AdolescenciaMiniserie
2025 

7.6
20,844
Serie de TV. Drama. Thriller
Miniserie de TV. 4 episodios. El mundo de una familia se pone patas arriba cuando Jamie Miller, de 13 años, es arrestado y acusado de asesinar a una compañera de clase. Los cargos contra su hijo les obliga a enfrentarse a la peor pesadilla de cualquier padre.
29 de marzo de 2025
29 de marzo de 2025
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el hogar se convierte en el escenario del crimen
Hay series que llegan sin hacer mucho ruido pero que, de repente, estallan en conversaciones por su crudeza. Adolescencia es una de ellas. Esta miniserie británica de cuatro episodios te atrapa no con giros exagerados, sino mostrando cómo una familia ordinaria se desmorona cuando su hijo adolescente es acusado de asesinato. Olvídate de buscar culpables: desde los primeros minutos, la identidad del sospechoso es clara. Lo que sigue es un viaje incómodo hacia el “por qué”, hurgando en la psique de un chico, en la distancia entre padres e hijos y en la fragilidad de la adolescencia moderna.
La dirección de Philip Barantini (a quien recordarás por Hierve) es clave. Cada capítulo es un único plano secuencia que te mete en la piel de los personajes. No hay cortes que alivien la tensión: estás ahí, en el instituto, en el interrogatorio, en el silencio roto de una casa que ya no es un hogar. A veces, el ritmo se siente lento, pero esa inmersión es lo que hace que la historia duela tanto.
Los actores son brutales. Stephen Graham, que también coescribió la serie, borda el papel de Eddie, un padre que oscila entre la rabia y la culpa con una naturalidad desgarradora. Pero el gran descubrimiento es Owen Cooper como Jamie. Su interpretación es un puñetazo: un chico que pasa de la inseguridad a una frialdad inquietante, especialmente en el tercer episodio, donde carga con escenas que dejarían helado a un veterano. El resto del elenco, desde la madre (Christine Tremarco) hasta la psicóloga (Erin Doherty), construyen un realismo que duele.
El guion no da respuestas fáciles. Cada episodio cambia de perspectiva: la policía, la escuela, el acusado, para pintar un retrato crudo de la adolescencia actual: bullying, presión social, la toxicidad de ciertos discursos online… La serie no culpa a las redes, pero muestra cómo pueden amplificar lo peor de nosotros. Es un espejo incómodo que nos obliga a preguntarnos: ¿conocemos realmente a nuestros hijos?
No es una ficción para desconectar. Te deja con un nudo en el estómago y preguntas sin respuesta. No hay catarsis, solo la certeza de que algunas heridas no cierran. Y ahí está su fuerza, en la honestidad de mostrar que el mal a veces nace en lugares inesperados, incluso en familias que parecían normales.
Hay series que llegan sin hacer mucho ruido pero que, de repente, estallan en conversaciones por su crudeza. Adolescencia es una de ellas. Esta miniserie británica de cuatro episodios te atrapa no con giros exagerados, sino mostrando cómo una familia ordinaria se desmorona cuando su hijo adolescente es acusado de asesinato. Olvídate de buscar culpables: desde los primeros minutos, la identidad del sospechoso es clara. Lo que sigue es un viaje incómodo hacia el “por qué”, hurgando en la psique de un chico, en la distancia entre padres e hijos y en la fragilidad de la adolescencia moderna.
La dirección de Philip Barantini (a quien recordarás por Hierve) es clave. Cada capítulo es un único plano secuencia que te mete en la piel de los personajes. No hay cortes que alivien la tensión: estás ahí, en el instituto, en el interrogatorio, en el silencio roto de una casa que ya no es un hogar. A veces, el ritmo se siente lento, pero esa inmersión es lo que hace que la historia duela tanto.
