El audaz
8.2
31,980
Drama
Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
16 de septiembre de 2012
16 de septiembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico clásico sobre un personaje obsesionado por el éxito en su profesión con una vida personal abocada al desastre. La filosofía norteamericana parece fascinada por el concepto de ganador-perdedor, y esta película aúna ambas nociones en el personaje que tan brillantemente interpreta Paul Newman, rodeado por un grupo de secundarios de lujo que hacen brillar todavía más el trabajo de aquél. Lo que más me ha gustado es ese ambiente de cine negro que se respira, aunque no se esté tratando ninguna trama criminal. La fantástica música de jazz, la fotografía y la soledad tan latente en todos los personajes colaboran a tal fin en todo momento. Un cero para los responsables de doblar con voces distintas aquellas escenas que mutiló nuestra nefasta inquisitora censura, en vez de respetar el original y subtitularlas. De entre las escenas inolvidables me quedaría con la que muestra a Piper Laurie cuando llega a la cafetería en la que encuentra a Paul Newman y solo con las miradas se dicen toda una conversación, para acabar yéndose juntos y Piper dudando si coger a Paul de la cintura o no. Y como frases: “Tenías razón, no basta tener talento, hace falta carácter también. Estoy seguro de que ahora tengo carácter, lo encontré en un hotel de Louisville" o “Compro a quien se vende”. En fin, un excelente clásico digno de revisarlo cada cierto tiempo.
6 de noviembre de 2012
6 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El buscavidas presenta la historia de un joven jugador de billar astuto y metódico, que saca el máximo partido de su calidad técnica beneficiándose económicamente de jugadores mediocres, para alcanzar su objetivo, medirse con el que dicen ser el mejor jugador de billar, El gordo de Minesota y vencerle.
El argumento ofrece la visión del ansia de reconocimiento, del fracaso, de la obsesión por un objetivo por encima de todo, presentando la unión de dos seres perdidos, que unidos encontrarán el apoyo necesario para afrontar sus debilidades.
Su director presenta una visión hipnótica del mundo del billar, apoyándose en una fotografía en blanco y negro ganadora del Oscar, que plasma con elegancia las diferentes jugadas que se realizan en una partida, ofreciendo diversas perspectivas de los golpeos, elegantes, fluidos y eficaces.
La banda sonora de instrumentos solitarios ayuda a presentar a dos seres perdidos en baños de alcohol y soledad.
El cuidado y manejo de la imagen por parte del director, apoyándose en la exquisita fotografía y en la delicada banda sonora, trasladan la trama a las frías y solitarias mesas de billar, impregnadas de la suciedad y del humo que acompañan a las innumerables partidas que se disputan en ellas.
Paul Newman interpreta un papel complicado, lleno de matices, carismático, arrogante, dulce, astuto, victima de su calidad y de las ansias del éxito por encima de todo, que aporta destellos estelares a una historia oscura, inundando cada jugada con su potente y penetrante mirada.
En su camino hacia la búsqueda del éxito le acompañaran diversos personajes, entre los que destaca la interpretación oscura y egoísta de George C.Scott, que solo mira por su beneficio económico y que se dedica a explotar las cualidades del atormentado protagonista.
Ofrece un amplio abanico de personajes carismáticos e imborrables, donde destacan Relámpago y el gordo de Minesota, como verdaderos maestros del billar.
La trama ofrece verdaderas batallas sobre la mesa de billar, partidas de larga duración, donde la personalidad, los egos, y la inteligencia, se enfrentan en partidas de larga duración, que están por encima de la calidad de los contrincantes.
Su director ofrece una jugada maestra, con una historia profunda y sólida, que presenta un claro dibujo de personajes atormentados por la soledad y el fracaso, que buscan el éxito en sus vidas, apoyándose para ello en el mundo del billar.
Aunque el billar no sea una de tus pasiones, la historia que cuenta y la manera en que lo hace, va más allá de la mesa de billar.
El argumento ofrece la visión del ansia de reconocimiento, del fracaso, de la obsesión por un objetivo por encima de todo, presentando la unión de dos seres perdidos, que unidos encontrarán el apoyo necesario para afrontar sus debilidades.
