Los Fabelman
7.0
16,996
Drama
Film semiautobiográfico de la propia infancia y juventud de Spielberg. Ambientada a finales de la década de 1950 y principios de los años 60, un niño de Arizona llamado Sammy Fabelman, influido por su excéntrica madre, artista (Michelle Williams), y su pragmático padre, ingeniero informático (Paul Dano), descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a contar historias y a forjar su propia identidad. [+]
20 de marzo de 2025
20 de marzo de 2025
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Eso debió ser lo que le dijo John Ford a Steven Spielberg en el encuentro que tuvieron allá por 1962.
Y es que "Los Fabelman" es en esencia un autobiopic; una autobiografía que realiza Steven Spielberg analizando su infancia y juventud en aquellos años en los que sentía fascinación por el cine, pero aún nadie se tomaba en serio su pasión.
Es una autobiografía un poco libre, el personaje principal no se llama Steven Spielberg, se llama Sammy Fabelman, y básicamente vemos la relación que tiene con su familia y el cine, y como todas las temáticas están relacionadas.
Cuando Sammy es un crío, la cámara de Spielberg lo toma todo desde su estatura y punto de vista, y a medida que vamos creciendo, la cámara cambia de perspectiva, pero siempre respetando la estatura de nuestro protagonista.
En su infancia, comprobamos que el matrimonio judío formado por sus padres; Mitzi y Burt aunque parezca un matrimonio ideal a prueba de bombas, son dos personajes humanos, imperfectos y con muchos problemas.
Ambos conocen los defectos de su pareja y tratan de lidiar con ellos por el bien de su familia, y como la película es larga, se da el lujo de presentarnos el drama de la pareja desde principios de los 50 hasta mediados de los 60.
Sería fácil caer en lo caricaturesco en muchos personajes, especialmente el de Seth Rogen.
Y curiosamente ninguno llega a caer especialmente mal, de hecho todos tienen un trato muy humano y creíble.
Sobre el papel, me cuesta creer a Paul Dano en el papel de padre, no porque lo haga mal, sino porque tiene una cara de pipiolo que no puede con ella.
Tiene 40 años y sigue pareciendo un chaval muy joven.
Ahora, ese rechazo inicial desaparece instantáneamente cuando lo ves en pantalla.
El tipo luce fenomenal como el señor Burt Fabelman, y de verdad te lo crees en el rol del patriarca de esta familia.
Me parece que la ambientación de mediados del Siglo XX da bastante el pego, aunque por momentos se da uno cuenta de lo poco que fuma la gente en pantalla y de cómo el machismo inherente de la época se ha reducido mucho.
La música de John Williams es bellísima y creo que va perfectamente acorde a la historia que se está narrando, y para mí quien se lleva de calle la fuerza visual y narrativa de la historia es Michelle Williams en el papel de Mitzi Fabelman.
Spielberg se basa en su propia madre para crear al personaje y nos transmite su personalidad con una gran sensibilidad, pero sin caer en elogios excesivos y presentándola como lo que fue; una buena madre y una mujer con virtudes y defectos, que a menudo tendía a dejarse llevar por la depresión, pero jamás abandonó a su familia.
Quiero continuar en el spoiler para poder explicar el título de la crítica, así que cierro diciendo que "Los Fabelman" es una gran película, de las mejores que ha presentado Steven Spielberg en los últimos años y es una carta de amor hacia sus padres y hacia el medio artístico que le ha encumbrado y le ha dado la vida que deseaba.
9/10: ¡Película imprescindible!
Y es que "Los Fabelman" es en esencia un autobiopic; una autobiografía que realiza Steven Spielberg analizando su infancia y juventud en aquellos años en los que sentía fascinación por el cine, pero aún nadie se tomaba en serio su pasión.
Es una autobiografía un poco libre, el personaje principal no se llama Steven Spielberg, se llama Sammy Fabelman, y básicamente vemos la relación que tiene con su familia y el cine, y como todas las temáticas están relacionadas.
