Breve encuentro
8.0
13,646
Romance. Drama
Laura Jesson es un ama de casa algo aburrida de la rutina que vive con su marido y familia. Una vez a la semana, suele ir a la ciudad de compras. En uno de esos viajes rutinarios, Laura coincide con el Dr. Alec Harvey en la sala de espera de la estación de ferrocarril. Ambos son de mediana edad, casados y tienen dos hijos cada uno. Comienzan a hablar, y tras disfrutar cada uno de la compañía del otro, ambos continúan reuniéndose ... [+]
8 de enero de 2018
8 de enero de 2018
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Delicioso encuentro en una estación de tren, uno de los escenarios más románticos que se pueda concebir. El idilio de David Lean con los trenes es conocido, y aquí los utiliza de una manera simbólica desde el mismísimo inicio del mismo. El humo blanco que va inundando la pantalla es de una gloriosa belleza.
Las actuaciones son sencillas, simples, pero cargadas de alma. Dicen que Lean los recolectó del teatro inglés, cuna inagotable de buenos actores.
Lo prohibido de la historia la hace más apetecible, porque uno se da cuenta que también se nos podría haber metido una partícula de carboncillo esperando al espresso.
Las actuaciones son sencillas, simples, pero cargadas de alma. Dicen que Lean los recolectó del teatro inglés, cuna inagotable de buenos actores.
Lo prohibido de la historia la hace más apetecible, porque uno se da cuenta que también se nos podría haber metido una partícula de carboncillo esperando al espresso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A modo personal, siempre pensé que ella era más honesta que él. No sabemos nada de la vida de él, e incluso desconfío de su versión de que esté casado. Creemos que ella se enamore, pero él?
La escena del piso del amigo quizá esté para desvelar que era un buen tipo, al fin y al cabo, y que también había caído en las redes de cupido.
El final es impactante.
La escena del piso del amigo quizá esté para desvelar que era un buen tipo, al fin y al cabo, y que también había caído en las redes de cupido.
El final es impactante.
18 de mayo de 2019
18 de mayo de 2019
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Breve encuentro (Brief encounter) fue una de las primeras películas realizadas por el cineasta inglés David Lean (su tercer proyecto dirigiendo él solo), que posteriormente ganaría en dos ocasiones el Oscar a mejor director por El puente sobre el río Kwai y Lawrence de Arabia, las que probablemente sean sus películas más conocidas. Solo he visto algunas de las obras de Lean, pero debo reconocer que dada la calidad de su trabajo, me parece que es un director cuyo nombre no resuena lo suficiente actualmente. Y con esto no quiero decir que esté infravalorado, porque como ya he mencionado, durante su carrera recibió dos veces el que es discutiblemente el mayor galardón que puede recibir un director de cine. Además, la mayoría de cinéfilos habrán escuchado hablar de él e incluso lo conocerán, pero no es un nombre que resultaría familiar a una persona cualquiera, como podría ser el caso con otros grandes autores como Spielberg, Kubrick, Hitchcock o incluso Almodóvar.
Lean me ha sorprendido en cada ocasión en la que he visto unas de sus películas. Tenía la impresión de que El puente sobre el río Kwai sería una de estas aclamadas películas que después le dejan a uno una leve decepción por haber tenido unas expectativas tan altas, resultando finalmente buena pero no excelente; sin embargo, tras verla decidí que para mí este no era el caso. Tras esto, vi Doctor Zhivago y después de la experiencia anterior esperaba disfrutar de igual manera, pero esta otra me dejó un poco frío. Estaba seguro de que Pasaje a la India tendría un poso ideológico resultante del colonialismo, algo patente en otras películas británicas que tienen como escenario al país sudasiático (no las más modernas); otra sorpresa, ya que mi suposición no podría haber sido menos acertada.
