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El día que la Tierra se detuvo

Ciencia ficción. Drama Una nave extraterrestre llega a la tierra con la misión de entregar a los hombres un importante mensaje. El mundo entero queda conmocionado el día en que, sin previo aviso, un platillo aterriza en Washington y de él sale Klaatu, un alienígena de aspecto humano acompañado de Gort, un amenazante robot. La petición que Klaatu hace a todos los gobernantes del mundo es rechazada. Así las cosas, Klaatu decide observar cómo viven los humanos ... [+]
Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
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10
26 de noviembre de 2005
30 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la Guerra Fría parecía que la humanidad iba a palmarla en un holocausto nuclear, pero hoy en día los expertos nos vaticinan una muerte mucho más lenta y dolorosa.
Parece que seguimos reproduciéndonos exponencialmente aunque los recursos estén a un plis de agotarse, y en breve ya no habrá más petroleo ni más peces ni más agua potable ni más árboles ni más suelo cultivable. Habremos llegado al temible punto de Cero Patatero y aunque suene a chiste lo vamos a tener muy muy jodido.
Los que tenemos menos de 30 tacos seguramente viviremos para verlo con nuestros propios ojos y nos vamos a cagar por la pata baja.

En 1951 se rodó una entrañable fantasía de ciencia ficción titulada Ultimátum a la Tierra en la que los extraterrestres tomaban cartas en el asunto y aterrizaban en los USA (¿dónde si no?) para poner un poco de orden...
Desde que vi esta peli que yo de vez en cuando también levanto la vista hacia el cielo nocturno a ver si nos asiste algún marciano, pero la contaminación lumínica a penas me dejar intuir un poco la luna entre las nubes de mierda...

Con lo que los cuatro consejos de hoy van a ser:
a) no se pierdan Ultimátum a la Tierra, háganse el favor,
b) dejen de consumir como tontos,
c) follen como locos, que el mundo se acaba,
y d) el globito siempre en el pito, que en este planeta ya no cabemos más!

Nota: excelente
6
16 de diciembre de 2008
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy por hoy, "Ultimátum a la tierra" es una película completamente pasada en muchos aspectos. Es todo un clásico de la ciencia ficción con mucho más encanto de lo que pueda tener cualquier versión moderna, pero lo que en 1951 fueron considerados unos grandes efectos visuales, hoy quedan completamente desfasados.

El film de Robert Wise ha envejecido muy mal, pero da igual, sigue teniendo algo especial que jamás tendrá la versión de 2008. "Ultimátum a la tierra" no sólo fue una película de ciencia ficción, el film de Wise tiene un evidente mensaje pacifista en plena guerra fría. Un emisario espacial aterriza en la tierra para avisarnos de que el camino que llevamos sólo puede terminar en ruina para la Tierra. El film invita a la reflexión en una época en la que reflexionar no parecía ser una prioridad, y en la que la carrera espacial y nuclear nublaba la mente de nuestros mandatarios.