Cuando Sammy es un crío, la cámara de Spielberg lo toma todo desde su estatura y punto de vista, y a medida que vamos creciendo, la cámara cambia de perspectiva, pero siempre respetando la estatura de nuestro protagonista.
En su infancia, comprobamos que el matrimonio judío formado por sus padres; Mitzi y Burt aunque parezca un matrimonio ideal a prueba de bombas, son dos personajes humanos, imperfectos y con muchos problemas.
Ambos conocen los defectos de su pareja y tratan de lidiar con ellos por el bien de su familia, y como la película es larga, se da el lujo de presentarnos el drama de la pareja desde principios de los 50 hasta mediados de los 60.
Sería fácil caer en lo caricaturesco en muchos personajes, especialmente el de Seth Rogen.
Y curiosamente ninguno llega a caer especialmente mal, de hecho todos tienen un trato muy humano y creíble.
Sobre el papel, me cuesta creer a Paul Dano en el papel de padre, no porque lo haga mal, sino porque tiene una cara de pipiolo que no puede con ella.
Tiene 40 años y sigue pareciendo un chaval muy joven.
Ahora, ese rechazo inicial desaparece instantáneamente cuando lo ves en pantalla.
El tipo luce fenomenal como el señor Burt Fabelman, y de verdad te lo crees en el rol del patriarca de esta familia.
Me parece que la ambientación de mediados del Siglo XX da bastante el pego, aunque por momentos se da uno cuenta de lo poco que fuma la gente en pantalla y de cómo el machismo inherente de la época se ha reducido mucho.
La música de John Williams es bellísima y creo que va perfectamente acorde a la historia que se está narrando, y para mí quien se lleva de calle la fuerza visual y narrativa de la historia es Michelle Williams en el papel de Mitzi Fabelman.
Spielberg se basa en su propia madre para crear al personaje y nos transmite su personalidad con una gran sensibilidad, pero sin caer en elogios excesivos y presentándola como lo que fue; una buena madre y una mujer con virtudes y defectos, que a menudo tendía a dejarse llevar por la depresión, pero jamás abandonó a su familia.
Quiero continuar en el spoiler para poder explicar el título de la crítica, así que cierro diciendo que "Los Fabelman" es una gran película, de las mejores que ha presentado Steven Spielberg en los últimos años y es una carta de amor hacia sus padres y hacia el medio artístico que le ha encumbrado y le ha dado la vida que deseaba.
9/10: ¡Película imprescindible!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Según tengo entendido, Spielberg llegó a conocer a John Ford, y eso se plasma en la película con un John Ford interpretado por el recientemente fallecido David Lynch.
Creo que a Spielberg le gusta dirigir a directores de vez en cuando (François Truffant, Richard Attenborough, David Lynch...)
El caso es que Ford le da al joven Sammy la siguiente lección;
"Los planos son interesantes en función de como ruedes tus tomas. Si sitúas el horizonte arriba, es interesante, si lo sitúas abajo, es interesante. Si lo sitúas en medio, es un bodrio de cojones".
Y a mí esa reflexión me gustó mucho, porque hace años hice un dibujo de dos daspletosaurios en medio de una explanada.
(Sí, hilando con Spielberg, dinosaurios. Jajaja)
Y aunque yo no tengo una buena visión espacial, el horizonte está situado por encima de los daspletosaurios, pero no tengo claro como podrías situar en una imagen el horizonte en la parte central.
Si alguien me quiere escribir para explicármelo, estaré encantado de leer el mensaje.
Creo que a Spielberg le gusta dirigir a directores de vez en cuando (François Truffant, Richard Attenborough, David Lynch...)
El caso es que Ford le da al joven Sammy la siguiente lección;
"Los planos son interesantes en función de como ruedes tus tomas. Si sitúas el horizonte arriba, es interesante, si lo sitúas abajo, es interesante. Si lo sitúas en medio, es un bodrio de cojones".
Y a mí esa reflexión me gustó mucho, porque hace años hice un dibujo de dos daspletosaurios en medio de una explanada.
(Sí, hilando con Spielberg, dinosaurios. Jajaja)
Y aunque yo no tengo una buena visión espacial, el horizonte está situado por encima de los daspletosaurios, pero no tengo claro como podrías situar en una imagen el horizonte en la parte central.
