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Ordet (La palabra)

Drama Hacia 1930, en un pequeño pueblo de Jutlandia occidental, vive el viejo granjero Morten Borgen. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con Inger, tiene dos hijas pequeñas y espera el nacimiento de su tercer hijo. Johannnes es un antiguo estudiante de Teología que, por haberse imbuido de las ideas de Kierkegaard e identificarse con la figura de Jesucristo, es considerado por todos como un loco. El tercero, ... [+]
Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
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4
15 de mayo de 2022
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la recomendación en numerosos lugares sobre la conveniencia de esta peli, me dispongo a verla y emito veredicto (y aviso al personal que me considero creyente):
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
ESTRAFALARIA: con una manera de actuar los actores mirando al infinito, idiotizados y ausentes en todo el metraje: me hacen sentir igual... ausente y embobado.
ORTOPÉDICA: esa lentitud parsimoniosa falsa e innecesaria lo estropicia todo (le da un aire de pretenciosidad preocupante) y me hace desesperar de la vida a la media hora de metraje. Esta exasperante lentitud encuentra una razón de ser en la última parte, pero no antes... así que lo que me demuestra el director es no haber captado el asunto. No ha sabido darle a cada parte su "tempo" debido.
IRREAL: ese personaje principal que se cree la encarnación de Jesucristo (y el más interesante); un chiflado ahogado en la incoherencia de la locura que después encuentra a última hora una especie de razón y sentido (cuando realmente no lo tiene) aunque por desgracia nadie nos explica cómo lo ha alcanzado. Tenemos que creer en el chiflado con la misma "fe" que debemos aplicar al resto del metraje.

Así que el asunto se me hace muy cuesta arriba. Una especie de monótono (y monógamo) experimento cinéfilo que consigue que no me crea nada, me aburra mucho, y sus conclusiones me parezcan un timo a la inteligencia del sufrido espectador. Es como si el guionista se dijera "pues esto hay que arreglarlo, y lo arreglamos así". Bien, pues queda como un pegote que el chiflado de libro (a quien no le veo la piedad por ninguna parte) sea el "salvador" del asunto. Así que la película se me torna una estupidez en sí misma: boba, lenta, pretenciosa... absurda.

No obstante, como el tema de la muerte y el dolor está muy bien conseguido y ahí me ha parecido que la peli encuentra un sentido y valor interesante (es capaz de acercanos a las terribles sensaciones que rodean la muerte de un ser querido), le planto el 4 con mucho cariño. Si no fuera por eso, le planto un 3 también con todo mi cariño.

Ojeando las críticas con baja nota, muchos dicen que esto es un "panfleto cristiano". ¿De verdad? No, señores, flaco favor le hace esta película al cristianismo.

Amor y paz,
ERC
8
3 de agosto de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto la afamada obra cinematografica de Carl Theodor Dreyer desde el máximo respeto de un ateo por las cuestiones que tienen que ver con la espiritualidad religiosa. Es innegable que Ordet mueve a la reflexión y que la reflexión no nos lleva a todos al mismo sitio. Yo me he visto representado por el hijo agnóstico y en ningún momento me he sentido atraido por ninguna de las otras sectas cristianas que representan el granjero reformista, el sastre fundamentalista o el delirante Johannes. Por más que hablen de alegría y paz interior todos sabemos que están obsesionados y condicionados por antiguas escrituras en las que tienen más peso palabras como pecado, condenación y castigo.

Si bien el tema que trata Dreyer no es para mí apasionante, sí entiendo que hay muchos atrapados en piadosas diatribas existencialistas o manipuladas teologías de las que por educación o cultura posiblemente no se liberen en toda su vida. Y no es que me niegue a comprenderlos, es que las discusiones sobre el más allá y sobre quién hará más méritos para estar a la derecha del Padre, se me antojan una pérdida de tiempo, una planificación absurda cuando vivimos sin el más mínimo interés por el vecino de al lado. Lo que me lleva a pensar que la religión, como institución, tal vez trabaja para individualizarnos y deja de lado interesadamente algunos preceptos que también aparecen en sus evangelios: amar al prójimo, repartir la riqueza, dar posada al peregrino.....

La técnica del director danés, sus encuadres, la dirección de actores y su total falta de subterfugios te hacen saber, efectivamente, que estás ante una gran película en la que nada chirría y en la que el realizador ha hecho exactamente aquello que quería.
10
16 de junio de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente si Jesucristo volviese a descender para intentar demostrar que él es el hijo de Dios, le pasaría como a Johannes en este film, nadie le creería, le tomarían por un loco, por alguien que perdió la razón.
Curiosa y buena muestra de la fe religiosa, en este caso Cristiana, y como una interpretación distinta del Cristianismo lleva a caminos y pensamientos muy distintos, e incluso a enfrentar a dos familias honradas y respetadas.
También nos enseña que las alegrías y les malas noticias no vienen solas, y como la simple fe, puede llevar a aceptar cualquier desventura porque así es la voluntad de Dios.
Pienso que Dreyer quiere contarnos como la fe lo explica todo sin necesidad de nada, y cuando tienen al milagro delante de sus narices su fe empieza a ser cuestionada por ellos mismos. Gran película, con un guión, unas actuaciones muy sólidas y una gran fotografía.
9
29 de julio de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que, cuando sale se nombre a relucir siempre me acuerdo de Faemino y Cansado. Aunque tengo cierta curiosidad, voy a preferir no echarle una ojeada a sus escritos, no sea que acabe como el dúo cómico, o como nuestro amigo Johannes.