Su director presenta una visión hipnótica del mundo del billar, apoyándose en una fotografía en blanco y negro ganadora del Oscar, que plasma con elegancia las diferentes jugadas que se realizan en una partida, ofreciendo diversas perspectivas de los golpeos, elegantes, fluidos y eficaces.
La banda sonora de instrumentos solitarios ayuda a presentar a dos seres perdidos en baños de alcohol y soledad.
El cuidado y manejo de la imagen por parte del director, apoyándose en la exquisita fotografía y en la delicada banda sonora, trasladan la trama a las frías y solitarias mesas de billar, impregnadas de la suciedad y del humo que acompañan a las innumerables partidas que se disputan en ellas.
Paul Newman interpreta un papel complicado, lleno de matices, carismático, arrogante, dulce, astuto, victima de su calidad y de las ansias del éxito por encima de todo, que aporta destellos estelares a una historia oscura, inundando cada jugada con su potente y penetrante mirada.
En su camino hacia la búsqueda del éxito le acompañaran diversos personajes, entre los que destaca la interpretación oscura y egoísta de George C.Scott, que solo mira por su beneficio económico y que se dedica a explotar las cualidades del atormentado protagonista.
Ofrece un amplio abanico de personajes carismáticos e imborrables, donde destacan Relámpago y el gordo de Minesota, como verdaderos maestros del billar.
La trama ofrece verdaderas batallas sobre la mesa de billar, partidas de larga duración, donde la personalidad, los egos, y la inteligencia, se enfrentan en partidas de larga duración, que están por encima de la calidad de los contrincantes.
Su director ofrece una jugada maestra, con una historia profunda y sólida, que presenta un claro dibujo de personajes atormentados por la soledad y el fracaso, que buscan el éxito en sus vidas, apoyándose para ello en el mundo del billar.
Aunque el billar no sea una de tus pasiones, la historia que cuenta y la manera en que lo hace, va más allá de la mesa de billar.
2 de marzo de 2013
2 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del sueño americano al infierno, de la vida a la muerte o del amor al desprecio en 135 minutos gloriosos. Portentosos personajes, bien delimitados y escogidos deambulan por la pantalla, quiero decir por la vida, en busca de su destino, pues de eso se trata, de buscar nuestro lugar en el mundo y asumir el papel que a cada momento nos toca. Pocas veces se ha creado y recreado una atmósfera tan envolvente como en esta película, por tanto, si la ves, estarás allí, te sentirás como ellos y la volverás a ver al cabo de un tiempo.
25 de noviembre de 2013
25 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas que se han hecho, esta historia de perdedores que hiere al espectador, que contagia soledad y empapa de tristeza con un Paul Newman pletórico.
Amo el billar y amo el cine... esta pelicula lo fusiona, mi diez para ella.
Amo el billar y amo el cine... esta pelicula lo fusiona, mi diez para ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Newman no era un perdedor mientras tenía a Laurie.
5 de febrero de 2014
5 de febrero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El buscavidas es uno de los mayores clásicos del cine de los 60 y cuenta, sin duda, con una de las mejores interpretaciones de la década. Adapta la novela de Walter Tevis haciendo un uso perfecto del diccionario literatura-cinematografía.
Robert Rossen dirige la que es, seguramente, su mejor película. El director neoyorquino de ascendencia judía hace una labor tan impecable en El buscavidas que por momentos parece imperceptible. Cuando la historia se mueve, vive y deja que vivas en ella, es que el director ha conseguido conseguirte el mejor asiento en cada momento y eso es algo que Rossen logra con un apabullante conocimiento del material que tiene entre manos. Las largas escenas que nos regala el director calan de una forma desgarradora, ofreciendo en ellas discursos sobre el billar, el autocontrol (o el descontrol) o el whisky, elementos que sirven para ir trazando la majestuosa línea que describe a su personaje principal. Los secundarios, aunque encorsetados (el cine clásico tenía muy definidos sus roles, normalmente), también aportan luz sobre el oscuro camino entre el éxito supremo y la miserable autocomplacencia del protagonista. Por otro lado, tenemos un apartado visual impecable, totalmente limpio incluso cuando nada en la inmundicia.
