Mátalos suavemente
2012 

5.8
29,408
Cine negro. Thriller
Dos ex-convictos no demasiado brillantes son contratados para asaltar una lucrativa partida ilegal de poker. Las culpas recaerán sobre el organizador del juego y los ladrones podrán empezar una nueva vida. Por desgracia, el dinero robado pertenece a la mafia, que se pone en contacto con el investigador y asesino Jackie Cogan para encontrar a los culpables. (FILMAFFINITY)
25 de septiembre de 2012
25 de septiembre de 2012
134 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no es lo que crees que es. Si ya la has visto, lo sabes. Si aún no la has visto, lo sabrás pronto.
No hay sofisticación narrativa, no hay montaje ligero, no hay diálogo ágil, no hay atmósfera absurda. El ritmo está ralentizado.
No tiene ni el peso ni el empaque de las líneas maestras del neo-noir - un género más que configurado en sus diversas variantes - pero basa toda su apuesta en una nueva vuelta de tuerca cuyo pilar es principalmente alegórico. Manierismo sobre manierismo.
La película es una enorme efigie de una sociedad en crisis, ambientada en una ciudad cualquiera de América, pero la esencia es extrapolable a cualquier parte. Es un retrato sórdido de un sistema decadente, cruel y patético, que convierte a todo el que no acepta el juego con perspectiva y frialdad en un individuo decadente, cruel y patético.
La distancia alcanzada entre la realidad y el púlpito se refleja en la disonancia entre la limpieza del discurso político – presente durante toda la película - y la suciedad de la calle. El subterfugio retórico como norma, inundando de forma explícita todo el metraje.
El tratamiento musical contribuye, con una ironía certera, a colorear el cuadro.
La historia es simple, reducida casi al terreno de la anécdota. Un armazón sobre el cual erigir la metáfora, una estructura narrativa secundaria. No importa demasiado si pillan a los dos desgraciados, ni quién lo hace. No importa si Gandolfini hace o no su trabajo, o si Pitt cierra el círculo. No importa el devenir, importa la foto fija.
No contribuye en nada a esta apreciación la promoción que se ha hecho de la película. Insinúa todo lo que arrebata. Vende precisamente aquello que pretende dinamitar.
La película puede llegar a derrumbarse porque lo que promete nunca termina de llegar. Un riesgo innecesario teniendo en cuenta que el planteamiento es suficientemente jugoso como para necesitar otros alicientes.
Un par de concesiones de Dominik sostienen la falsa promesa a la vez que le restan valor a una propuesta verdaderamente audaz. No se debe jugar a dos bandas.
Cúpulas del crimen corporativas e invisibles, mercados exprimidos y modestos, botines frugales. Representantes legales fuera de contexto. Yonquis persiguiendo el sueño americano y sicarios con problemas de alcoba y diván de primer orden - la elección de Gandolfini no es casual -.
Entre toda la manada se erige la imponente figura del hipnótico cabronazo pragmático al que le gusta matar suavemente y desde lejos. Como al sistema. Sin implicaciones, sin empatía.
No hay sofisticación narrativa, no hay montaje ligero, no hay diálogo ágil, no hay atmósfera absurda. El ritmo está ralentizado.
No tiene ni el peso ni el empaque de las líneas maestras del neo-noir - un género más que configurado en sus diversas variantes - pero basa toda su apuesta en una nueva vuelta de tuerca cuyo pilar es principalmente alegórico. Manierismo sobre manierismo.
La película es una enorme efigie de una sociedad en crisis, ambientada en una ciudad cualquiera de América, pero la esencia es extrapolable a cualquier parte. Es un retrato sórdido de un sistema decadente, cruel y patético, que convierte a todo el que no acepta el juego con perspectiva y frialdad en un individuo decadente, cruel y patético.
La distancia alcanzada entre la realidad y el púlpito se refleja en la disonancia entre la limpieza del discurso político – presente durante toda la película - y la suciedad de la calle. El subterfugio retórico como norma, inundando de forma explícita todo el metraje.
El tratamiento musical contribuye, con una ironía certera, a colorear el cuadro.
La historia es simple, reducida casi al terreno de la anécdota. Un armazón sobre el cual erigir la metáfora, una estructura narrativa secundaria. No importa demasiado si pillan a los dos desgraciados, ni quién lo hace. No importa si Gandolfini hace o no su trabajo, o si Pitt cierra el círculo. No importa el devenir, importa la foto fija.