El tipo este, Kierkegaard, hace estragos.

Le peli tiene tela. Es cierto que si no se tiene cierta cultura religiosa se pierde mucha sustancia, pero aún así hay muchas escenas que son brutales (spolier).

Johannes me parece un icono. No puedo describir la potencia que tiene. El loco que cuando habla te deja helado. Ese tonillo de empanado pronosticando negros augurios. Sin palabras.

¿Verdad?, ¿mentira?. Johannes pasa de loco a profeta y viceversa en cuestión de segundos. Dreyer nos lleva a un lado o a otro como hace un niño con un hamster en su jaula.

Aunque el guión da vueltas sobre lo religioso, no la considero exactamente como tal. Hubiera preferido un final abierto.

*(No he tenido más remedio que borrar esta crítica y volver a ponerla para hacer un pequeño, pero, a mi juicio, importantísimo comentario. Acabo de ver la versión doblada. La versión original es mil veces mejor, en español se pierde casi todo el carisma de Johannes. A lo mejor por eso a algunos no les ha impactado tanto. Desaconsejo totalmente verla en español, y no soy de los que van viendo V.O. habitualmente)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La tensión del parto en el ambiente y el Johannes paseándose arriba y abajo con sus amigos, el del reloj de arena, y el de la guadaña. Tremendo.
10
20 de diciembre de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la historia de la cinematografía a Dreyer, para decirlo vulgarmente: hay que darle de comer aparte. Su cine es el paradigma del llamado cine de autor. Excelso e irrepetible en su singularidad y por supuesto nada comercial. Esta falta de "rentabilidad" popular e incomprensión crítica en su momento le supuso que tras otra de sus obras sobresalientes como fue "Vampyr, la bruja vampiro" (1932) abandonase el cine durante una década. Dreyer, no se prodigó mucho. Algunos documentales que no le hacían mucha gracia y creo que unas 17 películas en 57 años de profesión.

En cualquier caso este huérfano danés adoptado por la familia Dreyer de fuertes convicciones luteranas que marcarían su obra como cineasta, nos ha dejado un puñado de exquisiteces, donde la experimentación con el lenguaje fílmico, construyendo o decostruyendo han servido de faro a todos los cineastas posteriores  apuesten por el cine como arte o como entretenimiento. Por supuesto el también tuvo sus influencias sobre todo de Griffith ( y quién no) y de Sjöström. Aunque, digamos, que no vio mucho cine y que de alguna manera Dreyer se hizo a si mismo.
En el principio fue El Verbo, la palabra (Ordet) y quien crea en ella, quien tenga fe, moverá montañas, dice la Biblia. Sobre esta idea básicamente escribió su obra de teatro el pastor luterano danés Kaj Munk (el único que figura en los créditos de la película) en 1925. Obra que fue llevada a la pantalla en el 43 por el sueco Gustaf Molander y que curiosamente contaba con Sjöström como actor en el reparto. Dreyer se carga 2/3 de la obra, destila su esencia y la hace suya, consiguiendo de manera totalmente increíble que la teatralidad permanezca y se funda con el cine de manera sorprendente.

Para ello rompe con casi todos los convencionalismos. Casi sin montaje, planos largos, moviendo ostensiblemente la cámara y haciendo saltar por los aires casi todos las normas de "buena conducta cinematográfica". Incluso abandona sus famosos primeros planos, pero no renuncia a la importancia de los rostros y a una depuración máxima de la puesta en escena y los objetos. Sus escenas exteriores están muy medidas y seleccionadas con un potente impacto visual. Rueda con un tempo misterioso, intemporal se diría, los personajes hablan, miran y se mueven de forma poco realista en un entorno que a su vez no puede serlo más. Parece increíble que Dreyer se pueda meter en un "jardín" tan complejo y que sea capaz de salir de forma sobresaliente, atrapándonos en un mundo donde anidan, la religión, el suspense, la mística, lo sobrenatural, la apuesta por la vida, la crítica a la intolerancia y cualquier otra faceta que uno pueda ir descubriendo en cada visionado. Mención aparte merece el excelso tratamiento de la luz, el contraste austero entre el blanco y negro, con una impresionante fotografía de Henning Bendsten y el tratamiento artístico de gran influencia pictórica de la puesta en escena con un uso milimetrado de los objetos.

Decía el filosofo existencialista Sartre que: "el infierno son los otros", su mirada inquisitiva que nos juzga. Apuesta Dreyer/Munk porque el cielo también pueden ser los otros, si dejamos de ser intolerantes con los demás. Objetivo harto difícil y que solo pueden conseguir la inocencia representada en los niños. (No comparto la ida de que la infancia sea un estado de inocencia, pero bueno...). La religión, la existencia de un Dios superior es a todas luces increíble para la razón y por extensión la ciencia, solo a través de la fe, impulsada por la necesidad de creer ante el miedo a perecer para siempre, lo justifica. Queremos vivir, amamos la vida, está muy bien que vayamos al cielo pero si fuera posible seguir aquí estaría mucho mejor. Otro padre del existencialismo como Kierkegaard está muy presente en la obra.

El Vaticano tiene la película en gran consideración. No sé si ha evaluado todas las aristas que propone y suscita está reflexión sobre la vida y la fe entre otras cosas.

cineziete   
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