Mátalos suavemente
2012 

5.8
29,411
Cine negro. Thriller
Dos ex-convictos no demasiado brillantes son contratados para asaltar una lucrativa partida ilegal de poker. Las culpas recaerán sobre el organizador del juego y los ladrones podrán empezar una nueva vida. Por desgracia, el dinero robado pertenece a la mafia, que se pone en contacto con el investigador y asesino Jackie Cogan para encontrar a los culpables. (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2013
16 de enero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que prometía demasiado, con algunos aspectos interesantes que saben a poco, como de telón de fondo inquietante el engaño del siglo, la democracia de los EEUU, la estafa y la tiranía del capital y los políticos. Todo en un ambiente sórdido, dos ladrones que son unos peleles, una venganza que se presume violenta e implacable. Dos grandes actores que encarnan a sicarios de una mafia también entrada en la profunda degradación de la crisis. En fin, de un ajuste de cuentas se puede sacar una buena película, y más si tienes la suerte de contar en el reparto con Brad Pitt y James Gandolfini, pero si haces una cabriola y quieres contar la decadencia de una sociedad en crisis total y te lo montas todo en una estructura que se apoya en diálogos sin chispa, demasiado alejados del argumento principal, te sale una película que no cuaja como el mal cocido, que está aguado o que lleva poca chicha. Al menos si los diálogos fuesen ingeniosos y no estuvieran tan aderezados con tacos, sexo y putas podría haber salido airoso entreteniendo un poco al personal con humo pero todo resulta tan aburrido...
12 de febrero de 2013
12 de febrero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como digo en el título, la mayor parte de la película transcurre dentro de un coche. A ver, hay películas que transcurren en 3 o 4 escenarios, pero tienen un guión o una historia fascinantes, que las convierten en míticas. Pero esta peli no es una de esas. Los dos atracadores tontos dentro del coche hablando, dos mafiosos y un sospechoso en el coche, sicario y abogado en el coche, sicario y atracador tonto en el coche, joder basta ya! Toda la película igual! Y cuando hablan se pasan la mitad de las veces hablando de prostitutas (diálogos absurdos e irrelevantes por rellenar la historia), o hablando de personajes que ni siquiera aparecen en la película! Hablan muchas veces de los jefes del abogado, y de Dillon que trabaja con Brad Pitt, y no sale nadie en toda la peli, además que de repente al final Cogan dice que Dillon ha muerto... Un sin sentido. La historia se podría contar en 30 minutos, pero nos tienen más de hora y media contándonos tontadas que no van a ningún sitio. Y James Gandolfini, menuda mierda! Dicen que llena la pantalla, sí, pero por gordo. Por que nos lo venden como un frío asesino que les salvará el marrón y al final no hace nada: emborracharse y por supuesto hablar de prostitutas...
El papel de Pitt esta bien, pero muy lejos de sus mejores actuaciones, como en Snatch por ejemplo. Hace de malo malote, pero solo pone cara de serio (y se dejó el pelo largo), poco más.
La escena inicial de los créditos por cierto me mareó, no la entiendo.
Para terminar el director intenta embaucarnos con una exposición y frase final de Brad Pitt, que pretende dejarte cierto regusto agradable, mejor del que en verdad merece la película, no os dejéis engañar!
Resumiendo, un 4 y va que se mata.
El papel de Pitt esta bien, pero muy lejos de sus mejores actuaciones, como en Snatch por ejemplo. Hace de malo malote, pero solo pone cara de serio (y se dejó el pelo largo), poco más.
La escena inicial de los créditos por cierto me mareó, no la entiendo.
Para terminar el director intenta embaucarnos con una exposición y frase final de Brad Pitt, que pretende dejarte cierto regusto agradable, mejor del que en verdad merece la película, no os dejéis engañar!
Resumiendo, un 4 y va que se mata.
7 de junio de 2013
7 de junio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brad Pitt le apuesta su imagen a Andrew Dominik. Sería bueno comprender el porqué. Yo no lo tengo claro. Ni en The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford, ni en Killing Them Softly logra convencerme de que tenga la madera para darnos más que productos con cierto toque personal y estético. Ambas películas resultan descorazonadoras.Podían ser máximas, pues tienen buenos personajes para ser trabajados y a veces ostentan, también, un par de diálogos que parecería iban a calar más. Pero no hay más. El espectador queda un poco como en la encrucijada de saber qué fue lo que acabó de ver.
