La adopción
2015 

6.2
1,490
Drama
Una pareja viaja a un país de Europa Oriental para adoptar a un niño, pero la operación no sale según lo previsto. Enseguida se ven inmersos en un ambiente hostil donde reina la corrupción y se trafica con el futuro de los niños y la esperanza de los padres. Así, lo que empezó siendo un sueño acaba convirtiéndose en una pesadilla. (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2016
29 de mayo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un salto cualitativo en la filmografía de la directora y guionista argentina. Construye con eficacia, buen gusto y sencillez una historia de denuncia realista sobre el laberinto, el desamparo y la corrupción entorno a la tremenda responsabilidad que conlleva adoptar a unos niños sometidos a los mismos problemas que sus futuros padres. El tema es muy serio y Fejerman lo aborda con la responsabilidad que merece sin caer en excesos lacrimógenos.
El creschendo está bien dosificado y nos mantiene expectantes, acompañando en la frustración a esta pareja cuyas grietas supuran ante el futuro incierto aflorando culpas y desesperación. Nora Navas y Francesc Garrido están perfectos y sostienen con pasmosa credibilidad la tensión emocional. Aprovecha Fejerman para rodar con acierto el entorno frió de esas repúblicas ex-soviéticas donde la desigualdad social y la corrupción generalizada convive entre los restos de su pasado artístico.
La producción y el casting de secundarios esta cuidado. En el debe, ahonda poco en la generalidad del problema y una bso por momentos cargante.
El creschendo está bien dosificado y nos mantiene expectantes, acompañando en la frustración a esta pareja cuyas grietas supuran ante el futuro incierto aflorando culpas y desesperación. Nora Navas y Francesc Garrido están perfectos y sostienen con pasmosa credibilidad la tensión emocional. Aprovecha Fejerman para rodar con acierto el entorno frió de esas repúblicas ex-soviéticas donde la desigualdad social y la corrupción generalizada convive entre los restos de su pasado artístico.
La producción y el casting de secundarios esta cuidado. En el debe, ahonda poco en la generalidad del problema y una bso por momentos cargante.
4 de octubre de 2017
4 de octubre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para su segunda película en solitario (la anterior, 7 minutos, se estrenó en 2009), la guionista y directora argentina Daniela Fejerman parte de su propia experiencia personal, tamizada por el tiempo y la colaboración en la escritura de Alejo Flash, al objeto de objetivar el relato y articular una historia consistente y realista. Esta es la gran baza de La adopción, su tono naturalista, tanto en la descripción de los fríos ambientes como en la definición de los diferentes personajes.
La peripecia de una pareja que ha invertido más de 10.000 euros en un proceso de adopción, ante la imposibilidad de convertirse en padres de forma biológica, y que viajan para cumplir el sueño a un país indeterminado del Este, falacia inexistente desde la caída del Muro que para la Europa Occidental referencia el límite pobre del Viejo Continente. Aunque en la película no se cita explícitamente para evitar suspicacias (la directora lo sufrió en Ucrania), el film se ambientó en las heladas tierras lituanas (las matrículas LT así lo delatan), aportando a la historia el contrapunto de frialdad y oscuridad a los ardientes anhelos de los personajes que viajan desde España para encontrarse una burocracia corrompida, un montaje estructurado para lucrarse negociando con los sentimientos y, lo que es mucho más grave, con la vida de los niños.
La difícil tesitura tensionará las relaciones de la pareja, sacando a relucir sus propias frustraciones y traumas, pues cada uno pretenderá resolver el asunto a su manera, con el desgaste y la carga emocional que conlleva enterarse que la mayor parte del dinero que han pagado está destinado al soborno; el desgaste moral de aguantar que les recriminen que en realidad es como si estuvieran “comprando un hijo”. Todo mostrado con buen tacto y sensibilidad, convirtiendo La adopción en una película que consigue empatizar con el espectador participándole del drama de los personajes, muy creíblemente interpretados por los actores Nora Navas y Francesc Garrido, que aportan un plus de verismo desde su propia apariencia cotidiana; el mayor halago es que no parecen actores, sino que están viviendo una experiencia demoledora. Menos mal que aunque los niños ya no vengan de París la felicidad es la misma.