Con Breve encuentro esperaba ver una obra de calidad, y así es, pero en un grado mucho mayor del que podría haber imaginado. Es a través de una simplicidad, pero no simpleza; de una sutileza tremendamente emotiva que Breve encuentro va sumando en la mente del espectador hasta consolidarse como una auténtica obra maestra. A lo largo de sus 85 minutos de duración se nos van presentando situaciones de escasa acción e incluso poco interés aparente, pero en su conjunto resuenan de manera que pocas otras obras han conseguido lograr. Son una serie de momentos que pueden cambiar la vida de una persona, o de dos. No hacen falta escenas exuberantemente apasionadas, ni desenfrenadas demostraciones físicas de afecto. Precisamente la belleza se encuentra en la inacción y la gracia mesurada que caracterizan a los dos personajes principales. Fue realizada hace más de setenta años, pero seguirá igual de vigente hoy en día, para aquellos que puedan disfrutar del arte en estado puro aunque sus características estéticas sean de otro tiempo, menos lejano de lo que pueda parecer.
https://jackrabbitslim-cine.blogspot.com/2019/04/breve-encuentro-1945-de-david-lean.html
Lean me ha sorprendido en cada ocasión en la que he visto unas de sus películas. Tenía la impresión de que El puente sobre el río Kwai sería una de estas aclamadas películas que después le dejan a uno una leve decepción por haber tenido unas expectativas tan altas, resultando finalmente buena pero no excelente; sin embargo, tras verla decidí que para mí este no era el caso. Tras esto, vi Doctor Zhivago y después de la experiencia anterior esperaba disfrutar de igual manera, pero esta otra me dejó un poco frío. Estaba seguro de que Pasaje a la India tendría un poso ideológico resultante del colonialismo, algo patente en otras películas británicas que tienen como escenario al país sudasiático (no las más modernas); otra sorpresa, ya que mi suposición no podría haber sido menos acertada.
Con Breve encuentro esperaba ver una obra de calidad, y así es, pero en un grado mucho mayor del que podría haber imaginado. Es a través de una simplicidad, pero no simpleza; de una sutileza tremendamente emotiva que Breve encuentro va sumando en la mente del espectador hasta consolidarse como una auténtica obra maestra. A lo largo de sus 85 minutos de duración se nos van presentando situaciones de escasa acción e incluso poco interés aparente, pero en su conjunto resuenan de manera que pocas otras obras han conseguido lograr. Son una serie de momentos que pueden cambiar la vida de una persona, o de dos. No hacen falta escenas exuberantemente apasionadas, ni desenfrenadas demostraciones físicas de afecto. Precisamente la belleza se encuentra en la inacción y la gracia mesurada que caracterizan a los dos personajes principales. Fue realizada hace más de setenta años, pero seguirá igual de vigente hoy en día, para aquellos que puedan disfrutar del arte en estado puro aunque sus características estéticas sean de otro tiempo, menos lejano de lo que pueda parecer.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Celia Johnson interpreta a Laura Jesson, una mujer de mediana edad que de manera azarosa conoce a un hombre llamado Alec (Trevor Howard), casado como ella, con el que compartirá un romance marcado por la contención y los sentimientos de culpa. La primera interacción se produce cuando a Laura le entra en el ojo un pequeño trozo de grava, y él al ser médico y ver que le ocurre algo, se ofrece a ayudarla. Es una instancia boba y trivial, pero que desencadena una serie de encuentros posteriores. El personaje de Johnson se ve atormentada porque tiene sentimientos hacia el médico, pero se reprime a sí misma, causándose mucho dolor. Está casada con un marido apático pero bienintencionado, y tiene dos hijos. Se siente atrapada por la situación y los códigos morales de la época en los que se encuentra, y al mismo tiempo tiene remordimientos porque realmente quiere a su familia. Con una serie de conflictos internos y de contradicciones tanto morales como sentimentales, y respaldándose con una brillante actuación que desprende autenticidad, se construye uno de los mejores personajes femeninos que ha visto el cine.
Las constricciones sociales envuelven cada escena con un aura represiva, que impregna a todos los personajes. Es como si hubiese una permanente presencia que les obliga a actuar de actuar con cautela, como si cada vez que alguien se comporta de forma irregular estuvieran a punto de irrumpir las fuerzas del orden para remediarlo de inmediato. El espectador se convierte en el Gran Hermano que observa desde un lugar distante.