Si alguien me quiere escribir para explicármelo, estaré encantado de leer el mensaje.
2 de abril de 2025
2 de abril de 2025
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Todo el mundo sabe que Steven Spielberg es uno de los directores más grandes que ha habido. Así que es normal que en cada película suya la exigencia sea máxima. Por algo a los mejores siempre se les pide lo mejor. No es un secreto que el rey Midas de Hollywood estaba deseando llevar su historia más personal a la gran pantalla. De hecho, llevaba más de 2 décadas esperando para hacerlo. Los Fabelman es una carta de amor al cine por parte de Spielberg que representa su infancia y adolescencia. Por supuesto, el film es muy emotivo. A lo largo de sus 2 horas y media presenciamos un relato familiar que coquetea con el drama en bastantes ocasiones. Como era de esperar, el cine es el tema central de la cinta. En el protagonista se puede apreciar la misma pasión por el séptimo arte que el propio Spielberg sintió antes de ser el genio que es a día de hoy. Y es que todo tiene un origen. La fotografía es tremenda mientras que el reparto está impresionante. Le falta algo de ritmo en ciertas partes, pero en líneas generales me ha parecido una interesante propuesta del maestro Spielberg.
10 de febrero de 2023
10 de febrero de 2023
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parafraseando aquel famoso 'Tengo un sueño', de Martin Luther King, y por mucho que aquello fuera sobre la igualdad, es fácil de extrapolar a cualquier manifestación creativa, ese punto en la que todo artista persigue cumplir los objetivos que se ha marcado al inicio de su carrera, y que básicamente consisten en transmitir, de la forma más nítida y comprensible, su presumible talento al resto de los mortales.
Poco le quedaba por demostrar a Steven Spielberg a sus 76 primaveras, en esa carrera de fondo que ha supuesto el nuevo milenio, y donde en comparación a sus compañeros de generación, se ha mantenido bastante más estable y fiel a sus ideas, sumando una serie de títulos notables, cuyo punto de inflexión se produjo seguramente con 'Atrápame si puedes' (2002), un trabajo del que cabía esperar bastante menos, de lo que finalmente se manifestó como un auténtico peliculón.
Aproximadamente en el 50 aniversario de su estreno profesional como realizador, Spielberg se ha atrevido a contarnos, a partir de su propio guión original, escrito mano a mano con Tony Kushner, todo ese cúmulo de historias y vicisitudes familiares, que configuraron su infancia y posterior adolescencia, un período donde espoleó su particular visión como cineasta amateur, y que ya muchos conocíamos de sus declaraciones, anécdotas, e incluso añadidos en alguna de sus obras más conocidas.
Por tanto, la historia de Sammy Fabelman, alter ego del propio Steven Spielberg, se configura como un drama familiar, de marcado tono doméstico, que indaga sobre sus orígenes judíos, y las complejas relaciones fraternales, al tiempo que compone esa irrefrenable pasión por el cine, que nace desde muy temprana edad, espoleada por la figura de una madre, tan inestable como soñadora.
Una carta de amor al cine, o más bien, sobre los más primitivos instintos creativos del entusiasmo amateur, que como todo recuerdo personal, se ve a veces superado por el peso de la responsabilidad, o incluso por cierto tono lírico, factores que el realizador compensa con enorme oficio, gracias a una exposición honesta, en ese punto de complicidad que seguro conseguirá alcanzar con sus más adeptos, y en general con cualquier cinéfilo que se precie.
En los apartados técnicos, y puntualizando como sigue siendo una gozada ver donde Spielberg coloca la cámara, para conseguir el encuadre perfecto, la cinta se erige igualmente, como un enorme homenaje a sus colaboradores habituales de estas últimas cinco décadas, donde el maestro John Williams parte con solemne ventaja, con una partitura nostálgica y testamentaria, que consigue ese crescendo tan impropio de un compositor, que suele resultar habitualmente bastante más apabullante en sus trabajos.