Es muy probable que La adopción pase por la cartelera de nuestra ciudad de forma prácticamente imperceptible, como suele ocurrir con los títulos que no llegan apoyados en una cobertura mediática importante. En cualquier caso, merece más atención por parte de los espectadores, pues no es muy habitual que una película consiga transmitir emociones e inquietudes de la manera más sencilla, sin recurrir al folletín o la sensiblería. Es el resultado de una historia bien contada, donde tan importante es lo que vemos desde nuestro punto de vista como las elipsis que suceden desde el lado de los funcionarios encargados de tomar las decisiones, y que darían lugar a otra película igual de interesante.
La peripecia de una pareja que ha invertido más de 10.000 euros en un proceso de adopción, ante la imposibilidad de convertirse en padres de forma biológica, y que viajan para cumplir el sueño a un país indeterminado del Este, falacia inexistente desde la caída del Muro que para la Europa Occidental referencia el límite pobre del Viejo Continente. Aunque en la película no se cita explícitamente para evitar suspicacias (la directora lo sufrió en Ucrania), el film se ambientó en las heladas tierras lituanas (las matrículas LT así lo delatan), aportando a la historia el contrapunto de frialdad y oscuridad a los ardientes anhelos de los personajes que viajan desde España para encontrarse una burocracia corrompida, un montaje estructurado para lucrarse negociando con los sentimientos y, lo que es mucho más grave, con la vida de los niños.
La difícil tesitura tensionará las relaciones de la pareja, sacando a relucir sus propias frustraciones y traumas, pues cada uno pretenderá resolver el asunto a su manera, con el desgaste y la carga emocional que conlleva enterarse que la mayor parte del dinero que han pagado está destinado al soborno; el desgaste moral de aguantar que les recriminen que en realidad es como si estuvieran “comprando un hijo”. Todo mostrado con buen tacto y sensibilidad, convirtiendo La adopción en una película que consigue empatizar con el espectador participándole del drama de los personajes, muy creíblemente interpretados por los actores Nora Navas y Francesc Garrido, que aportan un plus de verismo desde su propia apariencia cotidiana; el mayor halago es que no parecen actores, sino que están viviendo una experiencia demoledora. Menos mal que aunque los niños ya no vengan de París la felicidad es la misma.
Es muy probable que La adopción pase por la cartelera de nuestra ciudad de forma prácticamente imperceptible, como suele ocurrir con los títulos que no llegan apoyados en una cobertura mediática importante. En cualquier caso, merece más atención por parte de los espectadores, pues no es muy habitual que una película consiga transmitir emociones e inquietudes de la manera más sencilla, sin recurrir al folletín o la sensiblería. Es el resultado de una historia bien contada, donde tan importante es lo que vemos desde nuestro punto de vista como las elipsis que suceden desde el lado de los funcionarios encargados de tomar las decisiones, y que darían lugar a otra película igual de interesante.
23 de enero de 2018
23 de enero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es muy común toparnos con una película cuyo tema central tiende a caer en sentimentalismos pero logra escapar de ellos, de verdad es raro, pero "La Adopción" es una de esas pocas que lo logra, y que el hecho de no ser empalagosa con los sentimientos no nos quita esos pequeños suspiros por la empatía que sentimos para con los protagonistas.
Y es que, si nos ponemos a pensar, esta película abarca grandes temas desgarradores que estoy seguro ninguno de nosotros quisiera vivir, para empezar, independientemente del dolor y frustración de no poder adoptar está la cuestión de ser extranjero en un país que poco se parece al tuyo, con el único afán de lograr un sueño que tienes tiempo atrás, pero ahora sí, no cualquier sueño, es el de tener un hijo, el de adoptar un niño, un gran sueño para la mayoría de parejas hoy en día, la gran diferencia es que unas lo logran con una buena noche de amor, otras con años y años de enfrentamiento a la burocracia, a la corrupcion, al infinito papeleo, a los viajes, a las visitas a orfanatos... o siemplemente al gran dilema moral que resulta querer adoptar pero no a cualquier niño, sino a uno sano, a uno de tu elección, y que conste que hipocresía no es.
Una cruda verdad saber que los niños no son traídos por cigüeñas cuando no se conciben naturalmente, y otra más, saber que las películas no dejan de lado sentimentalismos y exageraciones cuando deberían de hacerlo.
Pero aquí hay una y terminamos felices, por mucho que no sea perfecta, porque así como los niños sanos pueden tener una pequeña marca en la cara, las películas tienen errores, pero esas cosas pasan casi desapercibidas, así es que... Sí, la podemos adoptar.