Los actores son brutales. Stephen Graham, que también coescribió la serie, borda el papel de Eddie, un padre que oscila entre la rabia y la culpa con una naturalidad desgarradora. Pero el gran descubrimiento es Owen Cooper como Jamie. Su interpretación es un puñetazo: un chico que pasa de la inseguridad a una frialdad inquietante, especialmente en el tercer episodio, donde carga con escenas que dejarían helado a un veterano. El resto del elenco, desde la madre (Christine Tremarco) hasta la psicóloga (Erin Doherty), construyen un realismo que duele.
El guion no da respuestas fáciles. Cada episodio cambia de perspectiva: la policía, la escuela, el acusado, para pintar un retrato crudo de la adolescencia actual: bullying, presión social, la toxicidad de ciertos discursos online… La serie no culpa a las redes, pero muestra cómo pueden amplificar lo peor de nosotros. Es un espejo incómodo que nos obliga a preguntarnos: ¿conocemos realmente a nuestros hijos?
No es una ficción para desconectar. Te deja con un nudo en el estómago y preguntas sin respuesta. No hay catarsis, solo la certeza de que algunas heridas no cierran. Y ahí está su fuerza, en la honestidad de mostrar que el mal a veces nace en lugares inesperados, incluso en familias que parecían normales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La serie no da respuestas fáciles, y eso es lo que la hace tan impactante. El tercer episodio, centrado en la sesión de Jamie con la psicóloga, es un máster de tensión. Owen Cooper transmite la confusión y la manipulación de su personaje sin caer en clichés. No es un villano, pero tampoco una víctima. La raíz de su acto no está en un trauma obvio, sino en esa oscuridad que a veces surge sin explicación.
El final es un golpe bajo. Jamie se declara culpable, pero sus motivos siguen siendo un enigma. El último episodio, un año después del crimen, muestra a una familia destrozada. La escena en la furgoneta, llena de reproches no dichos, y el llanto de Eddie abrazando un peluche en la habitación vacía de su hijo, son de una crudeza brutal. “Pudimos haberlo hecho mejor”, dice Eddie. Pero la serie sugiere que, a veces, ni el amor basta para evitar el desastre.
Evita profundizar en la víctima, Katie, algo que podría molestar a algunos. Pero el foco está en cómo una familia lidia con el estigma y el dolor cuando su hijo es el monstruo. El desenlace, sin redención ni giros forzados, refleja la vida real: las tragedias no siempre tienen sentido. Es un cierre que duele, pero que encaja perfectamente con el tono de la historia.
Es una serie que no te dejará indiferente y que seguirá dando que hablar mucho después de los créditos finales.
El final es un golpe bajo. Jamie se declara culpable, pero sus motivos siguen siendo un enigma. El último episodio, un año después del crimen, muestra a una familia destrozada. La escena en la furgoneta, llena de reproches no dichos, y el llanto de Eddie abrazando un peluche en la habitación vacía de su hijo, son de una crudeza brutal. “Pudimos haberlo hecho mejor”, dice Eddie. Pero la serie sugiere que, a veces, ni el amor basta para evitar el desastre.
Evita profundizar en la víctima, Katie, algo que podría molestar a algunos. Pero el foco está en cómo una familia lidia con el estigma y el dolor cuando su hijo es el monstruo. El desenlace, sin redención ni giros forzados, refleja la vida real: las tragedias no siempre tienen sentido. Es un cierre que duele, pero que encaja perfectamente con el tono de la historia.
Es una serie que no te dejará indiferente y que seguirá dando que hablar mucho después de los créditos finales.
31 de marzo de 2025
31 de marzo de 2025
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juro que me resistí, pero finalmente he sucumbido a la visualización de Adolescence. Al final es un rollo estar muerto en vida. Y tras desperdiciar cerca de cuatro horas, aquí van mis sesudas impresiones antes de que me las plagie Carlos Boyero:
i) Adolescence engancha, sí. Pero eso no la hace una obra maestra. También engullo las patatas fritas a la vinagreta de Hacendado con ansia y eso no las convierte en un manjar. De hecho, es una vergüenza que no las prohíban.
