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Críticas 124
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9 de agosto de 2011
54 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién te caería mejor, un tipo que tiene un Rolls Royce y lo usa con la despreocupación de un utilitario, o bien otro que lo besara en el garaje antes de ir a dormir? A mi, el primero, y es en lo único que me complace el protagonista. Por lo demás, la película es poco más que el retrato de un pijillo prepotente y ye-ye.

Da la pura sensación de que el montador hubiera perdido dos o tres rollos importantes de la pelícua y hubiera estirado como un chicle pasajes intrascendentes. Entonces es cuando aparece alguien y dice algo así como "Antonioni confiere al espectador la oportunidad de crear él mismo la obra de arte".

Todavía me estoy riendo.
4 de junio de 2011
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡No, no, no, y no! ¡No es una película setentera! Al contrario, aunque sea de 1976, es la última gran película de los sesenta. La responsabilidad de esto recae en la banda sonora de Henry Manccini, buenísima y encantadoramente desfasada. Además, tiene un guión sólido, a medias entre el suspense, la acción y lo cómico, capaz de vertebrar los tres aspectos sin mezclarlos. Hey: todo un mérito, eh.

Realmente… ¿cómo puede alguien decir, como he leído por aquí, que la música es tipo “Vacaciones en el Mar”? ¡Pero si es un flechazo directo a lo mejorcito de Henry Manccini! Para mi sorpresa, me ha parecido incluso mejor que la banda sonora de Desayuno con Diamantes o Charada, ambas del padre musical de la Pantera Rosa. Todavía no he tenido tiempo de hacerme con ella, pero algunos fragmentos, inspirados en el tren y su marcha, son fenomenales. Aunque, en fin, el tren ha inspirado tantas melodías… Recomiendo la banda sonora de “Pelham, uno, dos, tres”, la original, la del 74, no el espantoso remake de hace poco. Si tienes ocasión de escucharla en un vagón de metro, con unos auriculares, David Shire te llegará hasta la médula. ¡Eso sí que es dinamita de los setenta!

De la parte cómica, destaco los diálogos del principio. Realmente, subiditos de tono, me ha sorprendido. En parte parece que inauguran el humor absurdo de “Aterriza como puedas”. Aunque también hay gags tipo Buster Keaton, de trompadas, porrazos y equilibrismos.

Acabo. No puedo dejar de destacar que la fotografía también es realmente elegante y potente, de principio a fin. Y mención para el final: eso sí que es cine impactante de los setenta. ¡Cuánto más me gustan los efectos especiales bien hechos de antes de la era digital!
9 de agosto de 2011
49 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un desastre. La fotografía y, sobre todo, la iluminación de los interiores son de culebrón ochentero. O peor: me recordaba a "la aventura" de "Los payasos de la tele", aquel fragmento en que, junto al señor Chinarro, los Aragón se movian entre decorados.

La interpretación de la Deneuve, sin sangre en las venas, emulando un estado de excitación sexual cercano al sonambulismo, me invita a rehuir cualquier otra película en que aparezca. Por otra parte, la nula evolución en el devenir de los personajes invita a la confección de este catálogo plano, paródico y circense (de nuevo) de lo que pasa en un lupanar.

Sinceramente, no sé que pretendía Buñuel con esta película que ni es realmente atrevida, ni arroja luz sobre ningún aspecto. Y, como digo, tiene una factura espantosa que empieza por el director del casting.

No sé, amigos, a veces hay que hacer un pequeño esfuerzo de contemporización. ¿Qué y cómo se rodaba en el mundo alrededor de 1967? Pues lo siento en el alma, pero un año antes que esta película, Ingmar Bergman rodaba "Persona", en la que Liv Ullmann hace uno de los mejores papeles femeninos que yo he visto nunca, exponiendo sus pasiones sexuales, sus miedos, sus anhelos, su rabia... Todo un recital. Y ya no hablemos de la fotografia de Sven Nykvist, que hace de una casita en la playa todo un mundo.

Y ahora sigamos contemporizando y hablemos del tema de la humillación, que parece que es lo que le va al personaje de la Deneuve. Dónde Buñuel habla de latigazos y de recibir una lapidación de lodo, el mismo año, en "El Graduado", Mike Nichols construye la siguiente escena: el personaje de Dustin Hoffman quiere humillar a la jovencita formal con la que se ve obligado a salir una noche y la lleva a un espectáculo de desnudismo. Una bailarina sitúa sobre la cabeza de la chica sus pechos, haciendo rodar unas borlas que lleva colgando de los pezones. La chica formal intenta sonreir. Eso, amigo Buñuel, eso es retratar la humillación.

Podemos seguir adorando al Seat 600, pero ya en el 67 era una buena mierda de coche al lado de cualquier Ford americano o Saab sueco. Lo siento, es lo que hay.

Ufff... me he quedado a gusto.
10 de marzo de 2012
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El “tono” de una película es su argamasa, el esqueleto que la aguanta. Si no lo pierde y está filmada con sinceridad y convicción, entonces es como una de esas sopas a las que le puedes echar de todo (o casi…), que siempre quedará bien.

