Señales
6.0
58,828
Ciencia ficción. Fantástico. Intriga. Terror
Graham Hess (Mel Gibson) es un pastor protestante viudo que vive con sus dos hijos (Rory Culkin y Abigail Breslin) y con su hermano Merrill (Joaquin Phoenix), una antigua estrella del béisbol que trabaja en una gasolinera. Tras la muerte de su esposa en un accidente de tráfico, Graham pierde la fe y, en consecuencia, abandona a sus feligreses. Una mañana, al despertarse, se encuentra con que sus hijos han hecho un descubrimiento ... [+]
23 de febrero de 2012
23 de febrero de 2012
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como las grandes historias de misterio, Señales está contada de una perspectiva tan insignificante, tan cotidiana en apariencia, que me digo, hombre, así es como seguramente pasará, si es que pasa. Es la invasión alienígena más realista, bien contada y terrorífica que he visto. Pero no es su propósito ser una peli de extraterrestres, que para mí es su gran virtud, de la misma manera que Magnolia no es una película que trata del día en que llovieron ranas. Señales es la historia de una familia rota por un suceso terrible. Sus miembros han decidido aislarse de su alrededor, cerrarle la puerta al mundo. Y aquí se cuenta la historia de cómo recuperan la fe, de cómo ven que hay alguien que vela por ellos, de que no están solos en el mundo. Es una historia que exige magia, cosas imposibles. La invasión extraterrestre no es esa magia, sino una excusa para contar la historia. Como en Magnolia lo es la lluvia de ranas. Un maravilloso catalizador.
No me importa si los extraterrestres no se sacaron la carrera de invadir planetas. Yo me lo creo todo y me dejo llevar por esa atmósfera tan desconcertante que crea Shyamalan, a quien desde el Sexto Sentido vienen a ver sus pelis intentando adivinarles el final, la trama, etc. Así no hay manera, hombre. La originalidad en estos días es como un trabajo en España; no hay quien lo encuentre. ¡No lo menosprecies!
Total, que me encanta Señales. Me encanta sentir cómo sucesos incomprensibles perturban mi apacible existencia en una casa en el campo. Me encanta que me dejen a mí imaginar qué es lo que está aporreando al otro lado de la puerta; qué son esas sombras que corren por el patio, por qué deja de ladrar el perro. Me encanta esa sensación de aislamiento, de indefensión ante lo que ocurre. Me encanta que no aparezca el FBI, porque Señales es una historia que podría pasar en Soria, por ejemplo. Y me encanta que paralelamente me cuenten una historia bonita de personas que recuperan la fe en que algo maravilloso puede, en efecto, ocurrir.
¿Entonces crees en las señales, o crees que todo son meras coincidencias?
No me importa si los extraterrestres no se sacaron la carrera de invadir planetas. Yo me lo creo todo y me dejo llevar por esa atmósfera tan desconcertante que crea Shyamalan, a quien desde el Sexto Sentido vienen a ver sus pelis intentando adivinarles el final, la trama, etc. Así no hay manera, hombre. La originalidad en estos días es como un trabajo en España; no hay quien lo encuentre. ¡No lo menosprecies!
Total, que me encanta Señales. Me encanta sentir cómo sucesos incomprensibles perturban mi apacible existencia en una casa en el campo. Me encanta que me dejen a mí imaginar qué es lo que está aporreando al otro lado de la puerta; qué son esas sombras que corren por el patio, por qué deja de ladrar el perro. Me encanta esa sensación de aislamiento, de indefensión ante lo que ocurre. Me encanta que no aparezca el FBI, porque Señales es una historia que podría pasar en Soria, por ejemplo. Y me encanta que paralelamente me cuenten una historia bonita de personas que recuperan la fe en que algo maravilloso puede, en efecto, ocurrir.
¿Entonces crees en las señales, o crees que todo son meras coincidencias?
14 de febrero de 2008
14 de febrero de 2008
52 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iré por partes. En primer lugar, evocaré ciertas sensaciones y recuerdos que esta película me ha despertado.
