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La vida secreta de las palabras

Drama. Romance En una plataforma petrolífera, aislada en medio del mar, donde sólo trabajan hombres, ha ocurrido un accidente. Una mujer solitaria y enigmática que intenta huir de su pasado (Sarah Polley) va hasta allí para cuidar de un hombre (Tim Robbins) que se ha quedado temporalmente ciego. Entre ambos nace una extraña intimidad, llena de secretos, verdades, mentiras, humor y dolor. Ninguno saldrá indemne de esta relación que marcará sus vidas ... [+]
Críticas 177
Críticas ordenadas por utilidad
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4
28 de agosto de 2009 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La señorita coixet, una persona sensible donde la haya, deleito a la critica internacional y sobre todo nacional con esta película. Será que yo soy idiota, será que soy un isensible, será que soy ua mala pesona pero esta película me parece un plomillazo.
A mí no me importa ver una película con poco diálogo, con poca fluidez... pero esto es el colmo para mi.
Una colección de lloricas en un barco que solo saben amargarse. Plano largo, a plano de cara a plano de ojos, una y un millón de veces.
Tendrá algo que no he percibido, pero desde mi punto, una película debe de tener vida, esta tiene alma pero da la sensación de estar muerta, tiene cuerpo pero no forma, respira pero no me da aliento.
Mi vida si mi es una película muy buena y muy gorda, pero la vida secreta de las palabras se encarga de resaltar los fallos de mi vida si mi, que no las comparo, pero Coixet resalta sus puntos fuertes y da la sensación de que abusa de la formula mágica haciendola insufrible. Es que si te fijas bién no es una buena película
Creo que para gustos los colores y a mi este gris tan feo no me gusta.
8
15 de abril de 2010 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay directores que tienen el poder de emocionar, del mismo modo que hay guionistas con el don de saber dotar a sus personajes de un alma capaz de traspasar la pantalla. En ocasiones ambas cosas se unen (en una misma persona como en esta ocasión) dando como resultado una obra tan inspirada como profunda y sentimental. Buen ejemplo de ello sería La vida secreta de las palabras.

Son muchos los que han catalogado el cine de Coixet de sentimentaloide, afectado y excesivamente contemplativo. Pues bien, aquellos que opinan así de su obra tienen poco que hacer aquí, ya que la película que nos ocupa, a pesar de ser temáticamente más ambiciosa, guarda ciertas similitudes formales tanto con Cosas que nunca te dije (Things I Never Told You) como con Mi vida sin mí (My Life Without Me), salvando las distancias. Coixet reincide en su bella lírica para presentar una duro relato de personajes desarraigados. La historia se centra en dos, Josef (Tim Robbins), convaleciente tras sufrir quemaduras en gran parte de su cuerpo y quedar temporalmente ciego y Hanna (Sarah Polley), la enfermera que se encarga de cuidar de él. La película tampoco cuenta con demasiadas localizaciones, desarrollándose el grueso de la historia prácticamente en uno: la plataforma petrolífera en la que él trabaja y en la que ha sufrido las quemaduras. Además, la directora acierta de pleno en su forma de desarrollar la historia, una historia intensa que va desgranando poco a poco, hasta desembocar en un clímax que desvela varios secretos y emociona sobremanera.

Al exquisito guión de Coixet se une una pareja protagonista en estado de gracia, Polley y Robbins no sólo se compenetran de maravilla, sino que realizan una labor encomiable. Por desgracia los personajes secundarios no aportan demasiado a la historia, aun así convendría destacar el contrapunto cómico que ofrece Javier Cámara y la participación de Julie Christie, aunque su personaje resulte demasiado aleccionador, en el peor sentido de la palabra y por muy loable que sea la causa. La suma de todos estos ingredientes da como resultado una película con corazón y conciencia, una pequeña joya.
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spoiler:
Una de las escenas clave de la película es aquella en la que Hanna se sincera, se abre la blusa y deja que Josef toque las numerosísimas marcas que pueblan su pecho, marcas que son fruto de las torturas a las que fue sometida. Afortunadamente Coixet nos regala un final feliz que remide a su manera tan trágico relato.
8
22 de abril de 2010 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen muchas formas de hablar sobre el dolor, del mismo modo que existen muchas formas de hablar sobre la guerra o sobre la soledad. Isabel Coixet tiene una forma muy personal de contar las cosas y es de esa forma suya, sin ruido, con el amor de fondo, como habla sobre el dolor. La vida secreta de las palabras es una película muy Coixet, en la que los protagonistas pasean un silencio cargado de tristeza por la cubierta de una plataforma petrolífera, en la que la intimidad dentro de una habitación se crea con palabras que no se pronuncian, con mentiras que sólo son un juego, con cuentos que, como todos los cuentos, encierran las mayores verdades.

Coixet habla del dolor en voz baja, en susurros, pero lo sentimos tan claro como si lo gritara. No hace falta mostrar, no hace falta hablar, no hace falta pronunciar aquello de lo que no se puede hablar… Los secretos que esconden las palabras son muy fuertes. En la película llegamos a conocer dos de esos secretos, es un hallazgo la forma en la que sugiere que hay otros secretos, los de los otros habitantes de esa isla en medio del mar. Pero hay algo que aún nos gusta más: Isabel habla del mayor de los horrores, de la tortura de los recuerdos pero también de la salvación, de los futuros, de la posibilidad de que haya una esperanza. De este modo libera la película, libera a los protagonistas y a los espectadores de esa tragedia.