Y es que, si nos ponemos a pensar, esta película abarca grandes temas desgarradores que estoy seguro ninguno de nosotros quisiera vivir, para empezar, independientemente del dolor y frustración de no poder adoptar está la cuestión de ser extranjero en un país que poco se parece al tuyo, con el único afán de lograr un sueño que tienes tiempo atrás, pero ahora sí, no cualquier sueño, es el de tener un hijo, el de adoptar un niño, un gran sueño para la mayoría de parejas hoy en día, la gran diferencia es que unas lo logran con una buena noche de amor, otras con años y años de enfrentamiento a la burocracia, a la corrupcion, al infinito papeleo, a los viajes, a las visitas a orfanatos... o siemplemente al gran dilema moral que resulta querer adoptar pero no a cualquier niño, sino a uno sano, a uno de tu elección, y que conste que hipocresía no es.
Una cruda verdad saber que los niños no son traídos por cigüeñas cuando no se conciben naturalmente, y otra más, saber que las películas no dejan de lado sentimentalismos y exageraciones cuando deberían de hacerlo.
Pero aquí hay una y terminamos felices, por mucho que no sea perfecta, porque así como los niños sanos pueden tener una pequeña marca en la cara, las películas tienen errores, pero esas cosas pasan casi desapercibidas, así es que... Sí, la podemos adoptar.
1 de noviembre de 2015
1 de noviembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniela Fejerman se adentra en el mundo de la adopción en los países de Europa del Este a través de los ojos de una pareja española que se ve envuelta en la maraña de la corrupta burocracia de la “venta de niños”.
El origen del proyecto es personal, ya que la directora adoptó en 2008 en Ucrania y según contó en la rueda de prensa de la Seminci lo pasó fatal. Luego en el guión se fueron incorporando elementos de varias historias de adopción.
El rodaje fue duro, con un equipo mixto en Lituania.
Ha sido fundamental la gran interpretación de Nora Navas y Frances Garrido, que le dan una gran verosimilitud a la historia.
La historia está bien contada, pero sin llegar a ser demasiado intensa.
Pero sí nos transmite como esa burocracia corrupta a base de sobornos, se convierte en una auténtica pesadilla, llegando minar la relación de pareja.
Pero sí transmite como la burocracia corrupta a base de sobornos hace que un sueño se convierte en una pesadilla.
El origen del proyecto es personal, ya que la directora adoptó en 2008 en Ucrania y según contó en la rueda de prensa de la Seminci lo pasó fatal. Luego en el guión se fueron incorporando elementos de varias historias de adopción.
El rodaje fue duro, con un equipo mixto en Lituania.
Ha sido fundamental la gran interpretación de Nora Navas y Frances Garrido, que le dan una gran verosimilitud a la historia.
La historia está bien contada, pero sin llegar a ser demasiado intensa.
Pero sí nos transmite como esa burocracia corrupta a base de sobornos, se convierte en una auténtica pesadilla, llegando minar la relación de pareja.
Pero sí transmite como la burocracia corrupta a base de sobornos hace que un sueño se convierte en una pesadilla.
4 de abril de 2022
4 de abril de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los primeros momentos, la pareja protagonista no para de tocarse, abrazarse, arrobadamente mirarse, carantoñas arrumacos hacerse y quererse como si tuvieran dieciséis años y fuera el primer amor, la primera carne, ese apego. Sabes que eso no es nada bueno. Si tienen que forzar desde un principio tanto las cosas, la maquinaria, sin venir a cuento, innecesariamente. Si exageran tanto la nota. Y, desafortunadamente, rápidamente se confirman los peores temores o augurios, no es una narración honesta, está llena de añagazas, pistas falsas, trucos baratos, trampas, dramatización forzada, estallidos de cólera inopinada, insultos al por mayor, lamentable escena la del coche a ese infantil y desagradable respecto, tontería, estrépito, espectáculo fullero fallero que chirría todo el rato.
Es una epopeya de la crueldad, una peli de miedo, si la hubiera dirigido von Trier con Bjork y un actor danés de los de toda la vida de dios, sería más creíble, si Wes Craven, también, igual o mejor.
Y además el final es previsible.