Al principio Laura es reticente a dejarse llevar por sus deseos, incluso al de estar acompañada únicamente por un hombre que no sea su marido. Incluso cuando acaba yendo al cine con Alec, o simplemente come con él, siente la necesidad de actuar con cautela y mentir, por si alguien pudiese descubrir lo que está haciendo. En una democracia uno se puede ver sometido a una dictadura moral, tan asfixiante como un régimen gubernamental. Cada persona se ver forzada a vivir los suyos, y existen, aunque su presencia no se haga patente al no llegar nunca a verbalizarse. De este modo, Laura sufre por el mero hecho de sentir algo que el resto de personas reprobarían. La única felicidad que ella puede atisbar está fuera de su alcance por un moralismo castrante. El tiempo la ha hundido en una rutina que ya no le satisface y en la que si no hace nada, podría verse atrapada durante el resto de su vida. Y realmente, no es que ni ella ni su marido tengan la culpa, pero el tiempo puede hacer estragos en la vida de la gente, de manera progresiva y adormecedora, sin que ni siquiera se den cuenta de lo que sucede hasta encontrarse en una masa difusa de días grises y asépticos. A mi no me echéis la culpa, cést la vie.
Eventualmente, los dos acaban confesándose sus sentimientos y parece que se encuentran en una cuenta atrás. Quizás sea demasiado tarde, porque a él le han ofrecido un trabajo en Johannesburgo (Sudáfrica), y es probable que se mude con su familia. Es por esto, y por todos los temas que se tratan en la película que una estación de trenes no podría ser más adecuado como localización de un gran número de las escenas. Los interminables viajes, las masas anónimas que pasan por ahí, solo por un instante, el sentido de urgencia y de inevitabilidad... Se crea la sensación de fatalidad de la que el espectador no puede escapar. ¿Es realmente esto lo que están sintiendo los personajes? ¿Por qué me veo compartiendo su dolor? Viendo esta obra se es una pasajero más, y por un momento se puede tomar parte en otra vida que quizás nunca existió, pero la realidad emocional de un gran número de personas a lo largo del tiempo. Lean hace un trabajo absolutamente excelente a la hora de traspasar estas sensaciones a lo largo de la pantalla, y a lo largo del tiempo.
Las constricciones sociales envuelven cada escena con un aura represiva, que impregna a todos los personajes. Es como si hubiese una permanente presencia que les obliga a actuar de actuar con cautela, como si cada vez que alguien se comporta de forma irregular estuvieran a punto de irrumpir las fuerzas del orden para remediarlo de inmediato. El espectador se convierte en el Gran Hermano que observa desde un lugar distante.
Al principio Laura es reticente a dejarse llevar por sus deseos, incluso al de estar acompañada únicamente por un hombre que no sea su marido. Incluso cuando acaba yendo al cine con Alec, o simplemente come con él, siente la necesidad de actuar con cautela y mentir, por si alguien pudiese descubrir lo que está haciendo. En una democracia uno se puede ver sometido a una dictadura moral, tan asfixiante como un régimen gubernamental. Cada persona se ver forzada a vivir los suyos, y existen, aunque su presencia no se haga patente al no llegar nunca a verbalizarse. De este modo, Laura sufre por el mero hecho de sentir algo que el resto de personas reprobarían. La única felicidad que ella puede atisbar está fuera de su alcance por un moralismo castrante. El tiempo la ha hundido en una rutina que ya no le satisface y en la que si no hace nada, podría verse atrapada durante el resto de su vida. Y realmente, no es que ni ella ni su marido tengan la culpa, pero el tiempo puede hacer estragos en la vida de la gente, de manera progresiva y adormecedora, sin que ni siquiera se den cuenta de lo que sucede hasta encontrarse en una masa difusa de días grises y asépticos. A mi no me echéis la culpa, cést la vie.
