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El huevo de la serpiente

Drama. Intriga Alemania, años 20; un paquete de tabaco cuesta 40 billones de marcos. En Berlín Abel, un trapecista judio norteamericano y alcohólico encuentra el cadáver de su hermano en la habitación que ambos comparten. Se ha suicidado, y Abel se siente responsable de su cuñada, Manuela, que trabaja en un cabaret. Entre ambos surge una relación de mutua dependencia, en un mundo golpeado por la crisis, la violencia y la muerte. (FILMAFFINITY)
Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
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7
6 de mayo de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abel (David Carradine), un trapecista judío caído en el pozo del olvido malvive en una pensión barata, encontrándose una noche con la desagradable sorpresa de que su hermano Max se ha pegado un tiro en la boca. A raíz de esta desgracia tendrá que cuidar de su cuñada (Liv Ullmann) que trabaja en un Cabaret. Todo ello en medio del miedo y terror de unas muertes aparentemente inexplicables que están sucediendo a su alrededor y de las cuales se le considera sospechoso.
Película un tanto atípica en el estilo de Bergman, ya que abandona el simbolismo que le caracteriza adentrandose en un cine más comercial, y también más accesible.
La acción se sitúa en los años veinte cuando los judíos residentes en Alemania empezaban a ser discriminados a raíz del incipiente nacismo. Se habla de un emergente partido que empieza a cobrar vida, comandado por un visionario llamado Adolf Hitler. Sin duda la serpiente está incubando el huevo que germinara en el monstruo nazi.
"El huevo de la serpiente", es una obra solida de un gran acabado estético y plástico. Turbadora e incluso escabrosa en determinadas escenas, pero sin duda denota la mano maestra del genio Sueco.
Gran casting de actores liderados por Liv Ulmann, una de las actrices fetiches del director y que en este trabajo nos vuelve a brindar una fascinante interpretación.
Lo malo de su visionado es su pesimismo aterrador que te encoje el animo por momentos, sin duda no es apta para pesimistas depresivos con tendencias suicidas. Al resto de los mortales se le puede recomendar.
9
21 de octubre de 2018 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta producción apadrinada por el valiente y aventurero Dino de Laurentiis, Ingmar ha captado magistralmente la atmósfera de miedo de la Alemania de entreguerras. Ese aliento de desesperanza. Ese aire que parece pesar como una losa de mil toneladas sobre la cabeza, haciendo que la gente camine con los hombros gachos y la mirada perdida en los sucios adoquines del pavimento. Todos deambulan sin saber hacia dónde se dirigen en realidad, metáfora de una nación paralizada por el temor y la incertidumbre.
Eso es lo más duro. Despertar siendo consciente de que el nuevo día será igual o peor que el anterior. Que nada va a mejorar.
Que el presente es una cloaca y el futuro, imposible.
La ciudad está sumida en una tonalidad grisácea enfermiza, siempre húmeda, siempre salpicada del blanco desvaído de la nieve mancillada. Los edificios aparentan siglos de abandono que nadie se molesta en reformar. O no lo hacen sencillamente porque el escaso dinero que se tiene se gasta en cosas más urgentes.
Carente de propósito desde que se vio obligado a abandonar el circo, Abel Rosenberg sale a las noches etílicas de Berlín para acallar el vacío que lo consume. Una noche, al regresar al cuarto alquilado que comparte con su hermano Max, éste se ha pegado un tiro, y el vacío pasa a convertirse en abismo. La policía, liderada por el buen inspector Bauer, hace lo que puede por mantener una ilusión de orden en una ciudad hundida en el caos. Abel, con su mirada empañada por el alcohol, contempla escenas callejeras que le afectan profundamente, como ese pobre hombre judío (los Rosenberg también lo son) al que dan una paliza ante la indiferencia de unos agentes que pasan de largo (la fuerte propaganda antisoviética y antisemita que la prensa divulga lava los cerebros dormidos, siempre hay que buscar a un chivo expiatorio), o un grupo de gente cogiendo la carne de un caballo muerto.
No pudiendo soportar la soledad, Abel va a buscar a su cuñada al cabaret donde trabaja, la hermosa y dulce Manuela que vende muy barata su belleza para sobrevivir, y se van a vivir juntos. Ella le ofrece el consuelo de su compañía y se esfuerza en mantener una fachada de optimismo y normalidad, pero él no se deja engañar e intuye que hay algo oscuro que ella oculta y eso lo deprime aún más y hace que él se vuelva suspicaz y casi violento, y las noches etílicas de Berlín se suceden en una especie de sórdido delirio de escenas que muestran al Bergman perturbador que tan bien conocemos. La incorporación de un misterioso personaje añade más suspense y aumenta el toque siniestro.