No contribuye en nada a esta apreciación la promoción que se ha hecho de la película. Insinúa todo lo que arrebata. Vende precisamente aquello que pretende dinamitar.
La película puede llegar a derrumbarse porque lo que promete nunca termina de llegar. Un riesgo innecesario teniendo en cuenta que el planteamiento es suficientemente jugoso como para necesitar otros alicientes.
Un par de concesiones de Dominik sostienen la falsa promesa a la vez que le restan valor a una propuesta verdaderamente audaz. No se debe jugar a dos bandas.
Cúpulas del crimen corporativas e invisibles, mercados exprimidos y modestos, botines frugales. Representantes legales fuera de contexto. Yonquis persiguiendo el sueño americano y sicarios con problemas de alcoba y diván de primer orden - la elección de Gandolfini no es casual -.
Entre toda la manada se erige la imponente figura del hipnótico cabronazo pragmático al que le gusta matar suavemente y desde lejos. Como al sistema. Sin implicaciones, sin empatía.
23 de septiembre de 2012
23 de septiembre de 2012
123 de 176 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día quedé con un amigo, hacía mucho que no nos veíamos, así que salimos a tomar unas cañas. Nos las tomamos en la terraza del bar, dentro hacía mucho calor. La noche iba bien, nos estábamos poniendo al día, pero se nos colgó un tarado que no hacía más que hablar en nuestra dirección. Al final decidimos, entre mi amigo y yo, en dejarle hablar, que aquel tipo dijese eso que tenía tanto empeño en decirnos.
¿A qué no le importa una mierda esta historia? Pues es el mejor resumen que puedo hacer de la película. Déjenme que lo intente otra vez.
¿A qué no le importa una mierda esta historia? Pues es el mejor resumen que puedo hacer de la película. Déjenme que lo intente otra vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay mafiosos, de los de ciudad y partidas de póker con mucha pasta. Pero también hay ahí, un ruido (un telediario, un informe de noticias por la radio, un Obama haciendo campaña,...) que no te dejan disfrutar de lo que estás viendo.
La excusa –sí, no es una historia, es una excusa- va de como un pistolero a sueldo (Pitt) tiene que liquidar a unos tipos para que el dinero vuelva a fluir por las timbas ilegales. La fuerza de la cinta reside en unos diálogos que son, en su mayoría, un verdadero tostón. Que más me dará que un matón (Gandolfini) sepa que su mujer le está poniendo los cuernos, que lo vayan a meter en la cárcel y mil desgracias más, si se quejan igual que cualquier otro borracho de bar del mundo.
Para ahorrarles tiempo – a no ser que busquen un buen somnífero- les digo que la línea argumental sigue su camino de forma previsible y burocrática, sin ningún giro, sin ninguna tensión. Sólo el tedio del trabajo del asesino. Pitt acaba con todos, da un discurso sobre AMÉRICA (¿alguien sabe cómo poner las mayúsculas más grandes?) y ni siquiera le pagan lo debido.
Dominik, si nos quieres hablar de nuestra época, háblanos, pero no nos engañes.
La excusa –sí, no es una historia, es una excusa- va de como un pistolero a sueldo (Pitt) tiene que liquidar a unos tipos para que el dinero vuelva a fluir por las timbas ilegales. La fuerza de la cinta reside en unos diálogos que son, en su mayoría, un verdadero tostón. Que más me dará que un matón (Gandolfini) sepa que su mujer le está poniendo los cuernos, que lo vayan a meter en la cárcel y mil desgracias más, si se quejan igual que cualquier otro borracho de bar del mundo.
Para ahorrarles tiempo – a no ser que busquen un buen somnífero- les digo que la línea argumental sigue su camino de forma previsible y burocrática, sin ningún giro, sin ninguna tensión. Sólo el tedio del trabajo del asesino. Pitt acaba con todos, da un discurso sobre AMÉRICA (¿alguien sabe cómo poner las mayúsculas más grandes?) y ni siquiera le pagan lo debido.
Dominik, si nos quieres hablar de nuestra época, háblanos, pero no nos engañes.
31 de agosto de 2012
31 de agosto de 2012
49 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frankie (Scoot McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn) son dos delincuentes de poca monta comandados por Johnny Amato (Vincent Curatola), que se apuntan al robo de una importante partida de poker ilegal organizada por Markie Trattman (Ray Liotta). Como es de esperar, el grupo mafioso afectado por el asalto no se queda de brazos cruzados y encarga a Jackie Cogan (Brad Pitt), un peculiar asesino a sueldo con sorprendentes principios morales, encontrar y ajusticiar a todos aquellos que estén involucrados en el robo de la partida. Para cubrirse las espaldas y ser fiel a su intención de cumplir con sus trabajos manteniendo cierta distancia, Cogan hace llamar a un especialista, Mickey (James Gandolfini), pero la actitud mundana de éste le provoca la duda de si será capaz de hacer correctamente su sangriento trabajo.
