El club
2015 

7.0
11,707
Drama
Cuatro sacerdotes conviven en una retirada casa de un pueblo costero, bajo la mirada de Mónica, una monja cuidadora. Los curas están ahí para purgar sus pecados y hacer penitencia. La rutina y tranquilidad del lugar se rompe cuando llega un atormentado quinto sacerdote, y los huéspedes reviven el pasado que creían haber dejado atrás. (FILMAFFINITY)
25 de enero de 2016
25 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas del director chileno Pablo Larraín suelen ser una especie de revisionismo de los eventos más relevantes y traumáticos de la historia reciente de su país, relacionados con las heridas abiertas y consecuencias directas de la dictadura.
Ahora en ‘El club’, cuenta la historia de una especie de casa de retiro situada en un pueblito llamado La Boca, lejos de la capital Santiago, donde residen 4 ex sacerdotes quienes están ahí por haber cometido algún delito ya sea de índole sexual o bien políticos, en un lugar donde se dedican al rezo diario, mirar tele y criar un perro con el que participan y apuestan en carreras de galgos, donde viven con una ex religiosa que funge como carcelera o supervisora.
Las cosas en la casa cambian con la llegada de un quinto cura al lugar, al que uno de sus víctimas ya adulto le sigue en pleno estado de ebriedad, gritando y reprochándole los abusos en su contra cuando niño, lo que provoca el inmediato suicidio del cura, y que generará una endeble y rápida investigación policíaca y el arribo de un cura joven que llega para investigar los hechos con la intención de cerrar el lugar y que todos los que la habitan paguen por su crímenes.
La quinta película de Larraín es un relato áspero e incómodo, tanto en su historia como en sus formas, con una estructura que mezcla escenas cortas de la vida cotidiana de los habitantes de la casa, su participación en las carreras de perros y las entrevistas que les hará el cura joven, donde iremos conociendo el pasado de cada uno de ellos y el motivo por el que llegaron ahí.
La tensión aumentará en cada encuentro con el entrevistador, quien busca a toda costa llevar a la justicia a los cuatro hombre que intentan hacer como si ignorarán su pasado, hasta que un nuevo encuentro con Sandokán, el borracho que fue víctima del cura suicida y quien se convierte en la principal amenaza de quienes desean seguir viviendo en la casa.
La puesta en escena de Larraín, como es común en su cine, es pensada al detalle, con el uso de filtros que afean cada plano como si hubiese una neblina que invade toda la pantalla y lentes que deforman los rostros en primeros planos, para reforzar su parcial visión de sus 4 temibles personajes, más la ex monja que anda en las mismas, en un innecesario subrayado que condiciona al espectador.
Filmada con gran pulso como si de un thriller se tratase, ‘El club’ se debate entre incomodar e irritar al espectador con un relato duro y perturbador, que lo mismo presenta momentos de gran cine y otros de evidente manipulación.
http://tantocine.com/el-club-de-pablo-larrain/
Ahora en ‘El club’, cuenta la historia de una especie de casa de retiro situada en un pueblito llamado La Boca, lejos de la capital Santiago, donde residen 4 ex sacerdotes quienes están ahí por haber cometido algún delito ya sea de índole sexual o bien políticos, en un lugar donde se dedican al rezo diario, mirar tele y criar un perro con el que participan y apuestan en carreras de galgos, donde viven con una ex religiosa que funge como carcelera o supervisora.
Las cosas en la casa cambian con la llegada de un quinto cura al lugar, al que uno de sus víctimas ya adulto le sigue en pleno estado de ebriedad, gritando y reprochándole los abusos en su contra cuando niño, lo que provoca el inmediato suicidio del cura, y que generará una endeble y rápida investigación policíaca y el arribo de un cura joven que llega para investigar los hechos con la intención de cerrar el lugar y que todos los que la habitan paguen por su crímenes.
La quinta película de Larraín es un relato áspero e incómodo, tanto en su historia como en sus formas, con una estructura que mezcla escenas cortas de la vida cotidiana de los habitantes de la casa, su participación en las carreras de perros y las entrevistas que les hará el cura joven, donde iremos conociendo el pasado de cada uno de ellos y el motivo por el que llegaron ahí.
La tensión aumentará en cada encuentro con el entrevistador, quien busca a toda costa llevar a la justicia a los cuatro hombre que intentan hacer como si ignorarán su pasado, hasta que un nuevo encuentro con Sandokán, el borracho que fue víctima del cura suicida y quien se convierte en la principal amenaza de quienes desean seguir viviendo en la casa.