Del reparto, destacar a una siempre impecable Michelle Williams, y a un sorprendentemente contenido Paul Dano, ambos una apuesta segura, como mejores exponentes interpretativos de su generación, dentro de un elenco en el que Spielberg no ha querido arriesgar, entregando dos momentos estelares de reparto a Judd Hirsh, y sobre todo al maestro David Lynch, cuyo momento final será recordado, como excelente ejemplo del mejor metacine, en los años venideros.
Finalmente, Steven Spielberg ha hecho realidad el sueño de llevar su infancia y juventud a la gran pantalla, un asunto que indudablemente requería su máxima madurez como autor, y que algunos posiblemente acusarán como excesivamente personal, algo que siendo cierto en parte, tampoco se debería reprochar a un realizador, cuya vocación ha sido siempre ofrecer al público un genuino entretenimiento de calidad, incluso a riesgo de poner a veces en peligro, su incuestionable etiqueta como autor.
<Lee ésta crítica, y muchas más, en fusionfreakweb.blogspot.com>
Poco le quedaba por demostrar a Steven Spielberg a sus 76 primaveras, en esa carrera de fondo que ha supuesto el nuevo milenio, y donde en comparación a sus compañeros de generación, se ha mantenido bastante más estable y fiel a sus ideas, sumando una serie de títulos notables, cuyo punto de inflexión se produjo seguramente con 'Atrápame si puedes' (2002), un trabajo del que cabía esperar bastante menos, de lo que finalmente se manifestó como un auténtico peliculón.
Aproximadamente en el 50 aniversario de su estreno profesional como realizador, Spielberg se ha atrevido a contarnos, a partir de su propio guión original, escrito mano a mano con Tony Kushner, todo ese cúmulo de historias y vicisitudes familiares, que configuraron su infancia y posterior adolescencia, un período donde espoleó su particular visión como cineasta amateur, y que ya muchos conocíamos de sus declaraciones, anécdotas, e incluso añadidos en alguna de sus obras más conocidas.
Por tanto, la historia de Sammy Fabelman, alter ego del propio Steven Spielberg, se configura como un drama familiar, de marcado tono doméstico, que indaga sobre sus orígenes judíos, y las complejas relaciones fraternales, al tiempo que compone esa irrefrenable pasión por el cine, que nace desde muy temprana edad, espoleada por la figura de una madre, tan inestable como soñadora.
Una carta de amor al cine, o más bien, sobre los más primitivos instintos creativos del entusiasmo amateur, que como todo recuerdo personal, se ve a veces superado por el peso de la responsabilidad, o incluso por cierto tono lírico, factores que el realizador compensa con enorme oficio, gracias a una exposición honesta, en ese punto de complicidad que seguro conseguirá alcanzar con sus más adeptos, y en general con cualquier cinéfilo que se precie.
En los apartados técnicos, y puntualizando como sigue siendo una gozada ver donde Spielberg coloca la cámara, para conseguir el encuadre perfecto, la cinta se erige igualmente, como un enorme homenaje a sus colaboradores habituales de estas últimas cinco décadas, donde el maestro John Williams parte con solemne ventaja, con una partitura nostálgica y testamentaria, que consigue ese crescendo tan impropio de un compositor, que suele resultar habitualmente bastante más apabullante en sus trabajos.
Del reparto, destacar a una siempre impecable Michelle Williams, y a un sorprendentemente contenido Paul Dano, ambos una apuesta segura, como mejores exponentes interpretativos de su generación, dentro de un elenco en el que Spielberg no ha querido arriesgar, entregando dos momentos estelares de reparto a Judd Hirsh, y sobre todo al maestro David Lynch, cuyo momento final será recordado, como excelente ejemplo del mejor metacine, en los años venideros.
Finalmente, Steven Spielberg ha hecho realidad el sueño de llevar su infancia y juventud a la gran pantalla, un asunto que indudablemente requería su máxima madurez como autor, y que algunos posiblemente acusarán como excesivamente personal, algo que siendo cierto en parte, tampoco se debería reprochar a un realizador, cuya vocación ha sido siempre ofrecer al público un genuino entretenimiento de calidad, incluso a riesgo de poner a veces en peligro, su incuestionable etiqueta como autor.
