Mala mujer
8.2
15,063
Cine negro. Drama
Nueva York, año 1934. Christopher Cross es un simple cajero, infelizmente casado, cuya única pasión es la pintura. Una noche conoce a Kitty March, una atractiva buscavidas de la que se enamora y le hace creer que es un pintor de éxito. La chica y su novio Johnny, un tipo sin escrúpulos, aprovechan la ocasión para intentar explotar al pobre hombre, pues creen que sus cuadros valen mucho dinero.
(FILMAFFINITY)
(FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2022
6 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La hemos visto cientos de veces, una relación amorosa en la que una parte de la pareja domina a la otra y esa otra domina a un tercero. Una historia sencilla, el guion casi se escribe solo, pero aquí se le da una vuelta de tuerca, la historia se enrevesa con concesiones a la credulidad.
Completamente rodada en estudio, nada de complicarse la vida con tomas exteriores, esta historia tiene otro pilar básico y es la soberbia interpretación de él y ella, Dan Duryea no da la talla como chulo, desde su interpretación mas bien cómica a la elección de su vestuario.
Hacia el final de la película no encaja esa especie de juicio que Fritz despacha en medio minuto, se ve que se le echaba el tiempo encima, eso sí dejó metraje suficiente para filmar un magnífico epílogo que realza todavía más este trabajo del autor del Vampiro de Düsserldorf.
Cuantos ejemplos hemos podido ver a nuestro alrededor o padecido nosotros mismos del guion básico de Perversidad que dan por cierto que el amor es ciego ¿No Chris Cross?
Completamente rodada en estudio, nada de complicarse la vida con tomas exteriores, esta historia tiene otro pilar básico y es la soberbia interpretación de él y ella, Dan Duryea no da la talla como chulo, desde su interpretación mas bien cómica a la elección de su vestuario.
Hacia el final de la película no encaja esa especie de juicio que Fritz despacha en medio minuto, se ve que se le echaba el tiempo encima, eso sí dejó metraje suficiente para filmar un magnífico epílogo que realza todavía más este trabajo del autor del Vampiro de Düsserldorf.
Cuantos ejemplos hemos podido ver a nuestro alrededor o padecido nosotros mismos del guion básico de Perversidad que dan por cierto que el amor es ciego ¿No Chris Cross?
23 de julio de 2017
23 de julio de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
La pelicula es buena, nadie lo niega. Y ha de ser valorada de acuerdo a su época, lo que implica atender a la moral social y cinematográfica de la época. Pero, a mi juicio hubiera llegado a la puntuación de notable sin la presentación (a modo "Deux Ex Machina") del primer marido de la actual señora Cross.
Por lo demás, pese a que la pelicula tiene un cierto regusto a "El ángel azul" de Joseph Von Sternberg, se deja ver con agrado, y el trabajo de Edward G. Robinson es de resaltar. Sobre todo porque su degradación moral debido a su pasión por el personaje interpretado por Joan Bennett, le permite desarrollar un personaje menos "plano" que los otros,
Mención aparte merece el final.Desde el juicio penal a el juicio moral. Se relata con brevedad, pero con ingenio. No obstante, las pocas frases que quiero dedicar a este punto, deben situarse en la zona "spoiler".
Por lo demás, pese a que la pelicula tiene un cierto regusto a "El ángel azul" de Joseph Von Sternberg, se deja ver con agrado, y el trabajo de Edward G. Robinson es de resaltar. Sobre todo porque su degradación moral debido a su pasión por el personaje interpretado por Joan Bennett, le permite desarrollar un personaje menos "plano" que los otros,
Mención aparte merece el final.Desde el juicio penal a el juicio moral. Se relata con brevedad, pero con ingenio. No obstante, las pocas frases que quiero dedicar a este punto, deben situarse en la zona "spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como decía, el final es elogiable. Se resuelve con brevedad e inteligencia en el caso del juicio legal, pero en el moral se demora un poco. Durante este se nos presenta (tan oportunamente como el primer marido de la señora Cross) a tres periodistas que se encuentran con el protagonista en un tren y que son los que parecen meter en la cabeza del mismo la idea de que merece un castigo. Me parecen innecesarios para que el personaje, dada su bonhomía, derive hacia la locura y el intento de suicidio.
Aún así, el minuto final es todo un logro: Christopher Cross vaga por las calles, sin poder convencer a la policía de su culpabilidad y pasa ante una galería de arte donde se está comprando unos de sus cuadros "anónimos" (firmados por su amante), por una gran cantidad de dinero. Pero mientras la gente ve en él a un vagabundo deambulando por una calle muy transitada, él sólo ve una calle vacía con un único sonido: la fantasmal voz de su amada, recriminándole.
Aún así, el minuto final es todo un logro: Christopher Cross vaga por las calles, sin poder convencer a la policía de su culpabilidad y pasa ante una galería de arte donde se está comprando unos de sus cuadros "anónimos" (firmados por su amante), por una gran cantidad de dinero. Pero mientras la gente ve en él a un vagabundo deambulando por una calle muy transitada, él sólo ve una calle vacía con un único sonido: la fantasmal voz de su amada, recriminándole.
17 de julio de 2020
17 de julio de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Pese al componente melodramático y a lo caricaturesco de ciertos personajes, “Perversidad” es un notable “noir” a cargo de Fritz Lang, cineasta que, traduciendo a los gustos del público americano algunos rasgos del Expresionismo en que hiciera sus primeras armas, contribuyó a dar a luz —valga la paradoja— a un todo un género, y de incalculable influencia además, como el del cine negro.
