Pacto de sangre
1944 

8.4
35,314
Cine negro. Intriga. Thriller
Un agente de seguros (Fred MacMurray) y la mujer de uno de sus clientes (Bárbara Stanwyck) traman asesinarlo para cobrar un cuantioso seguro de accidentes suscrito a sus espaldas. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
22 de abril de 2020
22 de abril de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Perdición" es considerada con toda justicia una de las cumbres del cine negro desde que se estrenara en el lejanísimo año de 1944. Su antigüedad e influencia la posicionan también como "piedra fundacional" de este género, y su estela no ha dejado de brillar durante décadas, pese a que no se llevó ningún Oscar.
Sin duda la película no sería la misma sin el trío protagonista (G. Robinson y Stanwyck sobre todo, aunque MacMurray no se queda muy atrás) pero tampoco sin su excelente guión, realizado entre uno de los mejores directores de todos los tiempos (Billy Wilder), quien también era un magnífico guionista, y uno de los más grandes escritores (para mí el mejor) de novela negra, Raymond Chandler. Pese a que el film se base en un relato de otro literato, James M. Cain, no fue posible contar con él por lo que Wilder tuvo que colaborar con el autor de "El largo adiós". Por lo visto la relación entre ellos fue mala pero a la vista está lo que consiguieron juntos.
Mujeres fatales tan irresistibles como podridas por dentro (qué bárbara la Stanwyck, a ver qué actriz actual puede mirar de esa manera y fumar de ese modo), tipos que se dejan embaucar mientras otros se bajan del tranvía, fotografía expresionista, mucho tabaco, diálogos punzantes y una tensa música de un joven Rózsa conforman una obra maestra ineludible, todo un peliculón clásico.
Sin duda la película no sería la misma sin el trío protagonista (G. Robinson y Stanwyck sobre todo, aunque MacMurray no se queda muy atrás) pero tampoco sin su excelente guión, realizado entre uno de los mejores directores de todos los tiempos (Billy Wilder), quien también era un magnífico guionista, y uno de los más grandes escritores (para mí el mejor) de novela negra, Raymond Chandler. Pese a que el film se base en un relato de otro literato, James M. Cain, no fue posible contar con él por lo que Wilder tuvo que colaborar con el autor de "El largo adiós". Por lo visto la relación entre ellos fue mala pero a la vista está lo que consiguieron juntos.
Mujeres fatales tan irresistibles como podridas por dentro (qué bárbara la Stanwyck, a ver qué actriz actual puede mirar de esa manera y fumar de ese modo), tipos que se dejan embaucar mientras otros se bajan del tranvía, fotografía expresionista, mucho tabaco, diálogos punzantes y una tensa música de un joven Rózsa conforman una obra maestra ineludible, todo un peliculón clásico.
29 de septiembre de 2020
29 de septiembre de 2020
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se me ha hecho para nada larga pero siento que es una película que ya he visto muchas veces y la verdad que mejor contada. 'Crimen perfecto' me vale como ejemplo y ni siquiera me refiero a la original sino a la de Douglas. Todo eso del crimen, el miedo moral posterior, las señales a modo de premonición que uno ve... todo está expuesto con muy poca enjundia y de una forma lineal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si me tengo que creer que se enamoran en dos días tendrán al menos que compartir escenas, los dos besos tan de cara a la platea que se dan y el par de juegos de palabras de doble sentido que intercambian no me valen como móvil suficiente para cometer un asesinato por alguien a quien acabas de conocer, por muy deseable que lo encuentres. No veo mucha química, todo sucede demasiado rápido y su relación, su 'flechazo' no se profundiza, no los puedo entender, no los puedo sentir. Por no saber, creo que ni siquiera me he enterado de si llegaron a ser amantes como tal. Entiendo que eran los 40 y la contención en todos los sentidos era un pilar en la industria cinematográfica de la época, pero veo ese enamoramiento que se nos presenta, de una naturaleza más parecida al anhelo de un capricho material, como un adosado o un coche nuevo. O al menos esa es la impresión que me da la representación de sus encuentros, tan impersonales me parecen.
Robinson está fantástico (de hecho su interpretación y papel es lo único que salvaría de esta película) y lo más decepcionante es que MacMurray ni siquiera hace el menor amago de intentar ofrecer una réplica emocionante.
Robinson está fantástico (de hecho su interpretación y papel es lo único que salvaría de esta película) y lo más decepcionante es que MacMurray ni siquiera hace el menor amago de intentar ofrecer una réplica emocionante.