Miércoles, 20 de diciembre de 1989. Yo tenía 13 años. 5:15 am. Algo me despertó. Una sensación extraña. En ese momento, todos los perros del vecindario se pusieron a ladrar frenéticamente, los pájaros piaban de terror y los gatos lanzaban a la noche sus maullidos salvajes. Una dosis de adrenalina debió de verterse en mi sangre, porque mi corazón se disparó. Yo esperaba algo... No sabía qué. Y entonces, comenzó el rumor. Un ruido sordo y remoto que parecía proceder de las entrañas de la tierra. Y la quietud se quebró. Mi cuerpo se movía en contra de mi voluntad. Mi cama, los muebles, todo se agitaba, produciendo un sonido que no olvidaré jamás. Las alarmas antirrobo de los comercios de la calle aullaban cacofónicamente.
Estaba en mitad de un terremoto.
El miedo me atenazó, pero el sentido común de algún modo se abrió camino por mi mente y me instó a permanecer inmóvil. Si hubiera tratado de levantarme, la fuerza del temblor me habría arrojado al suelo y podría haberme lastimado. Supongo que dicha intuición pasó por mi cerebro en apenas un fracción ínfima de segundo. Esperé, en los que fueron algunos de los peores segundos de mi vida. El rumor tardó unos segundos en acallarse y los muebles se aquietaron. Entonces me levanté y tanteé la pared en busca del interruptor. No había electricidad. El terremoto debía de haber afectado al alumbrado. En completa oscuridad, con el corazón batiéndome, me dirigí hacia el dormitorio de mis hermanos. Se habían despertado y hablaban. Les dije: "ha habido un terremoto". Mi hermano pequeño, al oírme, se asustó y empezó a gritar de puro miedo. Apareció mi madre, nos dijo que nos dirigiéramos a la puerta de casa y habló a mi hermano (tenía 7 años) para calmarlo. Ni siquiera sentí pasar a mi padre, de la rapidez con que actuó. Alguien empezó a atronar con golpes en la puerta principal. Mi padre abrió y era mi tía, que vivía en el primer piso del edificio. Estaba muy asustada. Ella había sentido el temblor con más fuerza que nosotros. Mi padre nos apremió para que saliéramos al portal, porque nos íbamos a ir en el coche a un sitio descampado, a algún terraplén sin construcciones para evitar el peligro de posibles derrumbamientos. La oscuridad era total y nos movíamos por instinto. En la calle, muchas personas en ropas de dormir portaban linternas. El ambiente de nerviosismo se respiraba. A la tenebrosa luz de las linternas, todo parecía normal, en su sitio. Mis peores terrores fueron descartados. No habían sucedido derrumbamientos. La garra de mi pecho se aflojó. Por mi mente habían pasado escenas dantescas, y un pensamiento me perseguía: "mi familia, mi familia, mi familia..."
Miércoles, 20 de diciembre de 1989. Yo tenía 13 años. 5:15 am. Algo me despertó. Una sensación extraña. En ese momento, todos los perros del vecindario se pusieron a ladrar frenéticamente, los pájaros piaban de terror y los gatos lanzaban a la noche sus maullidos salvajes. Una dosis de adrenalina debió de verterse en mi sangre, porque mi corazón se disparó. Yo esperaba algo... No sabía qué. Y entonces, comenzó el rumor. Un ruido sordo y remoto que parecía proceder de las entrañas de la tierra. Y la quietud se quebró. Mi cuerpo se movía en contra de mi voluntad. Mi cama, los muebles, todo se agitaba, produciendo un sonido que no olvidaré jamás. Las alarmas antirrobo de los comercios de la calle aullaban cacofónicamente.
Estaba en mitad de un terremoto.