Coixet hace un cine muy personal. Hay gente a la que no le gustan sus formas. Hay otros que, sin embargo, valoramos que una directora española sea capaz de hablar de temas interesantes, dándoles un enfoque no manido y currándose los guiones. También que nos deje disfrutar de actores como Tim Robbins (impresionante), Javier Cámara o su actriz fetiche Sarah Polley, y que sea capaz de crear atmósferas propias y que pueda mostrar lo más inhumano y todas las penas del mundo sin que haga falta explicitar el horror en la pantalla.
7
13 de diciembre de 2011 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nombre de Isabel Coixet es el referente máximo del gafapastismo cinematográfico español (y casi diría que mundial), entendiendo el término como algo intimista y deliberadamente elitista que directamente excluye a gran parte del público. Eso, en realidad, no es algo "malo", ya que hay cine genérico y cine con un público concreto, y La vida secreta de las palabras es una producción que sabe perfectamente cuál es su público potencial y se dirige a él a toda velocidad.

Isabel Coixet no es de mis directoras favoritas, eso es así. No obstante, sería absurdo decir que su trabajo en la película es malo, aunque también me parece exageradísimo decir que es una obra maestra. La directora catalana va directamente al corazón del espectador con palabras que tienen vida propia, como indica el título de la película, pero también con silencios capaces de envolver y acentuar cada escena. Los planos son sutiles pero directos, captando tanto a los actores como la situación, y se convierten, por su buen uso, en un elemento sin el cual la película sería mucho menos intensa. Sin embargo, el guion es flojo. Que sí, que es muy duro y tal y cual, pero realmente lo único que hace es enlazar pequeñas situaciones para potenciar la historia principal, teniendo esas situaciones escaso interés y sirviendo para la trama gracias, unicamente, a la dirección. Dicho guion, además, solamente contruye a un personaje complejo (que además se apoya mucho en Sarah Polley) y deja los otros casi descuidados, incluyendo al co-protagonista, que se mantiene en pie gracias a un soberbio actor como es Tim Robbins.

Sarah Polley te sirve igual para un roto que para un descosido, oye. Te protagoniza una película profunda, te hace de secundaria en una película comercial, te dirige una película de amor impresionante... Parece que le da igual, que es la hostia en esto y es que, coño, lo hace todo bien, la tía. Tim Robbins es un nombre de sobra conocido y sería absurdo intentar descubrirlo a estas alturas, pero sí quisiera decir que Polley aporta mucho a su personaje para hacerlo creíble, pero cuenta con una buena base, cosa que Tim Robbins no tiene, con lo que debe hacer un esfuerzo sobrehumano para imprimir millones de detalles en forma de gestos físicos, tics o movimientos faciales para hacer de su personaje algo tan bien definido como quiere vendernos la película. Javier Cámara, por último, sorprende una vez más poniéndose a la altura de dos colosos del mundo del cine y demostrando, otra vez, que al igual que Sarah Polley, igual te cose un huevo que te fríe un alfiler (Andrés Montes dixit).
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Resumiendo, que es gerundio: La vida secreta de las palabras viaja directamente a los sentidos físicos entrando por uno no reconocido: la percepción. Isabel Coixet escribe un guion un tanto deficiente, pero gracias a unos maravillosos planos que alternan distancias y a una banda sonora buenísima, consigue entrar directamente por la vista y los oídos; del tacto se ocupan las escenas entre dos enormes como Tim Robbins y Sarah Polley; el gusto es cosa de Javier Cámara, con sus curiosos platos y, el olfato... el olfato huele el buen cine desde el primer fotograma.
10
13 de agosto de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo algunas críticas exigentes y confusas. Exigentes porque parecen querer sacarle a la película cosas que no dice ni pretende ofrecer. Confusas porque al parecer hay quien se pierde en los detalles y no alcanza a ver, a sentir, lo que realmente cuenta la película.

En realidad es sencillo: el personaje de Tim Robbins ha herido a otros hasta lo más profundo y, en un vano intento de redención, acaba quemado y ciego en una cama sin haber evitado lo inevitable.

El personaje de Polley, en cambio, sufrió el horror de una guerra. Lo sufrió tanto que ha quedado incapacitada en muchos aspectos, frágil y disminuida... ¡aterrorizada!

La suma de estos dos males puede dar algo bueno, la suma del dolor de los dos personajes, no produce más dolor, sino curación.

Ya está. No hay ONGs ni tratan de venderte nada ni dicen que seas malo. Como mucho te dicen que las guerras son una mierda, y eso nadie con dos dedos de frente debería discutirlo.
Por lo demás, todo es bastante simple en La vida secreta de las palabras: vivimos, causamos dolor o lo sufrimos o ambas cosas. Pero nosotros solos no podemos curarnos del mal que hemos sufrido ni nos redimimos por el que hemos causado. Necesitamos al otro.

Isabel Coixet, Tim Robbins y Sarah Polley han sabido contarlo. Lo que pasa es que no todo el mundo ha vivido una vida que le permita comprenderlo... A veces es solo cuestión de tiempo.
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