7 de junio de 2013
7 de junio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Moderno cine negro, emanación del capitalismo en crisis
Dos ladrones de poca monta, contratados por un mafioso menor, asaltan a la plana mayor de la mafia durante un juego de póquer con apuestas; los afectados contratan a un sicario cerebral para que investigue quiénes son esos ladrones y los liquide; en su ajuste de cuentas, el sicario incluye al organizador de las partidas clandestinas, quien se ufana de haber cometido un atraco anterior a su propio negocio, por lo cual es castigado esta vez con una severa golpiza y, más adelante, una descarga de balas. Narrado así, parece la sinopsis, pero es todo el argumento de Killing Them Softly (EUA, 2012), película escrita y dirigida por Andrew Dominik.
El guión repara mucho más en los diálogos que en la trama, con el subtexto de la crisis económica y financiera que discutían los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos en la campaña electoral de 2008.
Brad Pitt es el asesino a quien contrata la mafia con la mediación de un abogángster corporativo (Richard Jenkins); Scoot McNairy y Ben Mendelsohn encarnan a los ladrones, uno recién salido de la cárcel y otro lumpenizado y drogadicto, ambos tan ingenuos que inspiran ternura; Vincent Curatola es el hampón que los contrata, y Ray Liotta es el infeliz organizador de las apuestas.
Basado a su manera en la novela Cogan's Trade (EUA, 1974), de George V. Higgins, dicho guión suma un personaje innecesario al ínfimo argumento: encarnado por James Gandolfini, otro sicario es llamado por el principal para que asesine al autor intelectual del asalto; sin embargo, el alcoholismo y el cansancio le impiden hacer ese trabajo. Gandolfini actúa bien, pero su personaje aburre y, más aún, sale sobrando, sobre todo por los diálogos, en este caso, excesivos, patéticos y fuera de contexto.
Los demás actores hacen perfectamente sus papeles; Mendelsohn y McNairy son los mejores; a pesar de su cara de gato bodeguero, Liotta es tan carismático o más que en Goodfellas (EUA, 1990), de Scorsese. Pitt sigue creciendo como actor, pero todavía no alcanza la estatura de los grandes.
Aunque ‘Mátalos suavemente’, como fue titulada en español, dura 97 minutos (una hora y media, contando aparte los créditos finales), a falta de mayor contenido, el ritmo es sumamente pausado; podría decirse que la película es de inacción violenta...
Lo más interesante es el estilo narrativo, sus recursos técnicos, especialmente la secuencia del asesinato carro a carro, filmada con cámaras rapidísimas y proyectada en cámara súper lenta, tanto que vemos el plomo de las balas salir del cañón de la pistola y atravesar la cristalería, que se hace añicos, y los cartuchos percutidos saltar de la recámara del arma y quedar suspendidos en el aire por un instante (algo similar vemos también en Gangster Squad, de Ruben Fleischer). Con Ketty Lester cantando Love Letters (Cartas de amor) en el fondo musical, la cadenciosa destrucción, casi monocromática, es rematada por un camión que embiste al coche de la víctima bajo la lluvia.
Cuando, minutos antes, deliciosamente actuado, el drogadicto se inyecta morfina y viaja, vemos una técnica de edición elíptica llamada jump cuts (saltar recortes), que consiste en suprimir fotogramas intermedios de una misma toma y sirve aquí para acentuar el ritmo de la lentitud; una distorsión difusa alterna con los labios de Mendelsohn en primer plano y se repite la frase de uno con la voz del otro; el efecto narcótico, entonces, resulta placentero para el drogadicto y exasperante para su interlocutor, sensaciones encontradas que la secuencia transmite al público espectador.
El sonido es ingenioso, creativo y sutil, pero resulta desagradable durante la golpiza, con brutales estallidos de sangre, como ingrediente de horror gore, al estilo Tarantino, cuya influencia es notoria también en la elaboración de los diálogos, tanto por su eclecticismo como por su extensión, lo mismo que en algunos planos-secuencias igualmente prolongados, y en la violencia, súbita y sorpresiva, que rompe la tensa calma (influencia primigenia del cine de Hong Kong, dicho sea entre paréntesis).