<Lee ésta crítica, y muchas más, en fusionfreakweb.blogspot.com>
11 de febrero de 2023
11 de febrero de 2023
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera palabra que se me viene a la mente tras ver “Los Fabelman” es: “sobrevalorada”. La primera expresión que forjé tras verla es: “no es para tanto”. No estamos ante el Steven Spielberg maestro del cine de “La lista de Schindler”, “El color púrpura” o “Munich”; tampoco estamos ante el insufrible Spielberg palomitero; nos encontramos en tierra de nadie, en un tiempo medio, en un “pudo ser mejor”, en un ejercicio de valiente introspección pero excesivamente almibarada.
Una pena romper la racha, porque las autobiografías semi reales han dado para mucho en los últimos tiempos, desde “Dolor y gloria” de Pedro Almodóvar hasta “Érase una vez en Hollywood” de Quentin Tarantino, pasando por la maravillosa “Fue la mano de Dios” de Paolo Sorrentino. Pero “Los Fabelman” no están a esa altura. Ni mucho menos.
Estéticamente impecable, con esa limpieza clásica tan característica de Spielberg, con sus elegantes movimientos de cámara y su magnífico sentido del ritmo y de la elipsis, en la que es maestro narrativo, tiene algunos planos de calidad indiscutible, aunque quizás todos ya demasiado vistos. Eso sí, magnífica intervención inicial del cineasta agradeciendo a los asistentes a una sala de cine haber elegido ver su película más autobiográfica como hay que verla, en pantalla grande. Fue un detalle muy de agradecer (no debe estar muy bien de calefacción en su casa, dicho sea de paso, porque nos agradece pagar la entrada en una sala de cine con camiseta interior, camisa, jersey y americana).
También me parece muy acertada y valiente su manera de engarzar anécdotas de su infancia y juventud haciendo de todas ellas un todo coherente, y eso es lo mejor que ofrece el guión del propio Spielberg y Tony Kushner, así como la impresionante dirección de fotografía de otro imprescindible en su cinematografía como el polaco Janusz Kaminski (“La lista de Schindler”). Estos dos elementos se conjugan para darle notoriedad al film. Porque, dicho sea de paso, John Williams también peca de reiterativo en una música para cine que no va a ser recordada cuando se haga balance de su carrera.
Pero… Spielberg vuelve a caer en su tendencia tristemente irremediable a lo almibarado, a lo edulcorado, a lo blanco, a que sus personajes sean todos buenos y comprensivos, a que no tengan aristas, a querer demostrar que el mundo es respirable, a que su cine funcione si no te paras a analizar la verosimilitud de sus protagonistas, y ahí es donde la cinta pierde toda credibilidad y ni tan siquiera Michelle Williams es capaz de levantar el interés de la cinta con su magnífica interpretación como madre del niño protagonista obsesionado con el cine. Ella, dicho sea de paso, muestra unas capacidades interpretativas muy superiores a las de su cónyuge en el film, Paul Dano, que para mí se queda demasiado cortito, al igual que el joven actor que encarna al Spielberg adolescente, Gabriel LaBelle, del que se hubiese necesitado más.
Una pena romper la racha, porque las autobiografías semi reales han dado para mucho en los últimos tiempos, desde “Dolor y gloria” de Pedro Almodóvar hasta “Érase una vez en Hollywood” de Quentin Tarantino, pasando por la maravillosa “Fue la mano de Dios” de Paolo Sorrentino. Pero “Los Fabelman” no están a esa altura. Ni mucho menos.
Estéticamente impecable, con esa limpieza clásica tan característica de Spielberg, con sus elegantes movimientos de cámara y su magnífico sentido del ritmo y de la elipsis, en la que es maestro narrativo, tiene algunos planos de calidad indiscutible, aunque quizás todos ya demasiado vistos. Eso sí, magnífica intervención inicial del cineasta agradeciendo a los asistentes a una sala de cine haber elegido ver su película más autobiográfica como hay que verla, en pantalla grande. Fue un detalle muy de agradecer (no debe estar muy bien de calefacción en su casa, dicho sea de paso, porque nos agradece pagar la entrada en una sala de cine con camiseta interior, camisa, jersey y americana).