Lang adapta “La Chienne”, novela de Georges de La Fouchardière y de la que ya existía una versión anterior, de igual y muy gráfica denominación, filmada por otro maestro, Jean Renoir, en 1931. El guion, obra del reputado Dudley Nichols, presenta notorias trampas argumentales, si bien no muchas más, ni de mayor grosor, que las acostumbradas en otros títulos de su misma naturaleza, así que no puedo sino reafirmarme en la creencia de que sin subterfugio no hay “noir”. Sí se antoja un tanto molesta la insistencia con que se subraya la moraleja final. De haber situado el desenlace al término de la tremenda escena en que los remordimientos de conciencia asaltan al atormentado protagonista —aterradora pesadilla expresionista y, sin duda, el momento culminante de la historia—, “Perversidad” habría tenido un cierre indudablemente más redondo.
En cuanto a su reparto, todos sus integrantes entregan trabajos que vuelan bastante por encima —insisto— de los esquemáticos papeles que les caen en suerte, insuflándoles la vida que les falta sobre el papel: la “femme fatale”, el primo y el chulo. Edward G. Robinson, rostro inconfundible de este tipo de films y gánster para la eternidad, compone a su pobre hombre con la solvencia que era de esperar. Lo mismo cabe decir de un efervescente Dan Duryea. No obstante, es una extraordinaria Joan Bennett quien se erige en alma de la fiesta. Su consabida vampiresa manifiesta una vertiente de fragilidad, un atisbo de compasión —cierto que abortado por las circunstancias— definitivamente inopinados.
Lang adapta “La Chienne”, novela de Georges de La Fouchardière y de la que ya existía una versión anterior, de igual y muy gráfica denominación, filmada por otro maestro, Jean Renoir, en 1931. El guion, obra del reputado Dudley Nichols, presenta notorias trampas argumentales, si bien no muchas más, ni de mayor grosor, que las acostumbradas en otros títulos de su misma naturaleza, así que no puedo sino reafirmarme en la creencia de que sin subterfugio no hay “noir”. Sí se antoja un tanto molesta la insistencia con que se subraya la moraleja final. De haber situado el desenlace al término de la tremenda escena en que los remordimientos de conciencia asaltan al atormentado protagonista —aterradora pesadilla expresionista y, sin duda, el momento culminante de la historia—, “Perversidad” habría tenido un cierre indudablemente más redondo.
En cuanto a su reparto, todos sus integrantes entregan trabajos que vuelan bastante por encima —insisto— de los esquemáticos papeles que les caen en suerte, insuflándoles la vida que les falta sobre el papel: la “femme fatale”, el primo y el chulo. Edward G. Robinson, rostro inconfundible de este tipo de films y gánster para la eternidad, compone a su pobre hombre con la solvencia que era de esperar. Lo mismo cabe decir de un efervescente Dan Duryea. No obstante, es una extraordinaria Joan Bennett quien se erige en alma de la fiesta. Su consabida vampiresa manifiesta una vertiente de fragilidad, un atisbo de compasión —cierto que abortado por las circunstancias— definitivamente inopinados.
4 de agosto de 2021
4 de agosto de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Fritz Lang repite la fórmula que tan bien le salió en ¨La Mujer del Cuadro¨: él como director, y Edward G. Robinson y Joan Bennett como dúo protagonista. Si bien no está al nivel de la otra (lo cual era bastante difícil), no deja de ser una buena muestra de cine negro de calidad.
Nos encontramos una historia de mentiras y estafas: el tesorero de una empresa conoce a una mujer, esta cree que es un rico y talentoso pintor, este cree que ella se ha enamorado de él, cosa que la mujer y su verdadero novio, un granuja de cuidado, usarán en su beneficio económico.
Una muestra de la maldad y la miseria humana, de como un buen hombre puede llegar a caer en lo más bajo debido a los engaños de los demás.
El peso principal de la película recae más en las actuaciones de los protagonistas que en la trama en sí, y tiene una parte final digna de verse.
Nos encontramos una historia de mentiras y estafas: el tesorero de una empresa conoce a una mujer, esta cree que es un rico y talentoso pintor, este cree que ella se ha enamorado de él, cosa que la mujer y su verdadero novio, un granuja de cuidado, usarán en su beneficio económico.
Una muestra de la maldad y la miseria humana, de como un buen hombre puede llegar a caer en lo más bajo debido a los engaños de los demás.
El peso principal de la película recae más en las actuaciones de los protagonistas que en la trama en sí, y tiene una parte final digna de verse.
10 de abril de 2022
10 de abril de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Muchos comparan esta con la anterior película de Lang por compartir además de director, elenco y género. Pero la historia sacando que los protagonistas se conocen al comienzo es totalmente diferente. La relación de Kitty y Christopher, igual la de Kitty con Johnny a la que tenía con el chantajista de La mujer en la ventana. Para mí la verdad maneja mucho mejor los elementos. Acá hay mucho humor negro, sardónico, los personajes son más oscuros y patéticos, en la anterior la relación entre ellos era solo por complicidad en un crimen, acá Christopher está enamorado de Kitty, tanto como ella lo está de Johnny, es muy interesante ese triángulo.
Lo peor: quizás cerca del final se hace un poco largo.
Lo mejor: Como todos los personajes persiguen algo que jamás conseguirán, Christopher el amor de Kitty, Kitty el amor de Johnny, Johnny el ser alguien sin esfuerzo.
Los planos, la iluminación.
Que representa muy bien lo que uno espera de un noir, todos los personajes importantes son desagradables y patéticos.
Lo peor: quizás cerca del final se hace un poco largo.
Lo mejor: Como todos los personajes persiguen algo que jamás conseguirán, Christopher el amor de Kitty, Kitty el amor de Johnny, Johnny el ser alguien sin esfuerzo.
Los planos, la iluminación.
Que representa muy bien lo que uno espera de un noir, todos los personajes importantes son desagradables y patéticos.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here