Mátalos suavemente
2012 

5.8
29,411
Cine negro. Thriller
Dos ex-convictos no demasiado brillantes son contratados para asaltar una lucrativa partida ilegal de poker. Las culpas recaerán sobre el organizador del juego y los ladrones podrán empezar una nueva vida. Por desgracia, el dinero robado pertenece a la mafia, que se pone en contacto con el investigador y asesino Jackie Cogan para encontrar a los culpables. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2015
31 de julio de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo creo que una de las peores cosas que le puede decir un espectador a un director o a un guionista es que sus peliculas aburren. Esta me aburrió, y mucho, hasta el punto de dormirme las tres veces que intenté verla. (y eso que no estaba especialmente cansado ninguno de esos dias).
Si tratas de ver una película dinámica, con diálogos frescos, algo tipo "Snatch, cerdos y diamantes" o algo similar, quizá te pase como a mí y te duermas antes de la primera media hora: en ese sentido leer la sinopsis previamente puede llevarte a engaño.
Al margen de tener bastante poca acción, el guión aburre; los diálogos a veces parecen desconectar de la historia y algunos personajes al hablar me transmiten... sueño... El tono de su voz está a caballo entre la pachorra del que se acaba de despertar de una siesta y el que se está fumando un petardo con sus colegas.
Si la saga El Padrino invitó a alguna gente a pensar que el mundo del hampa es un mundo elegante, Mátalos suavemente me invita a mí a pensar que el mundo del hampa es realmente muy muy aburrido.
Si tratas de ver una película dinámica, con diálogos frescos, algo tipo "Snatch, cerdos y diamantes" o algo similar, quizá te pase como a mí y te duermas antes de la primera media hora: en ese sentido leer la sinopsis previamente puede llevarte a engaño.
Al margen de tener bastante poca acción, el guión aburre; los diálogos a veces parecen desconectar de la historia y algunos personajes al hablar me transmiten... sueño... El tono de su voz está a caballo entre la pachorra del que se acaba de despertar de una siesta y el que se está fumando un petardo con sus colegas.
Si la saga El Padrino invitó a alguna gente a pensar que el mundo del hampa es un mundo elegante, Mátalos suavemente me invita a mí a pensar que el mundo del hampa es realmente muy muy aburrido.
23 de septiembre de 2012
23 de septiembre de 2012
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Si hay una película fallida de Andrew Dominik, es esta. ‘Mátalos suavemente’ adapta el texto escrito por George V. Higgins y trata de disfrazarlo con una serie de remarcados ideológicos que ni vienen a cuento ni quedan bien; es más, destrozan el aspecto general de un filme muy irregular que, en preproducción, apuntaba alto y se ha quedado en un entretenimiento que no complace a todos los públicos.
Los diálogos vivos, auténticos, que destilan realismo, de George Higgins permanecen y son los que dotan de solidez a este título en el que, gracias a estas líneas bien redactadas, brillan los actores -sobre todo los secundarios-, pero no todo lo que funciona en una novela tiene porqué adecuarse a la pantalla, de modo que surgen escenas estiradas y conversaciones chocantes, deslenguadas, sin cortapisas, que pillan con el paso cambiado. El humor existe, hasta diría que es evidente, pero es fino.
El director australiano no parece saber a qué juega. Los vídeos y mensajes de Obama además de que sobran y cansan, lastran irremediablemente el resultado global. Pero es que en ‘Mátalos suavemente’ tampoco sabemos a qué atenernos; varía de la contundencia de Scorsese al odioso bullet time en unos instantes. Y claro, con mafiosos de por medio, hay ciertas normas que no conviene quebrantar. Al menos los personajes se merecen su propio reconocimiento, como ese James Gandolfini convertido en sicario melancólico que tan bien se desmarca del mítico Tony Soprano. No tanto la suerte de spin off de Henry Hill (‘Uno de los nuestros’) que parece interpretar Ray Liotta. Y luego, Brad Pitt, alma mater de este proyecto, incluso como productor, que lidera una película en apariencia setentera -en consonancia con la novela y con varios de los vehículos, escenarios y vestimentas empleadas- que intenta fallidamente entroncar con la realidad.