Sobresaliente labor actoral en una sobresaliente ambientación opresiva para una estremecedora historia bergmaniana sobre el miedo paralizante que muestra la gestación del nazismo, desarrollándose en el huevo que más tarde eclosionaría en la bestia que arrasó medio mundo.
8
10 de marzo de 2011 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película atípica de Bergman contextualizada en la época del auge Nazi, muestra la orfandad y sordidez de la mente humana, provocadas (hasta involuntariamente) por la absurda e "inconexa lógica" de una horripilante época.
Deprimente de principio a fin, pero provista de un gran porte cinemátográfico aportado a borbotones por el genio Sueco.
9
24 de octubre de 2019 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy impresionante es esta película. Empezando por los actores, que es lo que podemos visualizar, la dirección y el guión del film, espectacular, realmente Bergman fue un Director y guionista genio, la ambientación, vestuario etc. también. Creo que para ver este film debemos conocer aunque sea un poco sobre la República de Weimar. Esta nace al finalizar la Primera guerra mundial y concluye con el ascenso de Hitler al poder Alemán (1918-1933).
Epoca nefasta donde Alemania hubo de pagar fortunas por haber perdido la guerra, la gente moría de hambre y la sociedad sobrevivía como podía, la decadencia se hizo insoportable por esto el clima fue pesadísimo y recreado a la perfección, en mi opinión.......y a partir de esto nace esta pesada historia que es tan apasionada como triste.
El nombre del film es de una precisión admirable,
hji
8
24 de mayo de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película parece tener una postura tomada desde el racionalismo, que tiene que ver con la falta de credibilidad del hombre en el hombre. Una especie de "muerte" del hombre. Esta "muerte" viene en parte, ejercida por la capacidad de resistencia de los personajes (Manuela y Abel) en base a los metodos de control ejercidos por el poder de estado. Esa omnipresencia hace que el hombre se sienta oprimido donde en el film el personaje principal tiende a escapar. Los metodos de control ejercidos por el nazismo estaban supeditados a los organismos secretos de inteligencia, donde se terminaba localizando a los judíos que perdidos entre la sociedad trataban de escabullirse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hans es el personaje que representa esa opresión alemana (y búsqueda de la superioridad), que mas tarde será persecución, represión y exterminio. Y por estos lados anda ese huevo de la serpiente, que con minúscula opacidad nos deja observar el crecimiento de esta gran bestia. El film está construído en base a un progresivo encarcelamiento de Abel y Manuela, que como una trampa los va haciendo cada vez mas subditos del sistema. En esta progresión hay cada vez mas restricciones a las libertades, que por cierto, estan representadas por los artistas como huella del director (los juglares en "El séptimo sello" y los viajeros de "Fresas Salvajes"). Los "nuevos trabajos" de los personajes son de mas explotación y mas turbios aún: la atmósfera clandestina de exterminio está llegando. Los animos que adoptan Abel y Manuela durante esta explotación hace que la relación sea mas tensa aclamando cierta rendición a la condición de explotados.

El caballo muerto que antes transitaba y llevaba carroajes ahora esta muerto en la calle, y las personas estan degollandolo: estos simbolismos advierten un salvajismo un tanto inexplicable como lo fue el exterminio judío. La escena de confesión de Manuela donde el cura esta apurado y se molesta al atenderla, habla un poco de la falta de personalismo y humanidad de la Iglesia donde todos los problemas de la gente son de consumo: no importan realmente. Esto sumado a que la Iglesia se asoció directamente como institución al poder del estado durante el nazismo lo convierte en parte del juego macabro. Lo climatológico sigue siendo en Bergman un constante recurso sentimental: llueve, y todo los animos se van enturbiando.

La parte existencial de Bergman como alter ego está directamente impresa en los diálogos. Frases como: "Mañana todo desaparecerá", "La gente perdió su futuro" o "Me rindo", dejan un claro mensaje en una lucha que esta vez se podría graficar entre el control y las libertades.

El experimento humano que realiza Hans responde directamente a una lógica racional/científica donde ponen en juego los límites del control de los humanos. En esa relación de convivencia entre el opresor y el oprimido se exhiben dos partes de una misma raza que expresa la condición humana dentro de un sistema salvaje como lo es el capitalismo.
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