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Ordet (La palabra)

Drama Hacia 1930, en un pequeño pueblo de Jutlandia occidental, vive el viejo granjero Morten Borgen. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con Inger, tiene dos hijas pequeñas y espera el nacimiento de su tercer hijo. Johannnes es un antiguo estudiante de Teología que, por haberse imbuido de las ideas de Kierkegaard e identificarse con la figura de Jesucristo, es considerado por todos como un loco. El tercero, ... [+]
Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
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6
20 de junio de 2011 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apatía en tierras desoladas. La fe en Dios marca el día a día de los campesinos. Cada, uno con una visión diferente de su Dios, predica con las enseñanzas de su párroco. El rebaño sigue al pastor. El pastor dice seguir a Dios. Se vive una disputa interminable entre sectas nacidas a partir de la misma palabra divina. Un iluminado, un loco, dice ser la voz de Cristo. Todos hablan, todos gritan, pero nadie oye, ya nadie escucha.

Estamos en un páramo espiritual, donde la fe se ha retorcido hasta tal punto que todo cristiano es escéptico. Se dice que los milagros que abundaban en tiempos remotos son ahora absurdos e imposibilidades contrarias a las leyes físicas impuestas por el Todopoderoso. Johannes, un iluminado (un loco, jamás un profeta), se pasea por la casa de su padre Morten vaticinando que las desgracias venideras sólo serán enmendadas si creen en Jesucristo. Todos hacen oídos sordos a sus delirios, excepto los niños, las almas más inocentes y puras. Las diferentes ramas del cristianismo se enfrentan entre sí a pesar de compartir raíces comunes: La familia del granjero Morten ve la divinidad en la vida terrenal, mientras que en la casa del sastre Peters encuentran la Gracia de Dios en el más allá. Una unión, el amor entre Anne, hija del sastre, y Anders, hijo del granjero, es completamente imposible, no por mandato divino, sino por el orgullo personal de los dos patriarcas.

Dreyer llama con este cuento, adaptado a partir de la obra de teatro de Kaj Munk, a todo cristiano de bien para que se involucre realmente en su credo, porque sólo así la Gracia de Dios llegará a la Tierra. La doctrina de Cristo y el amor al prójimo, en definitiva, llevados a la práctica pueden acercarnos más al Reino de los Cielos o, en otras palabras, a un mundo mejor. Los milagros son posibles siempre y cuando creamos en ellos. La filosofía que cimienta la historia de Ordet, a pesar de tener una forma muy religiosa, puede interpretarse de tal manera que hasta los no creyentes encuentren un mensaje de esperanza en él, pues cada cual tiene sus dioses, sus ideales. Los personajes del film se muestran apáticos, sin emoción, hasta que la muerte y el milagro, dos uniones a los Cielos, se cruzan en sus vidas para recordarles que las promesas de Cristo están cerca.
Al estar basada en una obra dramática, Ordet presenta un número muy limitado de localidades, gran parte de ellas grabadas en estudios bien iluminados y construidos a partir de tres paredes. La mirada de la cámara pone en movimiento a los personajes, como si de un ojo divino se tratase. La fotografía más lograda siempre está al servicio de los momentos en los que se siente la presencia divina: al igual que en La pasión de Juana de Arco (1928), los primeros planos iluminados con un rayo de luz celestial aportan dramatismo, religiosidad y belleza. Estos planos tan cargados de emoción son más que memorables por contrastar con la sobriedad general que marca gran parte de las escenas.
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Las profecías del demente parecen tomar forma cuando Inger, la mujer del hijo mayor Mikkel, no sobrevive a los dolores de un parto infructuoso. Johannes desaparece en la noche y todos temen haberlo perdido para siempre. Llega el funeral y la granja se enfunda las prendas negras. Ni el médico ni el reverendo pueden encontrar una explicación convincente a la muerte, lo que tienen claro es que no hay solución alguna. Morten y Peter, arrepentidos por su anticristiano comportamiento para con el otro, acuerdan que sus hijos pueden casarse. Mikkel se abraza al cadáver y admite, sollozando como un niño, que no le importa el porvenir celestial del alma de su esposa, sino la ausencia del cuerpo que le daba el calor para vivir. Johannes se presenta con recuperada cordura para, dice, realizar un milagro y para ello sólo necesitará que una sola persona, su propia sobrina, crea en él. “En nombre de Jesús te lo ordeno: Levántate”. Y como un nuevo Lázaro Inger vuelve al mundo animada por la Palabra de Dios.
Hombre y mujer vuelven a estar unidos en cuerpo y alma. El hombre recupera la fe. La mujer recupera la vida. Ambos dan cuenta de que la palabra de Cristo es tan capaz de convencer a escépticos como de mover montañas. La palabra de Cristo se reafirma, y esa palabra es Amor.
10
16 de abril de 2016 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un película impactante la cual envuelven al espectador desde el minuto uno hasta su apoteósico final. La película nos ambienta en un mundo de religión, fe,milagros y la relaciones humanas. La película tiene un guión perfecto con una música apropiada, sus actores nos ofrecen el verdadero sentido de la interpretación sobre toso el actor que todos creen que esta loco. Emotiva, humana, reflexiva, espiritual, sin duda un legado dejado al séptimo arte y digna de ser una de las mejores películas de la historia del cine.
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Sin duda es la obra maestra del director danés CARL TH. DREYER, el cual en esta película deja su sello personal, para mi humilde opinión esta película es su película más importante por arriba de sus otras películas LA PASIÓN DE JUANA DE ARCO del año 1927 y GERTRUD del año 1964, las cuales son parte de la historia del cine. Sin duda esta película es la obra cumbre del director .
7
8 de noviembre de 2016 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de mi primer acercamiento al cine de Dreyer, tengo sentimientos encontrados. Los resumo en la frase del título, pero intentaré explicarme.