Mirada subjetiva que atraviesa un sórdido pasillo hacia la calle convertida en basurero, mientras Barak Obama pronuncia un discurso de campaña; se trata del delincuente que sale de la cárcel y, al término de los créditos iniciales, se encuentra con su amigo lumpen ladrón de perros para invitarlo a participar en un robo más grande. En el audio, Obama promete inclusión al conjunto de la sociedad, mientras la imagen habla de un sistema social excluyente que nadie quiere cambiar. Si bien es otro mérito de la cinta lo que tiene de crítica política, bastaba con ese principio y la frase final: "Aquí todos estamos solos. Estados Unidos no es un país, es un negocio". Después de la secuencia inicial, todo cuanto escuchamos de verborrea o palabrería demagógica en voces superpuestas o provenientes de algún televisor prendido, a veces fuera de cámara, sale sobrando.
El final no parece de película, sino de capítulo de una serie.
Banda sonora de jazz-country, "neo noir"… Excelente montaje y/o edición…
Dato curioso: Entre los actores hay tres que trabajaron en la serie de televisión Los Soprano: Gandolfini, Curatola y Max Casella.
También curiosamente, el matón interpretado por Pitt se llama Jackie Cogan, casi como el niño Jackie Coogan, famoso por su trabajo con Charles Chaplin en The Kid (EUA, 1921), su papel protagónico en la primera adaptación cinematográfica de Oliver Twist (EUA, 1922), de Frank Lloyd, y, ya adulto, su personaje Tío Lucas o Tío Fétido en la serie de televisión Los Locos Addams o La Familia Addams.
Dos ladrones de poca monta, contratados por un mafioso menor, asaltan a la plana mayor de la mafia durante un juego de póquer con apuestas; los afectados contratan a un sicario cerebral para que investigue quiénes son esos ladrones y los liquide; en su ajuste de cuentas, el sicario incluye al organizador de las partidas clandestinas, quien se ufana de haber cometido un atraco anterior a su propio negocio, por lo cual es castigado esta vez con una severa golpiza y, más adelante, una descarga de balas. Narrado así, parece la sinopsis, pero es todo el argumento de Killing Them Softly (EUA, 2012), película escrita y dirigida por Andrew Dominik.
El guión repara mucho más en los diálogos que en la trama, con el subtexto de la crisis económica y financiera que discutían los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos en la campaña electoral de 2008.
Brad Pitt es el asesino a quien contrata la mafia con la mediación de un abogángster corporativo (Richard Jenkins); Scoot McNairy y Ben Mendelsohn encarnan a los ladrones, uno recién salido de la cárcel y otro lumpenizado y drogadicto, ambos tan ingenuos que inspiran ternura; Vincent Curatola es el hampón que los contrata, y Ray Liotta es el infeliz organizador de las apuestas.
Basado a su manera en la novela Cogan's Trade (EUA, 1974), de George V. Higgins, dicho guión suma un personaje innecesario al ínfimo argumento: encarnado por James Gandolfini, otro sicario es llamado por el principal para que asesine al autor intelectual del asalto; sin embargo, el alcoholismo y el cansancio le impiden hacer ese trabajo. Gandolfini actúa bien, pero su personaje aburre y, más aún, sale sobrando, sobre todo por los diálogos, en este caso, excesivos, patéticos y fuera de contexto.
Los demás actores hacen perfectamente sus papeles; Mendelsohn y McNairy son los mejores; a pesar de su cara de gato bodeguero, Liotta es tan carismático o más que en Goodfellas (EUA, 1990), de Scorsese. Pitt sigue creciendo como actor, pero todavía no alcanza la estatura de los grandes.
Aunque ‘Mátalos suavemente’, como fue titulada en español, dura 97 minutos (una hora y media, contando aparte los créditos finales), a falta de mayor contenido, el ritmo es sumamente pausado; podría decirse que la película es de inacción violenta...
Lo más interesante es el estilo narrativo, sus recursos técnicos, especialmente la secuencia del asesinato carro a carro, filmada con cámaras rapidísimas y proyectada en cámara súper lenta, tanto que vemos el plomo de las balas salir del cañón de la pistola y atravesar la cristalería, que se hace añicos, y los cartuchos percutidos saltar de la recámara del arma y quedar suspendidos en el aire por un instante (algo similar vemos también en Gangster Squad, de Ruben Fleischer). Con Ketty Lester cantando Love Letters (Cartas de amor) en el fondo musical, la cadenciosa destrucción, casi monocromática, es rematada por un camión que embiste al coche de la víctima bajo la lluvia.
