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Críticas 118
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
16 de diciembre de 2023
66 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensación que tuve ayer cuando la vi es que la película va pegando bandazos. Se supone que es un biopic de Leonard Bernstein. El título "Maestro" acompaña la centralidad de su personaje. Sin embargo, no. El film empieza presentando efectivamente a Leonard Bernstein hasta que con relativa prontitud aparece en escena Felice, la que será su esposa hasta el último de sus días. Con ello, la película evoluciona hacia retratar a la pareja y sus entresijos. Y después de ello, se centra en el personaje de Felice, hasta el punto de que ella es la verdadera protagonista.

Todas estas decisiones desubican la propuesta, la mecen en diferentes direcciones sin tener un punto común de llegada. Es cierto que a partir de todas ellas se pueden inferir evoluciones en Leonard Bernstein, como no es menos cierto que su personaje se estaca en varios momentos en una representación neurótica de su narcisismo que queda inerte. Pareciera que no hay nada más que mostrar de él que no redunde en todo ello.

He visto la crítica de Alejando G. Calvo y él ve esos bandazos en la dirección. La sensación de buscar el plano estéticamente perfecto con multitud de distancias, de imágenes de cuadro dentro del cuadro sin encontrar la coherencia, la lógica en esas decisiones. Dicho de otro modo, sin encontrar el mensaje o concepto a reforzar que hile unas imágenes con otras.
7 de diciembre de 2024
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por un lado, Anora no me gusta porque:

- Sus imágenes son planas. Estas imágenes superficiales, así como su banda sonora que se siente extradiegética a causa de esto también, podrían traslucir la propia superficialidad de la relación entre Vanya y Ani. Existen muchos recursos expresivos (distancia focal, escala de planos, movimientos, cámara en mano...) que pueden trasladar, combinados, esta sensación y, a su vez, dotar a la imagen de relieve estético. Quizá la utilización de un montaje acelerado va en esta línea, pero, no soluciona la inanidad de sus imágenes.

Por su parte, la película se compone en tres actos. La relación de Vanya y Ani protagonizan la primera parte y es donde se anidan estas imágenes tan planas. Por lo pronto, se podría esperar que en esta segunda parte, donde la cinta se fractura hacia la comedia disparatada, también se produjera un contraste en sus imágenes. Es cierto que estas evolucionan con más planos subjetivos, planos detalle y sobre todo hacia una puesta en escena que pretenden remarcar la comicidad, pero siguen sin estetizarse, siguen sintiéndose muertas. La razón en esta segunda parte creo que es simple: las imágenes siguen transmitiendo planicidad a pesar de una pequeña evolución porque la comedia inserta en ellas no funciona. El estereotipo del matón inútil se agota rápidamente, pues, se anula la sopresa que puede provocar al ser parte central de su comicidad de manera continuada. Aquí se conforma como una comedia chusca. Igor funciona finalmente en su relación con Ani y en su evolución, pero su resto de acompañantes no tanto. La ridiculización de las clases altas tampoco. A consecuencia, no funciona la consideración histérica de sus imágenes, pues, con la errática comicidad de fondo, estas y su puesta en escena pierden su significación y siguen trasladándose como planas.

Por otro lado, Anora me gusta:

- En la última escena del coche. Me parece crucial porque redondea y humaniza a Ani y con ello, dota a la película de un fin (ella) que se justifica a sí mismo. La película que durante todo su metraje ha parecido un mero vagar ahora adquiere al menos un cierto sentido. No enmienda todos sus errores anteriores, pero al menos muestra una lógica en su continuidad: una razón de ser. Igor y Anora adquieren un relieve narrativo, acompañadas, ya por fin, de una expresividad en sus imágenes. Esta viveza fruto de la intimidad dramática de los protagonistas, se ve recreada por unas imágenes de planos más cortos y elocuentes en un constante baile entre planos y contraplanos, primeros planos y planos conjuntos.

Es cierto también que esta tercera parte intimista se siente como un pegote con respecto a las otras dos. Una peli fragmentada más allá de ese segundo acto cómico remarcado de manera consciente: errada. La relación entre Igor y Ani se presenta como ligazón de estas dos últimas partes, pero, se siente algo forzada.