También me parece muy acertada y valiente su manera de engarzar anécdotas de su infancia y juventud haciendo de todas ellas un todo coherente, y eso es lo mejor que ofrece el guión del propio Spielberg y Tony Kushner, así como la impresionante dirección de fotografía de otro imprescindible en su cinematografía como el polaco Janusz Kaminski (“La lista de Schindler”). Estos dos elementos se conjugan para darle notoriedad al film. Porque, dicho sea de paso, John Williams también peca de reiterativo en una música para cine que no va a ser recordada cuando se haga balance de su carrera.
Pero… Spielberg vuelve a caer en su tendencia tristemente irremediable a lo almibarado, a lo edulcorado, a lo blanco, a que sus personajes sean todos buenos y comprensivos, a que no tengan aristas, a querer demostrar que el mundo es respirable, a que su cine funcione si no te paras a analizar la verosimilitud de sus protagonistas, y ahí es donde la cinta pierde toda credibilidad y ni tan siquiera Michelle Williams es capaz de levantar el interés de la cinta con su magnífica interpretación como madre del niño protagonista obsesionado con el cine. Ella, dicho sea de paso, muestra unas capacidades interpretativas muy superiores a las de su cónyuge en el film, Paul Dano, que para mí se queda demasiado cortito, al igual que el joven actor que encarna al Spielberg adolescente, Gabriel LaBelle, del que se hubiese necesitado más.
16 de febrero de 2023
16 de febrero de 2023
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En The Fabelman Spilberg recrea quizá sus experiencias familiares y cómo surgió su apasionamiento por el cine. Así lo anuncian, como la película más personal del gran director de tantas películas grandes. Así lo advierte él mismo antes de empezar la proyección con un mini-discurso en el que no dice nada del otro mundo ni se sabe muy bien a qué viene; se le permite la licencia, faltaría más.
En mi opinión, Los Fabelman no pasa de ser una película entrañable, con personajes y momentos sensibleros sin demasiada profundidad y desarrollo constreñido. Las inquietudes y las tragedias íntimas, la pobreza de los diálogos y el desequilibrio narrativo desembocan en un desconcertante anecdotario que, a medida que avanza, se decide finalmente por emular el tono de las peripecias mil veces contadas por Woody Allen. Steven imitando a Woody, como lo lee, o esa impresión da.
La película, en su primera parte, pretende ser seria y trascendente. En la segunda mitad, con el traslado a California, se produce un giro estilístico muy chocante. Y es ahí donde la trama se desembaraza de dramas y apuesta por el desenfado, no tanto como para llamarlo humor. Y es entonces cuando uno se acuerda del director de Annie Hall y empieza a pensar que esa misma historia en sus manos hubiera sido, siendo la misma, quizá mejor, porque ese es el tipo de películas que él borda y que un Spilberg muy dubitativo no ha terminado de redondear.
En mi opinión, Los Fabelman no pasa de ser una película entrañable, con personajes y momentos sensibleros sin demasiada profundidad y desarrollo constreñido. Las inquietudes y las tragedias íntimas, la pobreza de los diálogos y el desequilibrio narrativo desembocan en un desconcertante anecdotario que, a medida que avanza, se decide finalmente por emular el tono de las peripecias mil veces contadas por Woody Allen. Steven imitando a Woody, como lo lee, o esa impresión da.
La película, en su primera parte, pretende ser seria y trascendente. En la segunda mitad, con el traslado a California, se produce un giro estilístico muy chocante. Y es ahí donde la trama se desembaraza de dramas y apuesta por el desenfado, no tanto como para llamarlo humor. Y es entonces cuando uno se acuerda del director de Annie Hall y empieza a pensar que esa misma historia en sus manos hubiera sido, siendo la misma, quizá mejor, porque ese es el tipo de películas que él borda y que un Spilberg muy dubitativo no ha terminado de redondear.
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