Cuando, minutos antes, deliciosamente actuado, el drogadicto se inyecta morfina y viaja, vemos una técnica de edición elíptica llamada jump cuts (saltar recortes), que consiste en suprimir fotogramas intermedios de una misma toma y sirve aquí para acentuar el ritmo de la lentitud; una distorsión difusa alterna con los labios de Mendelsohn en primer plano y se repite la frase de uno con la voz del otro; el efecto narcótico, entonces, resulta placentero para el drogadicto y exasperante para su interlocutor, sensaciones encontradas que la secuencia transmite al público espectador.
El sonido es ingenioso, creativo y sutil, pero resulta desagradable durante la golpiza, con brutales estallidos de sangre, como ingrediente de horror gore, al estilo Tarantino, cuya influencia es notoria también en la elaboración de los diálogos, tanto por su eclecticismo como por su extensión, lo mismo que en algunos planos-secuencias igualmente prolongados, y en la violencia, súbita y sorpresiva, que rompe la tensa calma (influencia primigenia del cine de Hong Kong, dicho sea entre paréntesis).
Mirada subjetiva que atraviesa un sórdido pasillo hacia la calle convertida en basurero, mientras Barak Obama pronuncia un discurso de campaña; se trata del delincuente que sale de la cárcel y, al término de los créditos iniciales, se encuentra con su amigo lumpen ladrón de perros para invitarlo a participar en un robo más grande. En el audio, Obama promete inclusión al conjunto de la sociedad, mientras la imagen habla de un sistema social excluyente que nadie quiere cambiar. Si bien es otro mérito de la cinta lo que tiene de crítica política, bastaba con ese principio y la frase final: "Aquí todos estamos solos. Estados Unidos no es un país, es un negocio". Después de la secuencia inicial, todo cuanto escuchamos de verborrea o palabrería demagógica en voces superpuestas o provenientes de algún televisor prendido, a veces fuera de cámara, sale sobrando.
El final no parece de película, sino de capítulo de una serie.
Banda sonora de jazz-country, "neo noir"… Excelente montaje y/o edición…
Dato curioso: Entre los actores hay tres que trabajaron en la serie de televisión Los Soprano: Gandolfini, Curatola y Max Casella.
También curiosamente, el matón interpretado por Pitt se llama Jackie Cogan, casi como el niño Jackie Coogan, famoso por su trabajo con Charles Chaplin en The Kid (EUA, 1921), su papel protagónico en la primera adaptación cinematográfica de Oliver Twist (EUA, 1922), de Frank Lloyd, y, ya adulto, su personaje Tío Lucas o Tío Fétido en la serie de televisión Los Locos Addams o La Familia Addams.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
‘Mátalos suavemente’, donde las mujeres son anecdóticas, meras referencias en las pláticas machistas, puede considerarse como cine independiente, en el que su actor principal es también productor.
El “film noir” (como escriben los mamones para decir cine negro, mezclando con el español dos idiomas distintos, pues pedantería es sinónimo de ignorancia), en este caso, puede llamarse así por ser sucedáneo gringo del cine "polar" francés, cuyo realizador más representativo fue Jean-Pierre Melville, de gélido minimalismo protagonizado por Jean-Paul Belmondo (‘El confidente’, 1962) y Alain Delon (‘El Samurai’, 1967), entre otros. ‘Mátalos suavemente’, más que thriller policiaco, en el que aparece la policía sólo una vez como comparsa, es cine de gángsters en estricto sentido, que actualiza un relato de los años setenta.
Andrew Dominik debutó en 2000 con ‘Chopper: retrato de un asesino’, basada en la autobiografía de un legendario criminal; su película más reciente, antes de la que nos ocupa, era ‘El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford’ (EUA, 2007), también basada en una novela y producida-protagonizada por Brad Pitt, con escasas escenas de acción y trasfondo político sustentado en los diálogos. El guionista y director ha tenido mayor aceptación por parte de la crítica especializada que por el público en general. ‘El asesinato de Jesse James’… fue un fracaso de taquilla, pues recaudó unos 15 millones de dólares, la mitad de su presupuesto y lo invertido esta vez.