14 de octubre de 2008
14 de octubre de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas de la historia del cine y, en mi opinión, obra cumbre del llamado film noir junto con "El Sueño Eterno" de Howard Hawks y "Retorno al Pasado" de Jacques Tourneur.
Poco queda por decir ya, que no haya sido dicho antes, de una película tan redonda como esta. Espléndida fotografía en un maravilloso blanco y negro que rebosa oficio y maestría por los cuatro costados, portentosas interpretaciones del trío protagonista, ritmo trepidante, diálogos ágiles, frescos e inteligentes (recuérdese, por ejemplo, una de las primeras conversaciones entre Fred MacMurray y Barbara Stanwyck, cuando esta última exprime al máximo los dobles sentidos al hablar de los límites de velocidad en el estado) y un guión sublime, fruto del trabajo conjunto entre Billy Wilder y el conocido escritor de novela negra Raymond Chandler. Estas son sólo algunas de sus mayores virtudes (y así podríamos continuar largo rato...)
Pues bien, todos estos elementos unidos hacen del producto resultante una pieza de relojería de la más alta precisión, un trabajo casi perfecto que uno nunca se cansa de admirar y disfrutar en cada visionado. En definitiva, una OBRA MAESTRA con mayúsculas dirigida por uno de los más grandes que nos ha dado el cine, el señor Billy Wilder. Un Billy Wilder en estado de gracia que en este caso partía de una novela de James M. Cain (Doble Indemnización), autor entre otras, de obras tan conocidas como "El Cartero Siempre Llama Dos Veces", para acabar confeccionando una pieza imperecedera que hace tiempo que habita en el Olimpo de los Grandes.
Y para acabar tres detalles que siempre me llamaron poderosamente la atención:
* La cadena que luce Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck) en su tobillo izquierdo. Elemento importantísimo en la presentación del personaje y símbolo del inmenso poder de seducción, a la postre fatal, de esta rubia platino.
* El enanito en el estómago de Barton Keyes (personaje interpretado por un pletórico Edward G. Robinson). Es increíble el juego que se le saca a este gracioso detalle.
* Y la cantidad ingente de cerillas que enciende Walter Neff (el personaje interpretado por Fred MacMurray) a lo largo de toda la película. Nunca antes se había demostrado tal maestría a la hora de extraer una cerilla del bolsillo de la chaqueta y encenderla con un simple y certero movimiento de pulgar. Sin lugar a dudas, la uña de Fred MacMurray, el mejor encendedor que se haya visto en el cine.
De obligado visionado. Absolutamente genial.
Poco queda por decir ya, que no haya sido dicho antes, de una película tan redonda como esta. Espléndida fotografía en un maravilloso blanco y negro que rebosa oficio y maestría por los cuatro costados, portentosas interpretaciones del trío protagonista, ritmo trepidante, diálogos ágiles, frescos e inteligentes (recuérdese, por ejemplo, una de las primeras conversaciones entre Fred MacMurray y Barbara Stanwyck, cuando esta última exprime al máximo los dobles sentidos al hablar de los límites de velocidad en el estado) y un guión sublime, fruto del trabajo conjunto entre Billy Wilder y el conocido escritor de novela negra Raymond Chandler. Estas son sólo algunas de sus mayores virtudes (y así podríamos continuar largo rato...)
Pues bien, todos estos elementos unidos hacen del producto resultante una pieza de relojería de la más alta precisión, un trabajo casi perfecto que uno nunca se cansa de admirar y disfrutar en cada visionado. En definitiva, una OBRA MAESTRA con mayúsculas dirigida por uno de los más grandes que nos ha dado el cine, el señor Billy Wilder. Un Billy Wilder en estado de gracia que en este caso partía de una novela de James M. Cain (Doble Indemnización), autor entre otras, de obras tan conocidas como "El Cartero Siempre Llama Dos Veces", para acabar confeccionando una pieza imperecedera que hace tiempo que habita en el Olimpo de los Grandes.
Y para acabar tres detalles que siempre me llamaron poderosamente la atención:
* La cadena que luce Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck) en su tobillo izquierdo. Elemento importantísimo en la presentación del personaje y símbolo del inmenso poder de seducción, a la postre fatal, de esta rubia platino.
* El enanito en el estómago de Barton Keyes (personaje interpretado por un pletórico Edward G. Robinson). Es increíble el juego que se le saca a este gracioso detalle.
* Y la cantidad ingente de cerillas que enciende Walter Neff (el personaje interpretado por Fred MacMurray) a lo largo de toda la película. Nunca antes se había demostrado tal maestría a la hora de extraer una cerilla del bolsillo de la chaqueta y encenderla con un simple y certero movimiento de pulgar. Sin lugar a dudas, la uña de Fred MacMurray, el mejor encendedor que se haya visto en el cine.