Eventualmente, los dos acaban confesándose sus sentimientos y parece que se encuentran en una cuenta atrás. Quizás sea demasiado tarde, porque a él le han ofrecido un trabajo en Johannesburgo (Sudáfrica), y es probable que se mude con su familia. Es por esto, y por todos los temas que se tratan en la película que una estación de trenes no podría ser más adecuado como localización de un gran número de las escenas. Los interminables viajes, las masas anónimas que pasan por ahí, solo por un instante, el sentido de urgencia y de inevitabilidad... Se crea la sensación de fatalidad de la que el espectador no puede escapar. ¿Es realmente esto lo que están sintiendo los personajes? ¿Por qué me veo compartiendo su dolor? Viendo esta obra se es una pasajero más, y por un momento se puede tomar parte en otra vida que quizás nunca existió, pero la realidad emocional de un gran número de personas a lo largo del tiempo. Lean hace un trabajo absolutamente excelente a la hora de traspasar estas sensaciones a lo largo de la pantalla, y a lo largo del tiempo.
16 de abril de 2020
16 de abril de 2020
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Es "Breve encuentro" una de esas pequeñas maravillas llenas de sensibilidad con las que uno fácilmente puede identificarse, tanto si ha vivido algo parecido a lo que se relata como si simplemente conecta con los personajes de la historia.
Todo está narrado en intimidad, apoyándose de manera sustancial en los personajes y sus diálogos, en primeros planos muy descriptivos o en encuadres que los aíslan del mundo exterior, convirtiendo esta efímera relación de personas corrientes en algo especial y sentido.
Aparte de la fuerza de los diálogos y de la voz en off de Laura que llena de sentimiento la pantalla mientras narra la historia, David Lean consigue crear momentos brillantes con el uso de las luces y sombras, que apartan simbólicamente a los personajes de la realidad y los aísla en sus pensamientos, así como con la utilización de los sonidos como parte fundamental de la narración. Ahí están los constantes avisos de los trenes que les recuerda implacablemente la caducidad diaria de su pasión, o cómo dejan de importar las conversaciones ajenas que van enmudeciendo para dejar paso a los pensamientos abstraídos de la protagonista. En la escena en la que Laura llama por teléfono a su marido para mentirle sobre su retraso, su rostro y figura quedan medio sumidos en las sombras, como una fugitiva avergonzada de sus actos, y sus palabras así lo confirman, "qué fácil es mentir cuando sabes que confían en ti, qué fácil y qué degradante."
Una de los grandes méritos de la película es conseguir que parezca especial y única esa relación espontánea entre personas corrientes, de apariencia corriente, con vidas y trabajos corrientes. Ninguno de los dos son especialmente atractivos, pasarían desapercibidos entre la multitud, y sus encuentros se desarrollan en lugares comunes de la vida diaria. Laura llega a comentar en sus pensamientos "estaba enamorada, no sabía que a alguien corriente pudiera pasarle algo tan intenso". Esos lugares que enmarcan la historia (la estación de tren, su cafetería, el cine, el puente por el que pasean) se irán repitiendo en el transcurrir de sus encuentros, pero ambientando de forma distinta cada ocasión según su breve relación pasa de la expectación al deseo y de ahí al remordimiento.
Sin duda es un acierto que el personaje principal y sobre el que se articula la historia sea el de Laura, conocemos a su marido e hijos, su rutina familiar, y son sus pensamientos de los que somos partícipes. Nunca conocemos a la familia de Alec, ni cuáles son sus intenciones más allá de lo que expresa en sus encuentros, así que la exaltación, las dudas y remordimientos que nos llegan son las de esa mujer de clase media acomodada, de rutinas diarias, que de repente ve su existencia desbordada por un deseo que no se creía capaz de concebir, y que choca permanentemente con su sentido de responsabilidad y angustia por las consecuencias dolorosas que una infidelidad repercutiría en su familia. Las escenas con su marido al llegar a casa por las tardes, mientras escuchamos a niveles distintos los diálogos que se desarrollan entre ellos y los pensamientos que discurren en su mente, son magníficas, porque la forma en la que está expuesta la historia por Lean y los guionistas no nos muestra únicamente la pasión surgida entre dos personas anónimas que se enamoran contra todo pronóstico, sino que constantemente nos lleva de vuelta al hogar de Laura para que seamos también conscientes de las consecuencias y nos involucremos emocionalmente en los remordimientos del personaje, llegando a compartirlos y a crearnos dudas a nosotros también.
