El club
2015 

7.0
11,707
Drama
Cuatro sacerdotes conviven en una retirada casa de un pueblo costero, bajo la mirada de Mónica, una monja cuidadora. Los curas están ahí para purgar sus pecados y hacer penitencia. La rutina y tranquilidad del lugar se rompe cuando llega un atormentado quinto sacerdote, y los huéspedes reviven el pasado que creían haber dejado atrás. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2021
23 de abril de 2021
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Una cosa es la densidad y otra cosa diferente es el espesor. "El club" es una película densa, lo que es muy bueno. También es bastante espesa, lo que ya no lo es tanto. Me explicaré un poco mejor.
"El club" es una película difícil para el espectador. En parte lo es porque tiene que serlo: el tema que trata es muy escabroso (la violación de niños por parte de los curas ocupa un lugar importante en la trama), y por consiguiente hay diálogos que duele oír, situaciones que ponen los pelos de punta y personaje que repugnan. Eso, tratando el tema que se trata, es un acierto, no se puede edulcorar algo tan horripilante. Además de lo que se ve y se oye, está lo que se da a entender, la red de complicidades y excusas morales retorcidas de la iglesia, en fin, muchas de las cosas que van sucediendo en pantalla admiten segundas y terceras lecturas para el que quiera profundizar en los abismos de la degeneración humana...santificada...Es densa la película, tiene sustancia, tiene contenido. Eso es bueno.
Pero también, por otra parte, "El club" es una película difícil para el espectador por voluntad propia. El desarrollo exasperantemente lento de la trama, el uso de una música repetitiva y cargante, una fotografía desvaída que le va muy bien a la historia y a los personajes pero que obliga a entornar los ojos para ver qué ocurre o distinguir las caras en más de una ocasión, determinadas elipsis narrativas que pueden confundir, determinados planos largos de sucesos (aparentemente) intrascendentes, algunos giros de guión, sobre todo en la última parte, excesivamente rebuscados...nada de ello parece deberse a torpeza, falta de medios o cosa que se le parezca.
Supongo que Pablo Larraín ha hecho una película exigente para el espectador, difícil de ver incluso, porque ha querido.
Está en su derecho, claro. Pero yo no puedo evitar preguntarme qué sentido tiene hacer una obra de arte con la intención de dar a conocer y crear debate sobre un tema escabroso, polémico, difícil, y ponerle todavía más dificultades de las que el propio tema impone a quienes quieran acercarse a tu propuesta. Tal vez una forma de narrar más accesible ayude a que el mensaje llegue a más gente. Tal vez.
"El club" es una película difícil para el espectador. En parte lo es porque tiene que serlo: el tema que trata es muy escabroso (la violación de niños por parte de los curas ocupa un lugar importante en la trama), y por consiguiente hay diálogos que duele oír, situaciones que ponen los pelos de punta y personaje que repugnan. Eso, tratando el tema que se trata, es un acierto, no se puede edulcorar algo tan horripilante. Además de lo que se ve y se oye, está lo que se da a entender, la red de complicidades y excusas morales retorcidas de la iglesia, en fin, muchas de las cosas que van sucediendo en pantalla admiten segundas y terceras lecturas para el que quiera profundizar en los abismos de la degeneración humana...santificada...Es densa la película, tiene sustancia, tiene contenido. Eso es bueno.
Pero también, por otra parte, "El club" es una película difícil para el espectador por voluntad propia. El desarrollo exasperantemente lento de la trama, el uso de una música repetitiva y cargante, una fotografía desvaída que le va muy bien a la historia y a los personajes pero que obliga a entornar los ojos para ver qué ocurre o distinguir las caras en más de una ocasión, determinadas elipsis narrativas que pueden confundir, determinados planos largos de sucesos (aparentemente) intrascendentes, algunos giros de guión, sobre todo en la última parte, excesivamente rebuscados...nada de ello parece deberse a torpeza, falta de medios o cosa que se le parezca.
Supongo que Pablo Larraín ha hecho una película exigente para el espectador, difícil de ver incluso, porque ha querido.
Está en su derecho, claro. Pero yo no puedo evitar preguntarme qué sentido tiene hacer una obra de arte con la intención de dar a conocer y crear debate sobre un tema escabroso, polémico, difícil, y ponerle todavía más dificultades de las que el propio tema impone a quienes quieran acercarse a tu propuesta. Tal vez una forma de narrar más accesible ayude a que el mensaje llegue a más gente. Tal vez.