El miedo me atenazó, pero el sentido común de algún modo se abrió camino por mi mente y me instó a permanecer inmóvil. Si hubiera tratado de levantarme, la fuerza del temblor me habría arrojado al suelo y podría haberme lastimado. Supongo que dicha intuición pasó por mi cerebro en apenas un fracción ínfima de segundo. Esperé, en los que fueron algunos de los peores segundos de mi vida. El rumor tardó unos segundos en acallarse y los muebles se aquietaron. Entonces me levanté y tanteé la pared en busca del interruptor. No había electricidad. El terremoto debía de haber afectado al alumbrado. En completa oscuridad, con el corazón batiéndome, me dirigí hacia el dormitorio de mis hermanos. Se habían despertado y hablaban. Les dije: "ha habido un terremoto". Mi hermano pequeño, al oírme, se asustó y empezó a gritar de puro miedo. Apareció mi madre, nos dijo que nos dirigiéramos a la puerta de casa y habló a mi hermano (tenía 7 años) para calmarlo. Ni siquiera sentí pasar a mi padre, de la rapidez con que actuó. Alguien empezó a atronar con golpes en la puerta principal. Mi padre abrió y era mi tía, que vivía en el primer piso del edificio. Estaba muy asustada. Ella había sentido el temblor con más fuerza que nosotros. Mi padre nos apremió para que saliéramos al portal, porque nos íbamos a ir en el coche a un sitio descampado, a algún terraplén sin construcciones para evitar el peligro de posibles derrumbamientos. La oscuridad era total y nos movíamos por instinto. En la calle, muchas personas en ropas de dormir portaban linternas. El ambiente de nerviosismo se respiraba. A la tenebrosa luz de las linternas, todo parecía normal, en su sitio. Mis peores terrores fueron descartados. No habían sucedido derrumbamientos. La garra de mi pecho se aflojó. Por mi mente habían pasado escenas dantescas, y un pensamiento me perseguía: "mi familia, mi familia, mi familia..."
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mi madre había cogido una radio y por las noticias urgentes anunciaron que un terremoto de 5,2 grados en la escala Richter había sacudido toda la costa de Huelva, el sur de Portugal y parte de la provincia de Cádiz, y que se había sentido muchos kilómetros hacia el interior del país.
Si he contado todo esto, es por el temor a lo desconocido que experimenté en aquellos momentos de angustia en los que me desperté sabiendo que iba a ocurrir algo. No sé si fue el instinto, el mismo que enloqueció a los animales, pero lo sentí.
Al ver en esta película los indicios de algo extraño que estaba a punto de suceder... Los perros olfateando la amenaza y comportándose de forma agresiva... Y los niños, que también intuían, mucho antes que los adultos, el peligro inminente... No pude evitar recordar aquella noche. Yo también sentí señales, no sé cómo. Vale, no se debían a una invasión extraterrestre, pero algo me puso los pelos de punta y fue entonces cuando oí el alboroto de los animales y, segundos después, noté el movimiento.
Mi instinto más primitivo me había hablado, y yo lo escuché.
Quizás, cuando aún somos niños, poseemos una capacidad mayor para percibir cosas que los adultos no pueden captar. La infancia nos acerca más a lo primigenio de la naturaleza y nos coloca a un nivel que, aunque es menos agudo que el del reino animal, se le aproxima.
Los perros y los niños de la película sienten en sus huesos la presencia de lo inexplicable y lo aceptan, hecho que a los adultos, con su mente más cerrada, les cuesta asimilar.
Por esas sensaciones, por esa atmósfera de anormalidad que se cierne para romper el ritmo normal, además de por la música de James Newton Howard y el juego de la fotografía, es por lo que le he puesto el 6. Si no hubiera sido por eso, probablemente se habría ganado el suspenso, porque Shyamalan esta vez no me termina de convencer con su guión (bello, sí, pero con algo de falsete que no me cuaja), y la aparición de los seres (mal representados con unos efectos especiales mediocres) me causa decepción. Me habría gustado más, como creo que alguien ha comentado ya, que Shyamalan se hubiera limitado a sugerir sin mostrar. Hasta que los seres comienzan a verse (poco, eso sí) la atmósfera es magnífica. Pero después queda contaminada por la sensación de que se ha metido por caminos ya demasiado trillados y eso estropea el conjunto.