"Breve encuentro" consigue emocionar desde la contención, atraparnos desde la sencillez, generar escenas mágicas desde lo cotidiano. Sus personajes consiguen nuestro cariño, comprensión y por último compasión, porque el suyo es un amor imposible que los arrastra y les causa más preocupaciones que alegrías, más remordimientos que felicidad. Puede que esa conclusión sea considerada convencional y reaccionaria, pero nadie dudará de que es real como la vida misma.
Muchas de las películas románticas rodadas posteriormente han bebido de la fuente de "Breve encuentro", de su mirada compasiva sin empalago, de su sensibilidad sin cursilería, de no juzgar a sus personajes y no condicionar al espectador. "Los puentes de Madison" de Clint Eastwood es un buen ejemplo, e incluso esa forma de estructurar la historia comenzando con una escena donde los protagonistas comienzan siendo anónimos y sus gestos y palabras son retomados de nuevo en esa misma escena desde otro punto de vista totalmente distinto, ahora que conocemos su historia, al final de la historia, se puede ver perfectamente en "Carol" de Todd Haynes.
David Lean tuvo la rara habilidad de ser capaz de lograr maravillosas obras intimistas y detallistas como "Breve encuentro", "Oliver Twist" o "Great expectations" y generar también posteriormente deslumbrantes superproducciones majestuosas como "Lawrence de Arabia", "Doctor Zhivago" o "El puente sobre el río Kwai", que siguen sirviendo hoy en día de ejemplo de cine con grandes medios rodado de forma espectacular. Es absurdo decantarse por una u otra faceta de este cineasta si con ambas nos ha hecho disfrutar y amar el cine.
Todo está narrado en intimidad, apoyándose de manera sustancial en los personajes y sus diálogos, en primeros planos muy descriptivos o en encuadres que los aíslan del mundo exterior, convirtiendo esta efímera relación de personas corrientes en algo especial y sentido.
Aparte de la fuerza de los diálogos y de la voz en off de Laura que llena de sentimiento la pantalla mientras narra la historia, David Lean consigue crear momentos brillantes con el uso de las luces y sombras, que apartan simbólicamente a los personajes de la realidad y los aísla en sus pensamientos, así como con la utilización de los sonidos como parte fundamental de la narración. Ahí están los constantes avisos de los trenes que les recuerda implacablemente la caducidad diaria de su pasión, o cómo dejan de importar las conversaciones ajenas que van enmudeciendo para dejar paso a los pensamientos abstraídos de la protagonista. En la escena en la que Laura llama por teléfono a su marido para mentirle sobre su retraso, su rostro y figura quedan medio sumidos en las sombras, como una fugitiva avergonzada de sus actos, y sus palabras así lo confirman, "qué fácil es mentir cuando sabes que confían en ti, qué fácil y qué degradante."
Una de los grandes méritos de la película es conseguir que parezca especial y única esa relación espontánea entre personas corrientes, de apariencia corriente, con vidas y trabajos corrientes. Ninguno de los dos son especialmente atractivos, pasarían desapercibidos entre la multitud, y sus encuentros se desarrollan en lugares comunes de la vida diaria. Laura llega a comentar en sus pensamientos "estaba enamorada, no sabía que a alguien corriente pudiera pasarle algo tan intenso". Esos lugares que enmarcan la historia (la estación de tren, su cafetería, el cine, el puente por el que pasean) se irán repitiendo en el transcurrir de sus encuentros, pero ambientando de forma distinta cada ocasión según su breve relación pasa de la expectación al deseo y de ahí al remordimiento.