25 de septiembre de 2022
25 de septiembre de 2022
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Creo que a estas alturas todos, o casi todos, sabemos que la Iglesia es una de las instituciones más privilegiadas del mundo, así como también casi todos sabrán de la existencia (aunque creo que no serán precisamente pocos los que tratarán de negarlo inútilmente) de escándalos y podredumbre que la misma trata de ocultar a toda costa (casos de pederastia por parte de curas, robos de niños recién nacidos...), y esta película chilena nos ofrece un sórdido, siniestro y estremecedor retrato de esa parte tan escandalosa y podrida de la Iglesia.
La película nos lleva a un aislado pueblo marítimo de Chile, donde conviven en una casa cuatro curas que fueron excomulgados y llevados allí por la Iglesia como penitencia por sus pecados, y vive con ellos una monja que se dedica a vigilarlos (más bien a hacerles de ama de casa, básicamente), pero tras la llegada de un quinto cura, tendrá lugar un fatídico acontecimiento que traerá a la casa a un sexto cura que pondrá patas arriba el orden que estaba establecido en la misma.
Se trata de una obra siniestra, turbia, estremecedora y perturbadora en la que a través de un ritmo pausado pero atrapante y un tono frío, seco, aséptico y sin artificios, nos presenta a un grupo de personajes que malinterpretaron y pervirtieron los mensajes de la Biblia y los usaron a su favor y conveniencia siendo retratados con humanidad sin convertirlos en monstruos caricaturescos, pues les da voz, debilidades, motivaciones y carácter, lo que los hace más terroríficos, pues precisamente no te esperarías que hombres como estos fueran capaces de hacer las cosas que dicen que hicieron (y encima también justificarlo), siendo su gran acierto hacerlo de forma completamente objetiva, sin discursos ni juicios morales, haciendo al espectador el único juez de este sórdido e inquietante relato en el que ninguno de los personajes (ni siquiera la aparentemente simpática y afable monja) está libre de culpa, porque como dijo Él: "El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Y también me parece un gran acierto que nunca se nos muestren los abusos, pues no es necesario, lo podemos intuir con toda claridad porque vemos sus consecuencias en el presente.
Y todo eso coronado por unas soberbias interpretaciones (aunque para los no habituados al acento chileno, como yo, se nos pueden hacer algo difíciles de seguir algunos diálogos, aunque en general no se siguen con excesiva dificultad), una sobresaliente banda sonora y una fotografía y estética de tonos azules y apagados que le dan un aire muy invernal y sombrío que casa muy bien con el tono general, nos da una de las mejores películas que yo haya visto de Latinoamérica.
Un saludo.
La película nos lleva a un aislado pueblo marítimo de Chile, donde conviven en una casa cuatro curas que fueron excomulgados y llevados allí por la Iglesia como penitencia por sus pecados, y vive con ellos una monja que se dedica a vigilarlos (más bien a hacerles de ama de casa, básicamente), pero tras la llegada de un quinto cura, tendrá lugar un fatídico acontecimiento que traerá a la casa a un sexto cura que pondrá patas arriba el orden que estaba establecido en la misma.
Se trata de una obra siniestra, turbia, estremecedora y perturbadora en la que a través de un ritmo pausado pero atrapante y un tono frío, seco, aséptico y sin artificios, nos presenta a un grupo de personajes que malinterpretaron y pervirtieron los mensajes de la Biblia y los usaron a su favor y conveniencia siendo retratados con humanidad sin convertirlos en monstruos caricaturescos, pues les da voz, debilidades, motivaciones y carácter, lo que los hace más terroríficos, pues precisamente no te esperarías que hombres como estos fueran capaces de hacer las cosas que dicen que hicieron (y encima también justificarlo), siendo su gran acierto hacerlo de forma completamente objetiva, sin discursos ni juicios morales, haciendo al espectador el único juez de este sórdido e inquietante relato en el que ninguno de los personajes (ni siquiera la aparentemente simpática y afable monja) está libre de culpa, porque como dijo Él: "El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Y también me parece un gran acierto que nunca se nos muestren los abusos, pues no es necesario, lo podemos intuir con toda claridad porque vemos sus consecuencias en el presente.