El secreto de “Ruta Suicida” es que se trata de la película con menos pamplinas que he visto en muchísimo tiempo. Como dice Ben Wade, es una película de acción realmente seca. A mí, además, me parece todo un western: sin indios, ni sheriff, ni pistolas, ni whiskey, ni caballos, ni póker, ni pianistas con bombín.

Pero sí hay un grupo de rudos camioneros que viven en una pensión como si vivieran en un rancho; que trabajan para un patrón que impone su ley al margen de la del mundo; que van al baile del pueblo como si entraran en el “saloon” y acaban a puñetazos con todo el mundo; que tienen un líder malvado y despreciable muy, pero que muy a la altura del Liberty Valance de John Ford y Lee Marvin, ahora interpretado por Patrick McGoohan, al que realmente cuesta reconocer en su juventud, y que hace un papel extraordinario. Y, como en tantas películas del oeste, hay un duelo con el protagonista.

Las escenas de acción son inusitadamente trepidantes y están rodadas de narices. Sin ser un entendido, yo diría que el montaje es sublime. Por otra parte, la cámara subjetiva de los camiones es una pura locura. Es muy probable que en los diez primeros minutos de película te tengas que agarrar a la silla y se te salgan los ojos de las órbitas.

El papel protagonista de Stanley Baker –y su interpretación– quizás sea lo que menos me ha convencido, seguramente porque es el personaje que peor lo pasa y, al contrario de la corriente general, es el que más titubea (dudar siempre es sufrir). No importa: queda ampliamente compensado por el estupendo trabajo de Herbert Lom en el papel de italiano expatriado, el más sensible de la caterva que, además, se ha de llevar la peor parte del triángulo amoroso que la película también incluye. Si se le puede escuchar en versión original, mejor que mejor.

Guión inteligente, muy bien trazado, y con un giro final digno de sir Alfred que es una pequeña delicia.

En fin… al hilo de lo que decía al principio, pasen y vean esta historia de orgullo, ambición, cárcel y estigma; deseo, velocidad, sentimiento de culpa; amistad, asesinato, explotación; contubernio, perdón, justicia y muerte.

¡Casi na!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¡Ojo! este es un doble spoiler: si tampoco has visto "El Diablo sobre ruedas" (1971), de Spielberg, no sigas.

¿Sigues? Ok. Pues eso: acaban exactamente igual, lo que me hace intuir una clara influencia de una sobre la otra 14 años después.
24 de febrero de 2012
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya está aquí, por fin disponible en todos los mercados de Occidente: la nueva Barbie Bourbon. Mattel se disculpa porque, en esta ocasión, no vendrá acompañada por Kent. Los laboratorios de la empresa estadounidense lo intentaron, pero cada vez que acercaban a esta Barbie un muñeco masculino, guapo o feo, se disparaba un resorte inesperado y la nueva muñeca, con una voz rota impropia de su belleza inmarcesible, decía: “¡quita bicho!”. El fenómeno era especialmente palpable por las mañanas.

Así pues, para compensar tan terrible incompatibilidad, Mattel complementa a Barbie Bourbon con diversos accesorios: un encantador perrito Pomerania (tan blanco como la inocencia infantil…), un ligero ordenador portátil de la casa Apple, un Mini Cooper y, sobre todo, un breve pero enjundioso opúsculo titulado “Jordi Labanda ¿creador de realidades o espejo del mundo?”.

¿Y el abolengo del apellido? Bueno… la botella de tío Jack se la procura ella solita.

Fin de la broma. Agradezco muy mucho las críticas en que explicáis que “Young Adult” no es una comedia. La comicidad del cartel puede inducir a error porque ya la tenía descartada. El film, aunque tenga tintes de humor, está más cerca del drama que de otra cosa: el drama del alcoholismo, tantas veces etiquetado de “depresión” poniendo siempre el carro por delante del burro.

Charlize Theron está sencillamente PERFECTA en su papel de mantis religiosa. Asusta y supera en sofisticación el increíble papel con el que ya nos dejó pasmados en “Monster” (2003). Al que sepa escuchar a sus ancestros y haya oído hablar del “mito de la devoración del pene” le pasará como a mí: se va a sorprender cruzando y apretando las piernas en la oscuridad del cine.

Mención aparte para el personaje de su friki amigo. A estas alturas ¿quién no conoce a algún cuarentón devoto de Star Treck, que vive con sus padres, se pasa el día haciendo maquetas o conectado a Internet, y se mata a pajas? Es lo que hay. Definitivamente, hay que seguir a Diablo Cody, guionista de este film y de la otra perla que es “Juno” (2007).

En resumen: reveladora historia, narrada con buen pulso y atrevimiento. La fotografía, siendo lo de menos, es realmente buena. Atención a los planos de detalle de la radio del coche. Interesante y agradable también la banda sonora. El final resulta un pelín confuso y, a mi juicio, es lo menos acertado del film, pero bueno… aquí ha de juzgar cada uno.

Acabo. En las facultades de Psicología, en las que, al margen del temario de hace 70 años, realmente no saben qué enseñar, ahora se discute si el cine hace al hombre o el hombre al cine. Son las procelosas aguas de la “psicología construccionista”.

Pobre Barbie Bourbon: le va a costar mucho encontrar ayuda.
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