Gran comienzo, final sólo pasable.
Si he contado todo esto, es por el temor a lo desconocido que experimenté en aquellos momentos de angustia en los que me desperté sabiendo que iba a ocurrir algo. No sé si fue el instinto, el mismo que enloqueció a los animales, pero lo sentí.
Al ver en esta película los indicios de algo extraño que estaba a punto de suceder... Los perros olfateando la amenaza y comportándose de forma agresiva... Y los niños, que también intuían, mucho antes que los adultos, el peligro inminente... No pude evitar recordar aquella noche. Yo también sentí señales, no sé cómo. Vale, no se debían a una invasión extraterrestre, pero algo me puso los pelos de punta y fue entonces cuando oí el alboroto de los animales y, segundos después, noté el movimiento.
Mi instinto más primitivo me había hablado, y yo lo escuché.
Quizás, cuando aún somos niños, poseemos una capacidad mayor para percibir cosas que los adultos no pueden captar. La infancia nos acerca más a lo primigenio de la naturaleza y nos coloca a un nivel que, aunque es menos agudo que el del reino animal, se le aproxima.
Los perros y los niños de la película sienten en sus huesos la presencia de lo inexplicable y lo aceptan, hecho que a los adultos, con su mente más cerrada, les cuesta asimilar.
Por esas sensaciones, por esa atmósfera de anormalidad que se cierne para romper el ritmo normal, además de por la música de James Newton Howard y el juego de la fotografía, es por lo que le he puesto el 6. Si no hubiera sido por eso, probablemente se habría ganado el suspenso, porque Shyamalan esta vez no me termina de convencer con su guión (bello, sí, pero con algo de falsete que no me cuaja), y la aparición de los seres (mal representados con unos efectos especiales mediocres) me causa decepción. Me habría gustado más, como creo que alguien ha comentado ya, que Shyamalan se hubiera limitado a sugerir sin mostrar. Hasta que los seres comienzan a verse (poco, eso sí) la atmósfera es magnífica. Pero después queda contaminada por la sensación de que se ha metido por caminos ya demasiado trillados y eso estropea el conjunto.
Gran comienzo, final sólo pasable.
28 de julio de 2013
28 de julio de 2013
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mejores comienzos que mi cinéfila mente recuerda. Mucha intriga... un ruido despierta a Mel Gibson... más intriga... perro con rabia... la intriga sigue creciendo... mucha intriga... demasiada intriga... el campo ha sido podado.
Shayamalan vuelve a la receta de la sugestión, sugerir antes que mostrar, se centra en el detalle y la expectativa para construir un film de suspenso con toques de terror que poco -y mucho- tiene que ver con el fin del mundo. Cuenta el apocalipsis sin la grandilocuencia de efectos visuales, sin invasiones, ataques o guerras explícitas, simplemente se concentra en mostrarnos como una familia se enfrenta al hecho, es tan ahorrativa que vemos un alien recién al final. Pero sobre todo, el tema de la invasión extraterrestre es una excusa -y aquí lo que realmente importa- para contarnos una historia sobre la guerra interna que sufre un hombre que ha perdido la fe. El hindú se arriesga en un viaje con tintes similares a "Ordet" (Carl Theodor Dreyer, 1955), y salvando las enormes diferencias, nos muestra la evolución de este personaje que ha perdido la fe en Dios pero que se da cuenta de lo mucho que la necesita -el momento en que le cuenta a Phoenix sobre los dos tipos de personas en el mundo es imponente-.
La película no es un drama sobre religión -aunque se acerca- pero tampoco es un film de terror. Tiene más peso la crisis interna de Gibson que la invasión alienígena, pero no por eso deja de jugar con la intriga y el terror -la mano cortada, la pierna entre los maizales-.