La puesta en escena de Larraín, como es común en su cine, es pensada al detalle, con el uso de filtros que afean cada plano como si hubiese una neblina que invade toda la pantalla y lentes que deforman los rostros en primeros planos, para reforzar su parcial visión de sus 4 temibles personajes, más la ex monja que anda en las mismas, en un innecesario subrayado que condiciona al espectador.
Filmada con gran pulso como si de un thriller se tratase, ‘El club’ se debate entre incomodar e irritar al espectador con un relato duro y perturbador, que lo mismo presenta momentos de gran cine y otros de evidente manipulación.
http://tantocine.com/el-club-de-pablo-larrain/
31 de enero de 2016
31 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El club es el lugar donde conviven un grupo de sacerdotes “exiliados” para purgar sus pecados tras abusar sexualmente de niños, cuatro tipos con edades que andan de los 50 años para arriba. Este lugar se ubica en una pequeña casa ubicada en una zona costera chilena, de manera incógnita los pobladores saben de su existencia pero no de su motivo, el espectador está un paso adelante que ellos.
El club es un centro de oración regido por la iglesia católica, apostólica y romana, pero también es un centro de penitencia, donde de una forma bastante sutil y acomodada estos hombres cargan su cruz, obligados a permanecer ahí bajo algunas reglas, como por ejemplo, darse duchas cortas, ellos son vigilados por una monja que vive con ellos, los cuida. y hace respetar dichas reglas.
Escrita por Guillermo Calderón, Daniel Villalobos y Pablo Larraín, es el quinto largometraje de ficción de Larraín, quien alcanzara un gran éxito en 2012 por su film No, el presente trabajo se enmarca también como un gran filme, de un contenido fuerte y polémico donde no se guarda nada, señalando una institución que prefiere ocultar estas vejaciones antes de que estos individuos paguen por los crímenes cometidos.
Narrada de manera fría y pausada, se presenta como otra de las grandes películas latinoamericanas del año 2015, una fotografía a cargo de Sergio Armstrong con colores fríos y azulados, donde la constante de la filmación es presentar madrugadas, atardeceres o noches, los interiores manejan estos mismos tonos oscuros y tenues propios del relato, consiguiendo una atmósfera inmejorable para este trabajo, que también se acuerpa con la tétrica musicalización a cargo de Carlos Cabezas.
Tras un evento acontecido con un nuevo miembro de El club, otro personaje de la iglesia llega como una autoridad a confrontar los hechos acaecidos en dicho lugar, debido a esto, los sacerdotes se enfrentan cara a cara con este hombre, pero también con el espectador, ellos se confiesan de frente ante nosotros, sin tapujos, sin vergüenza.
El club es una enorme película, muy bien hecha, no creo que sea agradable de ver por su contenido y como lo presenta, en ese sentido es áspera y aborrecible, pero es claro que esto da muestras de la excelencia con la que Larraín maneja el lenguaje cinematográfico y este argumento que de por sí, resulta ser sumamente odioso y repugnante. Las actuaciones y la naturalidad con que se desenvuelven acicala aún más esta sensación de indignación que deja.
Altamente recomendable.
El club es un centro de oración regido por la iglesia católica, apostólica y romana, pero también es un centro de penitencia, donde de una forma bastante sutil y acomodada estos hombres cargan su cruz, obligados a permanecer ahí bajo algunas reglas, como por ejemplo, darse duchas cortas, ellos son vigilados por una monja que vive con ellos, los cuida. y hace respetar dichas reglas.
Escrita por Guillermo Calderón, Daniel Villalobos y Pablo Larraín, es el quinto largometraje de ficción de Larraín, quien alcanzara un gran éxito en 2012 por su film No, el presente trabajo se enmarca también como un gran filme, de un contenido fuerte y polémico donde no se guarda nada, señalando una institución que prefiere ocultar estas vejaciones antes de que estos individuos paguen por los crímenes cometidos.
Narrada de manera fría y pausada, se presenta como otra de las grandes películas latinoamericanas del año 2015, una fotografía a cargo de Sergio Armstrong con colores fríos y azulados, donde la constante de la filmación es presentar madrugadas, atardeceres o noches, los interiores manejan estos mismos tonos oscuros y tenues propios del relato, consiguiendo una atmósfera inmejorable para este trabajo, que también se acuerpa con la tétrica musicalización a cargo de Carlos Cabezas.
Tras un evento acontecido con un nuevo miembro de El club, otro personaje de la iglesia llega como una autoridad a confrontar los hechos acaecidos en dicho lugar, debido a esto, los sacerdotes se enfrentan cara a cara con este hombre, pero también con el espectador, ellos se confiesan de frente ante nosotros, sin tapujos, sin vergüenza.
