haya verdadera construcción dramática en las tramas. Todo se reduce a ese retrato rápido del crimen en consonancia con los acontecimientos históricos reales, pero, como digo, sin mucha hondura narrativa. En ese retrato están todos los tópicos esperables y eso es lo que le resta originalidad a la película de Carpalsoro: ambición, excesos, sexo, cocaína, traiciones, etc. No hay sorpresas de ningún tipo.
A pesar de la poca profundidad dramática en el desarrollo de los personajes y de los muchos clichés, ‘El correo’ es una película disfrutable. Son 100 minutos de diversión en los que el ritmo no decae en ningún momento y aunque se adivinan desde muy lejos los giros y el desenlace, se ven con agrado las peripecias de este joven Tony Montana vallecano.
Arón Piper (que está bastante bien en la película) interpreta a un joven ambicioso que empieza a trabajar en trapicheos de poca monta pero que, poco a poco, al estilo de ‘Scarface’, va ascendiendo en el escalafón de esas organizaciones criminales de blanqueo, a costa de ir jugándosela a unos y a otros. La película recrea la clásica historia de auge y caída del criminal y Carpalsoro utiliza una narrativa que recuerda, en cierto modo, a varios filmes de Martin Scorsese, con esa voz en off cínica del personaje protagonista que va guiando al espectador en las distintas etapas de la biografía. Es esa voz en off la que mezcla situaciones ficticias con datos e imágenes reales de aquellos años negros de corrupción inmobiliaria en España, con los grandes acontecimientos de saqueo especulativo: las Olimpiadas del 92, los planes de recalificación urbanística de los 90, el caso Malaya en Marbella, el caso de Gao Ping, etc. En todos esos momentos está presente Iván Márquez, como si fuera un Forrest Gump del crimen, acompañado por secundarios de lujo como Luis Tosar o Luis Zahera. Aunque la que está espectacular en la película es la actriz belga Laura Sepul, poco conocida en España, pero a la que, seguramente, este trabajo le abrirá muchas puertas.
El resultado es una película bastante entretenida, con muchos homenajes a otros filmes norteamericanos como he comentado, buenas interpretaciones y una estupenda banda sonora de Carlos Jean, que acompasa perfectamente el ritmo frenético del guion. Eso sí, todo lo que ocurre es bastante previsible y la historia va cubriendo las etapas de la evolución criminal del personaje de una manera algo apresurada, lo que no permite que haya verdadera construcción dramática en las tramas. Todo se reduce a ese retrato rápido del crimen en consonancia con los acontecimientos históricos reales, pero, como digo, sin mucha hondura narrativa. En ese retrato están todos los tópicos esperables y eso es lo que le resta originalidad a la película de Carpalsoro: ambición, excesos, sexo, cocaína, traiciones, etc. No hay sorpresas de ningún tipo.
A pesar de la poca profundidad dramática en el desarrollo de los personajes y de los muchos clichés, ‘El correo’ es una película disfrutable. Son 100 minutos de diversión en los que el ritmo no decae en ningún momento y aunque se adivinan desde muy lejos los giros y el desenlace, se ven con agrado las peripecias de este joven Tony Montana vallecano.
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