Paul Newman ofrece en El buscavidas uno de sus papeles más legendarios, lo que es decir mucho. La historia ha dejado grandísimos intérpretes, pero algunos en concreto han tenido una seña de identidad que me encanta: ser el personaje incluso cuando el propio papel no lo requiere de manera imperativa. Newman, en El buscavidas, es uno de los grandes ejemplos de lo que menciono. Los secundarios están encabezados por Piper Laurie, que hace una tarea complicada como la de jugar con un personaje que mezcla una fuerza inhumana y una debilidad infantil. El resultado es fabuloso. Jackie Gleason no tiene demasiado trabajo más allá de golpear las bolas y echar unas miradas a su "apoderado", pero es evidente que con un vistazo al guion tuvo suficiente para saber qué debía transmitir. George C. Scott, uno de los grandes secundarios de todos los tiempos (y gran protagonista cuando debía serlo) interpreta a un personaje que representa el alma de la película: codicia, avaricia, falta total de empatía, escrúpulos inexistentes y egoísmo puro y duro, al fin y al cabo; representa la parte más podrida de Estados Unidos y lo hace a un nivel supremo.
Resumiendo: El buscavidas es, probablemente, la mejor película rodada jamás sobre cualquier juego. El motivo es bien sencillo: las mesas de billas son un mero escenario sobre los que un fabuloso reparto sube a bailar y un coordinadísimo trabajo de guion y dirección edifica una historia de una intensidad arrebatadora.
Robert Rossen dirige la que es, seguramente, su mejor película. El director neoyorquino de ascendencia judía hace una labor tan impecable en El buscavidas que por momentos parece imperceptible. Cuando la historia se mueve, vive y deja que vivas en ella, es que el director ha conseguido conseguirte el mejor asiento en cada momento y eso es algo que Rossen logra con un apabullante conocimiento del material que tiene entre manos. Las largas escenas que nos regala el director calan de una forma desgarradora, ofreciendo en ellas discursos sobre el billar, el autocontrol (o el descontrol) o el whisky, elementos que sirven para ir trazando la majestuosa línea que describe a su personaje principal. Los secundarios, aunque encorsetados (el cine clásico tenía muy definidos sus roles, normalmente), también aportan luz sobre el oscuro camino entre el éxito supremo y la miserable autocomplacencia del protagonista. Por otro lado, tenemos un apartado visual impecable, totalmente limpio incluso cuando nada en la inmundicia.
Paul Newman ofrece en El buscavidas uno de sus papeles más legendarios, lo que es decir mucho. La historia ha dejado grandísimos intérpretes, pero algunos en concreto han tenido una seña de identidad que me encanta: ser el personaje incluso cuando el propio papel no lo requiere de manera imperativa. Newman, en El buscavidas, es uno de los grandes ejemplos de lo que menciono. Los secundarios están encabezados por Piper Laurie, que hace una tarea complicada como la de jugar con un personaje que mezcla una fuerza inhumana y una debilidad infantil. El resultado es fabuloso. Jackie Gleason no tiene demasiado trabajo más allá de golpear las bolas y echar unas miradas a su "apoderado", pero es evidente que con un vistazo al guion tuvo suficiente para saber qué debía transmitir. George C. Scott, uno de los grandes secundarios de todos los tiempos (y gran protagonista cuando debía serlo) interpreta a un personaje que representa el alma de la película: codicia, avaricia, falta total de empatía, escrúpulos inexistentes y egoísmo puro y duro, al fin y al cabo; representa la parte más podrida de Estados Unidos y lo hace a un nivel supremo.
Resumiendo: El buscavidas es, probablemente, la mejor película rodada jamás sobre cualquier juego. El motivo es bien sencillo: las mesas de billas son un mero escenario sobre los que un fabuloso reparto sube a bailar y un coordinadísimo trabajo de guion y dirección edifica una historia de una intensidad arrebatadora.
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