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La profesora de piano

Drama Una mujer, profesora de piano en un conservatorio, frecuenta cines porno y tiendas de sexo para escapar de la influencia de su dominante madre. Uno de sus jóvenes alumnos se propone seducirla.
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9
6 de enero de 2019 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La conjunción de dos pesos pesados dentro de la industria cinematográfica, como son director y actriz principal, nos brindan una de las historias más malsanas que ha dado el celuloide.

Haneke, por su parte, un sacudidor de consciencias nato, utiliza su cine para hondar en aquellos males que afectan a una sociedad que se pudre desde dentro. Sus películas presentan personajes complejos que se enfrentan a situaciones que, debido a su incapacidad de afrontar sentimientos propios o ajenos, se ven arrastrados hacia una espiral que normalmente acaba de forma violenta. La incomunicación entre los seres humanos es un problema que preocupa sobradamente al director austríaco, esa falta de diálogo, con los demás y con uno mismo, es causante de sufrimiento y dolor, y éste se refleja a través de las más diversas psicopatías, llevando a sus personajes hacia extremos insospechados. Tomemos como ejemplo el personaje interpretado por Daniel Auteuil en "Caché", revelándose incapacitado para asumir culpa alguna ante algún hecho del pasado que no es revelado ni al espectador.

En cuanto a "La pianista", el director coge los elementos más perturbadores de la novela homónima escrita Elfriede Jelinek y se los lleva a su terreno, como sólo él sabe hacer, ofreciendo uno de los personajes más complejos y ricos de toda sus filmografía (que ya es decir). Erika, cuyo rostro pertenece a la soberbia Isabelle Huppert, actriz todo terreno donde las haya, muy dada a papeles "complicados" (recordemos que repetiría parámetros en la turbia "Elle" de Paul Verhoeven), que sin estridencia alguna, consigue con leves matices mostrar todo ese complicado entramado mental y emocional que vive su personaje (la naturalidad con la que se automutila en una de esas escenas difíciles de mirar es pasmosa, o el momento en que, sobrepasada por los celos, decide "vengarse" de su competidora con toda tranquilidad, o ese incómodo momento sexual en los baños del conservatorio sirven de ejemplo)

El sadismo que se establece entre la profesora de piano y su alumno, con esa lucha de egos y tortura psicológica, así como esa tóxica relación maternofilial, es narrada desde una cierta distancia. Haneke nunca participa de lo que sucede en pantalla, se mantiene al margen colocando su cámara alejada, abriendo planos generales en que toda acción queda enmarcada por un conjunto que lo absorbe en la cotidianidad más natural. Es por ello que le toca al espectador juzgar aquello que acontece, ya que el director, lejos de influir en la percepción, se limita a mostrar aquello que forma parte de la sociedad y que muchas veces queda escondido por lo global.

En conclusión, obra cumbre en su filmografía, apoyada por una de las grandes damas del cine francés y un solvente reparto que ayudan al director a diseccionar esa parte oscura latente que se encuentra en todos nosotros.

Lo mejor; Isabelle Huppert (mención especial también para su controladora madre Annie Girardot).

Lo peor; Que, por complejo, el personaje principal resulte desagradable para un público no dado a este tipo de cine.
9
19 de marzo de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke, siempre en su intento por mostrar las pasiones humanas más descarnadas, el terror de muchos sufrido por algunos pocos o los deseos más incontrolables, nos presenta en esta película una historia de amor peculiar, poco convencional, cruda y... ¿por qué no? perversa.

Desde el principio, Erika, interpretada por una excelente Isabelle Huppert, nos intriga. Encarna a esa persona que admiramos por su brillantez pero que nos intimida por su actitud diplomática con aires de superioridad. Su belleza nos atrapa desde el principio, su edad no juega en ningún momento un papel determinante en este sentido, salvo más adelante a la hora de hablar de su personalidad y sus traumas en sí, puesto que nos parecerá infantil en algunas situaciones.

El personaje avanza durante la película alejándose de ser un individuo plano, nos intriga cada vez más y a su vez, logramos entenderla llegando incluso a compadecernos por ella. Esta cuestión nos pasa con todos los personajes, el director se encarga de centrarse en cada uno de ellos, incluso en los secundarios, como los alumnos de Erika o algunos profesores del conservatorio. Esto es un rasgo característico del cine de Haneke, así como la historia pasada de los personajes, que no sabemos pero que forma parte como motor imprescindible en sus películas. No conocemos ese pasado, pero podemos acercarnos a él imaginándolo, siendo más potente y único para cada espectador.

Ver el cine de Haneke es complejo, ya que no busca un espectador pasivo, sus películas requieren de concentración y has de estar exento de prejuicios. Muchas escenas son duras, de una crudeza y salvajismo poco habitual, similar en algunos contemporáneos como Yorgos Lanthimos en películas como Canino (2009) o La Langosta (2015). En Haneke lo encontramos en películas como Funny Games (1997- 2007) o La cinta blanca (2009), en cierto modo, el director, al poner de manifiesto estas torturas te hace partícipe de las mismas, eres un espectador activo, procura que te involucres, llegando en ocasiones a quererte hacer artífice de lo que estás viendo, como en Funny Games, hablando los personajes directamente a cámara.

