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Pacto de sangre

Cine negro. Intriga. Thriller Un agente de seguros (Fred MacMurray) y la mujer de uno de sus clientes (Bárbara Stanwyck) traman asesinarlo para cobrar un cuantioso seguro de accidentes suscrito a sus espaldas. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
Críticas 189
Críticas ordenadas por utilidad
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9
4 de marzo de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es extraordinariamente complicado hacer una gran película. Pero es más difícil aún, hacer una gran película si al principio de la historia ya conoces el final. Eso es lo que ha conseguido Billy Wilder con Perdición. La película va creciendo en interés y emoción a partir de la mitad del film, hasta alcanzar su culmen al final. Las actuaciones de Fred MacMurray, Bárbara Stanwyck y Edward G. Robinson son excelentes, a la par con la ambientación que envuelve al film.
7
26 de marzo de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más Billy Wilder muestra un perfecto retrato del cine clásico, con dos personajes que están en la cima del drama y que generan tensión constante en el espectador. Con un inicio veloz, el resto de la película comienza a hilarse de manera genuina sin perder el norte en ningún momento para culminar con el mejor final que de la obra se podía esperar.
Conclusión: Wilder se comporta en este caso como un maestro del guión y la dirección. Clásico del cine
8
23 de agosto de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia de intriga y crimen antes de que tal género fuera etiquetado y tal vez inventado. Una historia buenísima, que casi desde el primer cuarto de hora te mantiene en suspenso y suspense. Sucede que el guión es bueno pero además que el director sabía contar historias de forma magistral, iba al grano, con dinamismo y sin florituras; luego además, es capaz de construir un montaje excelente, y por supuesto para que una película sea excelsa los actores deben serlo, como así es. Afortunadamente acertada Barbara Stanwyck, con ese mohín que parece escupir al mundo un cierto asco, y ese peinado tan artificial, su personaje es tétrico y siniestro. Pero es "Double indemnity" porque el des-encuentro es doble como la simétrica inmoralidad es también dúplice.
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Dos individuos amorales que pueblan el mundo como algo para explotar, como ajeno a ellos, dos seres egoístas y taimados que creen estar siempre un paso por delante de su víctima, su encuentro es encrucijada donde explotan ambos reactivos, y es doble la indemnización moral para el mundo. La trama tiene giros absolutamente brillantes, como el descubrimiento que le hace la hijastra de Phillis a Fred McMurray respecto al pasado sombrío de su madrastra (era ya una profesional). No falta la elipsis (el momento en que Walter Neff asesina en el coche al marido de Phillis) que se retrata por ejemplo por el frío gesto de ella, un primer plano en donde la terrible daifa apenas concede un ligerísimo gesto malicioso. Edward G- Robinson espectacular, un secundario casi primario, sin su personaje-pivote para la trama no se hubiesen logrado efectos de perfecto suspense. Los criminales, nos dice el director, son capaces de planear sus fechorías entre latas de tomate frito y mahonesa en cualquier supermercado de barrio, los criminales son producto de una civilización donde todo el mundo intenta engañar a las compañías de seguros-lo explica el jefe Keyes (Edward G-Robinson) en una perorata llena de energía. Hay un detalle: como al principio de la peli cuando él descubre lo que ella planea y ella se ve descubierta, parece repudiarle a ambos; ella tal vez por verse desnuda ante el juicio del otro, pero sobre todo por tantear la fibra del escrúpulo a su futuro socio para el crimen, a su vez él parece horrorizarse e indignarse cuando se lo espeta en la cara y sale de su casa dando un portazo: no lo rechazaban moralmente, nos dice el director de modo sugerente, ya lo tenían en mente, formaba parte de su carácter y el cúmulo de hechos lo demuestra más tarde, pero debían ejecutar su teatrillo, medirle la temperatura al otro pero sobre todo a sí mismos para cobrar valor en esa irreversible fechoría que les lleva finalmente (aquí el título en español es muy acertado) a la perdición.
10
10 de julio de 2018 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está narrada en un largo flashback en el cuál importa el “cómo” y no tanto el “qué”.
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spoiler:
Walter Neff se confiesa en el dictáfono, confesión dirigida a su compañero de trabajo, dando el puntapié a la historia. En esa confesión hay una contradicción: por una parte, queda claro que el plan de Neff no salió como esperaba, pero por otra parte, hay algo de orgullo en su tono de voz, es él mismo quién se está incriminando, ya que su complicidad con la trama que se narra en la película, nunca fue descubierta por su compañero. Es él entonces quién decide terminar la historia.

Hay una femme fatale que en un comienzo parece ser la salvación para Neff, aunque luego se convierte en su principal enemiga. En el mundo del film noir, que Double Indemnity recrea a la perfección, no existe el blanco y negro, sino los grises. No hay persona en quien confiar, todo está colmado de sospecha. El espectador, el espía, el cómplice, asiste a un espectáculo macabro, incapaz de ejercer cuestionamientos morales. Para los protagonistas, casi no hay tiempo para disfrutar del amor. Cuando el asesinato se lleva a cabo y tienen que huir de la escena del crímen, el auto no arranca, se toma su tiempo. Preludio de lo que será lo que veremos a continuación, la segunda parte de la película nos muestra a Neff y la femme fatale hundidos cada vez más en la incertidumbre y la desesperación, es sólo cuestión de tiempo para que los descubran. El logro de la película es doble, el guión es perfecto porque nos pone en la piel de Neff (sabemos que cometió un error pero no queremos que sufra las consecuencias), mientras que la puesta en escena es, desde el primer fotograma, una representación visual de las contradicciones morales de la sociedad en general. Una película que mantiene su frescura y originalidad sesenta años después de su estreno.
9
30 de marzo de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre entra en la oficina en plena noche y empieza a grabar su confesión.

“Perdición” crea una oleada de imágenes míticas en una intriga de crímenes, pasiones y engaños, que se inician cuando un hombre honrado cae en las poderosas garras de una mujer fatal. Fred MacMurray enciende cerillas a golpe de pulgar, Edward G. Robinson fía sus deducciones al “enanito que vive en su estómago”, y Barbara Stanwyck luce una pulsera en el tobillo.

La novela que adapta no se encuentra entre las mejores de James M. Cain, pero el guion de Raymond Chandler es un prodigio, un monumento. Los diálogos, infectados de ironía, con un fondo amargo, de un cruel cinismo, inundan de belleza una trama desarrollada con asombrosa precisión. Billy Wilder alcanzó una de las cumbres de su arte dirigiendo con mano maestra una historia realista y turbia, filmada como si de una pesadilla se tratara, con un final lírico lleno de compasión, una muestra inolvidable de lo que significa la verdadera amistad.

La fascinación que en ocasiones provoca el cine queda totalmente explicada cuando uno se topa con clásicos tan perfectos e imperecederos como este.
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