ii) La serie deja claro que algo huele muy mal en los institutos. Literalmente. Adolescentes con aroma a ajo, curri, flujos revenidos y desodorante barato. Profesores que han renunciado a la higiene personal, emocional e intelectual. Tulipán Negro, ¿a qué esperas para intervenir?
iii) Jamie es culpable, pero solo de ser insufrible y de perder la fuerza por la boca y el teclado. Todos sabemos que con un cuchillo en la mano se lo acabaría clavando. Sobra cualquier investigación policial.
iv) Los policías de la serie son insufribles. Van de héroes y salvadores de la sociedad, cuando pecan exactamente de lo que la serie trata de poner de relevancia: popularidad, casito, medallas y patatas fritas.
v) La actuación de los padres de Jamie pone de manifiesto la necesidad de un carné para ser padre. Es un análisis simplón, pero en el fondo cierto. Los Estados han de plantearse una prueba similar a la oposición para notario. Si nadie aprueba y nos extinguimos, nos hacemos un favor.
vi) El gran truco de la serie: la equidistancia. Dejar agujeros en el guion para que el espectador construya su versión y así alabar lo respetuosa que es con todas las sensibilidades e inundar RRSS. No seamos ingenuos, con esta técnica Ana y los Siete miraría a los ojos a Breaking Bad.
vii) Adolescence se estrena justo cuando la Comunidad de Madrid prohíbe el uso de tecnologías en las aulas. Coincidencia, seguro. Lo que ya no es coincidencia es que Ayuso y su equipo no hayan puesto el logo de la CAM en los créditos. Por cierto, su gobierno adora incluir en los menús escolares patatas fritas a la vinagreta. Blanco y en botella.
i) Adolescence engancha, sí. Pero eso no la hace una obra maestra. También engullo las patatas fritas a la vinagreta de Hacendado con ansia y eso no las convierte en un manjar. De hecho, es una vergüenza que no las prohíban.
ii) La serie deja claro que algo huele muy mal en los institutos. Literalmente. Adolescentes con aroma a ajo, curri, flujos revenidos y desodorante barato. Profesores que han renunciado a la higiene personal, emocional e intelectual. Tulipán Negro, ¿a qué esperas para intervenir?
iii) Jamie es culpable, pero solo de ser insufrible y de perder la fuerza por la boca y el teclado. Todos sabemos que con un cuchillo en la mano se lo acabaría clavando. Sobra cualquier investigación policial.
iv) Los policías de la serie son insufribles. Van de héroes y salvadores de la sociedad, cuando pecan exactamente de lo que la serie trata de poner de relevancia: popularidad, casito, medallas y patatas fritas.
v) La actuación de los padres de Jamie pone de manifiesto la necesidad de un carné para ser padre. Es un análisis simplón, pero en el fondo cierto. Los Estados han de plantearse una prueba similar a la oposición para notario. Si nadie aprueba y nos extinguimos, nos hacemos un favor.
vi) El gran truco de la serie: la equidistancia. Dejar agujeros en el guion para que el espectador construya su versión y así alabar lo respetuosa que es con todas las sensibilidades e inundar RRSS. No seamos ingenuos, con esta técnica Ana y los Siete miraría a los ojos a Breaking Bad.
vii) Adolescence se estrena justo cuando la Comunidad de Madrid prohíbe el uso de tecnologías en las aulas. Coincidencia, seguro. Lo que ya no es coincidencia es que Ayuso y su equipo no hayan puesto el logo de la CAM en los créditos. Por cierto, su gobierno adora incluir en los menús escolares patatas fritas a la vinagreta. Blanco y en botella.
18 de marzo de 2025
18 de marzo de 2025
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante miniserie, desde lo que cuenta y como lo cuenta.
Sabe darnos una mirada diferente del hecho y hacernos entender todos los puntos de vista, sin caer en lo fácil nos cuenta el hecho y sin importar en sí lo que sucedió, si no lo que sucede después y como le afecta a cada personaje; esto lo vuelve más interesante, diferente y sobre todo atractiva, ya que apunta a demostrarnos lo que va por dentro de los personajes principales.