Es una epopeya de la crueldad, una peli de miedo, si la hubiera dirigido von Trier con Bjork y un actor danés de los de toda la vida de dios, sería más creíble, si Wes Craven, también, igual o mejor.
Y además el final es previsible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Acaba bien. Todos sanos y salvos. Con el querubín en la mochila.
En Ucrania no pueden ser peores, malos a rabiar, (casi) nadie se salva, el panorama es atroz, el horror. Y TVE la utiliza/vende, se supone, como propaganda buena, santa excusa. En fin...
El abuelo recibe el dinero y se compromete a "declarar" a favor de ellos, pero cuando llega el juicio nos lo muestran constantemente con una cara seria, como si estuviera enfadado o hubiera cambiado de opinión a última hora y claramente los fuera a traicionar. Llega el momento de responder a la pregunta definitiva, la madre del cordero, todo apunta a que... no/sí, estaba cantado, balas de fogueo, pero ese recurso es muy cutre, ese dar a entender algo malo al final bueno para crear tensión o incertidumbre de manera tan burda y chusca.
Ella se queda sola con el tipo en el coche en medio de la nada y se angustia, tiene miedo, y la lleva a un sitio raro y se angustia, tiene miedo, y salen dos borrachos que la acosan y se angustia, tiene miedo... No será por casualidad que la va/n a ... No. Falsa alarma. Claro. Era un buen hombre que solo quería ayudar, por supuesto, mal pensados que os ahogáis en un vaso de agua.
Ella pasa por delante de unos gañanes apalizándose, sigue su camino, right own way, vuelve después de unos minutos y sigue la pelea por el campeonato del mundo, séptimo asalto. No será tal vez mi marido... sí, él, quién si no... Absurdo y ridículo sería decir poco.
Ella desaparece en el aeropuerto... Nada y así todo el tiempo. La historia está a rebosar de escenas o situaciones parecidas para provocar mal rato gratuitamente, por amor al arte.
O cuando se ponen, de la nada, a echarse cosas en cara, grotesco por obvio y sobado como tópico narrativo mostrenco, tan manido. O la tipa que les lee los expedientes, la hijaputa que parece la bruja de un cuento, esas miradas glaciales.
En resumen, que es una película completamente falsa en sus formas y maneras melodramáticas histéricas pavorosas. Que no juega limpio, que no es creíble ni elegante. Pasas apuro.
En Ucrania no pueden ser peores, malos a rabiar, (casi) nadie se salva, el panorama es atroz, el horror. Y TVE la utiliza/vende, se supone, como propaganda buena, santa excusa. En fin...
El abuelo recibe el dinero y se compromete a "declarar" a favor de ellos, pero cuando llega el juicio nos lo muestran constantemente con una cara seria, como si estuviera enfadado o hubiera cambiado de opinión a última hora y claramente los fuera a traicionar. Llega el momento de responder a la pregunta definitiva, la madre del cordero, todo apunta a que... no/sí, estaba cantado, balas de fogueo, pero ese recurso es muy cutre, ese dar a entender algo malo al final bueno para crear tensión o incertidumbre de manera tan burda y chusca.
Ella se queda sola con el tipo en el coche en medio de la nada y se angustia, tiene miedo, y la lleva a un sitio raro y se angustia, tiene miedo, y salen dos borrachos que la acosan y se angustia, tiene miedo... No será por casualidad que la va/n a ... No. Falsa alarma. Claro. Era un buen hombre que solo quería ayudar, por supuesto, mal pensados que os ahogáis en un vaso de agua.
Ella pasa por delante de unos gañanes apalizándose, sigue su camino, right own way, vuelve después de unos minutos y sigue la pelea por el campeonato del mundo, séptimo asalto. No será tal vez mi marido... sí, él, quién si no... Absurdo y ridículo sería decir poco.
Ella desaparece en el aeropuerto... Nada y así todo el tiempo. La historia está a rebosar de escenas o situaciones parecidas para provocar mal rato gratuitamente, por amor al arte.
O cuando se ponen, de la nada, a echarse cosas en cara, grotesco por obvio y sobado como tópico narrativo mostrenco, tan manido. O la tipa que les lee los expedientes, la hijaputa que parece la bruja de un cuento, esas miradas glaciales.
En resumen, que es una película completamente falsa en sus formas y maneras melodramáticas histéricas pavorosas. Que no juega limpio, que no es creíble ni elegante. Pasas apuro.
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