Y todo eso coronado por unas soberbias interpretaciones (aunque para los no habituados al acento chileno, como yo, se nos pueden hacer algo difíciles de seguir algunos diálogos, aunque en general no se siguen con excesiva dificultad), una sobresaliente banda sonora y una fotografía y estética de tonos azules y apagados que le dan un aire muy invernal y sombrío que casa muy bien con el tono general, nos da una de las mejores películas que yo haya visto de Latinoamérica.
Un saludo.
24 de octubre de 2023
24 de octubre de 2023
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Me gustó la película. Pablo Larraín toma temas muy delicados y hasta cierto punto controversiales para construir este drama religioso, con tintes de misterio y thriller; el ritmo fluye muy bien y en ningún momento la trama se torna aburrida o pesada. Las actuaciones de todo el elenco son buenas tanto las de los protagonistas como el resto del reparto...pero sobre todo es una eficaz y efectiva cinta que sirve como denuncia social hacia la hipocresía de la iglesia católica.
30 de agosto de 2024
30 de agosto de 2024
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El Club.
El director chileno Pablo Larraín compone en esta película un ejercicio que bien podría poseer similitudes bíblicas y religiosas, donde la dureza para verla se muestra en cada momento y sin reparos, un objeto cinematográfico que ahoga y desagrada, así como muestra la sencillez y el pulso para expresar esas sensaciones, porque de hecho El Club, es un film que afecta e incomoda sobre lo que abarca su mayor virtud de no pasar desapercibida y de no dejar que al espectador que la ve se le pase como indiferente.
Resulta categóricamente violenta, pero expresa no exactamente la violencia grafica que sería lo de menos, sino una violencia contenida en sus textos y sus diálogos que bien ejercen presión como si de un puñal en la herida se tratase, o bien como el famoso dicho "meter el dedo en la llaga" en esa herida de una humanidad que desangra constantemente por la misma herida, es repulsiva pero más precisamente por aquellas acciones que se llevan adelante durante su desarrollo y más aún por aquellas que se dejan a la imaginación, si la definimos con adjetivos son en si, bastantes más, pero violenta y repulsiva sin dudas le quedan bien.
El director mueve a su film con facilidad pero con pausa y determinación, como si la utilización del tiempo fuera un componente necesario para generar un ambiente que cada vez se va tensando más y va sofocando de la misma forma, es sagaz ahí donde busca meterse para mover y remover hasta el fondo de todo, a medida que avanzamos encontramos un eje de posicionamiento que sirve como una especie de esponja que recibe y absorbe esas energías y malas vibras que se lanzan a quemarropa y sin compasión alguna, para de ese momento conformar un receptor que recibe, consume, clarifica y expulsa cada sensación de brutalidad que emana esta obra.
Larraín además de contornear una historia que lleva sus bases en las personas, además adapta y coquetea constantemente complementos de índole bíblicas, el pecado con el libre albedrio, las dudas sobre las creencias religiosas y el milagro (o tragedia) del perdón de los pecados y el volver a empezar a pesar de todo son temas recurrentes aquí que no se hacen pasar por alto y que son lo suficientemente incisivos como para hacerse notar de que están presentes, que desde lo más claro indaga y le brinda conflictos al sector religioso.
Mencionando específicamente sus cuestiones técnicas me han gustado en general a excepción de la visual, una imagen que no me ha terminado de cerrar con sus filtros y sus filtraciones de luz, aunque bien pudieran estas estar perteneciendo a un determinado código narrativo, su banda sonora se encuentra a tono con lo que va relatando y también funciona como esa especie de lazo que sirve para atar y no soltar ahí donde necesita que contemplarse y aferrarse a esa severidad con la que busca retorcer, sus actores se encuentra todos en una frecuencia conjunta de la que como resultado todos tiran del mismo carro, y bien que se encuentra esa tonalidad para meritorio del mensaje en la que el mensajero no tape la nota y que tampoco pase inadvertido.
Una de las mejores obras chilenas y latinoamericanas de los últimos años, insiste y persiste, no le interesa caer bien por lo cual molesta y hostiga en profundidad a una humanidad pecadora y cruel, en la que encuentra como único testigo a su creador, porque Dios todo lo ve y todo lo perdona (para bien o para mal) para así mismo llegar a un crecimiento de pureza y de naturaleza o bien, para barrer la basura abajo de la alfombra.