Los diálogos vivos, auténticos, que destilan realismo, de George Higgins permanecen y son los que dotan de solidez a este título en el que, gracias a estas líneas bien redactadas, brillan los actores -sobre todo los secundarios-, pero no todo lo que funciona en una novela tiene porqué adecuarse a la pantalla, de modo que surgen escenas estiradas y conversaciones chocantes, deslenguadas, sin cortapisas, que pillan con el paso cambiado. El humor existe, hasta diría que es evidente, pero es fino.
El director australiano no parece saber a qué juega. Los vídeos y mensajes de Obama además de que sobran y cansan, lastran irremediablemente el resultado global. Pero es que en ‘Mátalos suavemente’ tampoco sabemos a qué atenernos; varía de la contundencia de Scorsese al odioso bullet time en unos instantes. Y claro, con mafiosos de por medio, hay ciertas normas que no conviene quebrantar. Al menos los personajes se merecen su propio reconocimiento, como ese James Gandolfini convertido en sicario melancólico que tan bien se desmarca del mítico Tony Soprano. No tanto la suerte de spin off de Henry Hill (‘Uno de los nuestros’) que parece interpretar Ray Liotta. Y luego, Brad Pitt, alma mater de este proyecto, incluso como productor, que lidera una película en apariencia setentera -en consonancia con la novela y con varios de los vehículos, escenarios y vestimentas empleadas- que intenta fallidamente entroncar con la realidad.
24 de septiembre de 2012
24 de septiembre de 2012
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Es una película refrescante dentro de la cartelera actual, que dispone de muchos títulos grandilocuentes pero vacíos de contenido o remakes que rescatan taquillazos del pasado.
La verdad es que sobre todos los aspectos destaca la interpretación de Brad Pitt, que parece muy cómodo con el papel del mafioso Jackie Cogan. Pero el resto de actores también resultan convincentes, aunque oscurecidos por Pitt. La película tiene cierto tono humorístico que salva a la película de tomarse a sí misma demasiado en serio. Y ciertas escenas se presentan en todo su apogeo. Hay una de ellas donde nos transmite muy bien lo que siente el yonki de turno. La escena en que Pitt dispara a uno de los personajes también es interesante en un sentido similar. Las conversaciones de Cogan con el sicario alcohólico son hilarantes. Y hay algún otro punto divertido similar. En ocasiones el ritmo decae, pero en general te mantiene atento.
La trama está bien hilada y es interesante cómo se utilizan los discursos políticos sobre la actual crisis como trasfondo en el que se inserta la historia. El discurso final de Cogan relaciona ambos mundos. La crisis también existe en el mundo del hampa, en el submundo de la delincuencia. Lo que dicen los políticos sobre la comunidad es pura palabrería y la sociedad estadounidense es una selva donde cada cual se saca las castañas del fuego a sí mismo.
No es un peliculón, pero es una propuesta interesante.
La verdad es que sobre todos los aspectos destaca la interpretación de Brad Pitt, que parece muy cómodo con el papel del mafioso Jackie Cogan. Pero el resto de actores también resultan convincentes, aunque oscurecidos por Pitt. La película tiene cierto tono humorístico que salva a la película de tomarse a sí misma demasiado en serio. Y ciertas escenas se presentan en todo su apogeo. Hay una de ellas donde nos transmite muy bien lo que siente el yonki de turno. La escena en que Pitt dispara a uno de los personajes también es interesante en un sentido similar. Las conversaciones de Cogan con el sicario alcohólico son hilarantes. Y hay algún otro punto divertido similar. En ocasiones el ritmo decae, pero en general te mantiene atento.
La trama está bien hilada y es interesante cómo se utilizan los discursos políticos sobre la actual crisis como trasfondo en el que se inserta la historia. El discurso final de Cogan relaciona ambos mundos. La crisis también existe en el mundo del hampa, en el submundo de la delincuencia. Lo que dicen los políticos sobre la comunidad es pura palabrería y la sociedad estadounidense es una selva donde cada cual se saca las castañas del fuego a sí mismo.
No es un peliculón, pero es una propuesta interesante.
11 de octubre de 2012
11 de octubre de 2012
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Mátalos Suavemente es una película de antihéroes, de secundarios y que carece de protagonistas. Un thriller que transcurre en el extrarradio de cualquier ciudad de Estados Unidos donde la lluvia predomina en un paisaje desolado. Un horizonte poblado por unos tipos que deambulan por la pantalla sin moral y sin valores, con un solo objetivo: sacar beneficio a todo precio.