En definitiva, Anora son imágenes inanes, secuencias desconectadas, y, por ello, percibidas como excesivamente largas, merced a una comicidad chusca que no funciona. Esta película de Sean Beaker reflota algo en su última escena, que visibiliza la destrucción paulatina de Ani, la dota de redondez, y aporta dirección y propósito final a la cinta, frente a la vaguedad que presidían la mayoría de escenas anteriores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En cuanto a la última escena, me gustaría comentarla individualmente para explorar mejor su significado. Ella tras intentar follar, empieza a llorar desconsoladamente. Aquí es consciente de que ha interiorizado que para ser merecedora de amor (aprobación) debe sexualizarse. Y con el sexo no le basta evidentemente. De tanto ejercer como escort ya no diferencia su vida personal de su vida profesional. Ha naturalizado que su valía, parte de ella basada en la aprobación masculina dentro del patriarcado, depende de su sexualización, al siempre ser recompensada y valorada por ella. Dar y recibir amor de esa manera, nadar en ese mar de deshumanización y superficialidad en el que le anega la película, le provoca un vacío ensordecedor que le engulle las entrañas. Esta catarsis (ojalá) provocada por la dinámica de la película, que coincide con un final climático recuerda a Estiu 1993.
10 de agosto de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre llega un momento que “algo” en su interior le dice que debe irse. Ellie, un joven nómada, es el protagonista del debut cinematográfico de Jim Jarmusch. El film es una profunda soledad, una soledad constante; cada uno de los lugares visitados, cada una de las personas aparecidas… todas están solos y trastornadas.
Esta película, financiada con una beca universitaria, narra esta realidad a través de metáforas visuales. Aunque el film se apoye en los diálogos para reforzar esta idea, el peso clave reside en las imágenes. Todo ahonda en esta soledad: los personajes, la ambientación decadente y sórdida, la música seleccionada, la destacada cantidad de silencios… Y si no, refuerza el carácter nómada de Ellie: “las personas son como los sitios; al principio los miras con curiosidad pero al final ‘algo’ te dice que te marches”; de ahí los fundidos a negro que separan todas las escenas, o que Jim Jarmusch sólo desarrolle el personaje de Ellie y pase de puntillas por todos los demás… Todo guarda una coherencia interna admirable.

El director norteamericano plantea una fórmula de cine lejos de lo convencional; un lenguaje cinematográfico digno de admirar, pero que claudica en el ritmo y en la redundancia. Toda la película gira en torno a la misma idea de soledad. Ninguna imagen aporta nada nuevo, ningún diálogo… todo queda confinado en los primeros quince minutos de película, lo que convierte el film en un círculo interminable (intencionado y coherente, claro) pero inacabable. La película se desnutre desde su inicio, cuando podría enriquecerse con mayor profundidad narrativa o con nuevas tramas o mensajes, pero se queda en eso: un debut asombrosamente medido y prometedor que muere por su falta de desarrollo y su deficiente ritmo.
Mi amigo robot
España2023
7.0
10,219
Animación
4
18 de diciembre de 2023
37 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no me aburría tanto en una peli. Osea, SOS.

Veo que tiene el mejor premio de animación en los EFA. No sé. Debe ser que es una peli de animación cuyo público objetivo son lxs niñxs y yo no sé adaptarme a sus lógicas. Ya me pasó con Up o con películas de Miyazaki como el Castillo ambulante...

Lo cierto es que las escenas que abren tienen un contenido existencialista importante. Versan sobre la soledad. Ellas parecen más bien un pórtico hacia una animación de lectura también adulta, pero la película poco a poco avanza hacia la insignificancia. Meras escenas anecdóticas que no tienen mayor sentido que una pequeña comicidad cada vez más tediosa o un supuesto encanto que yo no termino de ver. El duelo ante la separación de los protagonistas se alarga hasta el tedio más absoluto. Así hasta el final -LOL- donde la película huye desenlace facilón y sorprende con una lección sobre el amor. Querer a alguien también significa aprender a dejarle ir.

En resumen, en él se atisba una hondura sobre la soledad en la contemporaneidad y el sentido del amor y las relaciones, marcado tanto en su inicio y en su final, que se evapora en todo el resto del film. Aún con todo, la película exhibe diferentes experimentaciones en la imagen que son muy apreciables e imaginativas. Por ejemplo, juega con los límites del plano en el cambio de escena de la playa hacia las lógicas del Mago de Oz o manipula el espacio en una pantalla partida donde los personajes crean un espacio metafórico unificado de las conjunción de dos espacios físicos diferentes.
5 de mayo de 2024
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Challegers ambiciona ser un gran partido de tenis/cine, pero, más veces de las deseables el espectáculo, la estética del videoclip, bordea el film sin fusionarse con ella. Crea un artefacto que cubre al artefacto de la película, pero que no lo eleva, sino que lo oculta o ningunea. Unas veces, en cambio, lo excesivo funciona y Luca Guadagnino consigue que las secuencias te exasperen a merced del sonido insufrible que se cuela como el imperio de la competitividad del tenis; otras, véase la escena de las luces rojas, se crea una pirotecnia que no termina de adueñarse de la película, sino que se deshace en ella.

Este es el sabor agridulce que queda del film. Asepsia e irregularidad en lo que pretende ser un partido de cine frenético. Una pena porque la estructura del guion con sus analepsis selectivas es admirable. Dota a la cinta de un ritmo adecuadísimo, este sí afín al gran partido de tenis que pretende ser. Así como sus últimas secuencias, donde las imágenes de Guadagnino están inspiradísimas.

Mención aparte también merece la psicología de los personajes. Si al final opera el maniqueísmo en los personajes, también me parece otro debe de la película. Me parecía más interesante si los tres funcionan como víctimas de ese torrente amoroso, por mucho que Zendaya tuviera el control en un inicio. Me gustaba en este sentido la escena de Mike Faist acunado con su hija, donde Zendaya se pudiera sintir culpable de hasta donde habían llegado sus dominios, sus actos. Entenderla a ella, por ende, como una víctima de un círculo vicioso que se escribió hace tiempo y del que no puede escapar donde su debilidad es Josh O'Connor y el propio tenis.
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