Puede que su argumento destile un aroma convencional pero lo llamativo, lo que hace que “Mátalos suavemente” sea una cinta original y cargada de peculiaridades es, además de su plausible, rico y atrevido apartado técnico (inmensa fotografía, cargada de imágenes frías y desoladoras pero muy contundentes, bellas en definitiva), la forma de contarlo y cómo la dirección convierte a los personajes en lo más importante de este film, pues es la descripción de los mismos a través de nutridos, absorbentes y sosegados diálogos la que se erige como el principal motor de la película. Las palabras priman sobre la acción en “Killing Them Softly”, pero las escenas más movidas y violentas de la cinta son tan brillantes como sus diálogos.
“Mátalos suavemente” es también una película extraña, que posiblemente no pueda caer bien sobre todos los espectadores a menos de que vayan mentalizados de ver una pequeña rareza (insisto que por la forma en la que se cuentan las cosas, no por lo que se cuenta) por la que el tiempo no corre demasiado rápido y en la que lo más importante, por encima de la trama, es el despliegue de sus magníficos personajes y sus características particularidades técnicas (sonoras y visuales), convirtiéndose en otro interesante aporte al subgénero del cine mafioso. Lamentablemente, si hay algo que le falta a la película es más carne en el asador, contundencia en su argumento y mensaje: definitivamente, que te cuente algo más y mejor que a lo que se limita aquí.
En el reparto sólo encontramos buenas interpretaciones, gustando el siempre notable Brad Pitt como el escrupuloso y particular matón, y James Gandolfini como el sicario especialista en horas bajas, siendo la aparición de este último lo mejor, a mi parecer, que podremos encontrar en la película. Son sus diálogos los más interesantes y la actitud de su personaje, la más cautivadora. Curiosamente, no es el único miembro del reparto de “Los Soprano” el que aparece en escena, viéndose también a Vincent Curatola y Max Casella haciendo de las suyas. Muy buen papel de Ben Mendelsohn como el ladrón drogadicto, y correcto Scoot McNairy. El trabajo de Ray Liotta es bueno, pero los escasos minutos de los que disfruta convierten su papel en testimonial. También gusta Richard Jenkins como el “contacto”.
Son varios los temas musicales escogidos con muy buen gusto por la realización, pero me quedo con el “The man comes around” del extraordinario Johnny Cash que ya sonó en el trailer y que aquí vuelve para reproducirse casi al completo durante la primera escena de Brad Pitt.
En numerosos momentos del metraje podremos escuchar discursos de Barack Obama, que al principio casi podrían considerarse como una ciega idolatría de la dirección sobre el presidente norteamericano pero que según avanza el argumento se pueden interpretar como la ironía de unas palabras que siempre han sonado muy bien pero que acaban estampándose con la realidad. Estos diálogos también se transforman en una reflexión sobre la verdadera identidad o significado de los Estados Unidos.
Puede que su argumento destile un aroma convencional pero lo llamativo, lo que hace que “Mátalos suavemente” sea una cinta original y cargada de peculiaridades es, además de su plausible, rico y atrevido apartado técnico (inmensa fotografía, cargada de imágenes frías y desoladoras pero muy contundentes, bellas en definitiva), la forma de contarlo y cómo la dirección convierte a los personajes en lo más importante de este film, pues es la descripción de los mismos a través de nutridos, absorbentes y sosegados diálogos la que se erige como el principal motor de la película. Las palabras priman sobre la acción en “Killing Them Softly”, pero las escenas más movidas y violentas de la cinta son tan brillantes como sus diálogos.
“Mátalos suavemente” es también una película extraña, que posiblemente no pueda caer bien sobre todos los espectadores a menos de que vayan mentalizados de ver una pequeña rareza (insisto que por la forma en la que se cuentan las cosas, no por lo que se cuenta) por la que el tiempo no corre demasiado rápido y en la que lo más importante, por encima de la trama, es el despliegue de sus magníficos personajes y sus características particularidades técnicas (sonoras y visuales), convirtiéndose en otro interesante aporte al subgénero del cine mafioso. Lamentablemente, si hay algo que le falta a la película es más carne en el asador, contundencia en su argumento y mensaje: definitivamente, que te cuente algo más y mejor que a lo que se limita aquí.