Su director Andrew Dominik, usa el personaje de Brad Pitt como metáfora: un mercenario que prefiere matar de lejos para que no le salpique la sangre de sus víctimas. Y es que esta película juega dos bazas: el entramado mafioso y una fuerte carga política. Parte de esta última se encuentra en su banda sonora, la cual alterna entrecortadamente ruidos y voces de George Bush (hijo) y Barack Obama, creando una atmósfera como símbolo del país desintegrado que han causado los políticos y los sistemas financieros.
Aunque no lo parezca, Mátalos Suavemente también es una comedia. Básicamente como resultado de sus diálogos mordaces y heridos en secuencias casi monologadas. Para ello, Dominik ha confeccionado el guión basándose en un libro de uno de los mejores escritores de novela negra: George V. Higgins. Un autor al que le gusta el parloteo entre sus personajes y que consigue a modo documental, dar voz a esos individuos de América que normalmente no la tienen. Por ello, Andrew Dominik no busca que el espectador sienta apego por los actores, sino que te los enseña desnudos tal y como son.
Si bien las ráfagas de acción salvaje o asesinatos en slow motion no aportan gran cosa a la película, sí lo hacen las virtuosas actuaciones de James Gandolfini y Scoot McNairy que a través de sus gestos muestran unos personajes perfectamente definidos. Efecto que produce que sientas por ellos asco y pena al mismo tiempo.
Así pues, nos encontramos ante un film que no tiene subtexto, todo lo que nos muestra se encuentra en su vertiginosa superficie. Sin embargo, esta película que nos podría recordar al más puro estilo de Tarantino, se queda ahí en la enquistada superficie y no consigue herirnos a nosotros también.
Su director Andrew Dominik, usa el personaje de Brad Pitt como metáfora: un mercenario que prefiere matar de lejos para que no le salpique la sangre de sus víctimas. Y es que esta película juega dos bazas: el entramado mafioso y una fuerte carga política. Parte de esta última se encuentra en su banda sonora, la cual alterna entrecortadamente ruidos y voces de George Bush (hijo) y Barack Obama, creando una atmósfera como símbolo del país desintegrado que han causado los políticos y los sistemas financieros.
Aunque no lo parezca, Mátalos Suavemente también es una comedia. Básicamente como resultado de sus diálogos mordaces y heridos en secuencias casi monologadas. Para ello, Dominik ha confeccionado el guión basándose en un libro de uno de los mejores escritores de novela negra: George V. Higgins. Un autor al que le gusta el parloteo entre sus personajes y que consigue a modo documental, dar voz a esos individuos de América que normalmente no la tienen. Por ello, Andrew Dominik no busca que el espectador sienta apego por los actores, sino que te los enseña desnudos tal y como son.
Si bien las ráfagas de acción salvaje o asesinatos en slow motion no aportan gran cosa a la película, sí lo hacen las virtuosas actuaciones de James Gandolfini y Scoot McNairy que a través de sus gestos muestran unos personajes perfectamente definidos. Efecto que produce que sientas por ellos asco y pena al mismo tiempo.
Así pues, nos encontramos ante un film que no tiene subtexto, todo lo que nos muestra se encuentra en su vertiginosa superficie. Sin embargo, esta película que nos podría recordar al más puro estilo de Tarantino, se queda ahí en la enquistada superficie y no consigue herirnos a nosotros también.
16 de octubre de 2012
16 de octubre de 2012
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Dos hombres irrumpen en una timba de póquer protegida por la mafia, robando todo el dinero allí apostado. Esto provoca que la confianza de la calle en este tipo de eventos ilegales se resquebraje. Los altos cargos de la mafia harán entonces lo que sea para restituir la confianza de los mercados.
Así comienza Mátalos suavemente, una película que si bien nos habla sobre los bajos fondos y sus entresijos, pretende ir mucho más allá, haciendo una crítica al sistema capitalista y al gobierno americano, y en última instancia, acusando a la política de funcionar como un negocio no muy distinto al del crimen organizado.
Como dice el personaje interpretado por Brad Pitt, lo importante es lo que la gente crea, y Estados Unidos da una imagen muy diferente a lo que realmente es.