El club es una enorme película, muy bien hecha, no creo que sea agradable de ver por su contenido y como lo presenta, en ese sentido es áspera y aborrecible, pero es claro que esto da muestras de la excelencia con la que Larraín maneja el lenguaje cinematográfico y este argumento que de por sí, resulta ser sumamente odioso y repugnante. Las actuaciones y la naturalidad con que se desenvuelven acicala aún más esta sensación de indignación que deja.
Altamente recomendable.
1 de febrero de 2016
1 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Pablo se viene caracterizando por su dureza social, hace algunos años su película No había puesto a Chile en la panorámica mundial, incluso siendo nominada al oscar como mejor filme extranjero, pero El Club es un filme más completo, desde la concepción de su argumento hasta el desarrollo de su personajes, el filme cuenta la historia de un grupo de sacerdotes que están recluidos en una casa por cargos de abusos sexuales contra menores, aquí encontramos de entrada un tema difícil de abordar, pero Larrain ofrece una versión oscura del relato muy sutil, esta casa es un templo de oración, de retiro pero sobre todo es una casa de secretos oscuros, de culpas imperdonables, de pecados que persiguen hasta la muerte. Maravillosamente actuada y con una banda sonora muy bien escogida, el filme no nos pone nada fácil la elección de tener entendimiento, es un asunto tan delicado y oscuro que la misma iglesia católica lo guarda en una gaveta como quien quiere pretender que esto no esta pasando. Los treinta minutos finales rozan lo sublime en narrativa, y aunque parezca que el filme le falto cohesionar mas sus transiciones, el filme queda en un estado de gracia muy grande, un filme difícil de ver, muy sutil pero increíblemente valiente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo Bueno
Las actuaciones de cada uno de los personajes, es un filme de argumento pero los personajes tienen su campo.
Bien dirigido, directo, inmisericorde, violento a su manera.
Valiente en su denuncia y su puesta en escena.
Maravillosa banda sonora de Carlos Cabezas
Lo Malo
En ocasiones le falta ritmo a las transiciones y a mitad del filme parece que todo se va estancar, por dicha el final salva el filme.
Apreciación personal: Un filme que hipnotiza, da gusto ver cine latino tan bien hecho, esto va para convertirse en uno de los filmes latinos de referencia. Imperdible
Las actuaciones de cada uno de los personajes, es un filme de argumento pero los personajes tienen su campo.
Bien dirigido, directo, inmisericorde, violento a su manera.
Valiente en su denuncia y su puesta en escena.
Maravillosa banda sonora de Carlos Cabezas
Lo Malo
En ocasiones le falta ritmo a las transiciones y a mitad del filme parece que todo se va estancar, por dicha el final salva el filme.
Apreciación personal: Un filme que hipnotiza, da gusto ver cine latino tan bien hecho, esto va para convertirse en uno de los filmes latinos de referencia. Imperdible
20 de febrero de 2016
20 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Club de Pablo Larraín es un drama basado en los abusos sexuales y en la religión en el que un grupo de cuatro sacerdotes se retiran a una casa a un pueblo costero para purgar sus pecados mientras un quinto intenta que estos cuenten toda la verdad. Dirigida con un ritmo asfixiante y con un estilo atrevido por marcar los fallos terrenales de algunos componentes de la iglesia, es una obra turbadora y desconcertante que descoloca al público con lo que ofrece y por la frialdad y naturalidad con la que se lo expone al público para mantenerlo atento todo el rato, ya que su provocadora trama absorbe y machaca al espectador, concluyendo un peculiar film que de forma implacable se queda en la memoria del espectador.
La fotografía es alusiva y bella al hacer gran uso de los claroscuros y la luz tenue en una humilde y sugestiva tarea que crea confusión y da una extraña sensación claustrofóbica mental que es en definitiva sombría y desde luego impenetrable. La música es intrigante y perturbadora en sus inquietantes melodías hipnóticas e insidiosas que estimulan al público y añaden enigma al film con un tono clásico y recóndito. Los planos y movimientos de cámara consuman una gran tarea técnica personal mediante el uso del seguimiento, primeros y primerísimos planos, avanti, retroceso, generales, plano-contraplanos, tercera persona, reconocimiento, travellings, steadycam y subjetivos que exprimen lo mejor de las interpretaciones y su entorno. Cabe señalar también, los efectos visuales enardecedores de la sangre y la violencia en determinada escena.