Hay que destacar muchísimo el plano secuencia constante, bien logrado, sabiendo que lleva un trabajo muy grande de escenografía, y de coordinación, y sobre todo de actuación; y en este punto me detengo y aplaudo a todos los actores, desde los protagonistas, secundarios y extras, ya que todo lleva un trabajo meticuloso, y se lo ve muy fluido y con grandes actuaciones.
En sí una serie compleja, que nos enseña mucho y sobre todo nos deja muy buenas escenas y momentos que logran dar en la fibra.
Notable.
Sabe darnos una mirada diferente del hecho y hacernos entender todos los puntos de vista, sin caer en lo fácil nos cuenta el hecho y sin importar en sí lo que sucedió, si no lo que sucede después y como le afecta a cada personaje; esto lo vuelve más interesante, diferente y sobre todo atractiva, ya que apunta a demostrarnos lo que va por dentro de los personajes principales.
Hay que destacar muchísimo el plano secuencia constante, bien logrado, sabiendo que lleva un trabajo muy grande de escenografía, y de coordinación, y sobre todo de actuación; y en este punto me detengo y aplaudo a todos los actores, desde los protagonistas, secundarios y extras, ya que todo lleva un trabajo meticuloso, y se lo ve muy fluido y con grandes actuaciones.
En sí una serie compleja, que nos enseña mucho y sobre todo nos deja muy buenas escenas y momentos que logran dar en la fibra.
Notable.
21 de marzo de 2025
21 de marzo de 2025
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Absolutamente magistral en todos sus aspectos, una historia muy dura, pero también amable y bien centrada dramáticamente, en manos de grandes para ser relatada. Admirable la calidad de las interpretaciones en cada una de sus escenas, y un guión impecable, inteligente, transparente y muy depurado. Cada palabra traspasa la piel... Merecerá todos los premios que seguramente alcance. Felicidades a Netflix.
23 de marzo de 2025
23 de marzo de 2025
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es raro encontrar una serie de Netflix que realmente destaque en estos últimos años, pero esta lo logra con creces. Su puesta en escena es simplemente envolvente, con una cinematografía que te sumerge por completo en la historia. La dirección de cámaras es impresionante, con planos que te hacen sentir parte de cada escena, transmitiendo las emociones de los personajes de una manera casi palpable. Además, el elenco hace un trabajo excepcional, entregando interpretaciones que elevan aún más la experiencia.
Eso sí, hay un detalle que no me terminó de convencer: la elección del reparto en cuanto a la representación real de los personajes. Algunos actores no corresponden al color de piel de las figuras históricas en las que se basan, lo que puede generar cierta desconexión. Aunque seguramente haya una razón detrás de esta decisión, creo que puede ser un punto de debate entre los espectadores.
Eso sí, hay un detalle que no me terminó de convencer: la elección del reparto en cuanto a la representación real de los personajes. Algunos actores no corresponden al color de piel de las figuras históricas en las que se basan, lo que puede generar cierta desconexión. Aunque seguramente haya una razón detrás de esta decisión, creo que puede ser un punto de debate entre los espectadores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Uno de los aspectos más interesantes de la serie es cómo cada capítulo tiene un enfoque distinto, aportando nuevas perspectivas a la historia. En mi opinión, el primer y el tercer episodio son los más impactantes, pasando de la angustia de un niño aterrorizado a la posible construcción de un psicópata en potencia. El cuarto episodio, aunque esencial para comprender la situación de la familia, me pareció un poco extenso, sobre todo para aquellos que buscan una experiencia más ligera o casual.
En definitiva, es una serie que merece la pena ver, tanto por su nivel técnico como por su capacidad de transmitir emociones. No es perfecta, pero sin duda es de lo mejor que ha salido en la plataforma en bastante tiempo.
En definitiva, es una serie que merece la pena ver, tanto por su nivel técnico como por su capacidad de transmitir emociones. No es perfecta, pero sin duda es de lo mejor que ha salido en la plataforma en bastante tiempo.
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