Shayamalan es mejor director que actor, no sé porque todavía intenta seguir honrándonos con su presencia, su escena es la peor de todo el film, un auténtico recital para los Razzies. Pero como director me saco el sombrero, los encuadres son perfectos, la fotografía no podría estar más cuidada y el montaje -a excepción de los flashbacks- es portentoso. La BSO debe estar en el top 5 de terror junto a la de Hermann para "Psicosis" (1960), Williams en "Tiburón" (1975), Nitzsche por "El exorcista" (1973) y Snow con el silbido de "Los expedientes secretos X".
Como principales defectos le hallo su raro sentido del humor, me recuerda un poco a lo disparatado de Spielberg, no es que sea malo, de hecho da gracia, pero cuando estás entrando en clima y te estás adentrando en el drama te salta una escena de lo más graciosa como los cascos de aluminio que destroza al atmósfera. También está el personaje de la chica de la farmacia que es bastante chistoso y que aporta bien poco a la trama.
Echo en falta un personaje más escéptico que no se trague el tema de la invasión. Phoenix es demasiado sugestivo, ve el video del cumpleaños en Brasil y no duda ni por un segundo que no sea una farsa -cualquiera se puede disfrazar de alien-, en contraposición el niño es demasiado inteligente.
Me sobran los flashbacks, es decir, la historia del accidente es importante pero contarla a través de recuerdos no aporta. Hubiera preferido que simplemente se insinuara con diálogos.
Lo mejor: la introspección en el personaje de Gibson y su crisis de fe.
Lo peor: un sentido del humor torpe.
Shayamalan vuelve a la receta de la sugestión, sugerir antes que mostrar, se centra en el detalle y la expectativa para construir un film de suspenso con toques de terror que poco -y mucho- tiene que ver con el fin del mundo. Cuenta el apocalipsis sin la grandilocuencia de efectos visuales, sin invasiones, ataques o guerras explícitas, simplemente se concentra en mostrarnos como una familia se enfrenta al hecho, es tan ahorrativa que vemos un alien recién al final. Pero sobre todo, el tema de la invasión extraterrestre es una excusa -y aquí lo que realmente importa- para contarnos una historia sobre la guerra interna que sufre un hombre que ha perdido la fe. El hindú se arriesga en un viaje con tintes similares a "Ordet" (Carl Theodor Dreyer, 1955), y salvando las enormes diferencias, nos muestra la evolución de este personaje que ha perdido la fe en Dios pero que se da cuenta de lo mucho que la necesita -el momento en que le cuenta a Phoenix sobre los dos tipos de personas en el mundo es imponente-.
La película no es un drama sobre religión -aunque se acerca- pero tampoco es un film de terror. Tiene más peso la crisis interna de Gibson que la invasión alienígena, pero no por eso deja de jugar con la intriga y el terror -la mano cortada, la pierna entre los maizales-.
Shayamalan es mejor director que actor, no sé porque todavía intenta seguir honrándonos con su presencia, su escena es la peor de todo el film, un auténtico recital para los Razzies. Pero como director me saco el sombrero, los encuadres son perfectos, la fotografía no podría estar más cuidada y el montaje -a excepción de los flashbacks- es portentoso. La BSO debe estar en el top 5 de terror junto a la de Hermann para "Psicosis" (1960), Williams en "Tiburón" (1975), Nitzsche por "El exorcista" (1973) y Snow con el silbido de "Los expedientes secretos X".
Como principales defectos le hallo su raro sentido del humor, me recuerda un poco a lo disparatado de Spielberg, no es que sea malo, de hecho da gracia, pero cuando estás entrando en clima y te estás adentrando en el drama te salta una escena de lo más graciosa como los cascos de aluminio que destroza al atmósfera. También está el personaje de la chica de la farmacia que es bastante chistoso y que aporta bien poco a la trama.
Echo en falta un personaje más escéptico que no se trague el tema de la invasión. Phoenix es demasiado sugestivo, ve el video del cumpleaños en Brasil y no duda ni por un segundo que no sea una farsa -cualquiera se puede disfrazar de alien-, en contraposición el niño es demasiado inteligente.
