Una catarata de emociones, en su justa medida, sin histrionismos ni desmesuras. Sobriedad en decorados y con la única música del tic tac de un reloj, va transcurriendo la historia con momentos sublimes y un realismo que pone la piel de gallina. Imprescindible para saber lo que es o puede llegar a ser "el cine", y que por desgracia la industria americana ha olvidado hace ya algún tiempo.

Hay que estar muy mal para tragarse algo del católico danés. Pero los profesionales del comer y los novatos del futuro comer les gusta cantidad. Palabra que no lo puedo entender del cine del gran danés. Sus planos fijos que duran una eternidad se hacen cortos con los planos de el creador de Grupo salvaje. Si estuviera atado de pies y manos y me pusieran una pistola en el coco me tragaría al tronco-truño del gran danés. Hasta ese momento me parece que va a ser que NO. Ordet lo dejo para los comedores profesionales y a los novatos. Novatos vais por el buen camino.

Los sabios sabemos que la eternidad es menos que un instante para la inconsciencia, así que no sé a cuento de qué tanto rollo y pataleo con la muerte. Es más, los animalillos de la fauna cadavérica también tienen que comer y vivir su vida. Pero, bueno, esto es lo de menos. Lo realmente repulsivo de esta historia es el hecho de que cualquier milagro es intrínsecamente injusto; y la gente parece adorar la injusticia.

En este mundo las calamidades azotan a demasiada gente, y a cada instante, como para que ahora tengamos que emocionarnos con algo tan arbitrario e insultante como un milagro. Un poco de cariño con tostadas, para todo el mundo, brother. Es más, también queremos cariño con tostadas para los negritos de África; no sólo para los caucásicos.

Nadie se puede definir como cinéfilo de pro si antes no ha visto la obra de Dreyer. No hay genio más grande en la historia del ciene que este director.
Ordet es más que una película exelente, es el cenit en el arte de la< cinematografía.