En el reparto sólo encontramos buenas interpretaciones, gustando el siempre notable Brad Pitt como el escrupuloso y particular matón, y James Gandolfini como el sicario especialista en horas bajas, siendo la aparición de este último lo mejor, a mi parecer, que podremos encontrar en la película. Son sus diálogos los más interesantes y la actitud de su personaje, la más cautivadora. Curiosamente, no es el único miembro del reparto de “Los Soprano” el que aparece en escena, viéndose también a Vincent Curatola y Max Casella haciendo de las suyas. Muy buen papel de Ben Mendelsohn como el ladrón drogadicto, y correcto Scoot McNairy. El trabajo de Ray Liotta es bueno, pero los escasos minutos de los que disfruta convierten su papel en testimonial. También gusta Richard Jenkins como el “contacto”.
Son varios los temas musicales escogidos con muy buen gusto por la realización, pero me quedo con el “The man comes around” del extraordinario Johnny Cash que ya sonó en el trailer y que aquí vuelve para reproducirse casi al completo durante la primera escena de Brad Pitt.
En numerosos momentos del metraje podremos escuchar discursos de Barack Obama, que al principio casi podrían considerarse como una ciega idolatría de la dirección sobre el presidente norteamericano pero que según avanza el argumento se pueden interpretar como la ironía de unas palabras que siempre han sonado muy bien pero que acaban estampándose con la realidad. Estos diálogos también se transforman en una reflexión sobre la verdadera identidad o significado de los Estados Unidos.
1 de septiembre de 2012
1 de septiembre de 2012
62 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andrew Dominik es muy consciente del mensaje que quiere dejarnos. De que cuando pasen treinta años o sesenta hubo una época de nuestro tiempo marcada por la crisis que el propio director se encarga de reflejarnos todo el rato de forma casi directa. Que mientras dos pazguatos roban en una partida de póquer sin ser conscientes de que van a ser hombres muertos y el matón de Brad Pitt va ir tras ellos, la crisis estuvo ahí. Que tras la maraña de diálogos que hay, se esconde un telón de fondo bastante grande.
El film es en su esencia lo que he comentado, diálogos. Su trama pasa a ser secundaria, sin llegar a tener más importancia que las palabras que hablan. La puesta en escena de Gandolfini es impecable, pero su personaje acaba siendo desaprovechado, como si estuviera demasiado inflado de aire para al final soltar unas palabras que se las acaba llevando el viento. Una verborrea excesiva que concluye con Brad Pitt acaparando aún más los focos. Aún así, no desprecio ni un ápice el trabajo del neojerseyano, puesto que la dirección es la que no ha sabido aprovechar mejor al actor. Pitt da vida a Cogan, un asesino a sueldo que será contratado para acabar con los dos que robaron en la partida de póquer. Implacable interpretación de Pitt dando vida a un más que creíble asesino a sueldo con la frialdad necesaria para manejar el asunto que le han encomendado. Es destacable también ver la perspectiva que Cogan tiene sobre los negocios. Como, pese a ser un personaje aparentemente distante, llegamos a conocer a través de sus diálogos, escuchando algunas confesiones que pueden dejar al espectador con los pelos de punta. Brillante Brad Pitt sin duda. Y entre medio de todo “el tinglao” quiero mencionar a Ray Liotta y a Ben Mendelsohn. Ambos son destacables.
Otro de los aspectos que me han gustado, son los largos silencios que transcurren en el film (destacable la entrada y salida al edificio donde van a realizar el robo). Son silencios fríos, los cuales me han mantenido en tensión, expectante ante cualquier suceso inesperado.
Dominik, al igual que en su anterior film, logra realizar una buena película que quizás es algo espesa en cuanto a diálogos, lo que no quiere decir que no sean nada interesantes.