Me sobran los flashbacks, es decir, la historia del accidente es importante pero contarla a través de recuerdos no aporta. Hubiera preferido que simplemente se insinuara con diálogos.
Lo mejor: la introspección en el personaje de Gibson y su crisis de fe.
Lo peor: un sentido del humor torpe.
4 de abril de 2007
4 de abril de 2007
28 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Auténtica película de terror... y quien no opine así, que se meta en el pellejo de los protagonistas y que luego nos cuenten.
El secreto de provocar el terror tan bien como en este film, está en ver en estas situaciones a una familia de "don nadie" como la mayoría de nosotros. Ojo, lo de don nadie va por lo de gente normal y corriente, ya que en otras películas ves un volcán en erupción... y el personaje es experto en volcanes... o la que va sobre tornados te sale un grupo de investigadores de tornados... o simplemente otras sobre extraterrestres los protagonistas se reparten las funciones de científico de la NASA con el marciano de Roswell en una vitrina, el piloto militar retirado ya abducido en su juventud, o el presidente de los EE.UU. que no se acojona con nada.
En una película nos metemos en la piel del protagonista y hacemos de su experiencia la nuestra. En todos los casos que expuse, los personajes están más que familiarizados con el tema en cuestión... no tienen miedo, por lo tanto nosotros no lo tenemos. En Señales son, repito, unos don nadie en el campo ufológico... por lo tanto tienen miedo... como el espectador está en la piel, también lo sufre.
Lo dicho... no quiero presidentes de los EE.UU., no quiero expertos en casos paranormales, ni quiero un "ex abducido" con un par de pelotas... quiero que la pase canutas alguien como yo; que en este caso era un cura, pero perfectamente podía haber sido un panadero, un charcutero o un vendedor de enciclopedias.
El secreto de provocar el terror tan bien como en este film, está en ver en estas situaciones a una familia de "don nadie" como la mayoría de nosotros. Ojo, lo de don nadie va por lo de gente normal y corriente, ya que en otras películas ves un volcán en erupción... y el personaje es experto en volcanes... o la que va sobre tornados te sale un grupo de investigadores de tornados... o simplemente otras sobre extraterrestres los protagonistas se reparten las funciones de científico de la NASA con el marciano de Roswell en una vitrina, el piloto militar retirado ya abducido en su juventud, o el presidente de los EE.UU. que no se acojona con nada.
En una película nos metemos en la piel del protagonista y hacemos de su experiencia la nuestra. En todos los casos que expuse, los personajes están más que familiarizados con el tema en cuestión... no tienen miedo, por lo tanto nosotros no lo tenemos. En Señales son, repito, unos don nadie en el campo ufológico... por lo tanto tienen miedo... como el espectador está en la piel, también lo sufre.
Lo dicho... no quiero presidentes de los EE.UU., no quiero expertos en casos paranormales, ni quiero un "ex abducido" con un par de pelotas... quiero que la pase canutas alguien como yo; que en este caso era un cura, pero perfectamente podía haber sido un panadero, un charcutero o un vendedor de enciclopedias.
13 de febrero de 2009
13 de febrero de 2009
68 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
La recordaba como una película mala, pero nada mejor que volver a verla una tarde aburrida de resaca para cambiar de opinión: es MUY mala.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Cómo puede una civilización tan sumamente avanzada como para viajar al menos varios años luz a través del espacio realizar una invasión a un planeta que como mínimo cuenta con armamento nuclear usando señales en las cosechas como balizas de navegación y atacar a los millones de habitantes del planeta "cuerpo a cuerpo" o con pistolas de gas como arma predilecta para usar al aire libre, y ¡desnudos! pese a que el agua (un elemento escasísimo en la Tierra) los deshace como azucarillos? Bueno, supongo que el coste de un impermeable y una pistola para cada soldado-alien es exagerado después de agotar la economía militar de su planeta en naves que se hacen invisibles,... jodeos malditos extraterrestres, otra vez será.
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