Calificación: 7.5
El director chileno Pablo Larraín compone en esta película un ejercicio que bien podría poseer similitudes bíblicas y religiosas, donde la dureza para verla se muestra en cada momento y sin reparos, un objeto cinematográfico que ahoga y desagrada, así como muestra la sencillez y el pulso para expresar esas sensaciones, porque de hecho El Club, es un film que afecta e incomoda sobre lo que abarca su mayor virtud de no pasar desapercibida y de no dejar que al espectador que la ve se le pase como indiferente.
Resulta categóricamente violenta, pero expresa no exactamente la violencia grafica que sería lo de menos, sino una violencia contenida en sus textos y sus diálogos que bien ejercen presión como si de un puñal en la herida se tratase, o bien como el famoso dicho "meter el dedo en la llaga" en esa herida de una humanidad que desangra constantemente por la misma herida, es repulsiva pero más precisamente por aquellas acciones que se llevan adelante durante su desarrollo y más aún por aquellas que se dejan a la imaginación, si la definimos con adjetivos son en si, bastantes más, pero violenta y repulsiva sin dudas le quedan bien.
El director mueve a su film con facilidad pero con pausa y determinación, como si la utilización del tiempo fuera un componente necesario para generar un ambiente que cada vez se va tensando más y va sofocando de la misma forma, es sagaz ahí donde busca meterse para mover y remover hasta el fondo de todo, a medida que avanzamos encontramos un eje de posicionamiento que sirve como una especie de esponja que recibe y absorbe esas energías y malas vibras que se lanzan a quemarropa y sin compasión alguna, para de ese momento conformar un receptor que recibe, consume, clarifica y expulsa cada sensación de brutalidad que emana esta obra.
Larraín además de contornear una historia que lleva sus bases en las personas, además adapta y coquetea constantemente complementos de índole bíblicas, el pecado con el libre albedrio, las dudas sobre las creencias religiosas y el milagro (o tragedia) del perdón de los pecados y el volver a empezar a pesar de todo son temas recurrentes aquí que no se hacen pasar por alto y que son lo suficientemente incisivos como para hacerse notar de que están presentes, que desde lo más claro indaga y le brinda conflictos al sector religioso.
Mencionando específicamente sus cuestiones técnicas me han gustado en general a excepción de la visual, una imagen que no me ha terminado de cerrar con sus filtros y sus filtraciones de luz, aunque bien pudieran estas estar perteneciendo a un determinado código narrativo, su banda sonora se encuentra a tono con lo que va relatando y también funciona como esa especie de lazo que sirve para atar y no soltar ahí donde necesita que contemplarse y aferrarse a esa severidad con la que busca retorcer, sus actores se encuentra todos en una frecuencia conjunta de la que como resultado todos tiran del mismo carro, y bien que se encuentra esa tonalidad para meritorio del mensaje en la que el mensajero no tape la nota y que tampoco pase inadvertido.
Una de las mejores obras chilenas y latinoamericanas de los últimos años, insiste y persiste, no le interesa caer bien por lo cual molesta y hostiga en profundidad a una humanidad pecadora y cruel, en la que encuentra como único testigo a su creador, porque Dios todo lo ve y todo lo perdona (para bien o para mal) para así mismo llegar a un crecimiento de pureza y de naturaleza o bien, para barrer la basura abajo de la alfombra.
Calificación: 7.5
3 de febrero de 2025
3 de febrero de 2025
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Muy bien por Pablo Larraín, es la tercera cinta que veo de este cineasta chileno y no defrauda.
La película arranca a media máquina, pero a los pocos minutos empieza a meterte de lleno en la trama, gracias actuaciones soberbias junto con un historia de fondo perturbadora que, si bien no llega a ser del todo original, está enfocada desde una perspectiva distinta de lo que se la suele presentar.
La fotografía y la atmósfera son muy buenas, bien elegidos la gama de colores grisáceos y pálidos y, sobre todo, el escenario para filmar.
La película arranca a media máquina, pero a los pocos minutos empieza a meterte de lleno en la trama, gracias actuaciones soberbias junto con un historia de fondo perturbadora que, si bien no llega a ser del todo original, está enfocada desde una perspectiva distinta de lo que se la suele presentar.
La fotografía y la atmósfera son muy buenas, bien elegidos la gama de colores grisáceos y pálidos y, sobre todo, el escenario para filmar.
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