El film evidentemente ha quedado desfasado en su mensaje antinuclear y en sus efectos visuales. El film de Wise se mira desde la distancia y el aprecio, y pese a su mensaje desfasado, su principio básico, es decir, su antibelicismo, sigue tan vigente como antes. Si algún día aterriza Gort en el planeta Tierra ya sabemos que tenemos que decirle: "Klaatu barada niktoh".
8
18 de junio de 2005
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que el guión de este filme es para sacarse el sombrero, y de ello se puede apuntalar la idea o concepto que el filme es una obra maestra de la ficción. Sí, con mucho de originalidad, el filme de Robert Wise nos brinda una acabada muestra de todo lo jugosa que una película de ficción puede llegar a ser en su valor discursivo.
Nadie puede negar que la mayoría de los filmes de mero corte ficticio son pobres en contenido y mucho de formas. Bueno, aquí Wise enseña ya en 1951 que la cosa puede ser muy distinta. Debemos agragar que en la época de los cincuenta había una obsesión por presentar filmes con contenido de extraterrestre, y por entonces la idea estaba muy en boga.
Wise impone originalidad al presentar al ET como una persona que viene en son de paz y no con la idea de conquista y sometimiento de la raza inferior. Con un objetivo educativo y aprovechándose del conocimiento superior, la raza visitante nos trae la advertencia de lo que el ser humano puede llegar a hacer con la tecnología. Pero nos lo muestra en una forma drástica, nos pone en aviso del peligro que conlleva la mala utilización de la ciencia.
Una obra maestra se la mire por donde se la mire, con un alto nivel de profundidad discursiva, con un presupuesto que indica que las formas son las mejores de acuerdo a la época (sin ir más lejos, los efectos son pocos pero sorprendentes).
Tanto tememos que la destrucción del planeta sea por una fuerza invasora externa pero aquí se nos abre los ojos para darnos cuenta que el hombre en sí constituye un peligro latente.
La idea pacifista no fue muy auspiciada en su momento debido a la Guerra de Corea que se suscitó. La música es densa e inquietante en todo momento, y Herrmann utilizó el theremin (instrumento electrónico) para lograr dicho sonido. La musicalización comprende un factor muy interesante en el filme y acompaña en forma armoniosa cada escena.
Muy recomendable historia llena de moralejas que nos muestra un claro mensaje antibélico y que siempre será tomado como punto de referencia para identificar a las obras de ficción con alto contenido de conceptos.
7
7 de agosto de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquella foto de la diminuta Tierra que la Voyager 1 tomó en su viaje hacia el espacio interestelar, y que fue bautizada como “Pálido punto azul”, inspiró a Carl Sagan un lúcido mensaje de advertencia.
Y es que siempre nos hace falta la perspectiva que da la distancia para vernos desde fuera y volvernos críticos con nosotros mismos.
Nunca hemos abandonado el egocentrismo (ni el geocentrismo) pese a los esfuerzos de los pensadores que a lo largo de la historia han avanzado más lejos de los confines que nos anclan a lo próximo y a lo aparente, a lo físico y visible. Nos ha costado muchos siglos empezar a comprender lo vasto que es el Universo y lo increíblemente frágil que es nuestro planeta, perdido en una inmensidad tan hermosa como hostil.
Y aún así, pese a que la Tierra recibe abundantes amenazas externas en un entorno tan letal (y hasta ahora ninguna de ellas procede de civilizaciones alienígenas, de las que aún no tenemos noticia), el mayor peligro que corremos nos lo hemos creado nosotros aquí dentro. Enfrascados en el egocentrismo.
Alguno de los astronautas que visitan la Estación Espacial Internacional ha comentado algo así como que todos deberíamos vivir una experiencia similar ahí arriba, desde donde la Tierra queda un poco más lejana, y darnos cuenta de que es el único hogar que tenemos, el único confín en el que podemos vivir de momento.
Entonces quizás nos lo pensaríamos más antes de amenazarlo con armas químicas, guerras nucleares y catástrofes ecológicas evitables. En suma, que el miedo a perderlo, el miedo a exterminarnos, por fin nos quitara el egocentrismo global y nos enseñara el valor de la paz.
No dejamos de ser niños que sólo abandonan las rencillas cuando perciben que su castillo de juguete se puede derrumbar si siguen peleándose y destrozando.
Una de las grandes y amargas paradojas humanas. Parece que la paz internacional sólo podría ser posible si percibimos una fuerte amenaza a nivel mundial. ¿Recobraremos la lucidez en el momento en que nos demos cuenta de que podríamos destruir el planeta y exterminarnos? ¿Nos hará despertar el terror a quedar todos reducidos a nada en el Universo indiferente, como si nunca hubiéramos existido?
“Ultimátum a la Tierra” es una alegoría de esta paradoja. Con los estragos de la Segunda Guerra Mundial, el final debió de verse muy cerca. El tiempo ha demostrado que no hemos aprendido casi nada, pero por suerte sigue habiendo mentes lúcidas, como la del escritor Harry Bates que publicó el cuento en el que se basó esta película, y Robert Wise y su equipo fílmico que lo trasladaron a la pantalla.
Es un drama de ciencia ficción que para su época no está nada mal. Sencillo, sobrio y elegante, con ese aire naïve y una pizca simplón, y esa estética de platillos volantes, seres inteligentes humanoides ultraavanzados y robots cutrecillos, que era la visión romántica de entonces sobre civilizaciones extraterrestres alimentada por la exagerada fantasía popular.
Puede que no sea un paradigma de la sci-fi, y que hoy día se vea desfasado, una simple curiosidad de época para cinéfilos. Pero lo eleva su mensaje, vigente entonces como ahora, ignorado ahora como entonces.
El mismo que Carl Sagan escribió al contemplar la foto de la Tierra, tan pequeñita en una franja de luz solar, donde cabe todo lo que somos.
8
17 de agosto de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más imperecederas películas de ciencia ficción de los años cincuenta –década prodigiosa de la serie “B” fantástica– fue, sin duda, Ultimátum a la Tierra, 1951, del estimable realizador Robert Wise, adaptación del estupendo relato, El amo ha muerto, del escritor Harry Bates. La película de Wise muestra bastantes diferencias con el relato en el que se basa. Pero desgranar eso sería otra historia.
En Ultimátum a la Tierra –lo argumento desde mi punto de vista de agnóstico religioso, y creo que algún crítico ya lo ha señalado– las referencias religiosas al Cristianismo y al propio Jesucristo son muy evidentes: el protagonista extraterrestre reclama la paz entre los hombres para que continúe la armonía en el universo. El cosmonauta, que ha llegado del cielo, toma un traje, al escaparse del hospital en el que se recupera de sus heridas, cuyo dueño se apellida Carpenter –carpintero– y adopta para sí este nombre. Y, lo más explícito: nuestro visitante resucita y proclama la paz universal levantando de nuevo el vuelo hacia las alturas.
Por otra parte, tras su inquietante inicio con la visita del alienígena y de su indestructible robot con propiedades aparentemente divinas, se advierte, utilizando un argumento y una estética expresionista propios del cine negro, una denuncia al temor irracional de la sociedad americana de mediados del siglo XX por las invasiones comunistas.
Las propuestas ideológicas de la película no coincidían con la de las de las películas de ciencia ficción al uso en su tiempo, donde los extraterrestres eran malvados y siempre estaban dispuestos a invadir el planeta Tierra y a esclavizar a sus habitantes: destruir el modo de vida americano del momento, en claras referencias a invasiones comunistas –guerra fría– tanto desde el exterior del país, con desembarcos masivos y bombas nucleares, como desde su interior, a través de activistas izquierdistas. Sin duda –y no es poco para la época–, la película se acoge al fundamento político más democrático: la libertad e igualdad de todos los hombres.
En este film tan especial, el verdadero destructor de la sociedad establecida, del mundo civilizado, no es el ser extraño –el extranjero–, sino nosotros mismos –la paranoica sociedad estadounidense de los años cincuenta– con nuestra peligrosa tecnología y con los obsesivos temores a todo lo distinto.
La crítica a la xenofobia está servida en esta muestra de buen cine de ciencia ficción enfundado en una precisa estética del género negro.



Luis Ángel Lobato-Valladolid-España
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