De obligado visionado. Absolutamente genial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ni un solo Oscar consiguió en su día esta pequeña gran maravilla. Así que ya saben el valor que hay que otorgarle a dicho galardón...
17 de febrero de 2015
17 de febrero de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inicio es insulso. Ninguno de los actores me impone, a excepción de Robinson, al que tengo refrescado por su impecable actuación en Perversidad. Se habla mucho de alcohol, sobre todo él: cerveza, ron, aguardiente, tabaco… Él solo piensa en ella, típico mujeriego. Ella solo piensa en el dinero. Pero hay algo más, seguro. La nota alta me lo dice. Pero, tras media hora, ya sé que no le voy a dar un 10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y la película da un giro cuando, al montarse el asegurador en el coche, Lola está dentro. La película esconde algo más. Y sabemos que el asesinato se va a consumir, pero no consiste en eso el film. Tenemos primero que adivinar cómo lo van a hacer. Ya lo hemos descubierto, nos ha sorprendido: caída accidental desde el tren. Luego, los aseguradores investigando hasta que Kayes y su intención dan con el asunto… o casi.
El final resulta una locura en la que caen todos. Tan increíble es que haya enamoramiento al principio como asesinato al final. Pero tenía razón, no llegó ni al ascensor.
Mi nota es así porque, de tres partes, suspenden dos: principio y cierre. Sin embargo, la trama es sorprendente. Y ha conseguido engancharme durante una hora. Y hay un momento, cuando el único testigo en el tren acude al despacho de la aseguradora. La tensión se masca en el ambiente.
Wilder nos da un toque de atención con su crítica social. Esta vez, contra el sucio negocio de las aseguradoras y los defraudadores. Vaya mundillo comenzaba allá por los años 40.
El final resulta una locura en la que caen todos. Tan increíble es que haya enamoramiento al principio como asesinato al final. Pero tenía razón, no llegó ni al ascensor.
Mi nota es así porque, de tres partes, suspenden dos: principio y cierre. Sin embargo, la trama es sorprendente. Y ha conseguido engancharme durante una hora. Y hay un momento, cuando el único testigo en el tren acude al despacho de la aseguradora. La tensión se masca en el ambiente.
Wilder nos da un toque de atención con su crítica social. Esta vez, contra el sucio negocio de las aseguradoras y los defraudadores. Vaya mundillo comenzaba allá por los años 40.
26 de febrero de 2009
26 de febrero de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bravo, bravo, bravo.
Uno de los mejores guiones que he podido ver jamás. La historia, camuflada bajo una genial confesión de Walter Neff (Fred MacMurray), no deja un solo cabo suelto. Y si la pareja protagonista, W. Neff y Phyllis Nirdlinger (Barbara Stanwyck), está a un nivel extraordinario, la presencia de Edward G. Robinson en el personaje de Barton Keyes, no hace sino catapultar el nivel de las actuaciones.
La fotografía en blanco y negro, crea una atmósfera de tensión, intriga y pasión, dotando a la película de un clima impecable, que, acompañado de la música de Miklós Rózsa, sumerge al espectador un universo paralelo durante los 106 minutos de metraje.
Hay citas tan maravillosas que tardaré tiempo en olvidar, como el comienzo de la confesión de W. Neff: "Yo le maté. Le maté por dinero y por una mujer. Y ni conseguí el dinero, ni conseguí la mujer".
Ahora comprendo porqué es una de las películas favoritas de Woody Allen.
Bravo.
Uno de los mejores guiones que he podido ver jamás. La historia, camuflada bajo una genial confesión de Walter Neff (Fred MacMurray), no deja un solo cabo suelto. Y si la pareja protagonista, W. Neff y Phyllis Nirdlinger (Barbara Stanwyck), está a un nivel extraordinario, la presencia de Edward G. Robinson en el personaje de Barton Keyes, no hace sino catapultar el nivel de las actuaciones.
La fotografía en blanco y negro, crea una atmósfera de tensión, intriga y pasión, dotando a la película de un clima impecable, que, acompañado de la música de Miklós Rózsa, sumerge al espectador un universo paralelo durante los 106 minutos de metraje.
Hay citas tan maravillosas que tardaré tiempo en olvidar, como el comienzo de la confesión de W. Neff: "Yo le maté. Le maté por dinero y por una mujer. Y ni conseguí el dinero, ni conseguí la mujer".
Ahora comprendo porqué es una de las películas favoritas de Woody Allen.
Bravo.
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