Sus temas son controvertidos, Haneke, dentro de su cine, siempre nos presenta tragedias cotidianas, no debemos cegarnos por su crudeza. Solo en La Pianista (2001) podemos hablar de incesto, tortura, violación, pornografía, envidia, venganza o sumisión. Estos temas se han tratado en la literatura durante siglos, sólo en el teatro griego encontramos en Edipo Rey o Medea (entre otras) el tratamiento de estos temas, pero la diferencia es que
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Haneke lo muestra sin paliativos, lo pone sobre la pantalla de forma abrumadora, en escenas como el encuentro con su alumno en la pista de hockey y el posterior vómito de la protagonista, la violación de Erika en su propia casa, sus visitas al sexshop, las continuas agresiones entre ella y su madre o la escena sexual entre ambas y el apuñalamiento que hace sobre sí misma al final de la película, dejándonos sin aliento en la última escena de la misma.

La música forma parte importante en la película y en el cine de Haneke, Erika, con el dominio de la técnica busca en sus alumnos que también transmitan lo que sienten, buscando casi a la fuerza que expresen dicho sentimiento. No es lo mismo tocar a Schubert que a Beethoven y cuando ve sentimiento en una pieza parece sobrecogerse, como cuando escucha a su alumno Walter Klemmer por primera vez.

Erika busca desesperadamente el amor, ya sea en lo más banal o carnal, en la música, en su madre, o en su alumno.
Su deseo sexual es incomprendido por Walter y a partir de ahí en varios ataques de locura él comienza a abusar de ella, intercambiándose las tornas y llegando a ser ella sumisa a él, a expensas de sus propios deseos, dejando a un lado todo lo que ella le propuso y deseaba.
Una vez más se siente incomprendida, un bicho raro.

Por tanto, de ahí mi acompañamiento al título inicial, La Pianista, la vida de los otros que ignoramos, puesto que cada individuo lucha su batalla personal, y las personas que habitamos a su alrededor ignoramos en gran parte el universo interior de cada uno, ignoramos sus luchas, sus fantasmas internos y sus deseos, que al fin y al cabo, son los deseos lo que llevan al ser humano a habitar en el mundo teniendo propósitos.

Desde aquí podemos hacer un retrato del amor; tú buscas una cosa, quizás marcas unas pautas y las recibes o no por parte de la persona que deseas. Independientemente del pacto que se haga, ya sea entre amantes, entre una pareja o un matrimonio, independientemente del nivel de compromiso siempre se desean una serie de cosas a la hora de abordar el amor.
Erika no tuvo su recompensa, no tuvo lo que quería, sus deseos no se vieron cumplidos por fin después de tantos años, y esto, dentro de estas escenas crudas llega a ser trágico, nos lleva a simpatizar con el personaje y quizás incluso a identificarnos con él.
8
21 de mayo de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de intenciones ocultas que se van abriendo camino como si las notas no escritas en el pentagrama tomaran vida propia y dijeran su melodía por encima de la voluntad el autor.
La combinación de tramas posee enorme interés y el desarrollo general de la acción revela el soplido de la inspiración y una gran habilidad narrativa.
Sus hechuras cinematográficas son impecables pero en la segunda parte del film se produce un inesperado giro argumental que desvirtúa su tono general hasta ese momento.
A partir de entonces introduce elementos no muy convincentes o poco explicados.
E incluso su punto de heterodoxia, en lugar de incentivar la atención, resta credibilidad a la brillante capacidad de fabulación que antes había exhibido.
8
19 de abril de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído por aquí (y oí comentar cosas parecidas en su día) que "La pianista" es un retrato de determinadas perversiones sexuales, o un juicio sobre determinadas preferencias sexuales.

Yo no lo creo.

Yo veo esta película, básicamente, como un retrato de una persona (una mujer, concretamente) tan sistemáticamente privada de autoestima y de cariño por una educación represiva que no puede ser persona, y que oscila entre la rigidez de la máscara que muestra a los demás (la virtuosa del piano y rigurosa profesora) y una desesperación por ser algo para alguien, aunque sea un felpudo que pisar, que la llevan a buscar la sumisión sexual y la humillación como única forma posible de establecer lazos de algún tipo con otro ser humano. En la construcción de ese retrato es crucial la interpretación de una maravillosa Isabelle Huppert, que sabe darle al personaje la profundidad, la complejidad y la gran cantidad de matices que necesita para evitar que el filme pueda caer en el ridículo. Haneke, que de tonto no tiene un pelo, parece ser consciente de ello y prescinde de trucos de montaje y encuadres "experimentales" para dejarle campo libre a su actriz principal, que sostiene la película con solvencia.

Triste, conmovedora, impactante. Como pide la historia que cuenta.
10
5 de febrero de 2008
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Isabelle Huppert es la pianista. La foto del cartel, arrodillada con el joven Benoit Magimel, mucho más joven, pertenece a una secuencia impresionante en la que se intenta una relación sexual como no habría, posiblemente, otra igual.

Huppert es una de las más grandes actrices del mundo, dueña de matices sorprendentes tanto para el drama como para la comedia, pero este caramelo nunca nadie se lo había ofrecido: un dulce atrevido, complejo, tan retorcido como puede ser el deseo sumado al daño físico, el llamado masoquismo elevado a potencia trascendente, a poética del mal en sí mismo y de cualquiera que se cruce en el camino.

La partitura es mágica y dolorosa. La historia, muy superior a la propia y prestigiada novela.

En cualquier caso me pregunto qué haría frente a alguien así, capaz de ofrecerme todo y más aún... a cambio de provocarle dolor, un intenso dolor que le causa placer, un placer que se supone excepcional.
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