Sin duda es un acierto que el personaje principal y sobre el que se articula la historia sea el de Laura, conocemos a su marido e hijos, su rutina familiar, y son sus pensamientos de los que somos partícipes. Nunca conocemos a la familia de Alec, ni cuáles son sus intenciones más allá de lo que expresa en sus encuentros, así que la exaltación, las dudas y remordimientos que nos llegan son las de esa mujer de clase media acomodada, de rutinas diarias, que de repente ve su existencia desbordada por un deseo que no se creía capaz de concebir, y que choca permanentemente con su sentido de responsabilidad y angustia por las consecuencias dolorosas que una infidelidad repercutiría en su familia. Las escenas con su marido al llegar a casa por las tardes, mientras escuchamos a niveles distintos los diálogos que se desarrollan entre ellos y los pensamientos que discurren en su mente, son magníficas, porque la forma en la que está expuesta la historia por Lean y los guionistas no nos muestra únicamente la pasión surgida entre dos personas anónimas que se enamoran contra todo pronóstico, sino que constantemente nos lleva de vuelta al hogar de Laura para que seamos también conscientes de las consecuencias y nos involucremos emocionalmente en los remordimientos del personaje, llegando a compartirlos y a crearnos dudas a nosotros también.
"Breve encuentro" consigue emocionar desde la contención, atraparnos desde la sencillez, generar escenas mágicas desde lo cotidiano. Sus personajes consiguen nuestro cariño, comprensión y por último compasión, porque el suyo es un amor imposible que los arrastra y les causa más preocupaciones que alegrías, más remordimientos que felicidad. Puede que esa conclusión sea considerada convencional y reaccionaria, pero nadie dudará de que es real como la vida misma.
Muchas de las películas románticas rodadas posteriormente han bebido de la fuente de "Breve encuentro", de su mirada compasiva sin empalago, de su sensibilidad sin cursilería, de no juzgar a sus personajes y no condicionar al espectador. "Los puentes de Madison" de Clint Eastwood es un buen ejemplo, e incluso esa forma de estructurar la historia comenzando con una escena donde los protagonistas comienzan siendo anónimos y sus gestos y palabras son retomados de nuevo en esa misma escena desde otro punto de vista totalmente distinto, ahora que conocemos su historia, al final de la historia, se puede ver perfectamente en "Carol" de Todd Haynes.
David Lean tuvo la rara habilidad de ser capaz de lograr maravillosas obras intimistas y detallistas como "Breve encuentro", "Oliver Twist" o "Great expectations" y generar también posteriormente deslumbrantes superproducciones majestuosas como "Lawrence de Arabia", "Doctor Zhivago" o "El puente sobre el río Kwai", que siguen sirviendo hoy en día de ejemplo de cine con grandes medios rodado de forma espectacular. Es absurdo decantarse por una u otra faceta de este cineasta si con ambas nos ha hecho disfrutar y amar el cine.
20 de septiembre de 2020
20 de septiembre de 2020
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Me gustó mucho la película. En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, una mujer bastante atractiva conoce en el bar de una estación de tren inglesa a un caballero elegante con voz seductora entablándose entre ellos una cordial relación que rápidamente se trasforma en pasión, grandioso sentimiento que acomete a los dos por igual. Se presentan luego ciertos inconvenientes. Ambos están casados y tienen hijos. La felicidad de su encuentro furtivo de los jueves comienza entonces a resentirse. David Lean, talentoso director, crea una atmósfera melancólica y agridulce que se diluye al silbido altisonante del tren con su frenético trepidar de su arribo o su partida, como si quisiera advertir a los amantes cuan exiguo es el tiempo de su romance. Soberbias interpretaciones de Celia y Trevor, lucen bien juntos, hay química entre ellos. Realmente buenos los secundarios, aunque de buena gana hubiera estrangulado a la. entrometida arpía parlanchina del inicio..
21 de febrero de 2021
21 de febrero de 2021
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Una de las cumbres del cine romántico se basa en la infidelidad. Sentimientos de culpabilidad los hay, pero la pareja de protagonistas se enamoran o semi consumen su affaire sin renunciar a sus respectivos matrimonios. Hay reside la esencia de este clásico. Dos seres por caprichos del destino están abocados a vivir un enamoramiento que probablemente no vaya a más. Un mensaje adulto y maduro que se antoja moderno para una Inglaterra que salía de la guerra.
Una Película tan vigorosa como esta asentó los cimientos del espectacular cine de David Lean. Pese al tamaño de sus posteriores obras, la esencia de su cine es íntima y personal.
Una Película tan vigorosa como esta asentó los cimientos del espectacular cine de David Lean. Pese al tamaño de sus posteriores obras, la esencia de su cine es íntima y personal.
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