‘Mátalos Suavemente’ se presentó el año pasado en el Festival de Cannes, donde compitió con otras cintas ignoradas por la dizque "academia" de Hollywood en su premiación (‘Cosmópolis’, de Cronemberg, ‘Un reino bajo la luna’, de Anderson, y ‘Los ilegales’, de Hillcoat), y perdió ante ‘Amor’, de Haneke.
El “film noir” (como escriben los mamones para decir cine negro, mezclando con el español dos idiomas distintos, pues pedantería es sinónimo de ignorancia), en este caso, puede llamarse así por ser sucedáneo gringo del cine "polar" francés, cuyo realizador más representativo fue Jean-Pierre Melville, de gélido minimalismo protagonizado por Jean-Paul Belmondo (‘El confidente’, 1962) y Alain Delon (‘El Samurai’, 1967), entre otros. ‘Mátalos suavemente’, más que thriller policiaco, en el que aparece la policía sólo una vez como comparsa, es cine de gángsters en estricto sentido, que actualiza un relato de los años setenta.
Andrew Dominik debutó en 2000 con ‘Chopper: retrato de un asesino’, basada en la autobiografía de un legendario criminal; su película más reciente, antes de la que nos ocupa, era ‘El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford’ (EUA, 2007), también basada en una novela y producida-protagonizada por Brad Pitt, con escasas escenas de acción y trasfondo político sustentado en los diálogos. El guionista y director ha tenido mayor aceptación por parte de la crítica especializada que por el público en general. ‘El asesinato de Jesse James’… fue un fracaso de taquilla, pues recaudó unos 15 millones de dólares, la mitad de su presupuesto y lo invertido esta vez.
‘Mátalos Suavemente’ se presentó el año pasado en el Festival de Cannes, donde compitió con otras cintas ignoradas por la dizque "academia" de Hollywood en su premiación (‘Cosmópolis’, de Cronemberg, ‘Un reino bajo la luna’, de Anderson, y ‘Los ilegales’, de Hillcoat), y perdió ante ‘Amor’, de Haneke.
16 de julio de 2013
16 de julio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo es un sitio en el que todo lo que hay, todo sin excepción, convive con el resto. Lo bueno y lo malo, lo feo y lo bonito, el bien y el mal, la policía y los ladrones, los hijos y los padres. Es más, no sólo conviven sino que necesitan unos de otros para que así sea. Además, todo es igual de bello o de ridículo. La estética de cada una de las cosas es la que es. ¿Por qué un asesinato no va a tener una coherencia interna que lo convierta en una obra de arte? ¿Por qué?
Esta es la propuesta que hace el realizador Andrew Dominik arrancando desde la novela de George V. Higgins. Y lo hace con sumo cuidado, trabajando desde lo excesivo del lenguaje (algunos de los diálogos son una acumulación de palabras groseras que deja atónito a cualquiera; algunos diálogos dejan cada cosa en su sitio de forma rotunda), desde la excesivo de lo visual (las tomas grabadas a cámara lenta son extraordinarias por encuadre, por detalle, por explorar lo bello que tiene el horror), desde lo excesivo del mito constante en el que nos movemos (el discurso político está presente de principio a fin). Este entramado hace que los personajes estallen desde su pequeñez para convertirse en gigantes colocados en el mundo en un momento de crisis económica y, sobre todo ideológica.
La trama de la película pasa a segundo plano. Mandan los personajes. Además, no es una cosa del otro mundo; es bastante normalita y se la sabe cualquiera antes de entrar en la sala. Mandan los personajes, una fotografía muy poderosa y el movimiento cuidadoso de la cámara acompañando la acción sin que nadie recuerde que está detrás de lo que se ve. Si mandan los personajes es que manda el diálogo. Cosa más que importante. Y aquí nos encontramos con un pequeño problema. Son varias las almas que se mueven en la pantalla y, lógicamente, varias las formas de ver las cosas. Eso nos lleva a una acumulación que desordena algo la propuesta. Sin embargo, sin la aparición del personaje interpretado por un apagado James Gandolfini y de su punto de vista el proyecto no tendría sentido. Él llega para que veamos la decadencia de un ser humano que mata a otros, pero que no se libra de crisis personales, económicas o espirituales. Llega para explicar el resto del mismo modo que el resto le explica a él.