Algo sugestionado por la altísima nota media "oficial" (8,3) y las de la inmensa mayoría de mis "almas gemelas" y de las críticas, me dispuse a visionar la que parece ser la obra cumbre de Carl Theodor. No siempre coincido con la masa, otras muchas ocasiones sí. A ver.

Sin duda es una película muy peculiar, hermosa, fascinante, hipnótica, sobria, pictórica y realmente bella en ciertos momentos. La rigidez y economía de movimientos del director es hasta admirable, y aparte de darle un tono muy teatral la aproxima a algo similar a un sueño, o por lo menos algo irreal: apenas vemos poco más que el interior de las viviendas y pequeñas escenas en los páramos ventosos de Jutlandia. Así, la sensación es hasta agobiante por momentos. Y si una película te afecta, te altera, es buena, pienso yo.

Ahora bien, si Dreyer se caracteriza por su sobriedad, también por su insobornable cristianismo (tal vez ambas virtudes provengan de sus padres adoptivos, severos luteranos), y todo el largometraje es una sucesión de conversaciones sobre creencias, situaciones de fe, cantos de amor a la religión y demás, que hacen a "Ordet" especialmente recomendable para el creyente; pienso que no tanto para el agnóstico (como es mi caso), el ateo o simplemente quien sienta indiferencia por la religión. Quede claro que cada uno es libre para tener sus creencias, muy respetables todas, pero ante panfletos así siento reservas.

Porque Dreyer, y hay que reconocérselo, es tremendamente honesto y expone tanto su fe como los dilemas y cuestiones que se plantea, pero realmente no admite otra opción; ello queda ejemplificado en el personaje del médico, que cree "en los milagros que le ha enseñado la ciencia" y queda muy digno, pero todo se va al garete luego.

Tal vez por eso prefiero a Bergman, quien por ejemplo en su insuperable "El séptimo sello" sí deja lugar para otras ideas, por angustiosas que sean, y para el debate riguroso. Dreyer no, y menos aún en el final.

Sin duda la película es de Johannes (y del actor que lo interpreta) el hijo que ha perdido la razón y se cree Jesucristo. Supongo que Dreyer no tenía esa intención, pero me he llegado a reír a carcajadas en sus escenas, cuando sale caminando lentamente, dice alguna frase bíblica sin venir a cuento y su perpleja familia le pregunta. Claro que, y que el danés me perdone, Inger no parece mucho más cuerda, pues se pasa toda la película con la vista perdida como una invidente hablando de Dios.

En fin. Una gozada visual y sensorial. Pero con el film de Dreyer me he sentido por momentos como si una pareja de testigos o mormones viniera a mi casa a hacer proselitismo.
8
24 de junio de 2024 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran reflexión sobre el hecho religioso, la fe y la moral. Su narrativa y tempo de corte realista, su autenticidad y costumbrismo, me convierten en un miembro más de esa familia. Personajes bien escritos, que no pierden la naturalidad a pesar de cierto carácter teatral de la obra, y que más que diálogos parecen recitar soliloquios. A nivel técnico destacan sus trabajadas secuencias, con una magnífica sincronización actoral, la importancia de la mirada y el uso de la luz. Atemporalidad y simbolismo. Familia, costumbres y deber. Plegarias, milagros y profetas. Rezo, nihilismo y culpa. Felicidad, amor y vida.

“Reza, y continúa rezando aunque no le encuentres sentido” “Que el pecado no caiga sobre ti”

@laquimeracultural
10
23 de enero de 2025 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los logros más impresionantes de la historia del cine a cargo del genio Carl Theodor Dreyer.

Adaptada de la obra de teatro homónima del dramaturgo danés Kaj Munk, la película profundiza en temas como la fe, la duda, el milagro y la naturaleza humana a través de las complejas dinámicas familiares y sociales.

Mediante un trabajo de dirección tremendamente minucioso y austero, Dreyer desarrolla la narración a un ritmo deliberadamente lento aunque para nada tedioso, ya que cada escena está cargada de una penetrante tensión emocional y filosófica que mantiene cautivo al espectador frente a la pantalla.

El enfoque del director danés sobre el silencio y el espacio es significativo y admirable, huyendo de diálogos rápidos y de una acción permanente, lo cual permite a los personajes reflexionar y procesar sus emociones desde una maravillosa quietud.
Esos largos momentos de silencio conceden el tiempo necesario al espectador para que este reflexione sobre lo que está sucediendo y absorba la gravedad de las situaciones expuestas.
A través de este estilo, Dreyer enfatiza la necesidad de introspección para poder entender el dolor, la fe y el milagro.

La fotografía de Henning Bendtsen es extraordinaria por su uso de la luz natural y los encuadres estáticos, lo que contribuye a la sensación de contención y profundidad emocional.
La luz en "Ordet" no es simplemente un recurso técnico, sino una herramienta narrativa que refuerza la tensión entre lo sagrado y lo profano. En varias escenas, la luz aparece como un símbolo de la revelación divina o de la ausencia de lo trascendental.

Con esta obra maestra de hondo calado filosófico y espiritual, Dreyer nos incita a meditar sobre la vida, la muerte y el significado de la fe, exhibiendo un estilo visual sobrio pero fascinante, y extrayendo unas interpretaciones asombrosamente contenidas de todo el reparto.

Esta no es solo una película sobre un milagro, sino sobre la capacidad humana de encontrar esperanza y consuelo frente a lo incomprensible, significando al mismo tiempo un testimonio del talento de Dreyer para mezclar lo espiritual y lo humano de una manera fuertemente poderosa y emocionante.
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