El film es en su esencia lo que he comentado, diálogos. Su trama pasa a ser secundaria, sin llegar a tener más importancia que las palabras que hablan. La puesta en escena de Gandolfini es impecable, pero su personaje acaba siendo desaprovechado, como si estuviera demasiado inflado de aire para al final soltar unas palabras que se las acaba llevando el viento. Una verborrea excesiva que concluye con Brad Pitt acaparando aún más los focos. Aún así, no desprecio ni un ápice el trabajo del neojerseyano, puesto que la dirección es la que no ha sabido aprovechar mejor al actor. Pitt da vida a Cogan, un asesino a sueldo que será contratado para acabar con los dos que robaron en la partida de póquer. Implacable interpretación de Pitt dando vida a un más que creíble asesino a sueldo con la frialdad necesaria para manejar el asunto que le han encomendado. Es destacable también ver la perspectiva que Cogan tiene sobre los negocios. Como, pese a ser un personaje aparentemente distante, llegamos a conocer a través de sus diálogos, escuchando algunas confesiones que pueden dejar al espectador con los pelos de punta. Brillante Brad Pitt sin duda. Y entre medio de todo “el tinglao” quiero mencionar a Ray Liotta y a Ben Mendelsohn. Ambos son destacables.
Otro de los aspectos que me han gustado, son los largos silencios que transcurren en el film (destacable la entrada y salida al edificio donde van a realizar el robo). Son silencios fríos, los cuales me han mantenido en tensión, expectante ante cualquier suceso inesperado.
Dominik, al igual que en su anterior film, logra realizar una buena película que quizás es algo espesa en cuanto a diálogos, lo que no quiere decir que no sean nada interesantes.
18 de septiembre de 2012
18 de septiembre de 2012
55 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pauta agónica de 'KILLING THEM SOFTLY' ('MÁTALOS SUAVEMENTE') viene marcada desde los créditos de inicio y se acentúa de forma progresiva mediante recursos sonoros que hacen referencia al entorno negro y ensordecedor del paripé político-económico de los EE.UU.
El inicio de la nueva película del director y guionista neozelandés Andrew Dominik (responsable de las muy dignas 'Chopper'y 'The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford') es demoledor gracias a unos buenos personajes y diálogos sabiamente envueltos en una atmósfera tan fría como magnética.
El equipo de producción cuida cada aspecto hasta el más mínimo detalle: desde la jerga de algunos personajes hasta todas y cada una de las localizaciones. Quizá esto último sea el mayor acierto de una película tan elegantemente sucia, embriagadora y perfecta que, si bien para unos significará un delirio de lo más satisfactorio, para otros solo será una molestia transitoria e incluso una excentricidad poética de efectos visuales innecesarios.
Pero por encima de cualquier afirmación sobrevuela (una vez más) Brad Pitt, un actor que sigue creciendo a un ritmo desorbitado y que gana enteros cada vez que se rodea de otros pesos pesados. Y cuidado porque en esta ocasión le acompaña la armada invencible: Richard Jenkins, Ray Liotta y James Gandolfini son palabras mayores.
Cada duelo dialéctico que Pitt mantiene con Jenkins es más redondo que el anterior, pero hay dos diálogos con el señor Gandolfini que permanecerán grabados en nuestra memoria. Si no quedaran tan lejos en el tiempo, los Oscar serían pan comido para ambos.
El tempo de acción es lento, pausado, calmado. El justo y necesario. Certero en definitiva. 'Killing them softly' propina una patada brutal e incontestable al comportamiento hipócrita de la sociedad norteamericana en general y de la mafia en particular.
El inicio de la nueva película del director y guionista neozelandés Andrew Dominik (responsable de las muy dignas 'Chopper'y 'The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford') es demoledor gracias a unos buenos personajes y diálogos sabiamente envueltos en una atmósfera tan fría como magnética.
El equipo de producción cuida cada aspecto hasta el más mínimo detalle: desde la jerga de algunos personajes hasta todas y cada una de las localizaciones. Quizá esto último sea el mayor acierto de una película tan elegantemente sucia, embriagadora y perfecta que, si bien para unos significará un delirio de lo más satisfactorio, para otros solo será una molestia transitoria e incluso una excentricidad poética de efectos visuales innecesarios.
Pero por encima de cualquier afirmación sobrevuela (una vez más) Brad Pitt, un actor que sigue creciendo a un ritmo desorbitado y que gana enteros cada vez que se rodea de otros pesos pesados. Y cuidado porque en esta ocasión le acompaña la armada invencible: Richard Jenkins, Ray Liotta y James Gandolfini son palabras mayores.
Cada duelo dialéctico que Pitt mantiene con Jenkins es más redondo que el anterior, pero hay dos diálogos con el señor Gandolfini que permanecerán grabados en nuestra memoria. Si no quedaran tan lejos en el tiempo, los Oscar serían pan comido para ambos.
El tempo de acción es lento, pausado, calmado. El justo y necesario. Certero en definitiva. 'Killing them softly' propina una patada brutal e incontestable al comportamiento hipócrita de la sociedad norteamericana en general y de la mafia en particular.
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