La dirección actoral es muy buena. Scoot McNairy, Ben Mendelsohn, Vincent Curatola y Ray Liotta están muy bien; defienden lo que tienen entre manos con entusiasmo. Lo de Brad Pitt es otra historia. Cuando aparece en pantalla parece que todo se estremece. Creíble, potente en el lenguaje corporal, contundente.
De esta película hay que destacar la banda sonora. Magnífica en su totalidad. Acompaña a la perfección la acción, matiza lo que sucede. Y muy agradable al oído Uno de los temas lo pueden escuchar en el reproductor que encontrarán debajo del texto).
Mátalos suavemente es una buena película. No sabría decir si es un drama o una comedia. Porque entre balazo y balazo, el director nos arranca sonrisas desde los disparates o las situaciones ridículas y desternillantes. En este sentido, el cine de Tarantino se deja notar. Porque desde un lugar sucio y apestoso nos llega una imagen bellísima de algo que no quisiéramos tener cerca nunca en la vida. Es verdad que si alguien tachara la película de pretenciosa se abriría un debate feroz. Argumentos hay para decir eso aunque son más poderosos los contrarios. Tal vez sea la gracia de este trabajo.
Una buena opción para este comienzo de otoño. Por supuesto, los niños se quedan en casa o entran en la sala de al lado. Es muy violenta.
Esta es la propuesta que hace el realizador Andrew Dominik arrancando desde la novela de George V. Higgins. Y lo hace con sumo cuidado, trabajando desde lo excesivo del lenguaje (algunos de los diálogos son una acumulación de palabras groseras que deja atónito a cualquiera; algunos diálogos dejan cada cosa en su sitio de forma rotunda), desde la excesivo de lo visual (las tomas grabadas a cámara lenta son extraordinarias por encuadre, por detalle, por explorar lo bello que tiene el horror), desde lo excesivo del mito constante en el que nos movemos (el discurso político está presente de principio a fin). Este entramado hace que los personajes estallen desde su pequeñez para convertirse en gigantes colocados en el mundo en un momento de crisis económica y, sobre todo ideológica.
La trama de la película pasa a segundo plano. Mandan los personajes. Además, no es una cosa del otro mundo; es bastante normalita y se la sabe cualquiera antes de entrar en la sala. Mandan los personajes, una fotografía muy poderosa y el movimiento cuidadoso de la cámara acompañando la acción sin que nadie recuerde que está detrás de lo que se ve. Si mandan los personajes es que manda el diálogo. Cosa más que importante. Y aquí nos encontramos con un pequeño problema. Son varias las almas que se mueven en la pantalla y, lógicamente, varias las formas de ver las cosas. Eso nos lleva a una acumulación que desordena algo la propuesta. Sin embargo, sin la aparición del personaje interpretado por un apagado James Gandolfini y de su punto de vista el proyecto no tendría sentido. Él llega para que veamos la decadencia de un ser humano que mata a otros, pero que no se libra de crisis personales, económicas o espirituales. Llega para explicar el resto del mismo modo que el resto le explica a él.
La dirección actoral es muy buena. Scoot McNairy, Ben Mendelsohn, Vincent Curatola y Ray Liotta están muy bien; defienden lo que tienen entre manos con entusiasmo. Lo de Brad Pitt es otra historia. Cuando aparece en pantalla parece que todo se estremece. Creíble, potente en el lenguaje corporal, contundente.
De esta película hay que destacar la banda sonora. Magnífica en su totalidad. Acompaña a la perfección la acción, matiza lo que sucede. Y muy agradable al oído Uno de los temas lo pueden escuchar en el reproductor que encontrarán debajo del texto).
Mátalos suavemente es una buena película. No sabría decir si es un drama o una comedia. Porque entre balazo y balazo, el director nos arranca sonrisas desde los disparates o las situaciones ridículas y desternillantes. En este sentido, el cine de Tarantino se deja notar. Porque desde un lugar sucio y apestoso nos llega una imagen bellísima de algo que no quisiéramos tener cerca nunca en la vida. Es verdad que si alguien tachara la película de pretenciosa se abriría un debate feroz. Argumentos hay para decir eso aunque son más poderosos los contrarios. Tal vez sea la gracia de este trabajo.
Una buena opción para este comienzo de otoño. Por supuesto, los niños se quedan en casa o entran en la sala de al lado. Es muy violenta.
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