Las actuaciones son verosímiles y con calado y oscuridad psicológica del primero al último en un admirable trabajo interpretativo. Cuenta con las convincentes interpretaciones de Roberto Farias, Antonio Zegers, Alfredo Castro, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking, Jaime Vadell y Marcelo Alonso entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones humildes, carentes y comunes en un formal y decente trabajo que no busca destacar, sino más bien lo contrario y que además junto con los exteriores te transporta in situ.
El guion, escrito por el director junto con Guillermo Calderón y Daniel Villalobos, es confuso y extraño pero atrayente en su intrincada trama que deja evidencias de varios ex-sacerdotes que limpian sus pecados en una casa junto al mar mientras otro les observa y los entrevista para estudiar si debe o no debe cerrar la casa, finalizando un soberbio e incitador film que penetran en el público con su perniciosa historia. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off misteriosa y profunda que añade intriga y enigma al film con su tono de arrepentimiento y sus insólitas entrevistas. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que se toma su tiempo en ir descubriendo su extraña y turbia trama.
En conclusión, la considero una obra inolvidable y esencial dentro de su género que absorbe al público y lo machaca con una historia turbia y desconcertante que descoloca al público con su inaudito entramado que deja en mal lugar a la iglesia y a los sacerdotes que abusan de su poder con los más débiles, dejando tras de sí la sensación de haber visto un film provocador e inesperadamente enfermizo por el desequilibrio de sus personajes. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, muisca, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que hacen de El Club, un film incitador y malsano que se queda para siempre en la mente del espectador.
La fotografía es alusiva y bella al hacer gran uso de los claroscuros y la luz tenue en una humilde y sugestiva tarea que crea confusión y da una extraña sensación claustrofóbica mental que es en definitiva sombría y desde luego impenetrable. La música es intrigante y perturbadora en sus inquietantes melodías hipnóticas e insidiosas que estimulan al público y añaden enigma al film con un tono clásico y recóndito. Los planos y movimientos de cámara consuman una gran tarea técnica personal mediante el uso del seguimiento, primeros y primerísimos planos, avanti, retroceso, generales, plano-contraplanos, tercera persona, reconocimiento, travellings, steadycam y subjetivos que exprimen lo mejor de las interpretaciones y su entorno. Cabe señalar también, los efectos visuales enardecedores de la sangre y la violencia en determinada escena.
Las actuaciones son verosímiles y con calado y oscuridad psicológica del primero al último en un admirable trabajo interpretativo. Cuenta con las convincentes interpretaciones de Roberto Farias, Antonio Zegers, Alfredo Castro, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking, Jaime Vadell y Marcelo Alonso entre otros. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones humildes, carentes y comunes en un formal y decente trabajo que no busca destacar, sino más bien lo contrario y que además junto con los exteriores te transporta in situ.
El guion, escrito por el director junto con Guillermo Calderón y Daniel Villalobos, es confuso y extraño pero atrayente en su intrincada trama que deja evidencias de varios ex-sacerdotes que limpian sus pecados en una casa junto al mar mientras otro les observa y los entrevista para estudiar si debe o no debe cerrar la casa, finalizando un soberbio e incitador film que penetran en el público con su perniciosa historia. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off misteriosa y profunda que añade intriga y enigma al film con su tono de arrepentimiento y sus insólitas entrevistas. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que se toma su tiempo en ir descubriendo su extraña y turbia trama.
En conclusión, la considero una obra inolvidable y esencial dentro de su género que absorbe al público y lo machaca con una historia turbia y desconcertante que descoloca al público con su inaudito entramado que deja en mal lugar a la iglesia y a los sacerdotes que abusan de su poder con los más débiles, dejando tras de sí la sensación de haber visto un film provocador e inesperadamente enfermizo por el desequilibrio de sus personajes. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, muisca, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que hacen de El Club, un film incitador y malsano que se queda para siempre en la mente del espectador.
6 de marzo de 2016
6 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película incómoda, grotesca, fría, minimalista, perturbadora, perturbada, valiente en cuanto a la temática, "El Club" nos ha gustado a pesar de que descoloque y transgreda.
Es buen cine que habla desde la óptica de unos dementes sin opción de redimirse de las miserias de la Iglesia, de la putrefacción moral de una institución que esconde sus vergüenzas en sitios recónditos entre credos y oraciones vacuas e impostadas. Pequeña joya del cine chileno.
Es buen cine que habla desde la óptica de unos dementes sin opción de redimirse de las miserias de la Iglesia, de la putrefacción moral de una institución que esconde sus vergüenzas en sitios recónditos entre credos y oraciones vacuas e impostadas. Pequeña joya del cine chileno.
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