La profesora de piano
2001 

7.3
24,433
28 de enero de 2012
28 de enero de 2012
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años que pensaba ver esta película, tal vez por su cartel sugerente. Obviamente que esperaba otra cosa, digamos más "normal"? Pero me encuentro con una obra que me incomoda y no me gusta.
No me gusta el personaje enfermizo e impenetrable de la profesora, que me ha transmitido malestar e incomodidad durante todo el tiempo. Lejos de ser felíz viéndola, me ha ocurrido lo contrario. El tema elegido y la interpretación de Isabell Huppert me han producido un rechazo tan grande, que mi valoración no puede dejar de estar influída por esta sensación.
Luego, si empiezo a analizar más fríamente, les podría decir que el guión no me atrae y que al igual que ocurre con la protagonista de "Cisne negro" (Darren Aronofsky, 2010), debemos rescatar aquí la interpretación magnífica y terrible de Huppert, sin olvidarnos del papel de esa madre castradora que duerme con ella.
No me gusta el personaje enfermizo e impenetrable de la profesora, que me ha transmitido malestar e incomodidad durante todo el tiempo. Lejos de ser felíz viéndola, me ha ocurrido lo contrario. El tema elegido y la interpretación de Isabell Huppert me han producido un rechazo tan grande, que mi valoración no puede dejar de estar influída por esta sensación.
Luego, si empiezo a analizar más fríamente, les podría decir que el guión no me atrae y que al igual que ocurre con la protagonista de "Cisne negro" (Darren Aronofsky, 2010), debemos rescatar aquí la interpretación magnífica y terrible de Huppert, sin olvidarnos del papel de esa madre castradora que duerme con ella.
9 de junio de 2011
9 de junio de 2011
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una profesora de piano, seria y envarada como todos los profesionales que manejan sentimientos y optan por sobrevivir, topará con el muro de su sexualidad chirriante en el momento en que la ha de compartir. Eso es esta película, amén de la exquisita interpretación de Isabelle Huppert, hasta que el guión la obliga a perder los papeles y se va todo al carajo. Qué lástima.
No es nuevo que los asuntos de los hombres con frecuencia fracasen porque no se presta la misma atención al final que al principio. Y esta película, más que prometedora y deliciosa a ratos, se pega la gran leche al final. Insisto: que lástima. Te lo cuento en el “spoiler”, no hay más remedio.
No es nuevo que los asuntos de los hombres con frecuencia fracasen porque no se presta la misma atención al final que al principio. Y esta película, más que prometedora y deliciosa a ratos, se pega la gran leche al final. Insisto: que lástima. Te lo cuento en el “spoiler”, no hay más remedio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Veamos… Las notas que entran en un compás NO son negociables, son las que son y punto. Y si tu alumno de piano se embarca en “rubatos” sensibleros (cambios de ritmo discutibles), cuando menos le has de dar un collejón que se le marque el Steinway en la frente. Es decir, la protagonista, que se arruga y apoca viviendo con una madre que la ha retenido a su vera, lo tiene todo para ser un verdadero hueso cuando se calza la gabardina y va para el conservatorio o el sexshop, según le pique. Es decir, que en tres cuartos de la película se teje un retrato perfecto de una dominadora o dominatriz (¿se dice así?) que la Huppert borda con su seriedad, sus miradas y los maquiavélicos planes que cruzan su entrecejo.
Y, de repente… ¡hay que joderse, va y se vuelve sumisa! Así, sin ton ni son. Pero sumisa, sumisa, eh. Autolesiva y todo. Yo percibo, incluso, que la actriz no sabe por dónde cogerse al giro del guión, se le nota. Y, efectivamente, ya no coge el tono, y el retrato de la señorita Rotenmeyer se deshace como un terrón de azúcar.
Hasta dónde yo sé, entre sádicos y sumisos hay un término medio, una gente extraña que el gremio denomina “switch” (interruptor en inglés…), que lo mismo te dan un mandao como que te lo suplican. Pero tampoco es eso lo que se retrata.
No sé, amigos y amigas. En las hagiografias no hay mácula. En las películas sobre el Titanic, el barco se hunde. Y cuando te dibujan tan bien una mujer perdida en su hermetismo, en el hervidero de su mente, el que ha de pringar es el niñato que la pretende seducir, y no ella.
Y, de repente… ¡hay que joderse, va y se vuelve sumisa! Así, sin ton ni son. Pero sumisa, sumisa, eh. Autolesiva y todo. Yo percibo, incluso, que la actriz no sabe por dónde cogerse al giro del guión, se le nota. Y, efectivamente, ya no coge el tono, y el retrato de la señorita Rotenmeyer se deshace como un terrón de azúcar.
Hasta dónde yo sé, entre sádicos y sumisos hay un término medio, una gente extraña que el gremio denomina “switch” (interruptor en inglés…), que lo mismo te dan un mandao como que te lo suplican. Pero tampoco es eso lo que se retrata.
No sé, amigos y amigas. En las hagiografias no hay mácula. En las películas sobre el Titanic, el barco se hunde. Y cuando te dibujan tan bien una mujer perdida en su hermetismo, en el hervidero de su mente, el que ha de pringar es el niñato que la pretende seducir, y no ella.
21 de febrero de 2008
21 de febrero de 2008
16 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta interesante observar cómo el señor Haneke se refugia en el "personaje" de Huppert para desvelar un universo que, claro está, nada tiene que ver con él. Sólo es ficción. Por supuesto. Porque el señor Haneke no es un salido de tres pares de cojones. Ni hablar. Esto sólo es una película originalísima que nos muestra con crudeza lo rematadamente atormentado que puede llegar a resultar vivir con tu madre. Valiente necio desvergonzado aquél que haya insinuado siquiera que el señor Haneke está hablando de sí mismo a través de la película. No hay derecho. Que le disminuyan la dosis a ese desgraciado. Mira que pensar que el señor Haneke es un pervertido y un mirón... Adónde vamos a ir a parar. El señor Haneke es un genio, un maestro del séptimo arte que, por descontado, no sudó la camisa pelando la banana en la butaca de la última fila, a oscuras, el día del preestreno, mientras los frikies lameculos exclamaban: "¡Oh, qué deleite, qué disección de la mente, qué retrato de la soledad y del dolor, pobre pianista incomprendida! Menuda imaginación malsana y asquerosa tienen algunos. Pobre señor Haneke, redentor de nuestros males.
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