Al guiso de la contienda que ocupa, Tú eres el siguiente. Sin desgranar ni trama ni argumento en esencia, justifico mi notoria puntuación (yo, que con las manos en el rostro observo siempre a través de la mirilla de mis dedos la descomposición de la extrema violencia). Partiendo de lo que se sabe de antemano, el poster de promoción, que muestra un tipo con cara de conejo empuñando un hacha en el umbral de una puerta, encamina la historia hacia el cine de terror sanguinolento. Comienza la historia con una escena típica de este género; pareja asesinada después de una secuencia de sexo explícito irrelevante, ella, semidesnuda muerta en el salón al compás inicial de una canción, él, en el dormitorio al término de una ducha y de un trago de alcohol; con dos certeros machetazos fin de la secuencia inicial. Un puro cliché, repetitivo, básico y cutre. Desde luego en esta película aparecen muchas cosas predecibles, por supuesto que sí, como por ejemplo; la seriedad de uno de los hermanos ante el pánico desatado del resto, que otro hermano desaparezca y no se sepa más de él, que los malos parezcan profesionales por calzar botas tipo militar y luego no lo sean, que las muertes se produzcan todas de forma diferente, que los protagonistas tengan escaso poder interpretativo, o que esté lleno de obviedades, del tipo, pisar un clavo insertado en una tabla; todas típicas del género de terror, pues claro que sí, no hay intención de engañar a nadie. Hacer cine con los medios justos no está impedido de poder conseguir un triunfo o un éxito, o un gran trabajo final como es este caso. Esta película es lo que es, cine de terror sencillo, directo y punzante, que destapa una muy lograda realización en este género.

Tan solo hay que saber verla, comprender que la parafernalia forma parte del género y entender que lo que se muestra de forma intencionada es lo que pretende transmitir el film, y es por eso que en su conjunto todo al unísono funciona de maravilla y demuestra que con muy poco, se puede sacar una excelente producción. Adam Wingard consigue añadiendo originalidad en los detalles evidentes un repunte más que notable de un género ya de por si reconocible, resolviéndolo todo con ingenio y produciendo de tópicos brutales elaboradas formas.

Ejemplo de una demostración de ingenio sobre un topicazo: en plena supervivencia de su vida, la protagonista se construye con un ladrillo, un hacha y una cuerda, un arma letal en siete segundos al ritmo de una canción tecno de los 80, a lo puro MacGyver, que servirá para programar la ejecución perfecta de esta obra fantástica. Tres conceptos utilizados: tópico, cutre, y poco creíble, el director con los medios a su alcance tira de ingenio integrando con habilidad algo simple con el que consigue un gran efecto final, todo hecho en un instante, es el tipo de música lo que integra esa secuencia insólita a la historia, apabullando credibilidad. Todos sabemos que va a pasar con esa arma mortal, pero nadie puede predecir hasta el último segundo, quien va a ser el destinatario final que cierre este excelente trabajo cinematográfico del género de terror.

La vuelta de tuerca en esta película está en que, los malos que matan sin contemplación, sin piedad y con violencia extrema salpicándolo todo de sangre, acaban muriendo por las salpicaduras de la sangre que ellos mismos han producido.

El éxito reside en la sencillez de las formas.