Mientras Obama habla de libertad, igualdad, dignidad, y patriotismo, en pantalla vemos miseria, decadencia, violencia e individualismo. Mientras Obama suelta esperanzadores discursos sobre unidad y comunidad, se nos muestran personas abandonadas, empujadas a la delincuencia y la marginalidad. Mientras escuchamos largas peroratas sobre los valores de un país, somos testigos de la mayor decadencia moral.
La película es brusca, directa y evidente. Dice lo que quiere decir sin complejos ni camuflajes. Ha sido acusada de mostrar todo en su superficie, de ser demasiado obvia. Pero su apuesta no es la sutileza sino el puñetazo, fuerte y doloroso, y en mi opinión es una decisión muy respetable.
Los personajes están muy bien trazados (quizá sea el de Brad Pitt el más plano de todos ellos, aunque el carisma y la personalidad con que lo encarna lo compensa). El matón interpretado por James Gandolfini, vulnerable, triste, corrompido, es quizás lo mejor del film.
El director, Andrew Dominik (Chopper, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) apuesta por el realismo más descarnado, con largos diálogos (reproducidos por unos actores inmensos; Brad Pitt, Richard Jenkins, James Gandolfini, Ray Liotta, Sam Shepard) que se muestran naturales e interesantes, y un cierto aroma a improvisación que aporta en este caso gran verosimilitud.
Por ello creo que los ocasionales alardes visuales, artificiosos e incluso molestos, entorpecen el tono general del film, y juegan en contra de sus propósitos iniciales. En medio de esa atmósfera excelentemente construida de sangre, sudor y suciedad, aparece de repente el cartón piedra, la mano caprichosa del director.
El desenlace es súbito, repentino (no necesariamente en el mal sentido. Va acorde con el resto de la película). Brad Pitt verbaliza el mensaje que el film ha estado mandando a lo largo de todo el metraje. Lo dice de forma clara y contundente. Y los títulos de crédito aparecen. Mensaje mandado, final del film.
Una película valiente, distinta.
http://www.elcineenlasombra.com/
Así comienza Mátalos suavemente, una película que si bien nos habla sobre los bajos fondos y sus entresijos, pretende ir mucho más allá, haciendo una crítica al sistema capitalista y al gobierno americano, y en última instancia, acusando a la política de funcionar como un negocio no muy distinto al del crimen organizado.
Como dice el personaje interpretado por Brad Pitt, lo importante es lo que la gente crea, y Estados Unidos da una imagen muy diferente a lo que realmente es.
Mientras Obama habla de libertad, igualdad, dignidad, y patriotismo, en pantalla vemos miseria, decadencia, violencia e individualismo. Mientras Obama suelta esperanzadores discursos sobre unidad y comunidad, se nos muestran personas abandonadas, empujadas a la delincuencia y la marginalidad. Mientras escuchamos largas peroratas sobre los valores de un país, somos testigos de la mayor decadencia moral.
La película es brusca, directa y evidente. Dice lo que quiere decir sin complejos ni camuflajes. Ha sido acusada de mostrar todo en su superficie, de ser demasiado obvia. Pero su apuesta no es la sutileza sino el puñetazo, fuerte y doloroso, y en mi opinión es una decisión muy respetable.
Los personajes están muy bien trazados (quizá sea el de Brad Pitt el más plano de todos ellos, aunque el carisma y la personalidad con que lo encarna lo compensa). El matón interpretado por James Gandolfini, vulnerable, triste, corrompido, es quizás lo mejor del film.
El director, Andrew Dominik (Chopper, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) apuesta por el realismo más descarnado, con largos diálogos (reproducidos por unos actores inmensos; Brad Pitt, Richard Jenkins, James Gandolfini, Ray Liotta, Sam Shepard) que se muestran naturales e interesantes, y un cierto aroma a improvisación que aporta en este caso gran verosimilitud.
Por ello creo que los ocasionales alardes visuales, artificiosos e incluso molestos, entorpecen el tono general del film, y juegan en contra de sus propósitos iniciales. En medio de esa atmósfera excelentemente construida de sangre, sudor y suciedad, aparece de repente el cartón piedra, la mano caprichosa del director.
El desenlace es súbito, repentino (no necesariamente en el mal sentido. Va acorde con el resto de la película). Brad Pitt verbaliza el mensaje que el film ha estado mandando a lo largo de todo el metraje. Lo dice de forma clara y contundente. Y los títulos de crédito aparecen. Mensaje mandado, final del film.
Una película valiente, distinta.
http://www.elcineenlasombra.com/
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